Cap. XVI: Lo adecuado sería un congreso nacional extraordinario del Partido Comunista

Reflexiones de un militante comunista de base en torno a la derrota de diciembre de 2017

Iván Ljubetic Vargas, historiador

CAPÍTULO XVI: LO ADECUADO SERÍA UN CONGRESO NACIONAL EXTRAORDINARIO DEL PARTIDO COMUNISTA

La gravedad de la derrota de diciembre de 2017 es tan severa, el peligro del retroceso del país es tan evidente, la situación de Chile es tan compleja, el poder de la burguesía es tan enorme, la necesidad de dar un vuelco al funcionamiento del Partido es tan urgente, un análisis crítico y autocrítico a fondo del papel jugado por todos los órganos partidarios es tan imprescindible, que lo que se necesita es la realización de un Congreso Nacional Extraordinario de los comunistas chilenos.

Un Congreso en que se adopten las resoluciones que, en base al marxismo y a las normas leninistas de organización y de funcionamiento, el Partido de Recabarren se renueve como partido revolucionario.

UN CONGRESO ESCUELA DE EDUCACIÓN DE MASAS

Un Congreso realizado cara al pueblo, con asambleas celulares abiertas, invitando a todos los que deseen concurrir y entregar su opinión sin restricción. Así haríamos una formidable campaña de educación de masas y libraríamos una significativa lucha ideológica.

A propósito de un Congreso cara al pueblo, recordemos lo escrito por el compañero Luis Corvalán Lépez, en nuestra opinión el más grande dirigente comunista chileno después de Recabarren:

“Los trabajadores y los pueblos conocen y aprecian a los comunistas por lo que hacen, por su lucha abnegada, por su entrega desinteresada a la causa de su emancipación, por su disciplina, por su honestidad. Pero nuestros partidos no son conocidos por dentro. Ello se debe, en gran parte, a nuestra propia manera de ser. No hablamos de nosotros mismos. Esto tiene sus méritos, pero también sus inconvenientes. Nuestro inolvidable Elías Lafertte solía decir en plenos y congresos del Partido: ‘Me gustaría que las murallas de esta sala fueran de vidrio, para que todos pudieran ver cómo discutimos, cómo nos preocupamos de los problemas de la gente y cuán unidos y fraternales somos’. De todo esto y muchas otras cosas vale la pena escribir” (Luis Corvalán: “Santiago-Moscú-Santiago”. Página 9)

Luego en asambleas internas librar la fraternal y certera lucha ideológica, en que se enfrenten las nuevas y viejas concepciones, en que se discuta las formas para ser un partido realmente revolucionario. Esto, teniendo en cuenta que rigen en nuestro Partido y no puede ser de otra manera, las leyes del materialismo dialéctico, entre ellas la Ley de la Unidad y Lucha de contrarios.

LEY DE LA UNIDAD Y LUCHA DE CONTRARIOS

La ley de la unidad y lucha de contrarios es la médula y esencia de la dialéctica materialista. Por oposición a la metafísica, la dialéctica parte del criterio de que las cosas y los fenómenos de la Naturaleza y de la Sociedad humana llevan implícitas contradicciones internas, que son la fuente del proceso de desarrollo.

En la Naturaleza siempre hay algo que nace y se desarrolla, y algo que muere y caduca. La lucha entre lo viejo y lo nuevo, entre lo que muere y lo que nace, entre lo caduco y lo que se desarrolla, constituye la ley del proceso de evolución. Lenin llamaba a esta ley la médula de la dialéctica, puesto que descubre la fuente del automovimiento y del desarrollo de la materia, y puesto que estudiando los aspectos contradictorios de los objetos, las tendencias de desarrollo de esas contradicciones, conocemos los fenómenos en su nacimiento, evolución y muerte. La unidad de los aspectos contrapuestos no es una unidad inmóvil, sino sujeta a una lucha interna. Lenin señaló, que la unidad de los contrarios es una unidad condicional, temporal, relativa, y la lucha entre ellos, absoluta, como absoluto es el desarrollo, el movimiento. La unidad de los contrarios es al mismo tiempo su conexión interna, su penetración y su exclusión recíprocas, la negación mutua, la lucha. Los contrarios se excluyen y se penetran mutuamente en un solo y mismo tiempo.

Ambos polos de cualquier contraposición –lo positivo y lo negativo– son tan inseparables uno del otro como contrapuestos, y… no obstante todo su carácter contrapuesto, se penetran mutuamente” (Engels).

El proletariado y la burguesía son generados por el modo capitalista de producción, en cuyos marcos están a tal extremo relacionados entre sí que sin alguna de estas clases no es posible el modo capitalista de producción; pero a la vez se excluyen uno al otro, llevan una lucha intransigente.

NO TEMER A HACER PÚBLICOS NUESTROS ERRORES

Algunos compañeros podrán argumentar que no es adecuado hacer públicos nuestros errores y defectos. Lenin en 1904 ya respondió a esas preocupaciones:

“Unas palabras más sobre los adversarios de la socialdemocracia. Se refocilan con malicia de nuestras discusiones, haciendo muecas de alegría; procurarán, claro es, entresacar para sus fines algunos pasajes sueltos de mi folleto, consagrado a los defectos y deficiencias de nuestro Partido. Los socialdemócratas rusos están ya bastante fogueados en la brega para no dejarse cohibir por semejantes afilerazos y para continuar, pese a ellos, su labor de autocrítica, poniendo al descubierto sin piedad sus propias deficiencias, que a la fuerza serán inexorablemente allanadas por el desarrollo del movimiento obrero. ¡Y que prueben lo señores adversarios a describirnos un cuadro de la situación efectiva de sus “partidos” que tenga aunque sólo sea un lejano parecido con el que ofrecen las actas de nuestro II Congreso! MAYO DE 1904”. (Lenin: Prólogo de “Un paso adelante, dos pasos atrás. (Una crisis en nuestro Partido). ”Obras Escogidas en tres tomos. Tomo I, página 275).

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