El componente militar en la liberación de Sudáfrica
Leo Fonseca
Cuando se lean estas notas es posible que Nelson Mandela, Madiba, haya fallecido o viva los últimos tiempos de su gloriosa existencia. Se rememorará en la prensa su lucha en contra de la brutal segregación racial y explotación impuesta al pueblo negro, los originarios de Sudáfrica, por parte de una minoría blanca, colonialista, quién manejó el país por más de tres siglos. Dicha minoría dictó un conjunto de leyes racistas conocidas como Apartheid destinada a mantener aplastados a los negros con la más brutal segregación que conoce la historia moderna. Los mandantes principales no eran sólo los capitalistas locales sino también las empresas transnacionales principalmente norteamericanas y europeas. Durante decenios EEUU y los países europeos apoyaron directa o indirectamente al régimen racista y a la explotación de los pueblos originarios.
Mandela, encarcelado durante 27 años, fue el símbolo de la rebeldía, de la intransigencia en los principios de su pueblo los cuales eran sostenidos tanto por el Partido del Congreso Africano (ANC), la organización de Mandela, como de su partido aliado, el Comunista de Sudáfrica. Miles y miles de militantes fueron asesinados en ese estado terrorista sólo comparable con el régimen nazi.
La liberación de Mandela y el fin del las leyes racistas, la obtención de derecho a sufragio de los negros y el derrumbe del régimen fue producto en gran medida de una enorme lucha popular utilizando en su etapa final todas las formas de lucha. Al mismo tiempo que se desarrollaba una gigantesca campaña internacional de boicot y rechazo a los racistas por todos los sectores progresistas del mundo.
Los olvidos
Sin embargo, se tiende a olvidar que uno de los factores del derrumbe del sistema de dominación blanca fue también de carácter militar. Y en ese proceso jugó un papel decisivo el pueblo cubano y sus fuerzas armadas las cuales derrotaron sucesivamente al ejército sudafricano, de enormes recursos técnicos y de una insolente soberbia racial. También en este proceso Cuba y otros países del entonces campo socialista formaron a miles de combatientes que en la etapa decisiva de la lucha desarrollaron una efectiva guerrilla urbana y rural tanto en Sudáfrica como en la Namibia ocupada por los racistas. Un analista sudafricano observaba en febrero de 1976: “En Angola, soldados negros -cubanos y angolanos- derrotaron a las tropas blancas en combate…….se está desvaneciendo -agrega- esa ventaja psicológica, esa ventaja que el hombre blanco ha disfrutado y explotado durante más de 300 años de colonialismo e imperio. El elitismo blanco ha recibido un golpe irreversible en Angola y los que estuvieron allí lo saben” (1)
Hoy existe una clara tendencia en los medios a olvidar que estas tropas jugaron ese papel decisivo en el desgaste y derrota militar de los racistas lo cual ayudó a abrir paso a la liberación tanto de Sudáfrica como de Namibia. Cientos de cubanos entregaron su vida en esta epopeya notable del internacionalismo cayendo lejos de su patria para conquistar la libertad de los pueblos africanos.
Previamente los portugueses sufren derrotas en sus colonias africanas.
Antes, hasta mediados de los 70, Angola, Mozambique, y Guinea Bissau eran colonias de Portugal. Allí se desarrollaba una lucha guerrillera anti colonialista lo cual constituyó un factor de desgaste humano y económico para el decadente “imperio” portugués. El ejército se sublevó en Lisboa detonando la “revolución de los claveles” que puso fin al sistema colonialista de varios siglos y, de paso, dio al traste con la dictadura que oprimía al propio pueblo portugués.
Cuando se retiraban los portugueses de Angola, en noviembre de 1975 entregando el poder al Movimiento Por la Liberación de Angola (MPLA), los sudafricanos y grupos de angolanos afines a ellos UNITA y FNLA, con el apoyo de EEUU, iniciaron una ofensiva desde el sur para aplastar al nuevo gobierno con el fin de imponer un régimen obsecuente (Angola cuenta con petróleo, diamantes y enormes recursos hidráulicos). Las tropas sudafricanas y sus títeres estaban a las puertas de Luanda, la capital de Angola, habiendo conquistado la mayor parte del sur del país y las principales ciudades. Estaban listas para aplastar al nuevo gobierno.
Los cubanos entran en acción
Entonces, todos los aviones de Cubana de Aviación trasladaron desde Cuba a las tropas de elite del Ministerio del Interior (MININT) mientras contingentes del las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba (FAR) viajaban a toda máquina en barcos cargueros. En cuanto arribaron partieron directamente al frente de combate. Ellos y los angolanos frenaron, derrotaron e hicieron retroceder a los sudafricanos y sus títeres que ya celebraban la caída de la capital y del gobierno progresista.
Por primera vez los sudafricanos blancos se encontraron no con una guerrilla local sino con un ejército que manejaba eficientemente los medios técnicos y, sobre todo, contaban con una moral de combate producto de su formación revolucionaria internacionalista.
Un hito en esta guerra fue la frenada a los blindados sudafricanos en la batalla del río Ebo. El ministro de defensa angolano Iko Carreira, señaló entonces que: “fue un momento decisivo para Angola y la victoria se debió, sobre todo, a (Comandante) Díaz Argüelles, quien pasó a ser una leyenda en la historia moderna de Angola”. (2)
Los cubanos y angolanos avanzaron hacia el sur recuperando el territorio que habían conquistado los sudafricanos, los mercenarios blancos de Europa y sus socios negros de la UNITA.
Las tropas racistas abandonaron Angola retirándose a Namibia, territorio al norte de Sudáfrica que ocupaban y explotaban, sin embargo dejaron en el sur de Angola a miles de guerrilleros de UNITA y mercenarios blancos contratados y armados por Sudáfrica y EEUU, iniciándose un proceso de enfrentamientos permanentes destinado a debilitar y desangrar a la naciente nación angolana. A los EEUU le interesaba, además, derrotar a las tropas cubanas de cualquier manera.
Cuba siguió aportando tropas llegando a un total de 50 mil en 1988 para la batalla decisiva, disponiendo de armamento y técnica suministrad por la Unión Soviética, aunque en un inicio trajeron sus propias armas para parar el primer golpe.
La lucha duró trece años más
Esta lucha duró muchos años con diferentes situaciones. En primer lugar Angola se convirtió en un centro de entrenamiento para la SWAPO organización para la liberación de la Namibia ocupada; además, miles de namibios se internaron en el sur de Angola como refugiados de la represión racista. Fue un combate permanente debido a las incursiones sudafricanas sobre territorio angolano especialmente aéreas. En segundo lugar, las tropas cubanas se mantuvieron en una línea de defensa a 270 km. de la frontera donde estaban las fuerzas racistas y en un ancho de 600 km. En tercer lugar, en todo el territorio se desarrolló una guerra irregular con fuerzas de los grupos UNITA y FNLA con el objetivo de, como señalamos, desmoralizar y desangrar a los combatientes angolanos y cubanos para derrotarlos posteriormente con una invasión militar masiva del ejército sudafricano. En cuarto lugar impedir el trabajo de los colaboradores civiles cubanos que entre 1976 y 1991 en una cifra de 42 mil cumplieron misiones médicas, educativas y técnicas. Para los racistas el desarrollo económico, la educación y la salud de la población oprimida por el colonialismo eran actividades antagónicas a sus principios.
La batalla final
En julio de 1987 en forma abierta las tropas sudafricanas invadieron el sur de Angola. Su objetivo era destruir las fuerzas de elite de los angolanos estacionadas cerca de la frontera sur, desarrollar negociaciones bajo presión militar con la mediación de EEUU, exigiendo el cese de la ayuda a los luchadores de Namibia, obligar al gobierno angolano a la reconciliación con la UNITA aliada de los racistas y, lo fundamental, la retirada de las tropas cubanas. Para ello habían creado una gran agrupación de fuerzas y medios a fin de lograr sus objetivos y la victoria.
Las tropas de elite angolanas se reagruparon en Cuito Cuanavale pasando a la defensiva y resistiendo los embates de la artillería y la aviación. En estas condiciones el gobierno de Angola solicitó apoyo a los cubanos. Fidel señaló que lo que allí se requería era dar un golpe decisivo a los racistas con nuevas fuerzas y medios que se enviaron con la mayor rapidez posible. Entre otros Cuba envió a sus pilotos militares más experimentados con los cuales logró el dominio del aire.
La batalla más intensa se desarrolló entre enero y marzo de 1988 en que las pérdidas sudafricanas fueron cuantiosas en hombres y medios siendo derrotados en forma aplastante. El golpe de gracia lo dieron los cubanos a mediados de 1988 al destruir un reintento de los racistas por lograr posiciones favorables dentro de Angola, los pilotos cubanos los “apilonaron” sin piedad.
Las negociaciones
Hasta antes de la derrotas militar las exigencias Sudáfrica-EEUU pasaban por la retirada de las tropas cubanas y la creación de un gobierno con UNITA, los aliados de los racistas, pero después de la debacle militar fueron más cautos.
El 22 de diciembre de 1988 se firmó, en la sede de las NNUU en Nueva York, por parte de los gobiernos de Angola, Cuba y Sudáfrica el acuerdo que establecía la independencia de Namibia con la retirada de Sudáfrica y sus tropas, elecciones libres en ese país (que ganó la SWAPO) y la retirada del contingente cubano en un plazo de 27 meses.
Conclusión
La derrota militar sudafricana representó una sangría inesperada de miles de militares de raza blanca muertos y heridos, la mayoría hijos del sector dominante, además de los mercenarios europeos que los acompañaron. Esto conmocionó al país. Al mismo tiempo la guerra agudizó los problemas de la economía afectando los intereses de los empresarios que también sentían el bloqueo que tímidamente le aplicaban los países europeos y EEUU. Mientras tanto se desarrollaba en forma creciente la lucha de los negros sudafricanos quienes, además, eran estimulados por la derrota de los racistas a manos de las tropas cubanas y angolanas.
El Comandante cubano Jorge Risquet, quien participó activamente en todo este proceso hasta la firma de los acuerdos, señaló: “La victoria de Angola frente a la invasión extranjera; la permanencia de las tropas cubanas en el país y la activa colaboración de Cuba y la República Popular de Angola con los patriotas namibios, zimbaweanos y sudafricanos, repercutió favorablemente en la solución futura de Rodhesia, más tarde de Namibia y, por último, de África del Sur”. (3)
Leonardo Fonseca
05 de julio de 2013
Notas
(1) Roger Sargent, RDM, citado por Piero Gleijeses, “Misiones en Conflicto” Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2007, pag 539.
(2) Iko Carreira “O Pensamento”.
NR: El Comandante Raul Días Argüelles cayó luchando heroicamente en Angola en contra de los blindados sudafricanos el 11 de diciembre de 1975 a la edad de 39 años.
(3) Introducción al libro “Misiones en Conflicto”, pag. XX, escrito en enero de 2002.