Tenemos el agrado de comunicarles que nuestro querido compañero Iván Ljubetic Vargas, recibirá este sábado 27 de octubre, la Medalla Luis Emilio Recabarren, por su destacada trayectoria como militante comunista y protagonista en la lucha por la democracia.
En sus más de setenta años de militancia ha contribuido a la educación partidaria a través de sus escritos, libros y charlas realizadas en todo Chile, siendo un fiel heredero de Recabarren, un luchador consecuente e incansable, al decir de Berthold Brecht, Un Imprescindible.
Con enorme éxito se desarrolló ayer, jueves 9 de agosto de 2018, el acto en homenaje a los 110 años de Juan Vargas Puebla y de solidaridad con el pueblo y gobierno de Nicaragua.
Entre el público que colmó el salón Camilo Guzmán Sandoval del ICHIL , se encontraba el señor Arévalo Méndez, Emabajdor de Venezuela; Laura, hermana de Juan Vargas Puebla junto a numerosos familiares del homenajeado; el abogado Eduardo Contreras, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Chile; Rosa Hernández, de la Comisión Internacional del PC.; Carolina Teitelboim y Darío Salinas, residentes en México y grandes amigos de Juan Vargas Puebla.
El acto, dirigido por Irene Bravo, expusieron el historiador Iván Ljubetic Vargas; Juan Francisco Jara, Secretario General de la Confederación Nacional de Sindicatos de la Construcción; el diputado del Partido Comunista por el Distrito 9, Boris Barrera.
Finalmente intervino la Embajadora de Nicaragua, señora María Luisa Robleto, quien en una argumentada exposición explicó los acontecimientos ocurridos en su país, las causas de ellos, la acción de los sectores reaccionarios y las medidas adoptadas por el Gobierno sandinista. (Esta valiosa exposición la publicaremos próximamente).
Al acto llegaron numerosos saludos, entre los que destacamos el enviado por la señora María Antonia Navarro Bustillo,. Embajadora de Honduras; de Verónica de Negri (madre de Rodrigo Rojas) desde Washington; de Leo Fonseca, miembro de la Comisión Internacional del PC, de familiares de Juan Vargas Puebla en el exterior.
El acto finalizó con La Internacional. Luego hubo un hermoso momento de confraternidad, de abrazos, saludos, fotos, acompañado de un rico refrigerio.
(En la foto que encabeza esta crónica, aparece interviniendo la señora María Luisa Robleto, Embajadora de Nicaragua, junto a los otros expositores)
Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER
Desde el domingo 23 de octubre del 2005 la Iglesia Católica chilena tiene otro santo: San Alberto Hurtado. Fue canonizado por el Papa Benedicto XVI.
Infancia de Luis Alberto Hurtado Cruchaga
Alberto Hurtado Cruchaga nació en Viña del Mar, el 22 de enero de 1901, en el seno de una familia aristocrática empobrecida. Vivió sus primeros años en el campo, en un fundo de Casablanca. Tenía cuatro años de edad, cuando falleció su padre, Alberto Larraín. Su madre, Anita Cruchaga, quedó sola, sin dinero y con dos hijos pequeños Alberto y Miguel, su hermano menor. Debieron mudarse a Santiago, a donde unos tíos.
Desde niño Alberto mostró gran generosidad, una profunda solidaridad. Visitaba y ayudaba a los más necesitados.
Gracias a una beca, pudo estudiar en el Colegio San Ignacio de la Compañía de Jesús. Era un buen estudiante, aunque no sobresaliente. En ese establecimiento conoció en 1915 al padre Fernando Vives Solar, su profesor de historia, sacerdote jesuita, que ejerció gran influencia en él.
En 1918 comenzó a estudiar Leyes en la Universidad Católica. Se recibió como abogado en 1923. Ese mismo año, habiendo asegurado la situación económica de su madre, pudo realizar lo que anhelaba desde muy joven: ingresó al noviciado de la Compañía de Jesús en Chillán.
Salió al extranjero. Viajó a España. En Barcelona estudió Filosofía, de 1927 a 1931. Luego se dirigió a Bélgica. En la Universidad de Lovaina estudió Teología, entre 1931 y 1935, obteniendo también el doctorado en Psicología y Pedagogía.
Fue igualmente en Bélgica, donde recibió la Ordenación como sacerdote el 24 de agosto de 1933.
Retorna a Chile en 1936
“Al terminar sus estudios -se señala en una página de la Iglesia Católica- después de pasar por numerosos países, empapándose de la rigurosa preparación jesuítica, volvió a Chile. Fue como si aterrizara un ciclón”.
Era enero de 1936. Gobernaba en su segunda administración, Arturo Alessandri Palma. Chile era un país agitado. La gente de izquierda iniciaba conversaciones, que culminarían el 26 de marzo con la constitución del Frente Popular.
También había inquietud en las filas católicas. Sólo dos meses antes, el 12 de octubre de 1935, había tenido lugar una Convención Nacional la Juventud Conservadora. En ella, jóvenes afines a las línea social cristiana, se distanciaron del Partido Conservador y crearon la Falange Nacional. Entre sus fundadores estaban el doctor Eduardo Cruz-Coke Lassabe, Héctor Rodríguez de la Sota, Eduardo Frei Montalva, Horacio Walker Martínez, Bernardo Leighton Guzmán, Ricardo Boizard Bastidas, Radomiro Tomic Romero y Manuel Blanco Valverde.
Al parecer, el Padre Hurtado no se dio por enterado de ello. Estaba dedicado a hacer clases de religión en el Colegio San Ignacio. Donde hubo preocupación fue en la jerarquía de la Iglesia. Dos obispos, Augusto Salinas y Gilberto Fuenzalida, escribieron al Vaticano solicitando que se sancionara a la Falange, porque -en su opinión- los católicos chilenos sólo debían votar por el Partido Conservador. El Vaticano respondió que no. La nota enviada desde Roma estaba firmada por el Cardenal Eugenio Pacelli, el futuro Papa Pío XII.
¿Es Chile un país católico?
Con este título escribió el Padre Hurtado un libro publicado por Editorial Splendor, de Santiago. Tenía 186 páginas, que causaron polémica e indignación en las clases dominantes. Apareció en 1941, con prólogo del obispo monseñor Augusto Salinas, el mismo que había escrito al Vaticano pidiendo las penas del infierno para la Falange Nacional.
Por entonces, había triunfado el Frente Popular en las elecciones presidenciales del 25 de octubre de 1938 y el 24 de diciembre de ese año se inició el progresista gobierno de Pedro Aguirre Cerda. En la campaña electoral, los partidos Conservador, Liberal y Demócrata levantaron la candidatura del reaccionario Gustavo Ross Santa María, llamado “el último pirata del Pacífico”. En cambio, la Falange Nacional había adherido al abanderado del Frente Popular.
En su obra “¿Es Chile un país católico?”, el padre Hurtado hizo una larga introducción refiriéndose a la situación del catolicismo en el mundo. Habló de sus retrocesos y también de sus avances.
Tenía un marcado anticomunismo. Escribió: “Las doctrinas de Marx han recibido innumerables adherentes durante el último siglo” (Página 20), pero agrega más adelante: “El pueblo está más cerca de volver a Cristo después de haberse desengañado del ideal comunista”. (Página 22)
Arremetió contra los intelectuales progresistas: “Bernard Shaw, Herbert Wells y Bertrand Russel, tres formidables enemigos del Cristianismo, han moldeado el alma de los ingleses más que todos los eclesiásticos juntos” (Página 25)
“Las miserias de nuestro pueblo”
Así tituló el Padre Hurtado el primer capítulo dedicado a Chile. En él afirmó: “El más aparente de nuestros problemas es el de la miseria de nuestro pueblo, que tiene como primera causa la falta de educación, más otros factores de orden moral y económico”. Agregando: “No podemos en Chile obtener reforma alguna sin dar antes solución al problema de la ignorancia y falta de educación de nuestro pueblo. Graves son los problemas de salario, los problemas políticos, la lucha de clases tan apasionada durante estos últimos años, pero todos ellos encierran la más profunda de sus raíces en la falta de una verdadera cultura de nuestro pueblo”. (Página 51).
Interesante. Se puede marcar un paralelo entre el pensamiento de Luis Emilio Recabarren y el del jesuita. Ambos plantearon la necesidad de educar a los trabajadores. Recabarren para crear en ellos conciencia de clase y transformarlos en una fuerza capaz de producir el cambio del capitalismo por una sociedad mejor. El padre Hurtado, para capacitarlos a resolver sus problemas más urgentes, pero dentro del régimen de explotación del hombre por el hombre. El padre Hurtado repetía insistentemente: “Acabar con la miseria es imposible, pero luchar contra ella, es deber sagrado”.
Resulta también de enorme interés que el sacerdote reconozca la existencia de la lucha de clases, concepto que hasta hoy niegan no sólo las clases dominantes, sino que incluso algunos que se autodefinen como “izquierdistas”.
Pobres y ricos
En el capítulo “El problema económico del pobre”, escribió: “La miseria en que vive nuestro pueblo es grande. Los salarios no bastan para llenar en muchas industrias y zonas agrícolas las necesidades de un individuo, menos de una familia, en forma humana” (Página 62). Señaló que no le alcanza para alimentarse, menos para vestuario, medicinas y de las entretenciones ni hablar.
Comparó esta existencia miserable con la vida de los ricos, afirmando: “Con lo que gastan las mujeres en cosméticos y los hombres en licor ¡cuántos pobres podrían vivir! Agregaba: “Los patrones católicos ojalá fueran los primeros en preocuparse del problema del salario… Esta es una obligación primordial de su fe” (Página 66)
Observaba con preocupación “que la masa obrera de nuestras ciudades han engrosado en su inmensa mayoría las filas del marxismo, que no puede llevarla sino a experiencias más dolorosas que las pasadas si logra realizarse”. (Página 74)
Educador de juventudes
En ese mismo año 1941 fue nombrado Asesor Arquidiocesano de la Juventud. Sus especiales características hicieron del padre Hurtado un influyente modelo para los jóvenes de su época. Escribió varios libros dedicados a ellos. Realizó múltiples actividades con la juventud: retiros, charlas, clases, organizaciones, desfiles, antorchas. Estos métodos, antes no usados por la Iglesia, resultaron muy atractivos a los jóvenes. Los remecieron, entusiasmaron y convencieron.
Escribía: “Joven que lees estas líneas, si alguna vez en tu vida recibes un llamamiento a algo grande y generoso, apróntate para la lucha y regocíjate de antemano con la victoria”.
En 1942 fue designado asesor nacional de la Juventud. Ahora debía recorrer todo el país, ganando a la joven generación.
Pero las clases dominantes estaban en contra del padre Hurtado. Lo acusaban de injerencia en lo político, de ideas avanzadas en lo social. A ello se unió las fuertes divergencias que habían surgido con sus superiores, algunos de los cuales argumentaban que no obedecía a la jerarquía. Ello obligó al educador juvenil a abandonar esa hermosa obra suya. Fue en diciembre de 1942.
También con los trabajadores
Ya en su primer libro mostró su enorme preocupación por las condiciones de vida de los obreros. Insistía que la sindicalización de los trabajadores era el principal medio para mejorar su calidad de vida, superar las desigualdades y de implantar un orden social cristiano.
El entonces sacerdote José Manuel Santos Ascarza, después Arzobispo Emérito de Concepción, recordaba refiriéndose a los objetivos de la labor sindical del padre Hurtado: “Lo que a él más le preocupaba era que las organizaciones laborales estaban en manos ajenas y empezó a trabajar para formar una Asociación sindical chilena. ‘Manos ajenas’ eran, para el padre Hurtado, aquellas no cristianas y que algunas veces usaban el movimiento sindical con otros fines, ajenos a los trabajadores”.
El 13 de junio de 1947, el padre Hurtado fundó la Acción Sindical Chilena, ASICH. Hay quienes opinan que ésta, más que una central sindical, era un instituto de estudio, desde donde se trabajaba para influir en el movimiento sindical.
Otro cristiano, que también encontró un cauce orientador de su sensibilidad social en el jesuita Fernando Vives Solar, fue Clotario Blest, quien siguió otro camino al del padre Hurtado. Entre ellos no hubo buenas relaciones.
Mónica Echeverría relata en su libro “Antihistoria de un luchador”, que hacia 1950 Clotario Blest, luego de regresar de un viaje a la Unión Soviética, fue invitado por la ASICH para dar una conferencia. Al llegar al local, acompañado por jóvenes comunistas, vio sentados en primera fila a rusos blancos, antisoviéticos. Don Clotario dijo “yo no he venido a polemizar” y se retiró. Días después, el periódico Tribuna Sindical, órgano de la ASICH, denunció a Clotario Blest como “un agente del comunismo”.
Juan Imilán Paisil, último presidente de ASICH (1970-1971) opinó que “hoy el Padre Hurtado nos pediría a todos los trabajadores ser más conscientes y responsables, valorizar la solidaridad… Construir lazos de unidad para trabajar juntos, buscando caminos de consenso.”
No subestimar su labor social
El Padre Hurtado dio gran importancia a la lucha ideológica. Por ello fundó el 1º de octubre de 1951 la revista Mensaje.
En la Revista Universitaria Nº 78 (diciembre 2002- febrero 2003), de la Universidad Católica, se escribe:
“A veces sucede que el peso de la historiografía puede adquirir tal volumen que el contacto con las fuentes del pasado se debilita hasta perderse. Esto sucede con frecuencia con los temas que se relacionan con una suerte de uso público de la historia, los que se convierten en argumentos de actualidad y de información para los medios. La figura del jesuita Alberto Hurtado ha adquirido estas características. Su atractiva imagen de activo apóstol de la acción social de la Iglesia Católica ha terminado por convertirse en un estereotipo, limitado a través de un rico anecdotario y de algunas de sus más visibles iniciativas, como sucede con el Hogar de Cristo… Se trata de una imagen que podríamos llamar ‘impresionista’.”
Es verdad. ¿Será causa de ello la molestia que creó su obra social en ciertos sectores de nuestra sociedad?
El padre Alberto Hurtado falleció en Santiago, el 18 de agosto de 1952. Fue beatificado por Juan Pablo II, el 16 de octubre de 1994. El 23 de octubre de 2005, al ser canonizado por Benedicto XVI, en la Plaza de San Pedro, su nombre fue inscrito en el catálogo de santos.
¿Cuál es el mejor homenaje que se le puede rendir?
Nuestra Gabriela Mistral escribió en la revista Mensaje de noviembre de 1952:
“Y alguna mano fiel ponga por mí unas cuantas ramas de aromo o de pluma de Silesia sobre la sepultura de este dormido, que tal vez será un desvelado o un afligido, mientras nosotros no paguemos las deudas contraídas con el pueblo chileno, viejo acreedor silencioso y paciente. Démosle al Padre Hurtado un dormir sin sobresalto y una memoria sin angustia de la chilenidad, criatura suya y ansiedad suya todavía”.
Conocí, más propiamente dicho, vi por primera vez a Max a poco llegar al exilio en la entonces República Federal Alemana. Fue un 27 de mayo de 1973. Él integraba el Inti Illimani, que actuó en la Carpa del Partido Comunista Alemán (DKP) en la ciudad de Marburg. Poco después, lo vi en el Homenaje a Víctor Jara, realizado en la ciudad de Essen.
Posteriormente, coincidimos en dos grandes actos nuevamente en Marburg; también en eventos del Partido Comunista alemán en Nürenberg, el 17 de septiembre de 1983, y nueve días después en la ciudad de Münich. Él, cantando con su excepcional voz. Yo, interviniendo en nombre del Chile Komitte Marburg o del Partido Comunista de Chile. Por entonces, nuestros contactos fueron sólo de vista y un saludo.
Fue, una vez ya retornado a Chile, cuando lo conocí personalmente. El compañero Camilo Guzmán me había llevado un 30 de marzo a comienzos de los años noventa, al acto de homenaje y conmemoración de los tres comunistas degollados por la dictadura fascista en marzo de 1985. A la vuelta le surgió un problema a Camilo y me dijo que hablaría con Max para me llevara de regreso. Al subir a su vehículo tuve la intuición que se iniciaba una bella amistad.
Hacia comienzos del año 2012, Max fue promovido al Comité Comunal Ñuñoa del Partido Comunista. Allí pude conocerlo mejor. Me impresionó profundamente que un artista de su calidad y mundialmente conocido, fuera tan modesto y sencillo; agregando a ello, una real consecuencia revolucionaria. Para ese Comunal, dirigido por la compañera Carlota Espina, era un lujo tener a un miembro como Max. Y nos correspondió vivir momentos muy difíciles y dolorosos. Surgieron problemas con el Comité Regional Capital, que pretendió imponernos que se aceptaran en la Convocatoria a una Conferencia Comunal, elementos anti leninistas en cuanto al concepto de militante comunista (la vieja polémica de 1903 entre Lenin y Martov). Ante esta violación fragante de los métodos leninistas, a los cuatro miembros del Secretariado no nos quedó más que presentar, con fecha viernes 27 de junio de 2012, la renuncia a nuestros puestos. Enterado de ello, otros cinco miembros del Comunal también renunciaron a sus cargos. Entre ellos estaba el solidario y consecuente Max. Sólo siguieron en la Dirección Comunal tres compañeras. El propio dirigente máximo del Comité Regional reconoció públicamente, en enero de 2016, que entonces él había “intervenido” el Comunal Ñuñoa del Partido.
Fue éste un golpe muy duro para quienes habíamos constituido una eficaz y exitosa dirección leninista. Uno de los nueve compañeros se fue del Partido. Otros dos, no volvieron a ser ya los mismos. Pero la mayoría soportamos con valor la amarga experiencia. Y no nos anulamos. Por el contrario, comprendiendo la necesidad de librar con más fuerza la lucha ideológica bajo las banderas de Marx, Engels, Lenin y Recabarren, creamos el 6 de julio de 2012, el Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER. Max fue uno de sus fundadores y, meses más tarde, pasó a ocupar el puesto de Presidente, destacándose por su labor, siendo por sus infinitas relaciones con personalidades y organizaciones, un dirigente con la capacidad de llegar a los más amplios sectores. Muy positiva ha sido su increíble facilidad para abrirnos tantas puertas.
El CEILER, presidido por Max, ha llevado a cabo importantes actividades. Desde su fundación, cada año organiza actos en Plaza Almagro en conmemoración del natalicio de Luis Emilio Recabarren (6 de julio); homenajes en el Cementerio General a Luis Corvalán (21 julio) y a Recabarren (19 de diciembre). Ha realizado eventos con embajadas de Ecuador y Venezuela; foro-paneles sobre múltiples materias. Ha editado dos libros. Cuenta con el Círculo Virtual de Estudios Histórico-Políticos, a través del cual envía interesantes materiales. También tiene una visitada página Web (www.ceiler.cl) y un Facebook.
En el año 2016 Max fue uno de los candidatos a concejal del Partido en Ñuñoa. Enfrentó la campaña con mucha responsabilidad y consecuencia. Se la jugó por entero, a pesar de que fue una campaña muy mal diseñada: la Comuna dividida en cuatro sectores y cada candidato tenía sólo un sector donde trabajar. En cambio, la concejal en ejercicio, tenía un sector y además podía realizar su campaña en toda Ñuñoa. Con ese factor en contra, Max logró reunir 1.419 votos. Los analistas coinciden en señalar que si hubiera podido trabajar en toda la comuna, habría sido el segundo concejal electo del Partido en Ñuñoa.
Max es un ser humano adornado con bellas cualidades: solidario, con fraternal preocupación por el prójimo; respetuoso, sincero; optimista y alegre. En las muchas ocasiones en que me ha llevado en su auto –recuerdo el rojo con parrilla negra- mientras maneja va entonando melodías o contando interesantes historias. Esas idas y venidas a actos del CEILER o del Partido, se me hacen cortas, a pesar del lento transitar causado por los numerosos “tacos” en las calles de Santiago.
Max tiene un enorme sentido de la responsabilidad. Recuerdo que el CEILER, junto al Sindicatos de Obreros de la Construcción-excavadores-alcantarilleros y la Federación Nacional de Trabajadores de la Construcción convocamos, el domingo 9 de julio de 2017, al Acto en homenaje al 141º natalicio de Luis Emilio Recabarren. Uno de los primeros en llegar a la Plaza Almagro fue Max. Permaneció durante todo el exitoso acto, que contó con numerosos obreros de la construcción. A su término, dos compañeras dirigentes del CEILER, que habían observado que estaba muy decaído, llevaron a Max a la posta. Allí lo estabilizaron. Exámenes posteriores mostraron que su salud estaba complicada con una seria enfermedad.
Y, en ese momento difícil, surge el Max valiente, optimista, con su alegría de vivir. Enfrenta esa nueva tarea, con la responsabilidad de siempre. Toma en serio el tratamiento. No cae en lamentaciones. Se lanza con fuerzas al nuevo desafío que encuentra en su historia. No descarta una ida programada con antelación a su patria, Ecuador. Viaja con su grupo “Max Berrú y los insobornables”. Se reúne con su numerosa familia. Realizan cuatro exitosos conciertos, amén de otras actividades.
Regresa a Chile a comienzos de septiembre de 2017. El viernes 8 de ese mes, en un Teatro Municipal de Ñuñoa desbordante de público, sus compañeros, amigos, colegas y admiradores, le ofrecen un hermoso y solidario homenaje. Allí están las canciones del Illapu, de Pancho Villa, del Inti Illimani (del cual Max es uno de sus fundadores) y de muchos otros artistas.
El sábado 16 de septiembre, Max me llama por teléfono. Me pregunta si tengo libros sobre Fernando Ortiz. Le respondo positivamente.
-Voy a buscar diez, me dice. En minutos llega en su auto roji-negro. Luego de saludar a Marcia y a mí con el cariño de siempre, me cuenta:
– Se los voy a llevar a la compañera María Luisa Ortiz, que me los encargó. Conversamos un rato y al despedirse me dice:
– No te olvides que el lunes 25 tenemos reunión del CEILER.
Así es Max. Consecuente y optimista, responsable. Un ejemplar militante comunista. Excelente dirigente. También, un buen y sincero amigo.
Por todo ello, le queremos y admiramos.
Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER
Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER
En 1906 se construyó el ferrocarril de la costa colombiana, conectando Santa Marta y Ciénaga (Magdalena). Por entonces, se estableció en el país la compañía estadounidense United Fruit Company para la explotación bananera.
Colombia tuvo gobiernos conservadores, hasta el triunfo de los liberales en las elecciones presidenciales de 1930.
JORGE ELIÉCER GAITÁN, “TRIBUNO DEL PUEBLO”
Nació en Cucunubá (Cundinamarca, Colombia), el 23 de enero de 1898, hijo de una educadora y de un librero.
En 1920 comenzó sus estudios de Leyes en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Colombia. Obtuvo su título de abogado en 1924 con su tesis “Las ideas socialistas en Colombia”. Viajó a Italia donde se incorporó a la Real Universidad de Roma.
Regresó a la patria en 1928. Fue elegido representante en la Cámara. Desde allí denunció la masacre de los trabajadores de las bananeras del Magdalena en la estación de Ciénaga.
La valiente denuncia de ese crimen, cuidadosamente ocultado por los medios de comunicación de entonces, le valió a Gaitán el título de “tribuno del pueblo”.
LA MASACRE DE CIÉNAGA
El 12 de noviembre de 1928, los 10 mil trabajadores de la United Fruit Company iniciaron una huelga, debido al trato inhumano que recibían de sus explotadores. No era el primer movimiento reivindicativo de esos obreros. Ya habían paralizado sus labores en 1918 y 1924. Siempre recibieron el desprecio y el desconocimiento tanto de la empresa extranjera, como de los gobernantes conservadores.
Ahora, en la tarde del 6 de diciembre de 1928, después de casi un mes de huelga, corrió el rumor que el gobernador de Magdalena se reuniría con ellos en la estación ferroviaria de Ciénaga. Los obreros, con sus familias, acudieron en masa a la esperada entrevista con el primer funcionario del gobierno conservador de Miguel Abadía Méndez (1926 – 1930) que se disponía a hablar con ellos. El tren con el gobernador no llegó, pero sí las balas asesinas, que dejaron más mil muertos, miles de heridos y cientos de detenidos.
LA HUELGA Y LA MATANZA EN “CIEN AÑOS DE SOLEDAD”
El notable escritor colombiano Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura 1982, en su famosa obra “Cien Años de Soledad” relata:
“LA HUELGA GRANDE ESTALLÓ. Los cultivos quedaron a medias, la fruta se pasó en las cepas y los trenes de ciento veinte vagones se pararon en los ramales.
José Arcadio Segundo…“entonces se asomó a la calle, y los vio. Eran tres regimientos cuya marcha pautada por tambor de galeones hacía trepidar la tierra. Su resuello de dragón multicéfalo impregnó de un vapor pestilente la claridad del mediodía. Eran pequeños, macizos, brutos. Sudaban con sudor de caballo, y tenían un olor de carnaza macerada por el sol, y la impavidez taciturna e impenetrable de los hombres del páramo…
“La situación amenazaba con evolucionar hacia una guerra civil desigual y sangrienta, cuando las autoridades hicieron un llamado a los trabajadores para que se concentraran en Macondo. El llamado anunciaba que el Jefe Civil y Militar de la provincia llegaría el viernes siguiente, dispuesto a interceder en el conflicto…
“Hacia las doce, esperando un tren que no llegaba, más de tres mil personas, entre trabajadores, mujeres y niños, habían desbordado el espacio descubierto frente a la estación y se apretujaban en las calles adyacentes que el ejército cerró con filas de ametralladoras…
“Un poco antes de las tres corrió el rumor de que el tren oficial no llegaría hasta el día siguiente. La muchedumbre cansada exhaló un suspiro de desaliento. Un teniente del ejército se subió entonces en el techo de la estación, donde había cuatro nidos de ametralladoras enfiladas hacia la multitud, y se dio un toque de silencio”. (Leyó un Decreto que) “declaraba a los huelguistas cuadrilla de malhechores y facultaba al ejército para matarlos a bala. Leído el decreto, en medio de una ensordecedora rechifla de protesta, un capitán sustituyó al teniente en el techo de la estación, y con la bocina de gramófono hizo señas de que quería hablar. La muchedumbre volvió a guardar silencio.
-Señoras y señores -dijo el capitán con una voz baja, lenta, un poco cansada-, tienen cinco minutos para retirarse.
La rechifla y los gritos redoblados ahogaron el toque del clarín que anunció el principio del plazo. Nadie se movió.
-Han pasado cinco minutos –dijo el capitán en el mismo tono-. Un minuto más y se hará fuego…
El capitán dio la orden de fuego y catorce nidos de ametralladoras les respondieron en el acto… Una fuerza sísmica, un aliento volcánico, un rugido de cataclismo, estallaron en el centro de la muchedumbre con una descomunal fuerza expansiva… (Gabriel García Márquez: “Cien Años de Soledad”. La Habana, 1969, páginas 360 a 366).
Los datos sobre la masacre de 1928 en Colombia hacen recordar lo ocurrido en Chile en la Escuela Santa María de Iquique en 1907.
LÍDER DE LOS LIBERALES
En 1930 los liberales ganaron las elecciones presidenciales. En 1931, Gaitán fue elegido presidente de la Cámara de Representantes. Paralelamente ejerció como docente de la cátedra de Derecho Penal de la Universidad Libre, de la cual fue nombrado su Rector.
Su tenaz oposición al monopolio de la tierra, le ganó el amplio apoyo del campesinado.
En 1933 fundó la Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria (UNIR), que disolvió para vincularse al Partido Liberal, donde planteó la necesidad de una reforma agraria.
Fue nombrado Alcalde de Bogotá, llevando a cabo importante reformas sociales. Otro tanto hizo, al ser designado Ministro de Educación en 1940. Entre sus obras estuvo una gran campaña de alfabetización.
En junio de 1945, en una Convención del Partido Liberal, Gaitán fue propuesto como candidato a la Presidencia de la República. Pero los dirigentes de derecha del Partido impusieron a Gabriel Turnay.
Gaitán no aceptó esa resolución. Y lanzó su candidatura para los comicios del 5 de mayo de 1946. La división de los liberales, permitió el triunfo del abanderado conservador Mariano Ospina Pérez. Después de 16 años de gobiernos liberales, los conservadores volvían al poder.
Gracias al enorme esfuerzo desplegado por Gaitán, en las elecciones parlamentarias del 16 de marzo de 1947 vencieron los liberales. En el Senado 73 liberales y 58 conservadores; en la Cámara de Representantes: 34 liberales y 29 conservadores.
El 24 de octubre de 1947 Jorge Eliécer Gaitán fue proclamado jefe único del Partido Liberal y designado candidato para las elecciones presidenciales de 1950.
Gaitán inició de inmediato su campaña electoral trabajando junto a las masas populares, ganándose el cariño, respeto y apoyo de ellas.
“Gaitán – escribe Eduardo Galeano- es jefe el Partido Liberal, pero es también su oveja negra. Lo adoran los pobres de todas las banderas… La voz de Gaitán desata al pueblo que por su boca grita. Este hombre pone al miedo de espaldas. De todas partes acuden a escucharlo, a escucharse, los andrajosos, echando remo a través de la selva y metiendo espuela a los caballos por los caminos. Dicen que cuando Gaitán habla se rompe la niebla en Bogotá; y que hasta el mismo san Pedro para la oreja y no permite que caiga la lluvia sobre las gigantescas concentraciones reunidas a la luz de las antorchas.
El altivo caudillo, enjuto rostro de estatua, denuncia sin pelos en la lengua a la oligarquía y al ventrílocuo imperialista que la tiene sentada en sus rodillas, oligarquía sin vida propia ni palabra propia, y anuncia la reforma agraria y otras verdaderas que podrán fin a la larga mentira…”
EN LA VÍSPERA
Eduardo Galeano relata: “En la plácida Bogotá, morada de frailes y juristas, el general Marshall se reúne con los cancilleres de los países latinoamericanos…
El general Marshall resiste impasible, con los audífonos pegados a las sienes, el discurserío que arrecia. Sin mover ni los párpados, aguanta las larguísimas profesiones de fe democrática de muchos delegados latinoamericanos ansiosos por venderse a precio de gallo muerto, mientras John McCloy, gerente del Banco Mundial, advierte:
– Lo lamento señores, pero no he traído mi libreta de cheques en la maleta…
Mientras cancilleres y doctores claman, proclaman y declaman, la realidad existe. En los campos colombianos se libra a tiros la guerra entre conservadores y liberales; los políticos ponen las palabras y los campesinos ponen los muertos…”
ASESINATO DE GAITÁN Y EL “BOGOTAZO”
El líder liberal aparecía como seguro vencedor de las elecciones de 1950. Organizó en febrero de 1948 la Marcha del Silencio por el centro de Bogotá. Durante dos horas una multitud desfiló, sin emitir sonido, en defensa de la vida y en protesta por los asesinatos de varios liberales perpetrados en diferentes puntos del país por Gobierno conservador.
El 9 de abril de 1948 Gaitán se reunió con un grupo de partidarios en su despacho. Salieron a almorzar a las 13 horas. En ese momento se acercó un hombre al líder liberal y le disparó tres balazos que lo dejaron gravemente herido. Sus amigos lo trasladaron a la Clínica Central. Allí el médico Pedro Eliseo Cruz procedió a efectuarle una transfusión de sangre. Estaba en ello cuando falleció Jorge Eliécer Gaitán.
Mientras tanto, las personas que habían presenciado el feroz atentado persiguieron al criminal, gritando “Asesinaron al doctor Gaitán, cojan al asesino”. Un policía intentó proteger al sicario de la multitud. Introdujo a Juan Roa Sierra, así se llamaba el asesino, a una droguería. Hasta allí llegó la gente que, furiosa, mató a golpes al sicario.
No hubo dudas que detrás de Roa Silva estaba la mano de la reacción. Estalló una insurrección popular en Bogotá, que luego se extendió a otras ciudades de Colombia, contra el gobierno del conservador Mariano Ospina Pérez, a quien exigían la renuncia. Esta insurrección se conoce con el nombre de “bogotazo”
El saldo fue: varios cientos de muertos y heridos, la destrucción de parte central de la capital y el inició de una nueva etapa caracterizada por el recrudecimiento de la violencia a nivel nacional…
LA INSURRECCIÓN SEGÚN EDUARDO GALEANO
“El pobrerío, brotando de los suburbios y descolgado de los cerros, avanza en tromba hacia todos los lugares, huracán de dolor y de la ira que viene barriendo la ciudad, rompiendo vidrieras, volcando tranvías, incendiando edificios:
– ¡Lo mataron! ¡Lo mataron!
Invaden el centro de Bogotá las ruanas indias y las alpargatas obreras, manos curtidas por la tierra o por la cal, manos manchadas de aceite o de lustre de zapatos, y al torbellino acuden los changadores y los estudiantes y los camareros, las lavanderas del río y las vivanderas del mercado, las sieteamores y los sieteoficios, los buscavidas, los buscamuertes y los buscasuertes: del torbellino se desprende una mujer llevándose cuatro abrigos de piel, todos encima, torpe y feliz como una osa enamorada y como un conejo huye un hombre con varios collares de perlas en el pescuezo y como una tortuga camina otro con una nevera a la espalda… Bogotá es una inmensa fogata y el cielo una bóveda roja…
Tres tanques encabezan la embestida contra el palacio presidencial. Los tanques llevan gente encima, gente agitando banderas y gritando el nombre de Gaitán, y detrás arremete la multitud erizada de machetes, hachas y garrotes. No bien llegan al palacio, los tanques se detienen. Giran lentamente las torretas, apuntan hacia atrás y empiezan a matar pueblo a montones…
“Suenan los últimos tiros. La ciudad arrasada por el fuego, recupera el orden. Al cabo de tres días de venganza y locura, el pueblo desarmado vuelve al humilladero de siempre a trabajar y tristear.
El general Marshall no tiene dudas. El bogotazo ha sido obra de Moscú. El gobierno de Colombia suspende relaciones con la Unión Soviética”.
UN REPORTAJE DE GARCÍA MÁRQUEZ
El escritor colombiano trabajó como periodista entre finales de 1957 y comienzos de 1959. En ese período escribió muchos reportajes, los que fueron reunidos y publicados en 1975, en Barcelona, bajo el título de “Cuando era feliz e indocumentado”
En uno de ellos, titulado “Su primera experiencia: ‘El Bogotazo’”, relata un hecho poco conocido:
“…Cuando el pueblo bogotano se lanzó a la calle en una demoledora explosión de cólera por el asesinato de su caudillo máximo, dos muchachos cubanos que se encontraban allí por casualidad, participaron en la acción popular. ‘Eran dos muchachos entusiastas, espigados, vestidos con chaqueta de cuero’, recuerda un político colombiano que en esa ocasión los conoció de manera accidental. Movidos por el fervor democrático, ellos trataron de orientar la desenfrenada cólera de la muchedumbre hacia un objetivo preciso: el poder. Un grupo de políticos liberales que los encontró en la mañana del 10 de abril preparando a las brigadas callejeras para atacar un cuartel, los disuadió de su temeridad. ‘Ayer hubiera sido posible –les dijeron-, ahora no, la situación ha cambiado’.
Les hicieron ver el nido de ametralladoras emplazado en la azotea del cuartel:
– Contra eso no resistirán veinte minutos.
El más alto de los dos, cuyo rasgo predominante era la arqueada nariz ósea, pareció reflexionar y desistió de la temeraria acción.
Nunca más se supo de ellos. Pocos días después, los periódicos convirtieron a esos dos muchachos en una leyenda. Se habló de dos cubanos que, según se decía, habían comandado el ‘bogotazo’. Se llegó a decir que incluso en el hotel donde se hospedaban el detectivismo decomisó un plan minucioso del asesinato de Gaitán. La verdad es que los dos muchachos cubanos, estudiantes, habían llegado a Bogotá a fines de marzo, con el propósito de asistir a un congreso estudiantil. Ante la explosión popular no habían podido contener su entusiasmo y se habían lanzado a la calle, como lo hicieron tantos demócratas extranjeros residentes en Bogotá: exiliados de Santo Domingo, estudiantes de Venezuela, mexicanos, perseguidos del peronismo.
Sólo ahora –concluye su reportaje Gabriel García Márquez- olvidada la leyenda de los dos cubanos que se mezclaron a la multitud bogotana el 9 de abril de 1948, se conoce la identidad de unos de ellos, el más espigado, sereno y decidido, era Fidel Castro.”
(Gabriel García Márquez: “Cuando era feliz e indocumentado”. Barcelona, 1975, páginas 120, 121 y 122).
LA ENTREVISTA QUE NO SE REALIZÓ
La ya mencionada Novena Conferencia Panamericana se inició el 30 de marzo de 1948. En ese evento, que se prolongó hasta el 2 de mayo, nació la OEA (Organización de Estados Americanos) y los países participantes se comprometieron a luchar contra el comunismo.
La delegación de Estados Unidos, encabezada por el general Marshall, traía como principal propósito que se declarara al comunismo fuera de la ley. Y lo logró.
La OEA, fundada el 30 de abril de 1948, se transformó en un pilar de la guerra fría y de la campaña anticomunista a nivel continental, un fiel instrumento de la política del imperialismo estadounidense.
Paralelamente a la Novena Conferencia, como réplica a ella y en protesta contra la intervención de Estados Unidos en varios países de América Latina, se realizó en Bogotá un Congreso Latinoamericano de Estudiantes, en que participó Fidel Castro.
Al saber éste, que el dirigente popular más importante de Colombia era en ese momento Jorge Eliécer Gaitán, le solicitó una entrevista. Esta quedó acordada para las dos de la tarde del 9 de abril de 1949. Pero, a las 13,05 de ese día fue asesinado el líder colombiano.
DEL BOGOTAZO A LAS FARC
Con el asesinato de Gaitán, desapareció el único hombre que, en ese momento, interpretaba el descontento popular en Colombia. Se abrió una etapa de tierras arrasadas y de un brutal enfrentamiento entre el gobierno conservador y la oposición.
Contra esa política terrorista, que ya tenía años, comenzó -de manera espontánea- la resistencia popular. Especialmente brutales fueron las acciones en Casanare y el Meta. Ello obligó a sus habitantes a armarse y a actuar en grupos.
Un sector de la dirección nacional del Partido Liberal resolvió promover acciones civiles y militares contra el gobierno. Se acordó una insurrección para el 27 de noviembre de 1949, lo que fue informado a los oficiales comprometidos y a los dirigentes liberales. Hubo una contraorden. Esta no llegó al capitán Alfredo Silva, quien se tomó la guarnición de Villavicencio. Cuando conoció la nueva situación, no supo qué hacer. Les pidió a sus hombres que se desplazaran a Puerto López. Allí surgió un improvisado jefe popular, Eliseo Velásquez, “Cheíto”, quien asumió la jefatura de esa guerrilla.
Pronto se multiplicó la lucha por los llanos orientales. Todos sus habitantes se alzaron en armas contra el gobierno conservador. Combatían guerrillas liberales y comunistas.
En junio de 1953 se produjo el golpe militar del general Rojas Pinilla. Se decretó una amnistía. Un total de 6.500 guerrilleros liberales se entregaron con sus armas. Previamente, la dirección del Partido Liberal había ordenado su desmovilización.
Las guerrillas comunistas no se entregaron. Contra ellas cayó la represión. Hubo un período de lucha por la supervivencia. Después, surgieron las Fuerzas Revolucionarias en varias regiones, con un Comando General Guerrillero.
Años después, en 1964, ya extendidas por todo el país, se crearon las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), con un secretariado, encabezado por su fundador, el líder campesino Manuel Marulanda Vélez. Su verdadero nombre era Pedro Antonio Marín y había nacido en Génova, Colombia, el 12 de mayo de 1930. Dirigió a las FARC durante 44 años, hasta su muerte ocurrida el 26 de marzo de 2008.
En el año 2017, las FARC abandonaron la lucha guerrillera y se transformaron en partido político con el nombre de Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común.