Gabriela Mistral: Dulce, combativa, pacifista, solidaria

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

Desde la escuela asociamos a la dulce Gabriela con sus bellas rondas como:

“Dame la la mano y danzaremos,
dame la mano y me amarás.
Como una sola flor seremos,
como una flor, y nada más…”

O con: “Todas íbamos a ser reinas,
de cuatro reinos sobre el mar:
Rosalía con Efigenia
y Lucila con Soledad”

Gabriela Mistral es eso, pero mucho, mucho más que eso.

Sus inicios

Nació el 7 de abril de 1889 en la calle Maipú Nº 759 (hoy Gabriela Mistral) de la ciudad de Vicuña, ubicada en el valle del Elqui, a 62 kilómetros de La Serena.

Su padre, Juan Jerónimo Godoy Villanueva, era profesor; su madre, Petronila Alcayaga Rojas, modista. Fue bautizada en la parroquia de Vicuña con el nombre de Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga.

En 1892, cuando ella tenía tres años de edad y vivían en Montegrande, su padre abandonó a la familia, quedándola con su madre y su media hermana, Emelina Molina Alcayaga, que por entonces tenía 15 años. Ésta se encargó de instruirla y darle orientación a su vida.

En el año 1900, Lucila ingresa a la Escuela Superior de Niñas de Vicuña.

En 1901 La familia residió un breve tiempo en La Serena y Coquimbo, para luego trasladarse a El Molle.

Comienza a escribir

En 1904 el periódico “El Coquimbo” de La Serena, publicó sus primeras colaboraciones firmadas con el seudónimo de “Soledad”.
Trabajó como profesora ayudante en una escuela de La Serena, cuando tenía 15 años de edad.

En 1906, cuando tenía 17, conoció a Romelio Ureta Carvajal, un empleado ferroviario, que se afirma fue su único amor, fuente de permanente inspiración.

El 23 de julio de 1908 apareció en “El Coquimbo” la poesía “Del Pasado”, que firmó con el seudónimo de Gabriela Mistral. El nombre lo tomó de un poeta italiano que le interesó en sus inicios, Gabriel D’Annunzio; el apellido, del poeta francés Federico Mistral.

En 1909 se desempeñó como maestra en la Escuela de Los Cerrillos (en el camino a Ovalle). El 25 de noviembre de ese año se suicidó Romelio Ureta Carvajal, cuando tenía 26 años de edad.

Los sonetos de la muerte

En 1910 Gabriela rindió examen en la Escuela Normal Nº 1 de Niñas de Santiago, obtuvo el título de maestra primaria y fue designada en una escuela de Barrancas, sector poniente de Santiago.

En 1911 recibió el nombramiento de profesora de Higiene en el Liceo de Traiguén.

En 1912 se desempeñó en el Liceo de Antofagasta como profesora de Historia e Inspectora General. Ese año murió su padre en Copiapó, a los 52 años de edad.

El 22 de diciembre de 1914 obtuvo la más alta distinción en los Juegos Florales realizados en Santiago por sus “Sonetos de la Muerte”.

En 1917 colaboró con 55 poemas y cuentos suyos en los cinco volúmenes de lectura escolar de Manuel Guzmán Maturana.

En 1918 Pedro Aguirre Cerda, Ministro de Instrucción Pública del Presidente Juan Luis Sanfuentes, nombró a Gabriela Mistral Profesora de Castellano y directora del Liceo de Punta Arenas, ciudad en que permaneció hasta abril de 1919.

En Temuco nace una amistad

Fue trasladada a Temuco y designada Directora del Liceo de Niñas. Nunca sintió afecto por esa ciudad. Cuentan que cuando viajaba en tren al sur, al pasar por Temuco, cerraba las cortinas de la ventana para ni siquiera verlo.

Sin embargo, en esa ciudad hacia 1920 nació una gran amistad. Oficiaba como su secretaria en el Liceo de Niñas la pintora y escultora, la militante revolucionaria, Laura Rodig.

“Un día –relata Volodia Teitelboim- vino un niño con cara aceitunada. Preguntó por la directora a Laurita. Le dijo que ella no estaba. Esperó tres horas y no cambió palabra con la suave secretaria, que por entonces debía tener poco más de veinte años y era una tímida acogedora. El poeta y su poesía se marcharon muy tristes. Pero, como ese muchacho no pertenecía al rebaño de los que se dan por vencidos, regresó al día siguiente, temeroso, siempre con el cuaderno en la mano. Sí, Gabriela estaba en casa, pero no podía recibirlo porque ese día se sentía enferma de jaqueca. El adolescente cetrino, no obstante su inhibición, no pudo evitar que se le notara la cara de pena. Laurita le preguntó, afable: ‘Pero, ¿qué desea, joven?

Pablo Neruda

¡Dígamelo, por favor!’ ‘Traigo unos versos’, murmuró, balbuceante, el muchachito. Laura Rodig pensó para sí misma: ‘Es lo de siempre. Esta escena ya la he visto alguna vez’. Pero como era cortés y percibía que ese niño flaco estaba amargado, le dijo, con dulzura: ‘¿No puede dejármelos? Ella los verá cuando tenga tiempo’. ‘Sí, puedo dejarlos –contestó el muchacho-. Pero, de todos modos necesito hablar con ella. Quiero conocer su opinión’. ‘Bueno, entonces, tenga paciencia. Vuelva en una hora. Puede ser que…’

Una vez transcurrido el tiempo, el muchacho golpeó de nuevo la puerta. Vio frente a él a la mujer que personificaba la poesía. Se inclinó en una venia profunda, que no acostumbraba. Ella descendió de su trono invisible. Lo trató como una mamá cariñosa. Le dijo: ‘Me he arreglado para recibirlo. Estaba enferma. Pero me puse a leer sus versos y me he mejorado, porque tengo la seguridad que aquí sí que hay un poeta de verdad’. Luego agregó: ‘Una afirmación de esta naturaleza no la he hecho nunca antes.’ Esa amistad no se quebró nunca”. (Volodia Teitelboim: “Neruda” páginas 33 y 34) .

Ese muchachito era Neftalí Reyes Basoalto, alumno del Liceo Hombres de Temuco, el mismo que hoy lleva su nombre, Pablo Neruda.

Recabarren y Gabriela

El 14 de mayo de 1921 se fundó el Liceo de Niñas Nº 6 de Santiago. Gabriela fue nombrada su primera directora. En 1922 el Instituto ‘Las Españas’, de Nueva York publicó su primera obra maestra: “Desolación”.

Ese mismo año, Gabriela fue invitada por el Ministro de Educación de México, José Vasconcelos, para que viajara a su país a fin de colaborar en los planes de reforma educacional auspiciados por el Gobierno mexicano.

Luis Emilio Recabarren

El diputado comunista Luis Emilio Recabarren, al conocer esa noticia y saber que Gabriela Mistral no tenía dinero para el viaje, propuso en la Cámara una indicación para que se le diera un viático de cinco mil pesos. La moción fue rechazada, en medio de sonrisas irónicas, por los diputados de derecha. Los mismos que aprobaban con todo entusiasmo generosos viáticos para los oficiales de las Fuerzas Armadas, que solían viajar constantemente a Europa acompañados de sus familiares.

El 23 de junio de 1922 partió Gabriela desde Valparaíso, acompañada de Laura Rodig, en el vapor Orcoma rumbo al país azteca.

Solidarizando con Sandino

En México, en 1923, fueron publicados 20 mil ejemplares de su obra “Lecturas para Mujeres”. En Chile aparece la segunda edición de “Desolación” y el Consejo de Instrucción Pública le otorgó el título de Profesora de Castellano. En Barcelona apareció una antología con el nombre de “Las mejores poesías”.

Ese mismo año 1923, Gabriela llamó a los pueblos del continente a sumarse al pequeño David que enfrentaba al Goliat prepotente. Se refería a la lucha por la Independencia de Nicaragua que librada César Augusto Sandino contra el invasor yanqui. Gabriela pedía que todos los países de América Latina cooperaran con dinero y con toda clase de ayuda a la lucha desigual, que era la causa de todos los pueblos de América morena.

Convocó, con voz encendida, a los jóvenes para que formaran una legión de combatientes e ir a pelear junto a los hermanos nicaragüenses, ofrendando –decía- incluso lo más preciado que tiene el ser humano, su propia sangre, en señal absoluta de sacrificio solidario.

Así era la dulce Gabriela.

También representante gremial

En 1924 viajó a Europa. En Madrid fue editado un pequeño volumen de “Ternura”, su segundo libro de poesía. Ese año visitó Estados Unidos, Italia, y Francia, donde dictó conferencias.

Al año siguiente regresó a América Latina. Se le rindieron homenajes en Brasil, Uruguay y Argentina. Permaneció unos meses en Chile.
En 1926 jubiló como maestra y se le reconoció una pensión. Apareció la tercera edición de “Desolación”.

Participó en una serie de eventos internacionales. Fue nombrada secretaria en una de las secciones de la Liga de las Naciones.

En 1927 se trasladó a vivir en Fontainebleau, Francia. Se le designó como delegada de Chile al Instituto Internacional de Cooperación Intelectual, donde logró conocer y crear vínculos de amistad con destacados intelectuales del mundo, como Madame Curie, Paul Valery, Henri Bergson, George Duhamel, Francois Mauriac y George Bernanos.

Asistió, ese año, al Congreso de Educación en Locarno (Suiza) en representación de la Unión de Profesores de Chile, UPCH. Este es un hecho poco conocido y de enorme importancia. Gabriela Mistral representando a una de las organizaciones más combativas que ha tenido el magisterio chileno.

Sandino honra de Latinoamérica

En 1928, estando en París volvió a escribir sobre el héroe nicaragüense: “El general Sandino carga sobre sus hombros vigorosos de hombre rústico, su espalda viril de herrero o forjador, con la honra de todos nosotros. Gracias a él la derrota nicaragüense será un duelo y no vergüenza; gracias a él, cuando la zancada de botas de siete leguas que es la norteamericana, vaya bajando hacia el Sur, los del Sur se acordarán de ‘los dos mil de Sandino’ para hacer lo mismo”. (Citado por Mario Céspedes en Recados para América. Textos de Gabriela Mistral”. Santiago, 1978, página 45).

En ese mismo año asistió al Congreso de la Federación Universitaria, celebrado en Madrid, representando a Chile y Ecuador.

El 26 de septiembre, fue designada por el Consejo de la Liga de las Naciones para ocupar un importante cargo en el Consejo Cinematográfico Educativo creado en Roma.

En ese mismo año de 1928 fijó su residencia en la Provenza, entre Orange y Avignon (Francia), desde donde viajaba continuamente a París, Ginebra y Roma, para asistir a diversas reuniones de trabajo. Con ella vivía su sobrino Juan Miguel Godoy Mendonza, de cuatro años de edad, al que llamaba Yin Yin.

En 1929 falleció doña Petronila Alcayaga Rojas, su madre, que fue sepultada en La Serena.

En 1930 visitó Estados Unidos, invitada a dictar conferencias en colegios de enseñanza media.

Nicaragua no es colonia

En 1931, estando en Nueva York, Gabriela Mistral escribió un recado titulado “La cacería de Sandino”. Allí denunció:

“Míster Hoover (Herbert Klark Hoover presidente de EE UU entre 1929 y 1933) ha declarado a Sandino ‘fuera de la ley’. Ignorando eso que llaman derecho internacional, se entiende, sin embargo, que los Estados Unidos hablan del territorio nicaragüense como del propio, porque no se comprende la declaración sino como lanzada sobre uno de sus ciudadanos: ‘Fuera de la ley norteamericana’…

“La frase cocedora de Mr. Hoover suena como ese Halalí de las grandes cacerías, cuando sobre la presa que ha asomado el bulto en un claro del bosque, el cuerno llamador arroja a la jauría. Es numerosa la jauría esta vez hasta ser fantástica: sobre unas lomas caerán cinco mil hombres y decena de aeroplanos. También equivale la frase a la otra de uso primitivo: ‘Tantos miles de pesos por tal cabeza’, usada en toda la tierra por los hombres de presa.

Lástima grande que la cabeza enlodada del herrero que la prensa yanqui llama bandido, sea, por rara ocurrencia, una cabeza a la cual sigue anhelante el continente donde vive toda su raza y una pieza que desde Europa llaman de héroe nato y de criatura providencial los que saben nombrar bien…

Mr. Hoover, mal informado a pesar de sus veintiún embajadas, no sabe que el hombrecito Sandino, moruno, plebeyo e infeliz ha tomado como un garfio la admiración de su raza, excepto uno que otro traidorzuelo o alma seca del Sur.” (Mario Céspedes: obra citada, páginas 92 y 93).

Su carrera consular

A partir de 1932, Gabriela Mistral inició su carrera consular. Fue nombrada ‘Cónsul particular de libre elección’. Comenzó en Génova, pero no pudo ejercer sus funciones, debido a que declaró sus posiciones antifascistas.

En julio de 1933 se desempeñó como Cónsul en Madrid, luego en Lisboa (Portugal).

Al año siguiente, publicó dos obras “Nubes blancas” y “Breve descripción de Chile”.

Con fecha 24 de septiembre de 1935, el Congreso Nacional de Chile la nombró ‘Cónsul de Elección con carácter vitalicio’.

Delia del Carril, Pablo Neruda y Gabriela Mistral

Neruda

En 1936, en Lisboa, escribió “Recado sobre Pablo Neruda”. En él señaló:

“La originalidad del léxico en Neruda, su adopción del vocablo violento y crudo corresponde en primer lugar a una naturaleza que por ser rica es desbordante y desnuda, y corresponde en segundo lugar a cierta profesión de fe anti-preciosista. Neruda suele asegurar que su generación de Chile se ha librado gracias a él del neo-gongorismo del tiempo. No sé si la defensa del contagio ha sido un bien o un mal; en todo caso la celebramos por habernos guardado el magnífico vigor del propio Neruda…

“Mi país le debe favor extraordinario; Chile ha sido país fermental y fuerte. Pero su literatura, muchos regida por una especie de Senado remolón que fue clásico con Bello y seudo-clásico después apenas si en uno u otro trozo ha dejado ver las entrañas ígneas de la raza, por lo que la chilenidad aparece en las Antologías seca, lerda y pesada. Neruda hacer estallar en ‘Residencia’ unas tremendas levaduras chilenas, que nos aseguran porvenir poético muy ancho y feraz”. (En Mario Céspedes: “Recados para América”. Textos de Gabriela Mistral. Páginas 196 a 200).

Máximo Gorki

Estando aún en Lisboa, Gabriela Mistral escribió en octubre de 1936 un hermoso Recado sobre el gran escritor y revolucionario soviético Máximo Gorki, fallecido en Moscú el 18 de julio de ese año. Allí escribió:

“El nombre Gorki significa para la gente de nuestra generación -¿verdad Manuel Rojas?- nuestra juventud entera y tal vez lo más digno de nuestro corazón de jóvenes. Bien podemos llamarlo, según la frase feliz, uno de los ‘autores de nuestra alma’ porque nos dio lo mejor que había en él para nutrir lo mejor que había en nosotros.
“Él nos pasó de la mano la estepa aplastada de sol o de lápida de hielo; él nos metió en el vértigo del alma rusa, ensanchando los registros de la nuestra con el estupendo ‘Tomás Gordeleft’; él nos contó la leyenda del ‘Kan y su hijo’, que todavía nos orea en nuestra memoria; él nos dio el cuerpo vasto de la revolución rusa en el puro bulto de ‘La Madre’, mujer del pueblo que parecía una madre criolla; él nos destapó la hedionda miseria del mundo, para que la odiáramos toda la vida y nos llevó al repudio de la almohada de los satisfechos que no se sienten nunca en el aire vivo de la noche el olor de los hospitales, de cárcel y de pudrideros donde tenemos ‘redimiéndose’ por una industria satánica a la carne de nuestra carne. Él nos contó a los niños del pueblo, recordándose a sí mismo, para chorrearnos tuétano adentro de un caldo de fuego que nos roa y devore hasta hacernos cumplir con la infancia. Y en cualquiera de sus fábulas, enliudadas de lirismo, él nos nutrió de la poesía de la tierra, del océano y del aire. Habla nunca oída, mano no estrechada que tanto contó y tanto proveyó, y tanta brasa buena llevó al pecho, cuando era ele tiempo de dar de comer y de beber a la que nada tenía en la mesa desnuda.

“Por eso su muerte nos ha remecido como la de un familiar verdadero y su rostro mongólico de las revistas ilustradas, nos ha detenido en los kioscos de la calle portuguesa, lo mismo que lo haría un grabado de Martí de Cuba o del Sarmiento argentino.”
(Mario Céspedes: obra citada, Páginas 216 y 217)
Aún en 1936 viajó a Guatemala como Encargada de Negocios y Cónsul general.

Recibiendo merecidos homenajes

Del 22 al 23 de julio de 1937 participó en el Coloquio de Artes y Letras efectuado en París, el que fue presidido por el poeta Paul Valery. La intervención de Gabriela Mistral versó sobre la situación del escritor latinoamericano y el futuro de las letras en este continente.

A fines de ese año viajó a Brasil. En Sao Paulo la declararon Miembro Honorario de la Sociedad Panamericana de Brasil. Estuvo por un tiempo en Buenos Aires, Argentina, en donde estrechó sus lazos de amistad con la escritora Victoria Ocampo, en cuya casa, ubicada en Mar del Plata pasó una temporada.

En 1938 efectuó una gira por América Latina y retorno a Chile por segunda vez. Hubo actos oficiales y populares en su homenaje. Por entonces, Gabriela Mistral se había convertido en la mujer más aclamada del continente.

En Buenos Aires, la Editorial del Sur, propiedad de la escritora Victoria Ocampo, publicó la segunda obra maestra de Gabriela: “Tala”. Donó parte de los derechos de autor de esta edición a instituciones que albergaban niños españoles víctimas de la guerra civil desatada por Franco.

Viajó a Perú en calidad de huésped oficial del Gobierno para dictar ciclos de conferencias. Luego visitó Cuba, donde fue aclamada como apóstol de la unidad intelectual americana.

Regresó por tercera vez a Estados Unidos. Estuvo dos meses en Florida. Estuvo en varias ciudades, entre ellas Nueva York y Washington.

En 1939 se desempeñó como Cónsul en Niza (Francia). Ese año surgió el interés de los intelectuales latinoamericanos por presentar a Gabriela Mistral como candidata al Premio Nóbel de Literatura. Encabezó esta iniciativa la escritora ecuatoriana Adelaida Velasco Galdós.

El Presidente Pedro Aguirre Cerda la designó ‘Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario’, ante los gobiernos de América Central, con residencia en San José de Costa Rica, cargó que no pudo aceptar por razones de salud.

En 1940 se trasladó a Brasil y se hizo cargo del Consulado en Niteroi. La acompañó su sobrino Juan Miguel Godoy Mendonza (Yin Yin). Luego ejerció como Cónsul en Petrópolis.

Fue un duro período de su vida. Por un lado los horrores de la Segunda Guerra Mundial; por el otro, las muertes sucesivas en Petrópolis de su amigo Stefan Sweig, en 1942, y de su sobrino Juan Miguel (Yin Yin), en 1943.

Premio Nobel

En 1945 se le otorga el Premio Nobel de Literatura. Fue el primero para América Latina.

Gabriela Mistral relata cómo conoció la noticia el 15 de noviembre de 1945:

“Estaba sola en Metrópolis (Brasil), en mi cuarto, escuchando en la radio las noticias de Palestina. Después de una breve pausa en la emisora se hizo el anuncio que me aturdió y no esperaba. Caí de rodillas frente al crucifijo que siempre me acompaña y bañada en lágrimas oré: ‘¡Jesucristo has merecedora de tan alto lauro a ésta tu humilde hija!’… Matilde –se refiere a Matilde Ladrón de Guevara-, si no fuera por la traducción maestra que hizo de mi obra el escritor sueco, puliendo mi técnica, y con ello, mejorando mi poema, tal vez jamás me habrían favorecido con el gran premio. Créalo, hermana”-
(Citado por Pedro Pablo Zegers Blanchet en “Gabriela Mistral: Premio Nóbel de Literatura 1945 (Sesenta años)”.

El 18 de noviembre se embarcó para Estocolmo (Suecia) en el vapor sueco ‘Ecuador’.

El 10 de diciembre de 1945, cuando tenía 56 años de edad, recibió el Premio Nóbel. En esa solemne ocasión, Gabriela Mistral dijo:
”Hoy Suecia se vuelve hacia América ibera para honrarla en uno de sus muchos trabajos de su cultura. El espíritu universalista de Alfredo Nóbel estaría contento de incluir en el radio de su obra protectora de la vida cultural al hemisferio sur del continente americano tan poco y tan mal conocido…

“Por una venturanza queme sobrepasa, soy en este momento la voz directa de los poetas de mi raza y la indirecta de las muy nobles lenguas española y portuguesa. Ambas se alegran de haber sido invitadas al convivio de la vida nórdica, toda ella asistida por su folklore y su poesía milenarias…

“Mi Patria, representada aquí por nuestro culto Ministro Gajardo, respeta y ama a Suecia, y yo he sido invitada aquí con el fin de agradecer la gracia especial que él ha sido dispensada. Chile guardará la generosidad vuestra entre sus memorias más puras”.

Neruda rinde homenaje a Gabriela Mistral

En la sesión del martes 20 de noviembre de 1945 de la Cámara Alta, el senador Pablo Neruda rindió homenaje a Gabriela Mistral. Señaló que “el Premio Nóbel que se le ha otorgado es una victoria colectiva, una vindicación de las capas populares de Chile”.

En 1945 ejerció como Cónsul Los Ángeles y Santa Bárbara (Estados Unidos).

La Asociación Bibliográfica y Cultural de Cuba le otorgó la medalla ‘Enrique José Varona’. Fue la primera ocasión que esa entidad le confiere un premio a un ciudadano extranjero.

En el año 1946 fue huésped oficial en Francia, Italia y Gran Bretaña. En París recibió el grado correspondiente de la ‘Legión de Honor’; en Italia, el grado de ‘Doctor Honoris Causa’ de la Universidad de Florencia. Regresó a Estados Unidos y se radicó en santa Bárbara. En esa ciudad escribió buena parte de ‘Lagar I’.

En 1947 se le otorgó el título de ‘Doctor Honoris Causa’ del Mills College, Oakland, California. En Nueva Orleáns, fue declarada ‘Hija de la Ciudad’.

En 1948 ejerció como Cónsul en Veracruz, México, residiendo allí dos años.

La palabra maldita

En agosto de 1949, Luis Enrique Délano y César Godoy Urrutia visitaron a Gabriela en México, para pedirle su adhesión al Congreso de la Paz, que se realizaría en septiembre en Ciudad de México. Se adhirió sin vacilar.

Poco después, estando siempre en Veracruz, escribió en noviembre de 1950 su famoso Recado “La Palabra Maldita”.

Allí dice: “Después de la carnicería del año 14, la palabra ‘paz’ saltaba de las bocas con u gozo casi eufórico: se había ido del aire el olor más nauseabundo que se conozca: el de la sangre, sea ella de vacunos, de insecto pisoteado o sea llamada ‘noble sangre del hombre’.

La humanidad es una gran amnésica y ya olvidó eso, aunque los muertos cubran hectáreas en el sobrehaz de la desgraciada Europa, la que ha dado casi todo y va en camino, si no de renegar, de comprometer cuando dio.

No se trabaja y crea sino en la paz; es una verdad de Perogrullo, pero que se desvanece apenas la tierra pardea de uniformes e hiede a químicas infernales…

“Hay palabras que, sofocadas, hablan más, precisamente por el sofoco y el exilio y la palabra’Paz’ está saltando hasta de las gentes sordas y distraídas…

“Hay que seguir voceándola día a día, para que algo del encargo divino flote aunque sea como un pobre corcho sobre la paganía reinante…

“Digámosla cada día, en donde estemos, por donde vayamos, hasta que tome cuerpo y cree una militancia de la paz, la cual llene el aire denso y sucio y vaya purificándolo”.

El Mercurio no sólo se negó a publicar ese Recado, sino que la despidió, según sus palabras “como una sirviente, después de veintitantos años de trabajo”.

En 1950 retornó a Nueva Orleáns, donde el Alcalde le hizo entrega de las llaves de la ciudad. En Washington obtuvo el ‘Premio Serra de las Américas’, concedido por ‘The Academy of America Franciscan History’.

Desde Nueva York se embarcó rumbo a Italia, donde se desempeñó como Cónsul en Nápoles.

En 1951 se le otorgó en Chile, muy tardíamente, el Premio Nacional de Literatura.

Su lealtad hacia Neruda

En 1952, Neruda perseguido por el Gobierno de González Videla, vivía en el exilio. Llegó a la Isla de Capri, en Italia. Allí el Cónsul chileno era Gabriela Mistral. Lo recibió con los brazos abiertos, sabiendo que con ello se jugaba su cargo. Había recibido una circular del Ministerio de Relaciones Exteriores, que le conminaba a cerrar las puertas al prófugo Pablo Neruda.

Luego escribe a una amiga: “Me prohibieron desde allá recibir a Neruda. Qué poco me conocen. Me hubiera muerto cerrándole la puerta de mi casa al amigo, al más grande poeta de habla hispana y, por último, a un chileno perseguido. Yo fui perseguida y cómo. También fui echada de diarios y revistas. Y lo serán muchos otros. No olvide nunca esto. Hay que transmitir la integridad del alma y decir con valentía lo que brota del corazón”.

En las Naciones Unidas

En 1953 desempeñó el cargo de Cónsul de Chile en Nueva York. Participo como delegada chilena en la séptima sesión de la comisión ‘Condición Jurídica y Social de la Mujer’, convocada por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Dicha comisión funcionó entre el 16 de marzo y el 3 de abril.

Al año siguiente, tomó parte nuevamente en la octava sesión de esa comisión, que se desarrolló entre el 22 de marzo y el y el 9 de abril de 1954.

Ese mismo año viajó a Chile con rango de invitada oficial del Gobierno de Carlos Ibáñez del Campo. Recibió los honores oficiales, pero más importantes que estos fueron los entusiastas y cariñosos homenajes que le tributó el pueblo. Durante su estada en Chile, fue editado en Santiago su libro “Lagar I”.

Regresó a Estados Unidos. El 10 de diciembre de 1955, asistió en Nueva York a la lectura de su “Mensaje sobre los Derechos Humanos”, en la gran sala de la Naciones Unidas.

En 1956 el Gobierno chileno le fijó una pensión especial, mediante una ley promulgada en noviembre de ese año.

En Montegrande

El 10 de enero de 1957 murió Gabriela Mistral en el Hospital Hempstead de Nueva York.

Retornó a su patria, donde recibió el cariñoso homenaje del pueblo chileno. Sus restos fueron sepultados el 21 de enero de 1957 en Santiago y, el 23 de marzo de 1960, trasladados a Monte Grande, en el Valle de Elqui.

“El 29 de julio de 1964 –relata Volodia Teitelboim-, en plena campaña presidencial, Salvador Allende y Pablo Neruda llegaron al caserío de Montegrande. Entonces dijo Neruda que los restos de Gabriela Mistral habían sido traídos a su aldea natal porque ella allí quiso dormir su último sueño. En la ejecución de dicha voluntad intervino la Sociedad de Escritores, siendo él su presidente. Y el sitio preciso se escogió porque desde ese lugar se domina todo el valle. Neruda recordó que en todas partes donde la vio ella le hablaba de su cerro, de sus álamos, del agua que corría en la extensión pedregosa de esos valles… “Y cuando se quedó silenciosa, cumplimos con el deber de traerla al sitio desde donde partió su largo camino lleno de estrellas. Ella llamó la atención sobre los pies de los niños descalzos, que siguen aún descalzos”.

Montegrande: Monumento a Gabriela Mistral

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