Recordando al hijo del salitre: Elías Lafertte

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

“Fue recto, fue grande, fue claro,
fue puro como una vertiente:
del pueblo y de su desamparo
salió su fuerza combatiente.
Así la lucha fue su gloria
y entregó al pueblo su conquista.
Su epitafio será su historia:
“Aquí descansa un comunista”.
Porque esta lucha no termina
con una vida ni una muerte,
esta bandera no se inclina.
Y tu corazón que germina
no tiene fin, Elías Lafertte”.

(Pablo Neruda: “Corona para mi Maestro”)

Es viernes 17 de febrero de 1961. Estamos en plena campaña parlamentaria. Conociendo la crítica salud del compañero Lafertte, estamos reunidos en Temuco, en la sede de la Dirección Regional Cautín del Partido Comunista, ubicado en la esquina de las calles Bulnes y Miraflores Escuchamos radio. El informativo de las 21 horas trajo el comunicado que tanto temíamos:

-Ha muerto Elías Lafertte Gaviño, presidente del Partido Comunista de Chile.

Un compañero apaga la radio. Se hace un silencio impresionante. Por muchas mejillas corren lágrimas. De pronto una voz enronquecida rompe el silencio:

– Compañero Elías Lafertte…
– ¡Presente, ahora y siempre!, respondemos.

¿Quién era ese obrero cuya muerte estremeció a sus camaradas?

Elías Lafertte Gaviño fue uno de los grandes de Chile. Un líder, un combatiente y un gran compañero.

Lo conocí hace 67 años, cuando yo era militante de las Juventudes Comunistas. Recuerdo que en una primaveral mañana de octubre de 1950, llegué al viejo edificio donde estaba nuestra pensión en Santiago. Encontré a Jaraquemada, uno de los cuatro estudiantes de Llo-Lleo que allí vivíamos. Me dijo que en “Democracia”, periódico que había reemplazado al clausurado “El Siglo”, se informaba que ese día, daba una charla el compañero Elías Lafertte. Era a las 19,30 en el teatro Sicchel.

CUÁNDO Y CÓMO CONOCÍ A ELÍAS LAFERTTE

Decidimos concurrir. Eran las 7 y 10 de la tarde cuando llegamos al Teatro del Sindicato de la Compañía Chilena de Electricidad, ubicado en Catedral esquina Sotomayor. Ninguno de los dos conocíamos físicamente al camarada Lafertte.  Había gente esperando. La mayoría formaba un grupo, que conversaba animadamente. Nos acercamos. Un compañero, ya de edad, comentó:

– Ahora con el famoso aceite adulterado, andamos todos como aviones a chorro…

Risas.

El camarada que habló, seguramente un obrero, se refería al escándalo que había estallado por esos días. Los empresarios distribuidores del aceite comestible, en complicidad con las autoridades, lo habían adulterado para obtener mayores ganancias. Esto produjo serios trastornos digestivos a buena parte de la población. Miré el reloj. Eran casi las 19:30 y el conferencista – pensé- aún no llega. En ese momento alguien levantó la voz:

– Compañeros, propongo que pasemos a la sala y comencemos. Compañero Elías, dijo dirigiéndose al que había estado hablando del aceite, pase usted, por favor.

Nos miramos con Jaraquemada.

Habíamos imaginado que el presidente del Partido Comunista llegaría cuando todo estuviera listo, para entrar en medio de los aplausos. Pero el camarada Lafertte rompió nuestros prejuicios. El presidente y uno de los fundadores del Partido, senador de la República, ex dirigente de la FOCH, una de las grandes personalidades del país, había llegado de los primeros, con la modestia de un obrero consecuente.

Su charla fue sencilla, amena, plena de sabiduría. Aprendimos mucho.

Esa noche de octubre de 1950, Elías Lafertte nos dio una clase magistral de cómo deber ser un dirigente comunista: tener profundos conocimientos, ser modesto, fraternal, alegre, optimista.

EL AMANECER DE UN LÍDER

Por entonces, Elías Lafertte tenía 64 años de edad, pues había nacido en Salamanca, un 19 de diciembre de 1886. Pudo estudiar sólo dos cursos en una escuela. Desde los 11 años debió trabajar. Fue monaguillo y obrero del salitre.  En 1911 conoció a Luis Emilio Recabarren: El 4 de junio de 1912 participó en Iquique en la fundación del Partido Comunista de Chile. Fue candidato a la Presidencia de la República en tres ocasiones: en 1927, 1931 y 1932. En 1937, estando desterrado en México, resultó elegido senador por las provincias de Tarapacá y Antofagasta. Siendo reelegido en 1945.

EN EL PUERTO ROJO

Lo vi por segunda vez en San Antonio. Fue en una tarde de febrero de 1952.

Después de desfilar por calle Centenario, con cantos y consignas, con rojas banderas agitadas por la brisa marina, llegamos a la plaza del puerto. Allí proclamaríamos al candidato del Frente del Pueblo, al compañero Salvador Allende Gossens.

Abrió el mitin el presidente del Comando Comunal Allendista. Luego se anunció al Presidente del Partido Comunista.

La mayoría de los asistentes cantamos La Internacional, levantando el puño derecho. Era nuestro saludo y homenaje al dirigente obrero; pero también un desafío al traidor.

Habló el camarada Lafertte, arrancando aplausos cuando se lanzó contra el “Judas de La Moneda”, Gabriel González Videla que, luego de llegar a La Moneda en brazos del pueblo, traicionó el Programa que había prometido e inició, en octubre de 1947, la persecución contra los comunistas, los que más trabajaron por su candidatura.
La emoción nos embargó cuando Lafertte afirmó:

– Parafraseando al escritor español, podemos decirle al traidor: ¡los muertos que vos matasteis, gozan de buena salud!

– Entonces la plaza de San Antonio estalló con la consigna tantas veces repetida:

¡Y que fue… y que fue, aquí estamos otra vez!

Cerró el acto, el compañero Salvador Allende, un verdadero educador de masas.

EN LA QUINTA CONFERENCIA DE LAS JJ CC DE CHILE

Entre el 26 y 29 de marzo de 1959 tuvo lugar la Quinta Conferencia Nacional de las Juventudes Comunistas. Se realizó en la sede del Comité Central del Partido, ubicada en Teatinos 416. Se inició con el Informe leído por Manuel Cantero, dirigente máximo de los jóvenes comunistas. Al día siguiente, y con la presencia del compañero Elías Lafertte, se entregaron los informes de los Secretarios de los Comités Regionales. Me correspondió intervenir en segundo lugar. Relaté el trabajo de los jóvenes comunistas de la provincia de Cautín. Le di a mi informe un tono ligeramente poético. En octavo lugar intervino la secretaria del Comité Regional de Atacama. Habló, entre otras cosas, del excelente trabajo que realizan hacia los jóvenes del mineral de Huantemé.

En la tarde de ese viernes 27 de marzo, me correspondió presidir la sesión plenaria. Ofrezco la palabra al camarada Lafertte.  En su intervención valoró los avances de los jóvenes comunistas. Puso varios ejemplos. Se refirió en especial al trabajo hacia los jóvenes mineros de Huantemé. De improviso se volvió hacia mí y me dijo:

-Compañero Iván, usted que nos habló tan bellamente de su provincia y que es profesor de Historia y Geografía, ¿nos puede decir dónde está Huantemé?

Me tomó de sorpresa. No alcancé a responder, cuando surgieron de la sala los gritos de:

-No sabe… no sabe … no sabe… (Comenzaron los de Valparaíso “picados” con nosotros los de Cautín. Luego los siguieron otros).

Estallaron las risas. Yo muerto de vergüenza, deseaba enterrarme ahí mismo. Pero, debía seguir presidiendo.

ME TIENDE SU MANO PROLETARIA

El domingo 29 de marzo de 1959 se clausuró la Quinta Conferencia con un almuerzo en el Parque Rosedal. En un momento se acercó a mí el camarada Lafertte:

-Compañero Iván, me dice, he observado que usted no se siente bien. ¿Qué le pasa? Si son mis palabras del viernes la causa de su problema, le ruego que me disculpe. No tuve la menor intención de herirlo. Todo lo contrario. Me tiende su mano proletaria. La estrecho con respeto, agradeciéndole sus palabras.

Así era el camarada Lafertte. Con una natural picardía y un especial sentido del humor. Firme en sus principios. Sensible. Muy humano. Super tierno, como decimos ahora. En esa Quinta Conferencia recibí una nueva lección de este comunista ejemplar.

EN EL CUARTO CONGRESO DE LAS JJ CC

Entre el 20 y el 23 de febrero de 1960 tuvo lugar el Cuarto Congreso Nacional de las Juventudes Comunistas de Chile.  En una de sus sesiones asistió el compañero Elías Lafertte. Intervino con el entusiasmo y pasión de siempre. Nos habló de la importancia de los métodos juveniles, que los jóvenes deben cantar.

– A propósito de esto – dijo- estoy seguro que en esta sala hay jóvenes comunistas con inquietudes artísticas, músicos y poetas. A ver, camaradas, les ruego ponerse de pie los que cultivan estas artes.
Algunos compañeros se miraron sorprendidos, indecisos. Les hicimos señas, animándolos, con cierta picardía. Luego de titubear brevemente, unos diez compañeros se pusieron de pie. Estaban algo cohibidos, pero no podían disimular un poquitín de orgullo. Artistas, al fin y al cabo. Lafertte enfatizó lo importante que es para las Juventudes Comunistas y el Partido contar con esos valiosos militantes. Luego disparó: ¡Cómo es posible que, habiendo tantos creadores entre nosotros, no se compongan nuevas creaciones y se sigan cantando las viejas canciones de la Guerra Civil española!
Los “artistas” se sentaron un tanto acholados. Algunos no pudimos contener la risa.

A SANTIAGO LOS BOLETOS

Esa aciaga noche del 17 de febrero de 1961 nos reunimos como Directiva Regional del Partido, a la cual pertenecía por ser Secretario Político de las Juventudes Comunistas de Cautín. Se designó una delegación para asistir a los funerales. Viajamos en el tren nocturno del día siguiente, para llegar a la capital el 19 de febrero de 1961. Nos dirigimos a la sede del Comité Central del Partido, ubicada en Teatinos casi esquina Compañía.
En el salón principal está la capilla ardiente. A pesar de ser muy temprano, hay mucha gente.

HOMENAJE AL CAMARADA ELÍAS

Junto a la urna, que contenía los restos del compañero Lafertte, vimos hacer solemne guardia de honor a ocho dirigentes sindicales. Y se sucedieron las guardias. Cientos de hombres, mujeres y jóvenes militantes, amigos, de otras colectividades políticas y organizaciones sociales, independientes, rinden homenaje al hijo del salitre. Los comunistas de Cautín, también tenemos ese honor.

En la tarde, parte desde la sede del Comité Central una multitudinaria, triste, pero combativa columna hacia el Cementerio General. Somos miles.  Caminamos, con banderas del Partido y de las Juventudes Comunistas, cantando, gritando sin cesar:

– Compañero Elías Lafertte…

– ¡Presente, ahora y siempre!

LO DESPEDIMOS CON LA INTERNACIONAL Y EL CANTO A LA PAMPA

En la Plazoleta del Cementerio General, en avenida La Paz, un mitin de despedida, en la que intervinieron varios oradores. Luego, una delegación de 100 militantes, designados por el Comité Central, -entre los cuales tuve el honor de estar, por entonces era miembro del Comité Central de las Juventudes Comunistas- acompañamos los restos del camarada Lafertte, al interior del cementerio, hasta su tumba. Ahí le dimos el último adiós al inolvidable y querido compañero.  Entonamos La Internacional. También el Canto a la Pampa, canción en recuerdo de la masacre perpetrada por soldados del ejército y de la marina, en la Escuela Santa María de Iquique, el sábado 21 de diciembre de 1907. Allí, donde 54 años atrás, el entonces joven Elías había recibido su bautizo de fuego.

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