El golpe que derrocó a Joao Goulart

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

El 31 de marzo de 1964, el general Olimpio Mourão Filho encabezó el movimiento de las tropas hacia Río de Janeiro, bajo el pretexto de  salvar a Brasil del abismo. Los demás generales se le fueron adhiriendo, uno tras otro. Mientras tanto, avanzaban rumbo al Brasil, desde los Estados Unidos, un portaaviones, numerosos aviones, varias naves de guerra y cuatro buques petroleros: es la Operación Brother Sam, paras ayudar al alzamiento.

Carlos Fico, historiador brasileño afirma la existencia de un telegrama enviado desde el Departamento de Estado a Gordon el mismo día en que los militares se levantaron contra el gobierno de Goulart, donde se detallaba la ayuda que enviarían a las fuerzas golpistas: cuatro barcos petroleros, un portaaviones, seis barcos de guerra, 110 toneladas de municiones y gases lacrimógenos para controlar a las multitudes, diez aviones de carga, seis de guerra y seis de reabastecimiento. Naturalmente, Washington negó siempre su participación en el golpe militar.

El golpe de Estado para derrocar el gobierno de João Goulart fue bautizado cínicamente como “Revolución Redentora” y lo justificaron aludiendo al deseo del Presidente Goulart de modificar la Constitución para mantenerse en el poder. Según tal argumento, el motivo del golpe era “salvar el orden constitucional en Brasil”.
El presidente constitucional se refugió en el Rio Grande do Sul.
El 2 de abril, el Congreso Nacional declaró la vacante de João Goulart en la posición del presidente y la apertura de la posición del jefe de la nación al Presidente de la Cámara de Diputados, Ranieri Mazzilli.

WASHINGTON ESTABA DETRÁS

Detrás del golpe estaba la funesta mano del imperialismo estadounidense. A finales de 1963, tres meses y medio antes del golpe, el entonces embajador estadounidense, Lincoln Gordon, redactó, a finales de 1963, un informe titulado “Un plan de contingencia para Brasil”, en el que planteaba posibles escenarios políticos. Por un lado, Gordon describía el riesgo de una revuelta “de extrema izquierda” incluso, de una “intervención comunista” en el país con el apoyo de la ex – Unión Soviética y Cuba. Por el otro lado, el diplomático planteaba la posibilidad que Goulart fuera “convencido” de dejar el poder por fuerzas “constructivas”. En su lugar, adelantaba, asumiría el entonces presidente de la Cámara de Diputados, Ranieri Mazilli.

EL TERRORISTA LYNDON JOHNSON

El gobierno federal de Estados Unidos negó el haber intervenido en el golpe militar brasileño. Sin embargo, en los documentos que se han hecho públicos desde entonces, incluidos los documentos del archivo del National Security Archive, se muestra que la Administración Kennedy había establecido contactos con las fuerzas armadas brasileñas para preparar el golpe militar, el cual contó con el apoyo de la Administración Johnson, después del asesinato del Presidente Kennedy.

El propio presidente norteamericano Lyndon Johnson, participó directamente en la decisión del golpe: “Me parece que debemos dar todos los pasos que podamos, estar preparados a hacer lo que necesitemos”, ordenó Johnson al subsecretario de Estado, George Bail, en una conversación telefónica el mismo 31 de marzo de 1964. Horas después el presidente Goulart, marcharía al exilio.

¿QUIÉN ERA EL PRESIDENTE DERROCADO?

Joao Belchior Marques Goulart había nacido el 1 de marzo de 1919 en São Borja, Río Grande do Sul, Brasil.

Era hijo de Vicente Rodrigues Goulart, propietario de grandes extensiones de tierras y de Vicentina Marques.
Joao Goulart (apodado “Jango”) cursó la carrera de Derecho en 1939, en la facultad de Porto Alegre. Al acabar sus estudios se dedicó a la administración de la hacienda familiar. Inició su carrera política en 1950 como diputado federal en Río Grande do Sul por el Partido Laborista Brasileño (Partido Trabalhista Brasileiro, PTB).
De 1953 a 1954, durante el gobierno de Getulio Vargas fue ministro de Trabajo, de la Industria y del Comercio.

Ocupó el cargo de presidente del Partido Trabalhista Brasileiro. Se mantuvo leal a las políticas de Getulio Vargas, tendientes a aumentar la intervención del estado en la economía de Brasil
En 1955 fue vicepresidente con Juscelino Kubitschek y en 1961 con Janio Quadros. Destacó por su influencia en favor del intervencionismo estatal y por su política de apoyo a la clase obrera, mediante elevación de salarios y la realización obras públicas.
A pesar de pertenecer a una familia poderosa, Goulart era muy popular entre clases populares y mantenía buenas relaciones con los trabajadores y los sindicatos. Como ministro del trabajo, Goulart propuso un aumento de 100% de los salarios mínimos.
En 1961 Janio Quadros dimitió. Entonces Joao Goulart asumió la presidencia.

UN GOBIERNO PATRIOTA Y PROGRESISTA

En su gobierno, aprobó leyes que garantizaron beneficios para los trabajadores de la ciudad y del campo. Además, disminuyó la participación de las empresas extranjeras en ciertos sectores estratégicos de la economía. Mantuvo una política exterior independiente: reanudó las relaciones diplomáticas con la Unión Soviética y se negó a apoyar una invasión a Cuba, propuesta por el presidente estadounidense John F. Kennedy.
El desempleo, la inflación y el hambre aumentaron las tensiones sociales en el país.

El 13 de marzo de 1964, en un discurso pronunciado ante 150 mil personas, Jango anunció importantes reformas, como la nacionalización de las refinerías de petróleo y la expropiación de tierras para la aplicación de la reforma agraria.

LA SEDICIOSA Y GOLPISTA DERECHA BRASILEÑA

El 19 de marzo, en Sao Paulo, la derecha organizó una protesta, cuyo objetivo era movilizar a la opinión pública contra el gobierno de Jango y su política que, según ellos, culminaría con la llegada de “un régimen comunista totalitario en el Brasil”.

Joao Goulart era un rico agricultor, que había ido simpatizando con las demandas hechas por los trabajadores agrícolas e industriales, aumentando su salario mínimo. Éstas y otras medidas establecidas a favor de las clases populares antagonizaron a la oligarquía brasileña, que acusó (sin ninguna evidencia) a Goulart de querer establecer un sistema político comunista. Nunca se documentó, por cierto, que el Presidente Goulart intentara cambiar la Constitución para permanecer en el poder. Tal falta de evidencia no fue obstáculo para que los mayores medios de información de Estados Unidos (desde el The New York Times en el Este del país hasta el Los Angeles Times en el Oeste) informaran de lo ocurrido según la visión de los golpistas, explicando el golpe como un acto percibido como necesario para mantener la Constitución brasileña.

Joao Goulart hablándole al pueblo

JOAO GOULART MUERE EN EL EXILIO

Lyndon Johnson envía desde Washington el más cálido reconocimiento a los autores del cuartelazo, aunque Goulart todavía ocupa la presidencia, y el Departamento de Estado anuncia generosos préstamos para el nuevo gobierno. Desde el sur, Leonel Brizola intenta, sin eco, la resistencia.

Después de dos días de sublevaciones, miles de soldados tomaron Río de Janeiro en la madrugada del 2 de abril, mientras el presidente del Congreso se preparaba a anunciar que Goulart había dejado la Presidencia y que su lugar sería ocupado por Mazilli. El mandatario, un seguidor del ex presidente Getúlio Vargas, no ofreció resistencia a las Fuerzas Armadas y se exilió en Argentina, donde permaneció hasta su muerte, en 1976.

CASTELLO BRANCO INICIA 21 AÑOS DE DICTADURA

Dos semanas después del golpe de 1964, asumió la presidencia el jefe del Estado Mayor del Ejército, Castello Branco, marcando el inicio de veinte años de dictadura.

El entonces embajador Gordon llamó a las fuerzas opositoras de Goulart como “constructivas” que habrían “convencido” al presidente de “entregar el poder”, de acuerdo a los documentos divulgados por la cadena Globo.

Con la caída de Goulart comenzó una dictadura que se prolongó en el poder hasta 1985. Fue uno de los períodos más nefastos de la historia brasileña y también uno de los menos discutidos.
No se sabe cuántas personas murieron ni cómo fueron asesinadas en la mayoría de los casos. Las cifras seguramente no serán tan altas como las que dejó la última dictadura argentina. No obstante, los métodos utilizados fueron los mismos: censura, tortura y terrorismo.

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