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Recordando a Don Lucho Corvalán, un comunista ejemplar

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

Hace ocho años escribí: “Los comunistas de Ñuñoa inclinamos nuestras banderas en homenaje a un compañero ejemplar, don Lucho Corvalán, cuyo corazón dejó de latir hoy, miércoles 21 de julio de 2010, a las 8 horas.

Es uno de los más grandes dirigentes del Partido Comunista de Chile y, hasta sus últimos días siguió militante en su célula, la Santiago Aguilar, del Comunal Ñuñoa.

Hasta el final de su existencia estuvo preocupado del Partido, de su historia, de sus aportes a la democracia en Chile. Para mañana jueves 22 de julio, nos había citado, junto con el compañero David Mc Conell, para una nueva conversación sobre un libro que estaba escribiendo”.

El paso más importante

Luis Corvalán Lépez nació cuando la primavera ya se anunciaba, un 14 de septiembre de 1916, en Pelluco, Puerto Montt. En 1921 su familia se trasladó a Tomé. Allí ingresó al Partido Comunista.
En sus Memorias ‘De lo vivido y lo peleado’ relata: “Hice migas con un zapatero remendón, el maestro Palmita, que era miembro del Partido… Cierta vez, Palmita me invitó a una reunión comunista que se llevó a cabo en una casa del Cerro Estanque. En tal ocasión di el paso más importante de mi vida: ingresé al Partido. Fue en 1932, creo que en el mes de febrero”. Por entonces tenía 16 años y estudiaba en la Escuela Normal de Chillán.

Dos llamados a Santiago

Su primera designación como profesor fue para la Escuela Santa María de Iquique, la misma en donde se había perpetrado la masacre del 21 de diciembre de 1907. Al año de haber iniciado su labor como maestro, en agosto de 1936, sufrió la exoneración. Gobernaba, por segunda vez, Arturo Alessandri Palma.

Abandonó entonces Iquique y se dirigió a Concepción, donde vivía su familia. Se dedicó de lleno al trabajo partidario. Pocos meses después fue citado a la capital, donde participó en un pleno del Comité Central de la Federación Juvenil Comunista, a cuya cabeza estaba Luis Hernández Parker, quien poco después fue reemplazado por Ricardo Fonseca. Regresó a Concepción. Luego volvió a viajar a Santiago.

Así lo explica en sus Memorias: “A fines de año (1937) fui llamado a la capital para trabajar como secretario de Carlos Contreras Labarca, Secretario General del Partido, y desempeñar, al mismo tiempo, algunas tareas en el Comité Central de la Federación de Juventudes Comunistas”.

Se casa con la compañera Lily

El 25 de octubre de 1938 triunfó Pedro Aguirre Cerda, candidato del Frente Popular.

Trabajó en varios periódicos obreros. Enviado por el Partido, volvió a Iquique, donde se hizo cargo de la dirección de “El Despertar de los Trabajadores”, que Recabarren había fundado en enero de 1912. Más tarde laboró en El Siglo, del cual fue designado director en 1946.

El 14 de diciembre de ese año contrajo matrimonio con la compañera Lily Castillo. Escribe Luis Corvalán: “En Lily hallé un tipo de mujer que no había conocido. Además de buena moza y simpática, encontré que su afiliación a la causa comunista le salía de adentro”.

Tuvieron cuatro hijos: María Victoria, Viviana, Lily y Luis Alberto.

Encargado de propaganda

En 1948 pasó a la clandestinidad, adoptando el nombre de Luis Correa. Encabezó la Comisión de Propaganda que estaba formada por Carlos Rosales, Eugenio Vallejos y el doctor Hernán Sanhueza. Eran los momentos más duros de la represión de González Videla. Ocupaba el cargo de Secretario General del Partido el obrero Galo González, que asumió esa responsabilidad a la muerte de Ricardo Fonseca, el 21 de julio de 1949. En 1950 Luis Corvalán fue designado miembro del Comité Central. Narra don Lucho: “Con Galo me veía dos veces a la semana. Juntos trabajamos en informes y artículos. Editamos clandestinamente la revista del Comité Central ‘Principios’.”

Cuando lo conocí

El 4 de septiembre de 1952 el ex dictador Carlos Ibáñez ganó, por un impresionante margen, las elecciones presidenciales. Ese año fui designado miembro del Comité Regional Santiago de las Juventudes Comunistas, del cual era Secretario Político Mario Zamorano. Me encomendaron la tarea de ser responsable de la revista ‘Principios’. En esa calidad fui citado a una reunión clandestina del Frente de Propaganda del Partido. No recuerdo el lugar donde sesionamos. Pero sí del compañero que hizo un extenso, interesante y didáctico informe. Era bajo de estatura, muy flaco, de nariz pronunciada, con un bigotito debajo de ésta, de mucho fumar y de convincente hablar. Se llamaba Luis Correa. Tiempo después supe que se trataba de don Lucho. Así lo conocí, en una reunión de Propaganda, eludiendo la represión del gobierno del “paco” Ibáñez.

Secretario General

En el XIV Congreso del Partido, efectuado clandestinamente en Cartagena, en la Casa de Veraneo de la Escuela Faustino Sarmiento, en el mes de abril de 1956, fue nombrado miembro de la Comisión Política y del Secretariado del Comité Central.

El 8 de marzo de 1958, falleció el Secretario General del PC, el obrero Galo González, “El Comité Central –escribe Luis Corvalán en “De lo vivido y lo peleado”- me eligió como su secretario general. Galo González, en su lecho de muerte, había alcanzado a decir a José González que, en su opinión, yo debería sucederlo. Julieta Campusano fue la primera en expresar su acuerdo:
-Corvalán –dijo- es un revolucionario formado por el Partido. Y se explayó en otras consideraciones y palabras elogiosas que no puedo repetir.”

Al respecto, Julieta Campusano expresó hacia 1975: “Corvalán recuerda siempre que fui la que lo propuse para secretario general del Partido, y se reía porque dije que lo proponía porque lo consideraba el más equilibrado de todos. Según mi concepto él aparecía indiscutiblemente como el compañero que debía suceder al compañero Galo…”

Cuando lo escuché por segunda vez

El 8 de marzo de 1958 recibimos en Temuco la triste noticia del fallecimiento del camarada Galo González, Secretario General del Partido. Reunido el Comité Regional se adoptaron dos medidas: realizar esa noche una salida de propaganda callejera con la consigna “Viva Galo González, PC” con la hoz y el martillo. La segunda medida fue designar una delegación de cuatro dirigentes que viajara esa misma noche a Santiago para participar en los funerales del compañero Galo. Uno de los que formó esa delegación fui yo, en mi calidad de Secretario del Comité Regional Cautín de las Juventudes Comunistas de Chile. Viajamos en tren toda la noche. Llegamos a Santiago a las 7 de la mañana del 9 de marzo. Nos dirigimos al Sindicato Sicchel, ubicado en Catedral 2789, esquina de Sotomayor. Allí estaba la capilla ardiente. Hicimos, como otros cientos, una guardia de honor junto a la urna donde estaban los restos mortales del compañero Galo.

En la tarde del 10 de marzo fueron los funerales. Los cuatro de Cautín formamos parte del río de banderas rojas, puños y consignas.
“¡Compañero Galo González…! ¡Presente… ¡Ahora y Siempre!” “Y que fue… y que fue… ¡Aquí estamos otra vez!”

En la Plazoleta del Cementerio General un mitin de despedida. Allí habló el nuevo Secretario General del Partido. Dijo: “Hoy la ilegalidad del Partido Comunista ha terminado de hecho para siempre”. En ese triste y combativo momento escuché por segunda vez al compañero Luis Corvalán.

Conquistada la legalidad

A comienzos de 1958, se constituyó un amplio Bloque de Saneamiento Democrático que tenía dos objetivos: derogar la Ley de Defensa de la Democracia y modificar la ley electoral para impedir el descarado cohecho, la compra del voto, que realizaba la derecha.
El 2 de agosto de 1958, el Presidente Ibáñez promulgó la ley que derogaba la Ley Maldita, engendro liberticida que había utilizado en gran parte de su segundo gobierno.

Su influencia en el Partido

La conquista de la legalidad determinó, entonces, una importante transformación al interior de la vida del Partido Comunista.

Como sostuvo el escritor y periodista José Miguel Varas en 1975, “el cambio de ‘clima’ dentro del Partido fue muy notable, y se debió a la legalidad, pero no sólo a ello. Hubo algo muy personal en Corvalán que influyó a crear una sensación de gran confianza en la posibilidad de criticar, de que cada cual pudiera dar su opinión sobre cualquier materia, unido todo ello a la idea de que el Partido no era un club de debates, de que de todas maneras había que ser muy firme en las cosas fundamentales…”

Y agregaba José Miguel Varas: “Hasta la llegada de Corvalán a la Secretaría General, el Partido era en mucho un Partido de obreros endurecidos, golpeados, resistiendo al enemigo. Y Corvalán planteó la perspectiva completamente distinta, aunque lógicamente ello no era sólo cuestión de él, sino que correspondía también a un cambio en la situación: ‘Son ellos, los enemigos, los que tienen que estar a la defensiva. Ahora nosotros nos abrimos, ahora nosotros vamos a ser los dueños de la iniciativa aquí’ “.

En Temuco

En marzo de 1961, don Lucho fue elegido Senador por la Séptima Agrupación Provincial (Ñuble, Concepción y Arauco).

Jugó un rol destacado en la convergencia de las fuerzas de izquierda, tanto en el FRAP, como en la Unidad Popular.

El marzo de 1969 resultó electo Senador por la Tercera Agrupación Provincial (Aconcagua y Valparaíso).

En 1964 se publicó el folleto del compañero Corvalán titulado ‘Nuestra Vía Revolucionaria’.

Contando la firme

A fines de agosto de 1964, realizamos el acto de cierre de la campaña en Temuco. Como miles de allendistas en todo el país, estábamos convencidos que en verdad “la tercera sería la vencida”.
Ese día, como estaba programado, llegó a la estación ferroviaria el Tren de la Victoria. Venía una amplia delegación, varios dirigentes nacionales, entre ellos, don Lucho Corvalán.

Poco antes de iniciarse la concentración llamó a los miembros de la Dirección Regional. Quería conversar con nosotros. Como siempre lo hacía, comenzó por hacernos preguntas. ¿Cuál era la situación de la campaña en la provincia? ¿Qué opinión teníamos sobre los resultados en los comicios del próximo 4 de septiembre? ¿Qué nos parecía la cantidad de gente que estaba en el mitin de clausura de la campaña en Temuco? Nos preguntó a uno por uno. Nuestras respuestas fueron optimistas. Que la cosa en Cautín era buena; que ganábamos; que estábamos muy contentos por la cantidad de gente que llegó al acto.

Don Lucho hizo una pausa. Luego nos dijo: “Compañeros, esto es sólo para ustedes. ¿Creen que con un acto como éste podemos pensar en una victoria? No, compañeros. Los dirigentes no nos podemos auto engañar. Esta vez, tampoco ganaremos. Debemos saber la verdad, para no caer luego en actitudes desesperadas. Pero, insisto esto es sólo para ustedes, los dirigentes más responsables. No pueden ni siquiera insinuar algo así a los compañeros, a los aliados, a la gente. Porque es necesario seguir trabajando hasta el último minuto”.

Luego participamos en la concentración. Apenas terminó, partió el Tren de la Victoria. Fuimos a despedirlo a la Estación, que quedaba cerca del lugar donde se había realizado el mitin.

Mi experiencia vivida en las cuatro campañas presidenciales con Allende, me permite afirmar que, la única vez en que dirigentes y la gente allendista estábamos absolutamente seguros de que ganaríamos, fue en la el 64.

Incluso los adversarios no se la tenían segura.

Pero las cosas se dieron como nos había adelantado don
Lucho. Perdimos. La tercera no fue la vencida.

Un gran conductor del Partido

Durante los 31 años que Luis Corvalán fue el Secretario General del Partido, éste tuvo una amplia política de alianzas y fue un factor decisivo en la unidad de las fuerzas democráticas y populares.
Era mediado de 1969. La derecha ya había designado a su abanderado para las elecciones presidenciales de 1970. Era Jorge Alessandri Rodríguez. Otro tanto hizo la Democracia Cristiana, nombrando a Radomiro Tomic.

Los partidos de Izquierda comenzaron a presentar sus candidatos. La Acción Popular Independiente, API, proclamó a Rafael Tarud, que recibió el apoyo del Partido Socialdemócrata; el Partido Radical postuló al senador Alberto Baltra Cortés; el MAPU presentó a Jacques Chonchol.

En el Partido Socialista, luego de una dramática sesión, en que la mayoría de sus miembros se abstuvo, el Comité Central del PS proclamó a Salvador Allende.

Ante la carencia de candidato único de la izquierda, el Partido Comunista decidió proclamar como abanderado a Pablo Neruda, el martes 30 de septiembre.

Surge la Unidad Popular

El 9 de octubre de 1969 fue un día histórico: se fundó la Unidad Popular. La constituyeron partidos marxistas: el Comunista y el Socialista; colectividades socialdemócratas: el Partido Radical, Socialdemócrata, la Acción Popular Independiente y un partido de raíz cristiana, el MAPU.

Don Lucho jugó un importante rol en la constitución de la Unidad Popular, en la elaboración y aprobación del Programa Básico del Gobierno Popular, del Pacto de Gobierno, donde se establecieron las pautas por las cuales se regiría la administración de la Unidad Popular, y del documento sobre el Estilo de la Campaña presidencial.

Buscando el candidato único

La creación del Comité Coordinador de la Unidad Popular, la aprobación del Programa de Gobierno y de los otros documentos de la coalición de Izquierda, hicieron pensar que pronto habría acuerdo sobre el candidato. Pero no fue así.

Se inició 1970, el año de los comicios electorales. Poco a poco se fue aclarando el panorama. Renunciaron Jacques Chonchol, Alberto Baltra, Pablo Neruda. Pero aún quedaban dos: Rafael Tarud y Salvador Allende. Ninguno con visas de ceder.

Ante la demora por la designación del abanderado, el Partido Comunista convocó a una concentración pública en Santiago para el 22 de enero de 1970 y advirtió: si para el inicio de ese acto no hay acuerdo, el Partido Comunista proclamará definitivamente a Pablo Neruda.

Salió humo blanco

Y ocurrió lo tan esperado. Poco antes del plazo señalado, el Comité Coordinador de la Unidad Popular llegó a un acuerdo. Fue así como al comenzar la concentración, Luis Corvalán pudo decir:

“Salió humo blanco. Ya hay candidato único. Es Salvador Allende.”
Estalló la alegría. La emoción pobló los corazones. La multitud llenó la Plaza Bulnes y sus alrededores con aplausos y una consigna: “El pueblo, unido… jamás será vencido… El pueblo unido…”

Fue así, como desde el 22 de enero de 1970, faltando sólo 225 días para las elecciones presidenciales, la Unidad Popular – por fin – tuvo candidato. Era la cuarta vez que Salvador Allende postulaba como abanderado popular a la Presidencia de la República.

Con Luis Corvalán a la cabeza, los comunistas entregamos una contribución fundamental para alcanzar la victoria popular del 4 de septiembre de 1970 y fuimos gran aporte durante el gobierno presidido por Salvador Allende.

En el gobierno popular

En el Gobierno de Salvador Allende, los comunistas participamos en el Gabinete con tres ministros y estuvimos a la cabeza de la batalla por la producción.

Del 30 de marzo al 9 de abril, Don Lucho participó en el XXIV Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética.

El 4 de abril habían tenido lugar las elecciones municipales en que la Unidad Popular logró el 50,86% de los votos.

El 11 de julio, se nacionalizó la gran minería del cobre.

En agosto apareció el libro de Corvalán ‘Camino de Victoria’.
El 2 de enero de 1972, presidió el gran acto de masas que el Partido realizó en el Estadio Nacional.

Derrotadas dos intentonas

Trabajadores y soldados constitucionalistas derrotaron el intento de derrocar el Gobierno Popular a través del Paro Patronal de Octubre.
En noviembre, Luis Corvalán integró la comitiva del Presidente Allende en la visita oficial realizada a la Unión Soviética. Ocupó el cargo de Vicepresidente el general Carlos Prats, a la fecha Ministro del Interior del Gobierno Popular.

En las elecciones parlamentarias del 4 de marzo de 1973 la Unidad Popular obtuvo el 44% de los votos, impidiendo con ello que se impusiera el llamado Golpe Blanco.

Prisionero político

El 11 de septiembre de 1973 los fascistas asaltaron el poder. Bombardearon y atacaron La Moneda, en donde murió el compañero Presidente.

Después del golpe fascista, Luis Corvalán fue detenido el 27 de septiembre de 1973. Estuvo como prisionero político en la Escuela Militar, en la Escuela de Infantería de San Bernardo, en Isla Dawson, Ritoque y Tres Álamos. Mientras estuvo en manos de la dictadura, envió mensajes plenos de fuerza y optimismo. Proclamó: “No temo por mí. Amo la vida, pero no temo la muerte si fuera necesario caer por mi causa”. Por su parte, la compañera Lily se jugó por entero por su vida y su libertad.

Fue liberado por la solidaridad internacional, en especial de la Unión Soviética, el 17 de diciembre de 1976. Realizó una gran actividad en el exilio.

Mi encuentro con Don Lucho en Bonn

El 11 de mayo de 1978 viajé a Bonn a un Encuentro organizado por el Comité de Solidaridad Antiimperialista de la RFA (ASK) de las organizaciones de la solidaridad con Chile, los chilenos exiliados con el camarada Luis Corvalán que realizaba una gira por diversos países, luego de haber sido arrancado de las garras fascistas por la solidaridad internacional el 17 de diciembre de 1976. Allí tuve la oportunidad de abrazar al querido compañero Luis Corvalán Lépez, a quien considero el más grande dirigente comunista chileno después de Luis Emilio Recabarren. Una foto aparecida en la contraportada de la edición Nº 7-8 de 1978, de la revista “Boletín Antiimperialista de Información” (AIB), ha dejado plasmado ese abrazo, con la lectura: “Alegre reencuentro: Iván Ljubetic y Luis Corvalán en el evento organizado por el ASK el 11 de mayo de 1978”.

El 3 de septiembre de 1980 proclamó en un acto en Moscú la Política de Rebelión Popular de Masas.

El 20 de agosto de 1983 ingresó clandestinamente a Chile.

El “XV” Congreso clandestino

Era mayo de 1989. Hacía casi un mes que yo había llegado a Santiago. Concurrí al local de “Chile, ríe y canta”, donde habíamos sido citados. Nos reunimos gran cantidad de compañeros. Algunos viejos conocidos con los que no nos veíamos 16 o 30 años. Otros nuevos. Escuchamos el Informe del Comité Central al Congreso.
Después los delegados del exterior fuimos concentrados en un punto de Santiago, en donde nos entregaron copias del Informe para que lo estudiáramos durante un día.

A la mañana siguiente, en una esquina del centro, nos pasó a buscar una camioneta en la que partimos rumbo a la costa. Llegamos a una gran casa cerca del Pacífico, en San Sebastián.

Desde el comienzo yo estaba admirado de la eficaz manera en que todo funcionaba y las adecuadas medidas de seguridad.

Allí nos encontramos con muchos otros camaradas. Conversábamos alegremos. Trataba de reconocer a viejos amigos. De pronto se me acercó alguien que no ubicaba. Me dijo: “¿No me saluda, compañero Iván?”. Por su voz supe que era don Lucho.

De su intervención

En ese Congreso, el compañero Corvalán hizo buena intervención, junto a la de la compañera Julieta, en mi opinión, las mejores.
Comenzó diciendo: “Esta es la primera reunión con más de diez personas en que participo desde mi ingreso al suelo patrio. He sentido una inmensa alegría al ver con mis propios ojos el gran Partido que tenemos.”

Más adelante enfatizó: “Entre las concepciones obsoletas está la exaltación de la llamada pureza de la línea, en custodia de la cual más de algún compañero ha creído buenamente, tener una misión predestinada. La línea del Partido está en constante confrontación con la práctica y, por tanto, no es nunca pura ni exacta; está sujeta a rectificaciones y perfecciones de uno u otro volumen y, como se ha remarcado en el Congreso, el Partido es una organización viva que tiene sus propias contradicciones y es campo de lucha permanente entre lo nuevo y lo viejo.”

Agregó: “Yo estuve seis años y medio en el exilio. El mayor tiempo el trabajo del Partido estuvo encabezado afuera por el compañero Volodia. Quiero expresar que, a mi juicio, tanto él como los compañeros Américo Zorrilla, Orlando Millas y otros hicieron un gran trabajo en varios aspectos, preocupados de ayudar al Partido del interior.”

También Julieta

Por su parte, la siempre mesurada compañera Julieta Campusano, sostuvo: “Nadie, considero, tiene un puñal debajo del poncho para destruir el baluarte seguro de la dirección que tiene el pueblo de Chile. Este Partido tiene raíces profundas y sólidas, fue formado por Recabarren, por la fe de Ricardo Fonseca, por Galo González y, por qué no decirlo, por el compañero Luis Corvalán. Lo diferente de este Congreso con los anteriores, con varios de ellos, es que se realiza en una etapa nunca vivida antes por el Partido: bajo una tiranía fascista”.

En ese Congreso clandestino de mayo de 1989, Don Lucho dejó la secretaría general del PC, siendo reemplazado por el compañero Volodia Teitelboim, pero siguió como miembro del Comité Central.

Después del retorno

Regresé a Chile el 23 de octubre de 1990. Me quedé a vivir en Ñuñoa. Visité varias veces al compañero Corvalán en San Bernardo. Siempre me recibió muy fraternalmente, como lo hacía con todos los compañeros. Me ayudó mucho cuando escribía ‘Don Reca’ y otros libros. Me entregaba informaciones y opiniones. Me prestó y regaló folletos y libros suyos. Uno de estos fue ‘Camino de Victoria’, que me lo dedicó con hermosas palabras: “A mi viejo y querido compañero Iván Ljubetic Vargas dejo en sus manos, ¡en buenas manos! este ejemplar de un libro que recoge la posición y la experiencia del Partido en un buen trecho de su vida. Luis Corvalán. San Bernardo, 11 de noviembre de 1998”.

Después se trasladó a Ñuñoa. Seguí visitándolo. Cuando no lo hacía me invitaba a hacerlo. Estuvimos juntos en muchos actos y reuniones. Siempre era de gran interés escucharlo. Era uno de esos dirigentes, como quedan pocos, dedicados a transmitir sus experiencias y conocimientos. Aprendí mucho de él. Fue un gran maestro.

Cuando tuve problemas con algunos dirigentes del Partido, él siempre me aconsejó sabiamente. Fue muy solidario conmigo.
En julio de 2010, pocos días antes su fallecimiento, fue la última vez que estuve con él.

Nos reunimos en su casa de calle Francisco Villagra junto con David Mc Conell, para intercambiar opiniones sobre un libro que deseaba escribir. Lo noté muy cansado, con dificultades para concentrarse. Pero jamás pensé que sería la última ocasión que estaríamos juntos.

La herencia teórica de Don Lucho

Escribió muchos artículos, informes, comentarios. Todos plenos de riqueza ideológica.

Entre sus libros tenemos:

‘Ricardo Fonseca, combatiente ejemplar’ (1952),

‘Camino de Victoria’ (1971),

‘Algo de mi vida’ (1978),

‘Chile: 1970 – 1973’ (1978),

‘La Rebelión Popular se abre camino en Chile’ (1981),

‘Tres Períodos de nuestra línea revolucionaria’ (1982),

‘Santiago-Moscú-Santiago’ (1983),

‘El derrumbe del poder soviético’ (1993),

‘De lo Vivido y lo Peleado. Memorias’ (1997),

‘El Gobierno de Salvador Allende’ (2003) y

‘Los comunistas y la democracia’ (2008).

Así terminé mis palabras hace ocho años

“Una pena muy grande nos invade al sufrir esta pérdida irreparable para el pueblo chileno. Pero al mismo tiempo, nos embarga el sano orgullo y la alegría de haberlo conocido, compartido con él en múltiples ocasiones. Siempre estuvo presente en las reuniones de su célula y en todo acto que realizamos en Ñuñoa; siempre feliz cuando en nuestras fiestas de confraternidad entregábamos carné a nuevos camaradas. Siempre insistiendo en la necesidad de crecer, de tener un Partido más grande.

Don Lucho fue la sencillez y la fraternidad comunista hecha persona. Ocupó los más altos cargos en el Partido, pero mantuvo siempre esa modestia que sólo los grandes seres humanos pueden mostrar.
Don Lucho seguirá junto a nosotros. En su homenaje los comunistas continuaremos trabajando por lograr un Partido como él lo planteaba, un Partido de masas”.

El paro patronal de octubre de 1972

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

Octubre se inicia tenso. La acción sediciosa frenada en septiembre, vuelve a ponerse en marcha. La CIA ayuda generosamente a los fascistas. Los dólares invaden de tal manera el mercado negro, que incluso llega a bajar las cotizaciones de esa moneda extranjera.
El imperialismo y la reacción criolla no descansan en sus intentos de derribar el Gobierno Popular. El Comité 40, encabezado por Kissinger, planifica, dirige y financia múltiples acciones contrarrevolucionarias.

Prólogos de un paro

Una de éstas es el paro sedicioso de octubre de 1972, que tiene sus prólogos:
El 3 de octubre, la FESES lanza otro paro por 24 horas y los estudiantes salen a la calle a provocar desórdenes, quemando neumáticos, apedreando vehículos y peatones. El 8, en clara coordinación con las acciones de la oposición en Chile, la Kennecott Corporation requiere ante el Tribunal de Gran Instancia de París el embargo de una carga de 1.250 toneladas de cobre chileno.

Para los camioneros

En la noche del 10 de octubre, el Sindicato de Dueños de Camiones acuerda un paro. Es un nuevo y serio golpe contra la economía del país. Ese gremio controla 30 mil de los 50 mil vehículos que sirven para el transporte a través del largo territorio nacional, donde el 80% de los medios de transporte está en manos de privados. Así comienza el Paro de Octubre. Se pone en marcha el plan largamente estudiado y que fue concebido el 6 de marzo de 1972 en una chacra de Chiñigue, en torno a un pastel de choclo.

También los comerciantes

De inmediato se lanza al paro el gremio de los comerciantes controlado por el Partido Nacional, a través de las Cámaras de Comercio provinciales; por la DC, por medio del Presidente del Comercio Detallista, Rafael Cumsille; por ‘Patria y Libertad’ por su influencia en el Frente Nacional de la Actividad Privada, FRENAP.

SOFOFA llama a paralizar la producción

El 13 de octubre, los empresarios, agrupados en la Sociedad de Fomento Fabril, SOFOFA, deciden paralizar la producción; esto, unido a la huelga de los camioneros y colegios profesionales.
El Colegio Médico, que no ha efectuado huelga desde 1931, llama a sus asociados a abandonar sus puestos de trabajo en hospitales y postas, bajo la amenaza de la cancelación de sus títulos. Otro tanto efectúa el Colegio de Abogados.

El PDC en la posición sediciosa

Llamado por la DC se inicia el boicot en la administración pública, donde paraliza gran cantidad de técnicos y profesionales.

Corvalán: Es un golpe de Estado

A una semana de haberse iniciado el Paro patronal, Luis Corvalán realiza declaraciones. Dice:

“Esta es una escalada sediciosa, es un golpe de Estado en marcha. No es un golpe al viejo estilo, un golpe militar, porque las Fuerzas Armadas son fieles al Gobierno legítimamente constituido y que en el fondo es lo que disgusta profundamente a los reaccionarios. Como no pueden derribar al Gobierno en vista de la posición constitucionalista de las FF AA, se orientan a entrar más o menos por el mismo camino con que fue derribado Ibáñez en 1931, con la paralización del país… En esta oportunidad se han paralizado los transportes, parte del comercio y hacen esfuerzos por incluir a los colegios profesionales. Quieren darnos la batalla de esa manera, pero nosotros contamos con la mayor fuerza que es el pueblo… El llamado de la SOFOFA a paralizar industrias fracasó porque los trabajadores han estado en sus labores”. (Ref.: “El Mercurio”, edición internacional, del 16 al 22 de octubre de 1972).

CUT sale al paso de la SOFOFA

Efectivamente, el mismo día que SOFOFA llama a cerrar las industrias, el 13 de octubre de 1972, la CUT instruye a los trabajadores a tomar los puestos de trabajo y hacerse responsable de la producción. De los 35 000 talleres y fábricas existentes en el país, paralizan menos de 20; de los 5 000 asentamientos lo hacen sólo 63. En esa ocasión, responde al llamado de la CUT, independientemente de sus posiciones ideológicas toda la clase trabajadora.

El Ejército junto al Gobierno

El Ejército, encabezado por el Comandante en Jefe, el general Carlos Prats, sale al paso a los intentos de crear el caos en ciudades y caminos. La acción del sector constitucionalista logra evitar que los militares fascistas, que desde el interior de las FF AA actúan de acuerdo con la ultraderecha, puedan controlar los institutos castrenses y llevar adelante los planes subversivos.

Rol importante de los voluntarios

Miles de voluntarios trabajan a través de todo el país contribuyendo a que lleguen a la población los elementos indispensables, como alimentos, parafina, etc.

Allende forma nuevo Gabinete: UP – CUT – FFAA

El Gobierno actúa con serena firmeza: Allende forma un nuevo Gabinete, donde participan ministros de la UP, de la CUT y de las Fuerzas Armadas. El general Prats es designado Ministro del Interior. Este Gabinete mete en cintura a los sediciosos.

Corvalán: El PC apoya nuevo Gabinete

Luis Corvalán refiriéndose a los motivos que movieron al PC para apoyar la idea de un Gabinete UP-FF AA-CUT, afirma:

“Para dar un sí definitivo se necesitaba analizar más la cuestión. Y lo dimos en el momento en que la necesidad del Gabinete Cívico-Militar surgió del hecho que el enemigo pasó de la desobediencia civil, al desacato a la autoridad militar, empezó a ‘descolgar’ sus radios de la cadena obligatoria, acentuó sus actos de terrorismo, el Partido Nacional amenazó con acusar constitucionalmente a Ministros de Estado, al Presidente de la República y al Comandante en Jefe del Ejército. La derecha y algunos democratacristianos se lanzaron en picada contra las FF AA, lograron un pronunciamiento del Ministro Erbeta de la Corte de Apelaciones, en contra de la cadena radial obligatoria y el Pleno de la Corte Suprema también entró en el baile, tratando de cuestionar la acción del Gobierno. El conjunto de estos hechos tuvo la virtud de producir un cambio de mentalidad, tanto en el pueblo como en las Fuerzas Armadas. Se vio clara la necesidad de poner mano más firme. La clase obrera había sido la fuerza fundamental que impidió la paralización del país. Pero al mismo tiempo las fuerzas armadas habían constituido y constituían un factor esencial en la defensa del orden interno. Era entonces, lógico que esto tuviera una proyección ministerial”. (Ref.: Eduardo Labarca, obra citada, página 14).

El nuevo Gabinete y finaliza el Paro

Forman parte de él los tres altos jefes de las Fuerzas Armadas: el general Carlos Prat del Ejército, como Ministro del Interior; el general Claudio Sepúlveda de la FACH, como Ministro de Minería; el contraalmirante Ismael Huerta de la Armada, como Ministro de Obras Públicas y Transporte.
De la CUT el Presidente Luis Figueroa, como Ministro del Trabajo; el Secretario General, Rolando Calderón, como Ministro de Agricultura
El viernes 2 de noviembre de 1972 jura el nuevo Gabinete.
La firme actitud del Ejecutivo y las incansables gestiones del Ministro del Interior, dan sus frutos. El lunes 6 de noviembre finaliza el Paro sedicioso de Octubre, que ha durado 27 días y significa al país una pérdida de más de cien millones de dólares.

El MIR contra el nuevo Gabinete

Al MIR no le gusta el nuevo Gabinete. En Declaración citada por “El Mercurio”, señala:
“La incorporación de algunos generales en el Gabinete ha cambiado en una importante medida el carácter que el Gobierno hasta aquí tenía… ya que los partidos populares tradicionales dejan de ser el eje político del Gobierno y deben ceder parte importante de este papel a las fuerzas armadas y así el Gobierno debilita más aún su relación con los trabajadores”. (Ref.: “El Mercurio”, edición internacional, del 16 al 22 de octubre de 1972).

Corvalán: Nuevo Gabinete es una avance

Luis Corvalán se refiere al nuevo Gabinete diciendo:

“Yo diría que constituye un avance, un signo de fuerza, más que de la UP, del Gobierno constitucional, de la democracia chilena. Con la formación de este Gabinete se ha producido un cambio cualitativo muy importante, cierta modificación en la correlación de fuerzas. Sin duda de que el Gabinete en el cual están las tres ramas de la FF AA y la clase obrera tiene una presencia relevante, constituye un dique insalvable contra la sedición. Baste recordar que el paro politiquero iniciado por los camioneros recibió con ello un golpe mortal”. (Ref. Eduardo Labarca: obra citada, páginas 13 y 14).

Recordando a Don Lucho en su 101° Natalicio

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

Luis Corvalán Lépez nació cuando la primavera ya se anunciaba, un 14 de septiembre de 1916, en Pelluco, Puerto Montt. En 1921 su familia se trasladó a Tomé. Allí ingresó al Partido Comunista.
En sus Memorias ‘De lo vivido y lo peleado’ relata: “Hice migas con un zapatero remendón, el maestro Palmita, que era miembro del Partido… Cierta vez, Palmita me invitó a una reunión comunista que se llevó a cabo en una casa del Cerro Estanque. En tal ocasión di el paso más importante de mi vida: ingresé al Partido. Fue en 1932, creo que en el mes de febrero”. Por entonces tenía 16 años y estudiaba en la Escuela Normal de Chillán.

En la Escuela Santa María de Iquique

Su primera designación como profesor fue para la Escuela Santa María de Iquique, la misma en donde se produjo la masacre del 21 de diciembre de 1907. Al año de haber iniciado su labor como maestro sufrió la exoneración, en agosto de 1936. Gobernaba, por segunda vez, Arturo Alessandri Palma.
Abandonó Iquique y se dirigió a Concepción, donde vivía su familia. Se dedicó de lleno al trabajo partidario. A los pocos meses después fue citado a la capital, donde participó en un pleno del Comité Central de la Federación Juvenil Comunista, a cuya cabeza estaba Luis Hernández Parker, que poco después fue reemplazado por Ricardo Fonseca. Regresó a Concepción. Luego volvió a viajar a Santiago.
Así lo explica en sus Memorias: “A fines de año (1937) fui llamado a la capital para trabajar como secretario de Carlos Contreras Labarca, Secretario General del Partido, y desempeñar, al mismo tiempo, algunas tareas en el Comité Central de la Federación de Juventudes Comunistas”.
El 25 de octubre de 1938 triunfó Pedro Aguirre Cerda. Trabajó en varios periódicos obreros. Enviado por el Partido a Iquique, se hizo cargo de la dirección de “El Despertar de los Trabajadores”, que Recabarren había fundado en 1912. Más tarde laboró en El Siglo, del cual fue designado director en 1946.

Se casa con Lily Castillo, su fiel compañera

El 14 de diciembre de 1946 contrajo matrimonio con la compañera Lily Castillo. Escribe Luis Corvalán: “En Lily hallé un tipo de mujer que no había conocido. Además de buena moza y simpática, encontré que su afiliación a la causa comunista le salía de adentro”.
Tuvieron cuatro hijos: María Victoria, Viviana, Lily y Luis Alberto.
ENCARGADO DE PROPAGANDA
En 1948 pasó a la clandestinidad, adoptando el nombre de Luis Correa. Encabezó la Comisión de Propaganda que estaba formada por Carlos Rosales, Eugenio Vallejos y el doctor Hernán Sanhueza. Eran los momentos más duros de la represión de González Videla. Ocupaba el cargo de Secretario General del Partido el obrero Galo González, que asumió esa responsabilidad a la muerte de Ricardo Fonseca, el 21 de julio de 1949. En 1950 Luis Corvalán fue designado miembro del Comité Central. Narra don Lucho: “Con Galo me veía dos veces a la semana. Juntos trabajamos en informes y artículos. Editamos clandestinamente la revista del Comité Central ‘Principios’.”

Cuando lo conocí

El 4 de septiembre de 1952 el ex dictador Carlos Ibáñez ganó, por un impresionante margen, las elecciones presidenciales. Ese año fui designado miembro del Comité Regional Santiago de las Juventudes Comunistas, del cual era Secretario Político Mario Zamorano. Me encomendaron la tarea de ser responsable de la revista ‘Principios’. En esa calidad fui citado a una reunión clandestina del Frente de Propaganda del Partido. No recuerdo el lugar donde sesionamos. Pero sí del compañero que hizo un extenso, interesante y didáctico informe. Era bajo de estatura, muy flaco, de nariz pronunciada, con un bigotito debajo de ésta, de mucho fumar y de convincente hablar. Se llamaba Luis Correa. Tiempo después supe que se trataba de don Lucho. Así lo conocí, en una reunión de Propaganda, eludiendo la represión del gobierno del “paco” Ibáñez.

Lo conocí como Luis Correa

Cuando lo escuché por segunda vez

El 8 de marzo de 1958 recibimos en Temuco la triste noticia del fallecimiento del camarada Galo González, Secretario General del Partido.
Reunido el Comité Regional Cautín, se acordó designar una delegación de cuatro dirigentes que viajara esa misma noche a Santiago para participar en los funerales del compañero Galo. Uno de los que formó esa delegación fui yo, en mi calidad de Secretario del Comité Regional Cautín de las Juventudes Comunistas de Chile. Viajamos en tren toda la noche. Llegamos a Santiago a las 7 de la mañana del 9 de marzo. Nos dirigimos al Sindicato Sicchel, ubicado en Catedral 2789, esquina de Sotomayor. Allí estaba la capilla ardiente. Hicimos, como otros cientos, una guardia de honor junto a la urna donde estaban los restos mortales del compañero Galo.
En la tarde del 10 de marzo fueron los funerales. Los cuatro de Cautín formamos parte del río de banderas rojas, puños y gritos.
“¡Compañero Galo González… Presente… ¡Ahora y Siempre!” “Y que fue… y que fue… ¡Aquí estamos otra vez!”

En la Plazoleta del Cementerio General, un mitin de despedida. Allí habló el nuevo Secretario General del Partido. En su discurso sostuvo desafiante:
“¡Y notifiquemos desde esta tribuna, con toda la firmeza que caracterizó a Galo González, que hoy la ilegalidad del Partido Comunista ha terminado de hecho y para siempre!”
Allí escuché por segunda vez al compañero Luis Corvalán.

Secretario General

En el XIV Congreso del Partido, efectuado clandestinamente en Cartagena, en la Casa de Veraneo de la Escuela Faustino Sarmiento, en el mes de abril de 1956, había sido nombrado miembro de la Comisión Política y del Secretariado del Comité Central.
El 8 de marzo de 1958, al fallecer Galo González, “el Comité Central –escribe Luis Corvalán en “De lo vivido y lo peleado”- me eligió como su secretario general. Galo González, en su lecho de muerte, había alcanzado a decir a José González que, en su opinión, yo debería sucederlo. Julieta Campusano fue la primera en expresar su acuerdo:
-Corvalán –dijo- es un revolucionario formado por el Partido. Y se explayó en otras consideraciones y palabras elogiosas que no puedo repetir.”
Al respecto, Julieta Campusano expresó hacia 1975: “Corvalán recuerda siempre que fui la que lo propuse para secretario general del Partido, y se reía porque dije que lo proponía porque lo consideraba el más equilibrado de todos. Según mi concepto él aparecía indiscutiblemente como el compañero que debía suceder al compañero Galo…”

Conquistada la legalidad

A comienzos de 1958, se constituyó un amplio Bloque de Saneamiento Democrático que tenía dos objetivos: derogar la Ley de Defensa de la Democracia y modificar la ley electoral para impedir el descarado cohecho, la compra del voto, que realizaba la derecha.
El 2 de agosto de 1958, el Presidente Ibáñez promulgó la ley que derogaba la Ley Maldita (engendro liberticida que había utilizado en gran parte de su segundo gobierno).
El Partido Comunista recobró su legalidad.

Su influencia en el Partido

La conquista de la legalidad determinó, entonces, una importante transformación al interior de la vida del Partido Comunista.
Como sostuvo el escritor y periodista José Miguel Varas en 1975, “el cambio de ‘clima’ dentro del Partido fue muy notable, y se debió a la legalidad, pero no sólo a ello. Hubo algo muy personal en Corvalán que influyó a crear una sensación de gran confianza en la posibilidad de criticar, de que cada cual pudiera dar su opinión sobre cualquier materia, unido todo ello a la idea de que el Partido no era un club de debates, de que de todas maneras había que ser muy firme en las cosas fundamentales…”

José Miguel Varas

Y agregaba: “Hasta la llegada de Corvalán a la Secretaría General, el Partido era en mucho un Partido de obreros endurecidos, golpeados, resistiendo al enemigo. Y Corvalán planteó la perspectiva completamente distinta, aunque lógicamente ello no era sólo cuestión de él, sino que correspondía también a un cambio en la situación: ‘Son ellos, los enemigos, los que tienen que estar a la defensiva. Ahora nosotros nos abrimos, ahora nosotros vamos a ser los dueños de la iniciativa aquí’ “.

Senador

En marzo de 1961, Luis Corvalán fue elegido Senador por la Séptima Agrupación Provincial (Ñuble, Concepción y Arauco).
Jugó un rol destacado en la convergencia de las fuerzas de izquierda en la Unidad Popular.
En 1964 se publicó el folleto del compañero Corvalán titulado ‘Nuestra Vía Revolucionaria’.
El marzo de 1969 resultó electo Senador por la Tercera Agrupación Provincial (Aconcagua y Valparaíso)
Mi experiencia vivida en las cuatro campañas presidenciales con Allende, me permite afirmar que, en la única vez en que dirigentes y la gente allendista estábamos absolutamente seguros de que ganaríamos, fue en la del 64. Incluso los adversarios no se la tenían segura. Pero la tercera no fue la vencida.

Un gran conductor del Partido

Durante los 31 años que Luis Corvalán fue el Secretario General del Partido, éste tuvo una amplia política de alianzas y fue un factor decisivo en la unidad de las fuerzas democráticas y populares.
Era mediado de 1969. La derecha ya había designado a su abanderado para las elecciones presidenciales de 1970. Era Jorge Alessandri Rodríguez. Otro tanto hizo la Democracia Cristiana, nombrando a Radomiro Tomic.
Los partidos de Izquierda comenzaron a presentar sus candidatos. La Acción Popular Independiente, API, proclamó a Rafael Tarud, que recibió el apoyo del Partido Socialdemócrata; el Partido Radical postuló al senador Alberto Baltra Cortés; el MAPU presentó a Jacques Chonchol.
En el Partido Socialista, luego de una dramática sesión, en que la mayoría de sus miembros se abstuvo, el Comité Central del PS proclamó a Salvador Allende.
Ante la carencia de candidato único de la izquierda, el Partido Comunista decidió llevar como abanderado a Pablo Neruda, el martes 30 de septiembre.

Surge la Unidad Popular

El 9 de octubre de 1969 fue un día histórico: se fundó la Unidad Popular. La constituyeron partidos marxistas: el Comunista y el Socialista; colectividades socialdemócratas: el Partido Radical, Socialdemócrata, la Acción Popular Independiente y un partido de raíz cristiana, el MAPU.
Don Lucho jugó un importante rol en la constitución de la Unidad Popular.
En el Coordinador de la Unidad Popular se aprobó el Programa Básico del Gobierno Popular, se firmó por las colectividades el Pacto de Gobierno. En él se establecieron las pautas por las cuales se regiría la administración de la Unidad Popular. También se aprobó un documento sobre el Estilo de la Campaña presidencial.

Buscando al candidato único

La creación del Comité Coordinador de la Unidad Popular, la aprobación del Programa de Gobierno y de los otros documentos de la coalición de Izquierda, hicieron pensar que pronto habría acuerdo sobre el candidato. Pero no fue así.
Se inició 1970, el año de los comicios electorales. Poco a poco se fue aclarando el panorama. Renunciaron Jacques Chonchol, Alberto Baltra, Pablo Neruda. Pero aún quedaban dos: Rafael Tarud y Salvador Allende. Ninguno con visas de ceder.
Ante la demora por la designación del abanderado, el PC dio un ultimátum a sus aliados. Convocó a una concentración pública en Santiago para el 22 de enero de 1970 y advirtió: si para el inicio de ese acto no hay acuerdo, el Partido Comunista proclamará definitivamente a Pablo Neruda.

Salió humo blanco

Y ocurrió lo tan esperado. Poco antes del plazo señalado, el Comité Coordinador de la Unidad Popular llegó a un acuerdo. Fue así como al comenzar la concentración,

“Salió humo blanco”

Luis Corvalán pudo decir:
“Salió humo blanco. Ya hay candidato único. Es Salvador Allende.”
Estalló la alegría. La emoción pobló los corazones. La multitud llenó la Plaza Bulnes y sus alrededores con aplausos y gritos. La consigna enronqueció gargantas y cosquilleó las espaldas: “El pueblo, unido… jamás será vencido… El pueblo unido… “
Fue así, como desde el 22 de enero de 1970, faltando sólo 225 días para las elecciones presidenciales, la Unidad Popular – por fin – tuvo candidato. Era la cuarta vez que Salvador Allende postulaba como abanderado popular a la Presidencia de la República.
Con Luis Corvalán a la cabeza, los comunistas entregamos una contribución fundamental para alcanzar la victoria popular del 4 de septiembre de 1970 y fuimos gran aporte durante el gobierno presidido por Salvador Allende.

En el Gobierno Popular

En el Gobierno de Salvador Allende, los comunistas participamos en el Gabinete con tres ministros y estuvimos a la cabeza de la batalla por la producción.
El 4 de abril habían tenido lugar las elecciones municipales en que la Unidad Popular logró el 50,86% de los votos.
El 11 de julio, se nacionalizaron las empresas que explotaban la gran minería del cobre.
En agosto apareció el libro de Corvalán ‘Camino de Victoria’.
El 2 de enero de 1972, presidió el gran acto de masas que el Partido realizó en el Estadio Nacional.

Prisionero Político

El 11 de septiembre de 1973 los fascistas asaltaron el poder. Bombardearon y atacaron La Moneda, en donde murió el compañero Presidente.
Después del golpe fascista, Luis Corvalán fue detenido el 27 de septiembre de 1973. Estuvo como prisionero político en la Escuela Militar, en la Escuela de Infantería de San Bernardo, en Isla Dawson, Ritoque y Tres Álamos. Mientras estuvo en manos de la dictadura, envió mensajes plenos de fuerza y optimismo. Proclamó: “No temo por mí. Amo la vida, pero no temo la muerte si fuera necesario caer por mi causa”. Por su parte, la compañera Lily se jugó por entero por su vida y su libertad.
Fue liberado por la solidaridad internacional, en especial de la Unión Soviética, el 17 de diciembre de 1976. Realizó una gran actividad en el exilio.

Mi encuentro con Don Lucho en Bonn

El 11 de mayo de 1978 viajé a Bonn a un Encuentro organizado por el Comité de Solidaridad Antiimperialista de la RFA (ASK) de las organizaciones de la solidaridad con Chile y los chilenos exiliados con el camarada Luis Corvalán que realizaba una gira por diversos países, luego de haber sido arrancado de las garras fascistas por la solidaridad internacional. Allí tuve la oportunidad de abrazar al querido compañero Luis Corvalán Lépez, a quien considero el más grande dirigente comunista chileno después de Luis Emilio Recabarren. Una foto aparecida en la contraportada de la edición Nº 7-8 de 1978, de la revista “Boletín Antiimperialista de Información” (AIB), ha dejado plasmado ese abrazo, con la lectura: “Alegre reencuentro: Iván Ljubetic y Luis Corvalán en el evento organizado por el ASK el 11 de mayo de 1978”.
El 3 de septiembre de 1980 proclamó en un acto en Moscú la Política de Rebelión Popular de Masas.
El 20 de agosto de 1983 ingresó clandestinamente a Chile.

El “XV” Congreso clandestino

Era mayo de 1989. Hacía casi un mes que yo había llegado a Santiago. Concurrí al local de “Chile, ríe y canta”, donde habíamos sido citados. Nos reunimos gran cantidad de compañeros. Algunos viejos conocidos con los que no nos veíamos 16 o 30 años. Otros nuevos. Escuchamos el Informe del Comité Central al Congreso.
Después los delegados del exterior fuimos concentrados en un punto de Santiago, en donde nos entregaron copias del Informe para que lo estudiáramos durante un día.
A la mañana siguiente, en una esquina del centro, nos pasó a buscar una camioneta en la que partimos rumbo a la costa. Llegamos a una gran casa cerca del Pacífico, en San Sebastián.
Desde el comienzo yo estaba admirado de la eficaz manera en que todo funcionaba y las adecuadas medidas de seguridad.
Allí nos encontramos con muchos otros camaradas. Conversábamos alegremente. Trataba de reconocer a viejos amigos.
De pronto se me acercó alguien a quien no ubicaba. Me dijo: “¿No me saluda, compañero Iván?”. Por su voz supe que era don Lucho.

¿No me saluda, compañero Iván?

De su intervención

En ese Congreso, el compañero Corvalán hizo una buena intervención, en mi opinión, la mejor.
Comenzó diciendo: “Esta es la primera reunión con más de diez personas en que participo desde mi ingreso al suelo patrio. He sentido una inmensa alegría al ver con mis propios ojos el gran Partido que tenemos.”
Más adelante enfatizó: “Entre las concepciones obsoletas está la exaltación de la llamada pureza de la línea, en custodia de la cual más de algún compañero ha creído buenamente, tener una misión predestinada. La línea del Partido está en constante confrontación con la práctica y, por tanto, no es nunca pura ni exacta; está sujeta a rectificaciones y perfecciones de uno u otro volumen y, como se ha remarcado en el Congreso, el Partido es una organización viva que tiene sus propias contradicciones y es campo de lucha permanente entre lo nuevo y lo viejo.”
Agregó: “Yo estuve seis años y medio en el exilio. El mayor tiempo el trabajo del Partido estuvo encabezado afuera por el compañero Volodia. Quiero expresar que, a mi juicio, tanto él como los compañeros Américo Zorrilla, Orlando Millas y otros hicieron un gran trabajo en varios aspectos, preocupados de ayudar al Partido del interior.”
En ese Congreso clandestino de mayo de 1989, Don Lucho dejó la secretaría general del PC, siendo reemplazado por el compañero Volodia Teitelboim, pero siguió como miembro del Comité Central.

Después del retorno

Regresé a Chile el 23 de octubre de 1990. Me quedé a vivir en Ñuñoa. Visité varias veces al compañero Corvalán en San Bernardo. Siempre me recibió muy fraternalmente, como lo hacía con todos los compañeros. Me ayudó mucho cuando escribía ‘Don Reca’ y otros libros. Me entregaba informaciones y opiniones. Me prestó y regaló folletos y libros suyos. Uno de estos fue ‘Camino de Victoria’, que me lo dedicó con hermosas palabras: “A mi viejo y querido compañero Iván Ljubetic Vargas dejo en sus manos, ¡en buenas manos! este ejemplar de un libro que recoge la posición y la experiencia del Partido en un buen trecho de su vida. Luis Corvalán. San Bernardo, 11 de noviembre de 1998”.

Después se trasladó a Ñuñoa. Seguí visitándolo. Cuando no lo hacía me invitaba a hacerlo. Estuvimos juntos en muchos actos y reuniones. Siempre era de gran interés escucharle. Era uno de esos dirigentes, como quedan pocos, dedicados a transmitir sus experiencias y conocimientos. Aprendí mucho de él. Fue un gran maestro.
Cuando tuve problemas con algunos dirigentes del Partido, él siempre me aconsejó sabiamente. Fue muy solidario conmigo.
En julio de 2010, pocos días antes su fallecimiento, fue la última vez que estuve con él.
Nos reunimos en su casa de calle Francisco Villagra junto con David Mc Conell, para intercambiar opiniones sobre un libro que deseaba escribir sobre el Partido Comunista y la democracia. Lo noté muy cansado, pero jamás pensé que sería la última ocasión de estar juntos físicamente.
Su corazón de comunista dejó de latir el 21 de julio de 2010.

La herencia teórica de Don Lucho

Escribió muchos artículos, informes, comentarios. Todos plenos de riqueza ideológica.
Entre sus libros tenemos:
‘Ricardo Fonseca, combatiente ejemplar’ (1952),
‘Camino de Victoria’ (1971),
‘Algo de mi vida’ (1978),
‘Chile: 1970 – 1973’ (1978),
‘La Rebelión Popular se abre camino en Chile’ (1981),
‘Tres Períodos de nuestra línea revolucionaria’ (1982),
‘Santiago-Moscú-Santiago’ (1983),
‘El derrumbe del poder soviético’ (1993)
“De lo vivido y lo peleado. Memorias” (1997)
‘Los comunistas y la democracia’ (2008).

Un comunista de verdad

Nos embarga el sano orgullo y la alegría de haberlo conocido, compartido con él en múltiples ocasiones. Siempre estuvo presente en las reuniones de su célula y en todo acto que realizamos en Ñuñoa; siempre feliz cuando en nuestras fiestas de confraternidad entregábamos carné a nuevos camaradas. Siempre insistiendo en la necesidad de crecer, de tener un Partido más grande.
Don Lucho fue la sencillez y la fraternidad comunista hecha persona. Ocupó los más altos cargos en el Partido, pero mantuvo siempre esa modestia que sólo los grandes seres humanos pueden mostrar.
Don Lucho sigue junto a nosotros. No olvidamos su pensamiento, su existencia y obras de un comunista de verdad.
En mi opinión, el más grande dirigente comunista chileno después de Luis Emilio Recabarren.

Saludando a don Lucho cuando cumple 90 años. (Ñuñoa, 14 de septiembre de 2006)

A cuarenta años del Pleno de agosto de 1977 (III)

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

Salvador Allende símbolo de la Unidad Popular

En el Informe entregado por Luis Corvalán, Secretario General del Partido Comunista, al Pleno de agosto de 1977, se dice:
“Finalmente, para cerrar este capítulo queremos referirnos a la figura del Presidente Allende, que encabezó este proceso y que ocupará en la historia un sitial preeminente por la magnitud de su obra y su lealtad.

Las relaciones de Allende con el Partido Comunista

En relación a la orientación del Gobierno de la Unidad Popular, se suele identificar la política del Partido Comunista con la política de Salvador Allende. Nuestro Partido consideró, desde el comienzo hasta el fin, un asunto esencial de su política la necesidad de afirmar el Gobierno del compañero Allende. Con él tuvimos siempre buenas relaciones, basadas en la amistad, la franqueza y el respeto mutuo. Pero, como es comprensible y natural, no teníamos las mismas concepciones, no siempre coincidíamos en todo. Disentimos, por ejemplo, de su criterio de que nuestra vía revolucionaria conformaría un segundo modelo de realización del socialismo que excluiría o haría innecesaria la dictadura del proletariado en un período de transición determinado. Se lo dijimos. De su lado, él nos expresó sus opiniones discrepantes cada vez que lo consideró necesario. Sin embargo, lo cierto es que, al margen de estas y otras diferencias, hubo una gran coincidencia en la línea gruesa, en cuanto al carácter de la Revolución, a sus etapas, a la política de alianzas, a la combinación de la presión de masas desde abajo con la actividad del Gobierno desde arriba para llevar adelante los cambios revolucionarios, a la aplicación irrestricta del programa.

Fue un revolucionario

La ultraizquierda acusó muchas veces a Allende de reformista. Nosotros dijimos alguna vez, que en el Gobierno había rasgos reformistas. Pero esto no era lo que caracterizaba al Gobierno. Era un Gobierno revolucionario y lo era también gracias a su personal contribución.
Por el conocimiento que de él tuvimos podemos decir que los actos de su vida estaban inspirados por un amor muy grande por su pueblo, nuestro pueblo. Su deseo de que los humildes, los desamparados, los humillados pudieran llevar una vida digna, guió su actividad política. Todo esto y, por qué no decirlo, su sentido de la historia y de su papel en ella, eran sentimientos tan fuertes que le daban capacidad para pasar por encima de cualquiera concepción idealista a la que hubiese adherido, y lo decidían llevar la Revolución hasta el fin.
Salvador Allende no tenía una formación marxista-leninista acabada. Pero era un hombre dispuesto a la lucha sin concesiones para que la clase obrera y el pueblo alcanzaran posiciones de Poder. En él pesaba fuertemente una espina del pueblo de Chile: las traiciones de que había sido objeto aquél por demagogos burgueses, las frustraciones que había experimentado tantas veces. No vacilaba para enfrentar con coraje a los enemigos. Lo que hizo y lo que no hizo estuvo ante todo determinado por el afán de dirigir los acontecimientos con miras al acceso del pueblo al Poder. En las últimas semanas cuando la subversión reaccionaria ponía en jaque al Gobierno y la insolencia de ‘El Mercurio’ llegaba a extremos inauditos, él sentía, por una parte, el deseo de aplastarla y, de otro lado, la impotencia en que ya se encontraba su Gobierno, por el deterioro de la correlación de fuerzas. Pero en esos momentos lo escuchamos exigir consecuencia a aquellos críticos de su Gobierno, a los que lo habían calificado más de una vez de reformista, diciéndoles: ‘Yo no puedo, no estoy en condiciones de hacer nada contra ‘El Mercurio’, pero háganlo ustedes’. Esto demuestra que en él primaban sus propósitos revolucionario, su gran propósito de hacer la Revolución, por encima de las concepciones de tolerancia, a las que nunca se atiene la burguesía, pero que habían formado parte de su ideario.

Luchador por la paz

Salvador Allende fue un consecuente luchador por la paz mundial, amigo del campo socialista, principalmente de la Unión Soviética, de Cuba, de Viet-Nam y de la República Democrática Alemana.
Fue un campeón de la unidad socialista-comunista, de la unidad de la clase obrera y de la unidad del pueblo y fue un gran educador de las masas populares, en las ideas de la transformación social.

Educador de masas

Durante un cuarto de siglo, por lo menos, con lenguaje sencillo, sembró las semillas de los grandes cambios que necesitaba el país, como la nacionalización del cobre y la reforma agraria. No fue el único. Y los partidos, ante todo el nuestro, hicimos en este sentido lo que era de nuestro deber. Pero, considerado como personaje histórico, nadie, después de Recabarren, ha sido un tan grande educador social.

Consecuente hasta la muerte

Su último servicio a Revolución fue su holocausto. Le ofrecieron salvar su vida, pero no aceptó tratos con los fascistas, ni siquiera para eso. Su sangre estigmatizó para siempre a los traidores.
Tenemos en alta estima, sentimos un gran orgullo de haber marchado por largos años en un acuerdo tan estrecho con él, en aras de asegurar el éxito del proceso revolucionario, del esfuerzo por conseguir su culminación victoriosa y lo estimamos como un gran símbolo de la unidad socialista-comunista y de la Unidad Popular. (Luis Corvalán: Informe al Pleno de agosto de 1977. Ediciones Colo-Colo. 1978, páginas 40, 41 y 42. Los subtítulos son nuestros)

¡DIGNO Y JUSTO HOMENAJE AL COMPAÑERO PRESIDENTE AL CUMPLIRSE 47 AÑOS DEL TRIUNFO POPULAR DEL 4 DE SEPTIEMBRE DE 1970!

Parte I de este artículo.

Parte II de este artículo.

Homenaje a Don Lucho

 

El viernes 21 de julio de 2017 se cumplieron siete años de la partida física de Luis Corvalán Lépez.  Con este motivo  -y convocado por el CEILER, la Municipalidad de Recoleta, otras organizaciones más la familia Corvalán Castillo-  tuvo lugar un emotivo homenaje al querido y recordado dirigente comunista.

Pareciera que hasta la naturaleza quiso hacer su aporte. Eran las 12,10 de un mediodía de invierno, vestido de hermosa primavera, cuando  inició su marcha una columna desde la entrada del Cementerio General de avenida La Paz.  A pesar de ser día laboral, más de cincuenta personas, con banderas del CEILER y del Partido Comunista, caminaron hasta la tumba donde descansan los restos mortales de Don Lucho. Allí la Municipalidad de Recoleta, la Dirección del Cementerio General y el Comunal Corpus Christi de Recoleta del Partido Comunista, habían instalado un toldo, cincuenta sillas, tribuna y equipo de parlantes.

Se inició el acto. Fue el primer homenaje del CEILER a Luis Corvalán, en que no estuvo  como maestro de ceremonia el querido compañero Camilo Guzmán. Lo reemplazó el director Cristóbal Videla, quien lo hizo de manera excelente. Detrás del desarrollo del evento, estaba  -incansable- Carlota Espina, Secretaria Ejecutiva del CEILER,  organizando cada detalle.

Junto con saludar a los asistentes, en especial al Embajador de Cuba  señor Adolfo Curbello, Cristóbal leyó tres mensajes recibidos. Uno del escritor Poli Délano que decía: “Hubiera querido estar mañana en el homenaje al querido amigo y camarada Luis Corvalán, gran dirigente a quien sigo admirando mucho. Lamentablemente, una demoledora bronquitis obstructiva, muy de de la estación, me tiene encerrado en casa.  Un abrazo y que todo salga bien”.

Un segundo mensaje llegó desde lejos: “Con toda mi solidaridad desde Canadá. Andrés Jacob.”

El tercero decía: “Estimados compañeros: Junto con saludarlos fraternalmente vengo a expresarles nuestras más sentidas disculpas por nuestra ausencia el día de mañana en el homenaje de recordación a quien fuera Secretario General de nuestro Partido, el querido y recordado compañero Luis Corvalán  Lépez.  Motivos de agenda hacen que nuestro compañero Alcalde, Daniel Jadue, no pueda estar. En el caso personal compromisos anteriormente contraídos con la razón de mi ausencia. No obstante eso, estarán en dicho homenaje  representantes del Alcalde y también miembros de la Dirección Comunal del Partido de Recoleta. Deseando que tan justo y necesario acto sea todo un éxito, les saluda fraternalmente,

César Quiroz
Secretario Político
Comunal Héroes de Corpus Christi
Partido Comunista-Recoleta”.

El desarrollo del acto continúo con las intervenciones.

Homenaje a Don Lucho 2017

En  primer lugar habló Iván Ljubetic,  presidente subrogante del CEILER. A continuación, lo hizo Eduardo Contreras, destacado abogado de Derechos Humanos y miembro del Comité Central del Partido Comunista de Chile. El Embajador de Cuba, señor Adolfo Curbello, entregó un emotivo saludo recordando la presencia internacional de don Lucho. Por el Comunal del Partido Comunista  de Recoleta, intervino Johan Ahumada. (También estuvo presente el Concejal de Recoleta,  Cristián Weibel). En nombre de la familia Corvalán Castillo, agradeció María Victoria Corvalán.

Las estrofas de La Internacional, cantadas en un hermoso mediodía de invierno engalanado de primavera, puso término al sencillo pero significativo homenaje a uno de los tenaces de la historia del pueblo chileno, Luis Corvalán Lépez.