A 147 años de la primera revolución proletaria de la historia

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

En julio de 1870, el emperador francés Napoleón III –llamado el pequeño sobrino del gran tío- intentando salvar su tambaleante imperio, declaró la guerra a Prusia. Las tropas imperiales fueron vergonzosamente derrotadas.

El 4 de septiembre de 1870, se produjo una insurrección popular, que fue aprovechada por la burguesía para formar un gobierno provisional. Este organizó la defensa contra los invasores prusianos. Pero sus tropas fueron también vencidas.

En febrero de 1871 se constituyó un gobierno reaccionario, encabezado por Adolfo Thiers, que reprimió al pueblo.  En ese mismo mes se organizó en París el Comité Central de la Guardia Nacional, que agrupó a los batallones de obreros y artesanos.

LA PRIMERA REVOLUCIÓN PROLETARIA DE LA HISTORIA

El gobierno de Thiers instaló su sede en Versalles. En marzo de 1871, envió tropas sobre París para desarmar a los batallones populares.

En el amanecer del 18 de marzo de 1871, soldados de Thiers llegaron a las colinas de Montmartre, al norte de París, con la intención de arrebatar los cañones allí emplazados por la Guardia Nacional. Al conocerse la noticia se hicieron presentes decenas de milicianos de los batallones obreros. Ante esta resistencia popular, los soldados de Thiers en vez de disparar, confraternizaron con los revolucionarios.

Al anochecer de ese 18 de marzo de 1871, todas las dependencias del Estado fueron ocupadas por destacamentos de la Guardia Nacional. Por todas partes de la capital francesa flameaban rojas banderas.

Se había llevado a cabo la primera revolución obrera de la historia. Era el 18 de marzo de 1871.

LA COMUNA DE PARÍS

El 26 de marzo tuvieron lugar las elecciones para designar los miembros del Consejo de la Comuna. Concurrieron a las urnas 300 mil ciudadanos.

El 28 de marzo de 1871 fue proclamada la Comuna de París. Por primera vez la clase obrera había conquistado el poder.
La plaza de la Municipalidad y las calles adyacentes estaban colmadas de público y de tropas de la Guardia Nacional. En el escenario, levantado al efecto, se ubicó el Comité Central de la Guardia Nacional y los miembros electos del Consejo de la Comuna.
Un dirigente proclamó la Comuna. Al nombrar a los miembros del Consejo, un grito ensordecedor se elevó desde el corazón mismo de París: ¡Viva la Comuna!

Luisa Michelle, una maestra de cuarenta años de edad, formó parte del Comité de Vigilancia, fue secretaria del Comité de Mujeres Obreras y miembro del Comité Central de la Unión de Mujeres.
Resonaron los tambores; el tronar de los cañones estremeció la tierra.

No se pronuncian discursos. Sólo exclamaciones de ¡Viva la Comuna!

Las bandas atacan los acordes de la Marsellesa y del Canto de la Partida. Millares de voces le hacen coro.

¿QUIÉN ERA LUISA MICHELLE?

Luisa Michelle

Luisa Michelle (Louise Michelle) había nacido en Vroncourt-la-Côte, departamento de Haute-Marne (Francia) el 29 de mayo de 1830. Era hija natural de una sirvienta, Marianne Michelle, y del hijo de la mansión, Etienne Charles Demahis. Los abuelos maternos le dieron una educación liberal.

Por entonces, la moderna lucha de clases en Francia alcanzaba una aguda confrontación. En junio de 1848 se produjo la insurrección de los obreros parisinos que levantaron barricadas. Fueron aplastados sangrientamente por las tropas del gobierno de la burguesía.
En 1850, después de la muerte de su abuelo, Luisa inició sus estudios para maestra.

EDUCADORA

Luisa se tituló como profesora. Se negó a prestar juramento ante Napoleón III. Esto le impidió ejercer en la enseñanza pública. Entre 1852 y 1855 abrió escuelas en tres ciudades del departamento de Haute-Marne, en las que practicó una enseñanza basada en los ideales republicanos. En 1856 se trasladó a París, donde se dedicó a la educación durante quince años. Abrió una escuela en 1865 y otra en 1868. Apoyó todas las iniciativas progresistas, como por ejemplo, la creación de escuelas profesionales y orfanatos laicos.

Le interesaba la literatura. Escribió algunos libros, entre ellos uno de poemas, que firmó con el seudónimo “Eljolras”. Conoció a Víctor Hugo, una de las personalidades más famosas e respetadas de la época, con quien mantuvo una correspondencia entre 1850 a 1879.

REVOLUCIONARIA

Tomó contacto con los círculos revolucionarios, donde trabó amistad con Jules Vallés, Eugène Varlin, Raoul Rigault, Emile Eades. Fue colaboradora habitual de los periódicos de la oposición, como “El grito del pueblo”.

En 1862, se hizo socia de la “Unión de los poetas” En 1869 fue elegida secretaria de la “Sociedad Democrática de la Moralización”, cuya finalidad era ayudar a las obreras. Por entonces simpatizaba con el movimiento revolucionario fundado por el republicano socialista Luis A. Blanquier.

Cuando estalló la Revolución Proletaria del 18 de marzo de 1871, Luisa tuvo en ella activa participación y, como hemos ya visto, también en la proclamación de la Comuna de París.

LA SEMANA DE MAYO

El 21 de mayo de 1871, las tropas de Thiers, con apoyo de los invasores prusianos, lanzaron el asalto general. Un traidor les había revelado el punto débil de la defensa. Por ahí irrumpieron.
Una lucha encarnizada, terrible, se libró en las calles de París. Ese episodio pasó a la historia como la Semana de Mayo.

Luisa Michelle se unió, como muchas otras mujeres, a los obreros defendiendo la Comuna de París, ese poder obrero que se alzaba por vez primera sobre la faz de la tierra.

COMBATIERON DIEZ MIL MUJERES

Luisa Michelle, fusil en mano, encabezó un batallón de mujeres. En las barricadas tomaron parte cerca de diez mil mujeres obreras, socorriendo a los heridos, levantando trincheras y luchando en ellas.
Se combatía contra fuerzas muy superiores. Los comuneros defendían cada barrio proletario, cada casa.

En sus memorias Luisa Michelle relató los últimos combates que libraron 200 comuneros en el Cementerio Père Lachaise: “Un puñado de valientes lucha en el cementerio contra un ejército entero. Se combate entre las tumbas, en las zanjas y en el interior de las bóvedas; se combate cuerpo a cuerpo, con sables, con bayonetas, a culatazos; muchísimo más numerosos, mejor armados, con sus fuerzas frescas reservadas para la represión en París, los versalleses masacran implacablemente a los valientes… Al caer la noche, un grupo de sobrevivientes de los heroicos defensores de París fue cercado y fusilado junto a los muros del cementerio”.

(Ese muro, llamado “Muro de los Federados” es un lugar donde culminan las marchas de los trabajadores de París. Incluso, durante la ocupación nazi, a pesar de la estricta vigilancia ejercida por los soldados alemanes, cada mayo aparecían flores rojas en ese lugar. Fue un símbolo de la resistencia).

LA DERROTA

El 28 de mayo de 1871 cayó la última barricada levantada en el barrio proletario, en la calle de Ramponeau. Cayeron los últimos heroicos combatientes, defendiendo el primer Estado obrero de la historia. Murieron gritando: ¡Viva la Comuna de París!
La contrarrevolución había triunfado.

Lo del 28 de mayo fue sólo el inicio de la feroz matanza de los obreros parisinos. Treinta y seis mil comuneros fueron masacrados, Más de cuarenta mil arrojados a prisión y deportadas a lejanas colonias, condenados a trabajos forzados. Entre estos últimos estaba Luisa Michelle.

Le habían seguido un juicio, iniciado en diciembre de 1871. En él no se defendió. Reconoció la responsabilidad por todas sus acciones. Con audacia y orgullo planteó los objetivos de la revolución social. Dijo: “Ya que parece que un corazón que late por la libertad tiene derecho sólo a una pequeña bala de plomo, exijo mi parte. ¡Si no sois cobardes, matadme!”

DESTERRADA

Más tarde, desde la cárcel, le escribió al general Appert, que encabezaba los procesos: “Si usted no quiere pasar por las formalidades legales, usted ya conoce bastante sobre mí para fusilarme. Estoy lista y el llano de Satory está cercano. Usted y todos sus cómplices saben muy bien que si salgo viva de aquí yo voy a vengar a los mártires. ¡Viva la Comuna!”

Hacia junio de 1872 habían sido procesados 32.905 comuneros y Luisa Michelle observó que no condenaron a muerte a ninguna de las mujeres más valientes que se distinguieron en la lucha por la Comuna, con el fin de cuidar la imagen de la contrarrevolución.
La condenaron a 15 años de trabajos forzados en Nueva Caledonia (territorio de ultramar de Francia, ubicada en el océano Pacífico al Este de Australia). Intentó escapar, sin éxito, un par de veces.

RETORNA A LA PATRIA

Amnistiada al cabo de 9 años, regresó a París convertida en una revolucionaria convencida. Fue recibida con un masivo acto de bienvenida por el pueblo parisino.

Efectuó una gira dictando conferencias por toda Francia, Bélgica e Inglaterra. Fue condenada en varias ocasiones a diversas penas de prisión. En una oportunidad se dictó la pena de un nuevo confinamiento. Pero no se llevó a cabo. Los multitudinarios funerales de su madre, donde concurrieron muchos grupos revolucionarios, hicieron retroceder a las autoridades reaccionarias.
En 1890 se exilió en Inglaterra, regresando a su patria en 1895.

UNA IMPRESCINDIBLE

En 1898 escribió “Memorias de la Comuna”. En ellas señaló: “La revolución es aterradora, pero su objetivo es ganar la felicidad para la humanidad. Tiene combatientes intrépidos, luchadores sin piedad, y los necesita. La Revolución saca a la humanidad de un mar de fango y sangre, y el océano en el cual miles de personas desconocidas viven como festín para tiburones, y si la revolución debe causar dolor para alcanzar su victoria, es necesario.

“Cuando llegue la Revolución, tú y yo y toda la humanidad seremos transformados. Todo cambiará y mejores tiempos tendrán los gozos que la gente de hoy no puede comprender. Los sentimientos por el arte y la libertad seguramente se harán mayores, y la cosecha de ese desarrollo será maravillosa. Más allá de este tiempo pasado vendrá un día en el que la humanidad libre y consciente de su poder ya no torturará hombre o bestia. La esperanza vale todo el sufrimiento que sentimos cuando pasamos los horrores de la vida”.

Luisa Michelle continuó inalterable con su labor revolucionaria hasta el final de sus días. Murió de pulmonía en 1905 en el Hotel Oasis de Marsella. Miles de personas participaron en sus funerales efectuados en París.

Fue, al decir de Bertolt Brecht, una imprescindible: luchó toda la vida.

LEGADOS INMORTALES DE LA SEMANA DE MAYO

La reacción aplastó en un terrible baño de sangre a aquellos que pretendieron tomar el cielo por asalto. Pero, su ejemplo inspiró muchos episodios de la historia mundial y seguirá inspirando a todos los que quieren cambiar el mundo de fase.

De los hechos históricos en la semana sangrienta nacieron para la humanidad los dos grandes símbolos del movimiento obrero mundial: la bandera roja, reseña oficial de los comuneros franceses y el himno por excelencia del movimiento obrero “La Internacional”, nacido al calor de la primera Asociación Internacional de Trabajadores, establecida por Marx y Engels unos años antes, que fue escrito por el poeta y revolucionario francés Eugéne Pottier durante los días de la Comuna.

LOS ECOS EN CHILE

El periódico chileno, “El Proletario”, de Tocopilla, fundado por Recabarren, publicó con fecha 24 de enero de 1905 un homenaje a Luisa Michelle, con motivo de su fallecimiento ocurrido el 10 de enero de 1905. Allí se decía:

“Luisa Michelle, profesora parisina, militante ardorosa de la Asociación por los Derechos de la Mujer, se une, como muchas otras mujeres, a los obreros que luchan contra la dictadura militar del Segundo Imperio. Combate en defensa de la Comuna de París en 1871. Derrotada la Comuna, es condenada a 15 años de trabajos forzados en Nueva Caledonia. Amnistiada al cabo de 9 años, regresa a París ya convertida en socialista convencida. Escribe y defiende los derechos del socialismo y de la mujer, lo que le reporta varias condenas y prisión”.

En este mismo periódico, en su edición del 18 de marzo de 1905, Luis Emilio Recabarren escribió sobre la Comuna de París. En parte señalaba:

“Los sublevados de París que al grito de la ‘Comunne’ (Comuna) quisieron derribar la opresión burguesa, cayeron asesinados por millares… La ‘Comunne’ proclamaba lo que llevamos como un programa en nuestros corazones los que nos llamados hombres libres; proclamaba el trabajo para todos como una necesidad para la salud física, la producción y el consumo en común y el libre cambio por la acción libre de los hombres…”

“El Despertar de los Trabajadores” de Iquique, de fecha 22 de julio de 1916, informaba sobre la fundación en ese puerto del “Centro Instructivo de Obreras Librepensadoras Luisa Michelle”.

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