Juan Vargas Puebla: Necesaria pero breve reflexión sobre el apoyo a Nicaragua

A diferencia de otros que dudan, que no son claros, que callan , que son incapaces de ver cuál es el enemigo fundamental de los pueblos, nosotros, los del CEILER, no nos perdemos en el caso de Nicaragua. No escondemos los errores cometidos por el Gobierno de Ortega ni podemos estar de acuerdo con ellos, pero sabemos que el ave de rapiña del imperialismo está detrás de la violencia que sufre Nicaragua (vivimos la experiencia previa al golpe en Chile) y sabemos que de caer el gobierno elegido por el 76% de los votos llegaría otro elegido por un solo voto, el del imperialismo. Por ello concordamos con lo escrito por Atilio Bordón que finaliza su magnífico artículo diciendo:

“Estando en el Foro de Sao Paulo que tiene lugar en La Habana pude deleitarme en la contemplación del Caribe. Allí divisé, a lo lejos un frágil botecito. Lo manejaba un robusto marinero y, en el otro extremo se encontraba una joven muchachita. El timonel parecía confundido y se esforzaba para mantener el rumbo en medio de una amenazante marejada. Y se me ocurrió pensar que esa imagen podía representar con elocuencia al proceso revolucionario, y no sólo en Nicaragua sino también en Venezuela, Bolivia, donde sea. La revolución es como aquella niña, y el timonel es el gobierno revolucionario. Este se puede equivocar, porque no hay obra humana a salvo del error; y cometer errores que lo dejen a merced del oleaje y pongan en peligro la vida de la niña. Para colmo, no muy lejos se dibujaba la ominosa silueta de una nave de guerra de Estados Unidos, cargada de armas letales, escuadrones de la muerte y soldados mercenarios. ¿Cómo salvar a la niña? ¿Botando el timonel al mar y dejando que se hunda el bote, y con él la niña? ¿Entregándola a la turba de criminales que se agolpan, sedientos de sangre y prestos para saquear el país, robarle sus recursos y violar y luego matar a la jovencita? No veo que eso sea la solución. Más productivo sería que algunos de los otros botes que se encuentren en la zona se acerquen al que está en peligro y hagan que el desastrado timonel enderece el rumbo. Hundir al que lleva a la niña de la revolución, o entregarla al navío norteamericano difícilmente podrían ser consideradas soluciones revolucionarias”.

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