Augusto César Sandino. El General de los hombres libres

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

En la noche del 21 de febrero de 1934 Augusto César Sandino -en compañía de su padre, Gregorio Sandino, el escritor Sofonías Salvatierra (ministro de Agricultura) y sus lugartenientes, generales Francisco Estrada y Juan Pablo Umanzor- acudieron a una cena en La Loma (Palacio Presidencial), invitados por el Presidente Juan Bautista Sacasa. A la salida de dicho evento el coche en el que viajaban fue detenido. El cabo de guardia que les detuvo -era en realidad Lisandro Delgadillo, un mayor disfrazado- los condujo a la cárcel de El Hormiguero. Sandino, Estrada y Umanzor fueron llevados al monte La Calavera en el campo de Larreynaga. Allí, a la señal de Delgadillo, el batallón que custodiaba a los prisioneros abrió fuego matando a los tres generales. Ello ocurrió a las 11 de la noche del 21 de febrero de 1934. Detrás de este horrible crimen estaba Anastasio Somoza García, entonces director de la Guardia Nacional, cargo designado por el Presidente Sacasa bajo la presión del Embajador estadounidense Matthew E. Hanna.
Al día siguiente, la Guardia Nacional destruyó la cooperativa que Sandino había establecido en el poblado de Wiwilí, matando o haciendo prisioneros a sus integrantes.

PRIMEROS PASOS DEL LÍDER

Augusto Nicolás Calderón Sandino nació el 18 de mayo de 1895 en la ciudad de Niquinohomo (Departamento de Masaya, Nicaragua). Hijo de Gregorio Sandino -un adinerado cultivador de café-, y Margarita Calderón, una indígena sirvienta en la plantación de éste. En 1904, a la edad de 9 años, fue abandonado por su madre y enviado a vivir con su abuela materna. Más tarde vivió con la familia de su padre, donde debió trabajar para ganar su hospedaje.

En esta casa nace Augusto César Sandino

TESTIGO DE LA INTERVENCIÓN YANQUI

Sandino tenía 17 años de edad, cuando en julio de 1912, presenció la primera intervención de las tropas estadounidenses en Nicaragua. Éstas apoyaron al Gobierno conservador del presidente Adolfo Díaz, ante a una sublevación en su contra. El 4 de octubre de 1912, el general liberal Benjamín Zeledón, murió en combate al ser derrotadas sus fuerzas de la fortaleza de El Coyotepe, tras feroces combates en la entrada de la ciudad de Masaya. El joven Sandino quedó impresionado con la imagen del general patriota, cuyo cadáver era llevado en una carreta por los Marines para ser sepultado en el pueblo de Catarina.

SE FORJA COMO COMBATIENTE ANTIIMPERIALISTA

En 1921 Sandino se dirigió a la costa caribeña de Nicaragua. Después a Honduras, donde trabajó como empleado en un ingenio azucarero.

En 1923 viajó a Guatemala, donde laboró en las plantaciones de la United Fruit Company. Después, a Cerro Azul en Veracruz (México) donde fue empleado de empresas petroleras.
Durante su estada en México comenzó a tomar parte en diversos grupos revolucionarios. Sandino se convirtió en un ferviente defensor del nacionalismo y, sobre todo, del antiimperialismo, en particular en la resistencia contra la ocupación estadounidense. Sandino regresó a Nicaragua el 10 de junio de1923.

GABRIELA MISTRAL SOLIDARIZA CON SANDINO

En ese año 1923, Gabriela Mistral, poeta chilena Premio Nobel de Literatura, llamó a los pueblos del continente a sumarse al pequeño David que enfrentaba al Goliat prepotente. Se refería a la lucha por la Independencia de Nicaragua que librada César Augusto Sandino contra el invasor yanqui. Gabriela pedía que todos los países de América Latina cooperaran con dinero y con toda clase de ayuda a la lucha desigual, que era la causa de todos los pueblos de América morena.

Convocó, con voz encendida, a los jóvenes para que formaran una legión de combatientes e ir a pelear junto a los hermanos nicaragüenses, ofrendando –decía- incluso lo más preciado que tiene el ser humano, su propia sangre, en señal absoluta de sacrificio solidario.

GENERAL DEL EJÉRCITO LIBERAL

Durante la Guerra Constitucionalista (1926-1927) entre conservadores y liberales, Sandino obtuvo armas y organizó un grupo de combatientes, conocido como Los Montañeses. El 2 de noviembre de 1926 atacó el cuartel conservador en el poblado de El Jícaro. Obtuvo un contundente éxito. Sandino y sus hombres fueron incorporados a las filas del Ejército Liberal Constitucionalista. Designado general en jefe del Ejército Liberal de Las Segovias, Sandino la convirtió en su base de operaciones, hasta llegar a controlar Jinotega.

Alcanzó varias victorias sobre las tropas conservadoras. Ello atrajo nuevos efectivos a su columna, la llamada Columna Segoviana. Llegó a contar con 800 hombres de caballería. Los triunfos de Sandino, contribuyeron -en parte- para que los liberales tomaran la iniciativa en la guerra y empezaron el avance general hacia el Pacífico.

GOBIERNO AUTORIZA INTERVENCIÓN YANQUI

El 6 de febrero, los liberales sitiaron la ciudad de Chinandega. Luego de cruentos combates, lograron tomarla. Quedaron numerosos muertos y heridos de ambos bandos. Entonces el presidente nicaragüense autorizó al Mayor James J. Meade para que sus marines reemplazaran a las tropas conservadoras en la defensa de Managua, pues con la caída de Chinandega, la capital quedó seriamente amenazada.

El 19 de febrero, una compañía de marines ocupó Chinandega. Para entonces, el número de marinos estadounidenses en Nicaragua había ascendido a 5.000 y 464 oficiales. Los invasores participaban activamente en los conflictos internos de Nicaragua.

SANDINO SE REBELA CONTRA TRAICIÓN

Ante el eminente peligro de una intervención directa de Estados Unidos contra los liberales, el jefe de su ejército, José María Moncada, decidió pactar. A pesar que tenía el control sobre casi todo el país, se rindió a la entrada de Managua. Con fecha 4 de mayo de 1926 firmó el Pacto del Espino Negro, en que aceptó la continuidad del gobierno conservador hasta las elecciones de 1928.
Sandino se opuso a la paz impuesta por las fuerzas de ocupación y se retiró al inexpugnable cerro El Chipote, donde tenía su base principal.

En respuesta a la cobarde acción de Moncada, Sandino exclamó: “No me vendo, ni me rindo. Yo quiero patria libre o morir”. A partir de ese momento enarboló una bandera roja a la que agregó una franja negra. Así señaló su decisión de que la lucha sería hasta conseguir la libertad o la muerte.

SANDINO INICIA LUCHA CONTRA INVASORES

Con sólo veintinueve hombres (eran 30 con él) y 40 rifles, Sandino inició una guerra nacional contra el invasor y los gobiernos entreguistas de Díaz y Moncada.

En un Manifiesto fechado el 2 de septiembre de 1927, Sandino planteó que: ya no se trataba de una guerra civil, sino una lucha entre patriotas e invasores, porque tanto conservadores como liberales habían pedido la intervención de los marines estadounidenses.

Poco a poco Sandino incrementó sus efectivos, hasta llegar a tener unos 6000 hombres. Era el llamado Ejército Defensor de la Soberanía Nacional (EDSN). Contribuyó a aumentar el sentimiento antiimperialista los desmanes cometidos por los infantes de marina estadounidenses, quienes acostumbraban violar mujeres campesinas en los lugares que ocupaban.

LA GUERRA DE GUERRILLAS

El 16 de julio de 1927 tuvo lugar la histórica batalla de Ocotal. Sandino, después de tomar casi toda la ciudad, fue obligado a retirarse luego que sus tropas fueran diezmadas por aviones de la marina estadounidense que bombardearon y ametrallaron la ciudad.
La población civil de Ocotal sufrió el primer bombardeo aéreo por un escuadrón de aviones de la historia de la aviación militar.
En este primer combate, Sandino fue derrotado por la preparación y poder de fuego de los marines. Entonces empleó la guerra de guerrillas.

En el combate de “El Bramadero” (27 de febrero de 1928), las tropas de Sandino infligieron una terrible derrota a una patrulla de invasores. En la fase final del combate los sandinistas utilizaron los temibles machetes, herramientas de trabajo del campesino nicaragüense convertidas en eficaces armas blancas capaces de decapitar de un solo tajo a un hombre. A partir de ese momento los marines, quienes llamaban «bandidos o bandoleros» a los hombres de Sandino, empezaron a llamarlos «guerrilleros».

SANDINO HONRA DE LATINOAMÉRICA

En 1928, estando en París volvió a escribir sobre el héroe nicaragüense: “El general Sandino carga sobre sus hombros vigorosos de hombre rústico, su espalda viril de herrero o forjador, con la honra de todos nosotros. Gracias a él la derrota nicaragüense será un duelo y no vergüenza; gracias a él, cuando la zancada de botas de siete leguas que es la norteamericana, vaya bajando hacia el Sur, los del Sur se acordarán de ‘los dos mil de Sandino’ para hacer lo mismo”. (Citado por Mario Céspedes en Recados para América. Textos de Gabriela Mistral”. Santiago, 1978, página 45).

LA GUARDIA NACIONAL DE NICARAGUA

Al comprobar los oficiales estadounidenses que los marines eran incapaces de derrotar a los soldados de Sandino, decidieron emplear la táctica de enfrentar a nativos contra nativos. Comenzaron a formar un nuevo ejército nicaragüense, la llamada Guardia Nacional de Nicaragua, entrenado, equipado y financiado por EE. UU., y comandado por oficiales estadounidenses. Si bien esto significó un aumento considerable de las tropas que combatían a Sandino, no influyó en el curso de la guerra de forma significativa.

Los sandinistas expandieron sus zonas de operaciones más allá de Las Segovias alcanzando zonas de Jinotega, Matagalpa, Chontales, Boaco, Chinandega, la costa Caribe e incluso la capital Managua. Las propiedades de los estadounidenses eran destruidas en los numerosos ataques sandinistas, y los colaboracionistas capturados eran sumariamente ejecutados.

NICARAGUA NO ES UNA COLONIA

En 1931, estando en Nueva York, Gabriela Mistral escribió un recado titulado “La cacería de Sandino”. Allí denunció:

“Míster Hoover (Herbert Klark Hoover presidente de EE UU entre 1929 y 1933) ha declarado a Sandino ‘fuera de la ley’. Ignorando eso que llaman derecho internacional, se entiende, sin embargo, que los Estados Unidos hablan del territorio nicaragüense como del propio, porque no se comprende la declaración sino como lanzada sobre uno de sus ciudadanos: ‘Fuera de la ley norteamericana’…

“La frase cocedora de Mr. Hoover suena como ese Halalí de las grandes cacerías, cuando sobre la presa que ha asomado el bulto en un claro del bosque, el cuerno llamador arroja a la jauría. Es numerosa la jauría esta vez hasta ser fantástica: sobre unas lomas caerán cinco mil hombres y decena de aeroplanos. También equivale la frase a la otra de uso primitivo: ‘Tantos miles de pesos por tal cabeza’, usada en toda la tierra por los hombres de presa.

Lástima grande que la cabeza enlodada del herrero que la prensa yanqui llama bandido, sea, por rara ocurrencia, una cabeza a la cual sigue anhelante el continente donde vive toda su raza y una pieza que desde Europa llaman de héroe nato y de criatura providencial los que saben nombrar bien…

Mr. Hoover, mal informado a pesar de sus veintiún embajadas, no sabe que el hombrecito Sandino, moruno, plebeyo e infeliz ha tomado como un garfio la admiración de su raza, excepto uno que otro traidorzuelo o alma seca del Sur.” (Mario Céspedes: obra citada, páginas 92 y 93).

SE VAN LOS MARINES

En 1933 el presidente Franklin Délano Roosevelt proclamó la “política de buena vecindad”, lo que significaba la retirada de todas las fuerzas militares de Estados Unidos de los países de la cuenca del Caribe, incluyendo Nicaragua. Sin embargo, conscientes de su derrota, ya desde hacía algún tiempo los marines preparaban su retirada: paulatinamente dejaron de participar en los combates, y no sólo entrenaban clases y soldados, sino también oficiales nativos.
En 1933 las fuerzas estadounidenses oficialmente abandonaron el territorio nicaragüense, sin haber podido matar o capturar a su enemigo, y menos aún vencerlo.

LA PAZ

Retirado los marines, Sandino envió al nuevo presidente liberal, Juan Bautista Sacasa, una propuesta de paz, que fue aceptada. El 2 de febrero de 1933 terminó oficialmente la guerra. El ejército de Sandino, exceptuando a un grupo de protección de 100 hombres, fue oficialmente desarmado. La Guardia Nacional, que tenía como Jefe Director a Anastasio Somoza García y que aún no era autoridad militar reconocida como tal en la Constitución, se hizo cargo de la seguridad en todo el país. Provocó abusos contra los sandinistas, al estar estos desarmados.

El 21 de febrero de 1934 Augusto César Sandino fue asesinado.

LOS SOMOZAS

EN 1936 Anastasio Somoza García derrocó al presidente Sacasa y se tomó el poder. Gobernó de manera dictatorial durante 40 años, con breves períodos en los que imponía un presidente títere y contando siempre con el respaldo de EE. UU. Esto le permitió acumular una enorme fortuna.

Anastasio Somoza García fue baleado en un acto de ajusticiamiento el 21 de septiembre 1956 por el joven poeta Rigoberto López Pérez. Al frente del país quedaron, sin embargo, sus hijos Luis Somoza Debayle, como presidente, y Anastasio Somoza Debayle, como jefe director de la Guardia Nacional. Ambos continuaron la política de su padre.

EL FRENTE SANDINISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL

Carlos Fonseca Amador

Carlos Fonseca Amador y otros revolucionarios, fundaron en 1961 el Frente Sandinista de Liberación Nacional como un movimiento de oposición armada a la dictadura de los Somoza. En 1979 derrotaron al hijo menor de Somoza García (Anastasio Somoza Debayle). Vencieron los revolucionarios nicaragüenses y gobernaron desde 1979 hasta 1990.

Daniel Ortega

Después, con los triunfos electorales, del 10 de enero de 2007 y del 6 de noviembre de 2016, el Frente Sandinista de Liberación Nacional, ha gobernado otros dos períodos. En los tres, el presidente ha sido Daniel Ortega Saavedra.

Recordando al hijo del salitre: Elías Lafertte

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

“Fue recto, fue grande, fue claro,
fue puro como una vertiente:
del pueblo y de su desamparo
salió su fuerza combatiente.
Así la lucha fue su gloria
y entregó al pueblo su conquista.
Su epitafio será su historia:
“Aquí descansa un comunista”.
Porque esta lucha no termina
con una vida ni una muerte,
esta bandera no se inclina.
Y tu corazón que germina
no tiene fin, Elías Lafertte”.

(Pablo Neruda: “Corona para mi Maestro”)

Es viernes 17 de febrero de 1961. Estamos en plena campaña parlamentaria. Conociendo la crítica salud del compañero Lafertte, estamos reunidos en Temuco, en la sede de la Dirección Regional Cautín del Partido Comunista, ubicado en la esquina de las calles Bulnes y Miraflores Escuchamos radio. El informativo de las 21 horas trajo el comunicado que tanto temíamos:

-Ha muerto Elías Lafertte Gaviño, presidente del Partido Comunista de Chile.

Un compañero apaga la radio. Se hace un silencio impresionante. Por muchas mejillas corren lágrimas. De pronto una voz enronquecida rompe el silencio:

– Compañero Elías Lafertte…
– ¡Presente, ahora y siempre!, respondemos.

¿Quién era ese obrero cuya muerte estremeció a sus camaradas?

Elías Lafertte Gaviño fue uno de los grandes de Chile. Un líder, un combatiente y un gran compañero.

Lo conocí hace 67 años, cuando yo era militante de las Juventudes Comunistas. Recuerdo que en una primaveral mañana de octubre de 1950, llegué al viejo edificio donde estaba nuestra pensión en Santiago. Encontré a Jaraquemada, uno de los cuatro estudiantes de Llo-Lleo que allí vivíamos. Me dijo que en “Democracia”, periódico que había reemplazado al clausurado “El Siglo”, se informaba que ese día, daba una charla el compañero Elías Lafertte. Era a las 19,30 en el teatro Sicchel.

CUÁNDO Y CÓMO CONOCÍ A ELÍAS LAFERTTE

Decidimos concurrir. Eran las 7 y 10 de la tarde cuando llegamos al Teatro del Sindicato de la Compañía Chilena de Electricidad, ubicado en Catedral esquina Sotomayor. Ninguno de los dos conocíamos físicamente al camarada Lafertte.  Había gente esperando. La mayoría formaba un grupo, que conversaba animadamente. Nos acercamos. Un compañero, ya de edad, comentó:

– Ahora con el famoso aceite adulterado, andamos todos como aviones a chorro…

Risas.

El camarada que habló, seguramente un obrero, se refería al escándalo que había estallado por esos días. Los empresarios distribuidores del aceite comestible, en complicidad con las autoridades, lo habían adulterado para obtener mayores ganancias. Esto produjo serios trastornos digestivos a buena parte de la población. Miré el reloj. Eran casi las 19:30 y el conferencista – pensé- aún no llega. En ese momento alguien levantó la voz:

– Compañeros, propongo que pasemos a la sala y comencemos. Compañero Elías, dijo dirigiéndose al que había estado hablando del aceite, pase usted, por favor.

Nos miramos con Jaraquemada.

Habíamos imaginado que el presidente del Partido Comunista llegaría cuando todo estuviera listo, para entrar en medio de los aplausos. Pero el camarada Lafertte rompió nuestros prejuicios. El presidente y uno de los fundadores del Partido, senador de la República, ex dirigente de la FOCH, una de las grandes personalidades del país, había llegado de los primeros, con la modestia de un obrero consecuente.

Su charla fue sencilla, amena, plena de sabiduría. Aprendimos mucho.

Esa noche de octubre de 1950, Elías Lafertte nos dio una clase magistral de cómo deber ser un dirigente comunista: tener profundos conocimientos, ser modesto, fraternal, alegre, optimista.

EL AMANECER DE UN LÍDER

Por entonces, Elías Lafertte tenía 64 años de edad, pues había nacido en Salamanca, un 19 de diciembre de 1886. Pudo estudiar sólo dos cursos en una escuela. Desde los 11 años debió trabajar. Fue monaguillo y obrero del salitre.  En 1911 conoció a Luis Emilio Recabarren: El 4 de junio de 1912 participó en Iquique en la fundación del Partido Comunista de Chile. Fue candidato a la Presidencia de la República en tres ocasiones: en 1927, 1931 y 1932. En 1937, estando desterrado en México, resultó elegido senador por las provincias de Tarapacá y Antofagasta. Siendo reelegido en 1945.

EN EL PUERTO ROJO

Lo vi por segunda vez en San Antonio. Fue en una tarde de febrero de 1952.

Después de desfilar por calle Centenario, con cantos y consignas, con rojas banderas agitadas por la brisa marina, llegamos a la plaza del puerto. Allí proclamaríamos al candidato del Frente del Pueblo, al compañero Salvador Allende Gossens.

Abrió el mitin el presidente del Comando Comunal Allendista. Luego se anunció al Presidente del Partido Comunista.

La mayoría de los asistentes cantamos La Internacional, levantando el puño derecho. Era nuestro saludo y homenaje al dirigente obrero; pero también un desafío al traidor.

Habló el camarada Lafertte, arrancando aplausos cuando se lanzó contra el “Judas de La Moneda”, Gabriel González Videla que, luego de llegar a La Moneda en brazos del pueblo, traicionó el Programa que había prometido e inició, en octubre de 1947, la persecución contra los comunistas, los que más trabajaron por su candidatura.
La emoción nos embargó cuando Lafertte afirmó:

– Parafraseando al escritor español, podemos decirle al traidor: ¡los muertos que vos matasteis, gozan de buena salud!

– Entonces la plaza de San Antonio estalló con la consigna tantas veces repetida:

¡Y que fue… y que fue, aquí estamos otra vez!

Cerró el acto, el compañero Salvador Allende, un verdadero educador de masas.

EN LA QUINTA CONFERENCIA DE LAS JJ CC DE CHILE

Entre el 26 y 29 de marzo de 1959 tuvo lugar la Quinta Conferencia Nacional de las Juventudes Comunistas. Se realizó en la sede del Comité Central del Partido, ubicada en Teatinos 416. Se inició con el Informe leído por Manuel Cantero, dirigente máximo de los jóvenes comunistas. Al día siguiente, y con la presencia del compañero Elías Lafertte, se entregaron los informes de los Secretarios de los Comités Regionales. Me correspondió intervenir en segundo lugar. Relaté el trabajo de los jóvenes comunistas de la provincia de Cautín. Le di a mi informe un tono ligeramente poético. En octavo lugar intervino la secretaria del Comité Regional de Atacama. Habló, entre otras cosas, del excelente trabajo que realizan hacia los jóvenes del mineral de Huantemé.

En la tarde de ese viernes 27 de marzo, me correspondió presidir la sesión plenaria. Ofrezco la palabra al camarada Lafertte.  En su intervención valoró los avances de los jóvenes comunistas. Puso varios ejemplos. Se refirió en especial al trabajo hacia los jóvenes mineros de Huantemé. De improviso se volvió hacia mí y me dijo:

-Compañero Iván, usted que nos habló tan bellamente de su provincia y que es profesor de Historia y Geografía, ¿nos puede decir dónde está Huantemé?

Me tomó de sorpresa. No alcancé a responder, cuando surgieron de la sala los gritos de:

-No sabe… no sabe … no sabe… (Comenzaron los de Valparaíso “picados” con nosotros los de Cautín. Luego los siguieron otros).

Estallaron las risas. Yo muerto de vergüenza, deseaba enterrarme ahí mismo. Pero, debía seguir presidiendo.

ME TIENDE SU MANO PROLETARIA

El domingo 29 de marzo de 1959 se clausuró la Quinta Conferencia con un almuerzo en el Parque Rosedal. En un momento se acercó a mí el camarada Lafertte:

-Compañero Iván, me dice, he observado que usted no se siente bien. ¿Qué le pasa? Si son mis palabras del viernes la causa de su problema, le ruego que me disculpe. No tuve la menor intención de herirlo. Todo lo contrario. Me tiende su mano proletaria. La estrecho con respeto, agradeciéndole sus palabras.

Así era el camarada Lafertte. Con una natural picardía y un especial sentido del humor. Firme en sus principios. Sensible. Muy humano. Super tierno, como decimos ahora. En esa Quinta Conferencia recibí una nueva lección de este comunista ejemplar.

EN EL CUARTO CONGRESO DE LAS JJ CC

Entre el 20 y el 23 de febrero de 1960 tuvo lugar el Cuarto Congreso Nacional de las Juventudes Comunistas de Chile.  En una de sus sesiones asistió el compañero Elías Lafertte. Intervino con el entusiasmo y pasión de siempre. Nos habló de la importancia de los métodos juveniles, que los jóvenes deben cantar.

– A propósito de esto – dijo- estoy seguro que en esta sala hay jóvenes comunistas con inquietudes artísticas, músicos y poetas. A ver, camaradas, les ruego ponerse de pie los que cultivan estas artes.
Algunos compañeros se miraron sorprendidos, indecisos. Les hicimos señas, animándolos, con cierta picardía. Luego de titubear brevemente, unos diez compañeros se pusieron de pie. Estaban algo cohibidos, pero no podían disimular un poquitín de orgullo. Artistas, al fin y al cabo. Lafertte enfatizó lo importante que es para las Juventudes Comunistas y el Partido contar con esos valiosos militantes. Luego disparó: ¡Cómo es posible que, habiendo tantos creadores entre nosotros, no se compongan nuevas creaciones y se sigan cantando las viejas canciones de la Guerra Civil española!
Los “artistas” se sentaron un tanto acholados. Algunos no pudimos contener la risa.

A SANTIAGO LOS BOLETOS

Esa aciaga noche del 17 de febrero de 1961 nos reunimos como Directiva Regional del Partido, a la cual pertenecía por ser Secretario Político de las Juventudes Comunistas de Cautín. Se designó una delegación para asistir a los funerales. Viajamos en el tren nocturno del día siguiente, para llegar a la capital el 19 de febrero de 1961. Nos dirigimos a la sede del Comité Central del Partido, ubicada en Teatinos casi esquina Compañía.
En el salón principal está la capilla ardiente. A pesar de ser muy temprano, hay mucha gente.

HOMENAJE AL CAMARADA ELÍAS

Junto a la urna, que contenía los restos del compañero Lafertte, vimos hacer solemne guardia de honor a ocho dirigentes sindicales. Y se sucedieron las guardias. Cientos de hombres, mujeres y jóvenes militantes, amigos, de otras colectividades políticas y organizaciones sociales, independientes, rinden homenaje al hijo del salitre. Los comunistas de Cautín, también tenemos ese honor.

En la tarde, parte desde la sede del Comité Central una multitudinaria, triste, pero combativa columna hacia el Cementerio General. Somos miles.  Caminamos, con banderas del Partido y de las Juventudes Comunistas, cantando, gritando sin cesar:

– Compañero Elías Lafertte…

– ¡Presente, ahora y siempre!

LO DESPEDIMOS CON LA INTERNACIONAL Y EL CANTO A LA PAMPA

En la Plazoleta del Cementerio General, en avenida La Paz, un mitin de despedida, en la que intervinieron varios oradores. Luego, una delegación de 100 militantes, designados por el Comité Central, -entre los cuales tuve el honor de estar, por entonces era miembro del Comité Central de las Juventudes Comunistas- acompañamos los restos del camarada Lafertte, al interior del cementerio, hasta su tumba. Ahí le dimos el último adiós al inolvidable y querido compañero.  Entonamos La Internacional. También el Canto a la Pampa, canción en recuerdo de la masacre perpetrada por soldados del ejército y de la marina, en la Escuela Santa María de Iquique, el sábado 21 de diciembre de 1907. Allí, donde 54 años atrás, el entonces joven Elías había recibido su bautizo de fuego.

La Guerra del Salitre

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

“La Guerra de 1879 en que la clase gobernante de Chile anexó la región del salitre” (Luis Emilio Recabarren: “Pobres y ricos”.  Rengo, 1910).

Los historiadores burgueses llaman Guerra del Pacífico al conflicto bélico que, entre 1879 y 1883, desangró a Chile, Bolivia y Perú. Ello para ocultar la verdadera causa de la conflagración: el salitre.

El océano Pacífico es la mayor masa marítima del planeta. Su superficie abarca 180 millones de kilómetros cuadrados y sus aguas bañan tres continentes: América, Asia y Australia.

La guerra que nos preocupa se desarrolló en un mínimo rincón de ese océano y en su transcurso hubo sólo dos combates navales: el de Iquique, el 21 de mayo de 1879, y el de Punta de Angamos, el 8 de octubre del mismo año. Ambos duraron unas pocas horas y participaron seis naves. Dos peruanas, el Huáscar y la Independencia; cuatro chilenas, la Esmeralda, la Covadonga, el Cochrane y el Blanco Encalada. Posteriormente, la flota chilena surcó el Pacífico en tres ocasiones y sólo para transportar tropas. El escenario naval de ese conflicto abarcó desde Antofagasta a Pisco, unos 2 mil kilómetros.

CAUSAS DEL CONFLICTO

Historiadores alemanes denominan a esta conflagración Salpeterkrieg (Guerra del Salitre). Y es el nombre adecuado.
Durante años, el desierto de Atacama –al sur de Bolivia y al norte de Chile- fue despreciado por ambos países. Pero todo cambió al descubrirse el valor del salitre y que, en el desolado de Atacama, como también se le llamaba, existían importantes yacimientos de nitrato.

Comenzaron las discusiones sobre la frontera. El primer tratado de límites entre Chile y Bolivia, firmado en 1866, fijó como frontera el paralelo 24º latitud sur y dejó una zona compartida entre ambos países, el territorio comprendido entre los paralelos 23 y 25. Chile y Bolivia se repartirían por partes iguales las riquezas que se produjeran en esa franja.

En 1874 se suscribió un segundo tratado, que mantuvo la frontera en el paralelo 24, eliminándose la zona compartida. En compensación, Bolivia se comprometió a no alzar durante 25 años los impuestos “a las personas, industrias y capitales chilenos”.

CHILENOS EXPLOTAN SALITRE BOLIVIANO

En Antofagasta, territorio boliviano, se instaló la Compañía de Salitre de Antofagasta, de capitales chilenos, que el 1º de mayo de 1872 inició las exportaciones del “oro blanco” a Europa.
Más al norte, Perú puso en vigencia, con fecha 28 de marzo de 1875, una ley mediante la cual expropió las oficinas salitreras de Tarapacá, pagando a sus antiguos propietarios con certificados.

En 1879 el Presidente de Bolivia Tomás Frías fue derrocado por un golpe militar, encabezado por el general patriota Hilarión Daza. Este gravó con un impuesto de 10 centavos cada quintal de salitre exportado desde territorio boliviano. La Compañía de Salitre de Antofagasta se negó a cancelarlo. Entonces Daza ordenó el embargo y el remate de esa empresa.

DEFENDIENDO A CAPITALISTAS

El Gobierno chileno salió en defensa de los capitalistas connacionales. Rompió relaciones con Bolivia y el 14 de febrero de 1879, día señalado para el remate, 200 soldados al mando del coronel Emilio Sotomayor, invadieron suelo boliviano, ocuparon Antofagasta, impidiendo la subasta.

Ante este atropello a su soberanía, Bolivia declaró la guerra a Chile el 1º de marzo. Otro tanto hizo Perú, que había firmado un pacto con Bolivia.

El 5 de abril, Chile declaró la guerra a los aliados. Comenzó la conflagración con triunfos de las tropas chilenas, que hacia fines de 1879 tenían en sus manos la región de Tarapacá.

LA OTRA GUERRA

Pero en la región se libraba otra guerra secreta. Los protagonistas eran dos ingleses que no usaban fusiles ni cañones. Sus armas consistían en la especulación y la falta de escrúpulos.

Uno era Robert Harvey, que había llegado a Tarapacá en 1874.
Poco antes de la ocupación de esa provincia por los chilenos, el gobierno peruano lo había designado Inspector General de Salitreras. En 1880, fue confirmado en ese cargo por el gobierno de Chile, otorgándole amplias atribuciones. Recibía sueldo de los dos países y a ambos entregaba informes falsos.

John Thomas North, el “rey del salitre”

El otro británico, John Thomas North, llegó a Chile en 1866 con 10 libras esterlinas en los bolsillos. Trabajó como mecánico en la maestranza ferroviaria de Caldera. Después se trasladó a Tarapacá, donde se asoció con su compatriota Harvey.

Ambos aprovecharon la caótica situación producida por la guerra y, con triquiñuelas y engaños, compraron certificados que el gobierno peruano emitió al expropiar las salitreras, cuando se cotizaban a un 11% de su valor nominal. Pudieron hacer esas compras gracias a los generosos créditos que les otorgaron los bancos chilenos Edwards y Valparaíso.

EL SALITRE A MANOS IMPERIALISTAS

Aún no finalizaba la guerra cuando el gobierno chileno de Domingo Santa María decretó, el 28 de marzo de 1882, la entrega de títulos de propiedad definitiva a quienes tuviesen certificados salitreros. De esta forma fueron entregadas a particulares más de 80 oficinas salitreras. Otras 71 quedaron provisoriamente en manos del Estado chileno.

Algunos tenedores de certificados como John Thomas North, Robert Harvey y la Casa Gibbs, pasaron a ser propietarios de las más importantes y ricas oficinas salitreras, controlando la industria del nitrato y transformando el Norte Grande chileno en una factoría británica.

John Thomas North se convirtió en el “rey del salitre”, uno de los hombres más ricos del mundo. Fue dueño de numerosas oficinas salitreras, de los ferrocarriles y de una serie de otras empresas; monopolizó la distribución del agua potable y del comercio en la pampa, desde la harina y carbón hasta la carne y verduras. Fundó el Bank of Tarapacá and London Ltda. Tuvo a su servicio a abogados y parlamentarios liberales, conservadores y radicales. Hizo importantes inversiones en Inglaterra, Francia, Bélgica, Egipto, Australia y Brasil.

CONSECUENCIAS DE LA GUERRA

El 10 de julio de 1883 se libró en Huamachuco, el último combate de una guerra en que murieron 23 mil soldados bolivianos, chilenos y peruanos. Chile conquistó dos provincias, Tarapacá y Antofagasta, pero el salitre, razón y motivo del conflicto, pasó en su mayor parte a manos de capitalistas británicos. Fue así como el imperialismo inglés clavó su lanza en Chile.

Con esta guerra de conquista, el territorio chileno se extendió al norte del río Copiapó, límite que tenía desde fines del siglo XVI. Creció en 180 mil kilómetros cuadrados, con una población que sumaba algo más 100 mil habitantes, de los cuales el 40% constituía la población activa. Hacia 1885 los obreros salitreros eran 4.571; en 1895 alcanzaban a 22.500 y en 1912, más de 40.000.
La guerra del salitre significó un aumento en cantidad y calidad del proletariado chileno.

A SEGUIR EL EJEMPLO DE RECABARREN

El historiador boliviano Guillermo Lora en su obra “Historia del Movimiento Obrero Boliviano”, escribió: “En 1919 la Federación Obrera de Chile, se dirigió a las organizaciones obreras bolivianas para estrechar relaciones y procurar una actuación coordinada:

“Debemos considerar, queridos compañeros, que todos los que pertenecemos a la clase trabajadora no podemos contar con más apoyo que el que puedan proporcionarnos nuestros hermanos y que jamás podremos conseguir el triunfo de nuestros ideales si no formamos un bloque único y sólido, capaz de oponer formal resistencia a ese monstruo fatídico y avasallador: la explotación capitalista… Por esto creo, estimadísimos compañeros, que sería de gran conveniencia para todos consolidar fuertemente el cariño que mutuamente se profesan las clases trabajadoras de Bolivia y Chile”.

Esta nota, redactada por Luis Emilio Recabarren, a sólo 26 años de haber finalizado la Guerra del Salitre, es una cabal expresión del internacionalismo proletario, que Marx y Engels proclamaron en el “Manifiesto del Partido Comunista”, cuando finalizaron este inmortal documento con la frase: “Proletarios de todos los países, uníos”.

LER

En nuestros días, ser consecuentes herederos de Recabarren es proclamar “Mar para Bolivia”. Devolver a ese país, parte de una región, que –al decir de Recabarren- la clase gobernante de Chile anexó.

La Central Única de Trabajadores de Chile

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

En el segundo semestre de 1950 comenzó un proceso de reestructuración y unificación del movimiento sindical obrero.
Hasta ese momento existían en el país dos centrales de trabajadores. Eran las dos CTCH. A ellas se agregaron otras dos agrupaciones de carácter nacional: en julio de 1950 nació el Movimiento Unitario de Trabajadores, MUNT, constituido por doce federaciones obreros de orientación anarcosindicalista: del cuero y calzado, de imprentas, unión en resistencia de estucadores, electrogas y metalúrgicos; en octubre se fundó el Comité Relacionador de Unidad Sindical, CRUS, compuesto de seis federaciones obreras de tendencia socialista: panificadores, ferroviarios, transporte colectivo, marítimos, beneficencia pública, química y farmacia.

Bernardo Araya Zuleta, Secretario General de la CTCH dirigida por el Partido Comunista. Es uno de los detenidos desaparecidos durante la cruel dictadura de Pinochet.

COMANDO CONTRA LAS ALZAS

En diciembre de 1950, convocado por la Federación de Estudiantes de Chile, FECH, se constituyó el Comando Nacional contra las alzas. Lo integraban la FECH, las dos CTCH, la Junta Nacional de Empleados de Chile, JUNECH; el MUNT, el CRUS y la Confederación de Jubilados.

Este Comando llamó para el 27 de junio de 1951 a un paro nacional contra las alzas, que alcanzó gran éxito.

Marcha del hambre. Santiago, agosto de 1951.

En agosto, se realizó una gran marcha contra el hambre, que culminó en una concentración en la Plaza de Artesanos. Intervinieron varios oradores del Comando, entre ellos el dirigente comunista Juan Vargas Puebla. Esta acción marcó un punto muy alto en la lucha popular contra el régimen. Pero, al día siguiente la policía descubrió el llamado “Complot de Colliguay”. Esta era una provocación aventurera, de no muy claro origen, en la cual se vieron involucrados algunos miembros del Comando Nacional contra las alzas y que tendría como fin el derrocamiento del gobierno de González Videla. El conocimiento de esa conjura sirvió de pretexto al Ejecutivo para desencadenar una nueva oleada represiva.

UN ANUNCIO TRASCENDENTAL

El 1° de mayo de 1952, en el acto del Día Internacional de los Trabajadores en Santiago, se hizo un anuncio trascendental: la formación de una Comisión de Unidad Sindical. Su objetivo, estudiar los caminos para organizar una central única de los trabajadores chilenos. La constituyeron delegados del Comité Nacional de Obreros y Empleados, de la Junta Nacional de Empleados de Chile y del MUNT.

El 14 de septiembre de 1952, en medio de la euforia del triunfo de Carlos Ibáñez en las elecciones presidenciales de diez días antes, el Partido Socialista Popular, junto a elementos independientes, organizó el Movimiento de Unidad Sindical, MUS. Ese mismo mes nació el Comité Nacional de Federaciones, CONAF, fundado por socialistas disidentes, tanto del PSP como del PS de Chile.
El 23 de septiembre se constituyó la Comisión Nacional de Unidad Sindical, CNUS. La integraron representantes del Comité de Obreros y Empleados (constituido por las dos CTCH), JUNECH, MUNT, MUS, y CONAF. Esta dio vida a la “Comisión de los 35”, compuesta de siete delegados por cada organismo afiliado.

Fue un paso muy serio para hacer realidad el sueño de Luis Emilio Recabarren: una central clasista de todos los trabajadores chilenos.

SE INICIA SEGUNDO GOBIERNO DE IBÁÑEZ

El 3 de noviembre de 1952 asumió la Presidencia de la República el general Carlos Ibáñez del Campo, el mismo que ejerció el poder como dictador entre julio de 1927 y el 26 de julio de 1931.
Por entonces, Chile tenía 6.277.000 habitantes, de los cuales 2.108.700 constituían la población activa. Los sectores más numerosos de trabajadores eran: ocupados en la agricultura, 600.000; en la industria fabril, 415.000; en los servicios, 384.000; obreros de la construcción, 104.000; mineros, 103.000.

NUEVOS PASOS UNITARIOS

Continuó el proceso de unificación gremial. El 17 de noviembre de 1952, la Comisión Nacional de Unidad Sindical hizo público un Manifiesto, donde afirmaba:

“Nuestra Comisión está trabajando por una central única independiente de cualquier gobierno, libre del tutelaje de partidos políticos, que representará los principios de la democracia sindical y defenderá los permanentes intereses de los trabajadores sin excepción. En esta Central han de tener cabida los obreros, empleados, técnicos y trabajadores agrícolas, de todas las tendencias, de todos los credos religiosos y doctrinas, quienes contarán con toda clase de garantías para exponer con toda libertad sus principios y problemas que afectan a los trabajadores sin otra condición que ser respetuosos de los acuerdos”.

En este proceso el Partido Comunista jugó un rol activo y muy significativo. Ello, a pesar de tener que actuar clandestinamente, debido a la represión y persecución iniciada en su contra en 1947, con el objetivo de aislarlo social y políticamente, de aniquilarlo. Como sostiene Leopoldo Benavides, “hay que valorar bastante que desde la ilegalidad se transforme en un artífice importante en la recomposición del movimiento sindical”.

NACE LA CUT

Del 12 al 16 de febrero de 1953 se desarrolló el Congreso Constituyente de la Central Única de Trabajadores de Chile, CUT. Tuvo lugar en el Teatro Coliseo de Santiago y asistieron 2.355 delegados en representación de 952 organismos sindicales de todo el país.

Se aprobó el nombre de la nueva entidad, sus estatutos y la Declaración de Principios. En esta última se sostenía:
“La Central Unida de Trabajadores de Chile tiene como finalidad primordial la organización de todos los trabajadores de la ciudad y del campo, sin distinción de credos políticos o religiosos, de nacionalidad, color, sexo o edad, para la lucha en contra de la explotación del hombre por el hombre, hasta llegar al socialismo integral”.

Clotario Blest primer presidente de la CUT

El domingo 15, en la última sesión plenaria se efectuaron las elecciones para designar el Consejo Directivo Nacional. Se presentaron cinco listas. La lista N° 4, lista unitaria propiciada por el PC, alcanzó la primera mayoría con 903 votos, eligiendo a 13 de un total de 25 miembros; la N° 5 obtuvo 657 sufragio y la N° 1, 185. Las otras dos recibieron una cantidad bastante menor de preferencias.
Como resultado de esas votaciones, fue elegido presidente Clotario Blest, un cristiano independiente de izquierda, dirigente máximo de la Asociación Nacional de Empleados Fiscales, ANEF. El resto del Consejo estaba compuesto de cinco comunistas, cuatro socialistas populares, tres socialistas de Chile, tres socialistas disidentes, tres anarco sindicalistas, dos falangistas, dos radicales y dos independientes.

Es decir, en la primera directiva de la CUT estuvieron representadas todas las tendencias político-ideológicas existentes en el movimiento sindical chileno. Sin embargo, ello no fue obstáculo para que en su Declaración de Principios se señalara como meta final el socialismo integral.

DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS

“La Central Única de Trabajadores tiene como finalidad primordial la organización de todos los trabajadores de la ciudad y del campo, sin distinción de credos políticos o religiosos, de nacionalidad, color, sexo o edad, para la lucha en contra de la explotación del hombre por el hombre, hasta llegar al socialismo integral”.

SIGNIFICADO DE LA CUT

Al momento de fundarse la Central Única, había en Chile 284.418 trabajadores organizados en sindicatos, lo que corresponde al 12,5% del total de asalariados. De esos, 155.054 son socios de sindicatos industriales; 128.329, están afiliados a sindicatos profesionales y 1.035 a sindicatos campesinos.

El Congreso Constituyente de la CUT tiene lugar a tres meses de iniciarse el segundo gobierno de Carlos Ibáñez, cuando éste adopta una actitud paternalista hacia los trabajadores y el movimiento sindical.

A partir de su nacimiento, la CUT vive una etapa de desarrollo, caracterizada por la afiliación de nuevos organismos gremiales.

SUS PRIMEROS PASOS

El 12 de marzo de 1953, la CUT llevó a cabo su primera concentración pública. Alcanzó gran éxito. Asistió invitado el Presidente Ibáñez, quien pronunció un discurso.

El 1° de mayo de 1954 la CUT realizó un acto en conmemoración del Día Internacional de los Trabajadores. El principal orador fue Clotario Blest. En su discurso hizo duras críticas contra las medidas antipopulares adoptadas por el Presidente de la República.
Las palabras del dirigente sindical fueron consideradas ofensivas por el gobierno. El 3 de mayo, éste presentó una acusación contra Clotario Blest, por supuestas injurias al Primer Mandatario. Ibáñez aplicó la llamada Ley de Defensa de la Democracia. El líder de la CUT fue encarcelado. En repudio a la arbitraria medida y en solidaridad con su presidente, la Central Única llevó a cabo su primer paro general. Se realizó el 14 de mayo de 1954, cuando la CUT cumplía un año y tres meses de vida.

PESE A LA REPRESIÓN LA CUT AVANZA

Al exitoso paro nacional, el ejecutivo respondió con más represión.
Las condiciones de vida de los trabajadores empeoraban cada día más. Como protesta a la ola de alzas, la entidad sindical convocó a una nueva huelga general de 24 horas para el 5 de octubre. Pero el gobierno se adelantó. Decretó el Estado de Sitio en todo el territorio. Detuvo, encarceló y relegó a dirigentes nacionales y provinciales de la CUT.

El 1° de mayo de 1955, el Presidente Ibáñez utilizó una cadena nacional de emisoras para atacar a los trabajadores chilenos. Sostuvo que la CUT era una institución ilegal, que incitaba a la subversión del orden público, que fomentaba el caos en las actividades económicas y que su acción estaba dictada por ideas foráneas, que imperaban en sus círculos dirigentes.

El discurso presidencial marcó el inicio de una ofensiva a fondo para dividir el movimiento sindical. Intentó crear un organismo paralelo a la Central Única. Pero e fracasó. La CUT respondió con un exitoso paro nacional por 24 horas, el 7 de julio de 1955.

1955 finalizó con un saldo muy favorable para el movimiento sindical chileno. La CUT estaba estructurada nacionalmente, funcionaban Consejos Directivos en todas las provincias y en muchas comunas del país.

Se vivía un momento de ascenso del movimiento obrero.

UNA AVENTURA ULTRAIZQUIERDISTA

En los primeros días de 1956, luego de un agitado debate, la mayoría del Consejo Directivo de la CUT acordó – con el voto en contra de los dirigentes comunistas – llevar a cabo un paro nacional indefinido. Su objetivo era derribar el gobierno de Ibáñez.

En base a un análisis subjetivo de la situación, motivado por los recientes éxitos alcanzados por el movimiento sindical, se había llegado a la conclusión de que era posible repetir lo sucedido en 1931. Cegados por un absurdo voluntarismo, los componentes mayoritarios del Consejo Nacional no fueron capaces de advertir que las condiciones a comienzos de 1956 no eran las mismas de hace 25 años.

En ese momento el gobierno no era una dictadura y contaba con el respaldo de importantes sectores. Las capas medias, fundamentales en el derrocamiento de Ibáñez en julio de 1931, no estaban dispuestas a lanzarse en una acción de ese tipo. Tampoco todos los trabajadores.

El paro fue aprobado para el 9 de enero de 1956. Los comunistas, respetando la democracia sindical, acataron la mayoría y se dedicaron a prepararlo.

El día señalado para el inicio de la huelga general ocurrió el desastre. El gobierno, apelando a distintos medios, logró presionar sobre los gremios más débiles. Muchas federaciones, cuyos dirigentes fueron los más encendidos defensores de ese movimiento, no se adhirieron a él o desertaron a las pocas horas. En la práctica, sólo las federaciones y sindicatos con influencia comunista respondieron. Y sobre ellas cayó todo el peso de la represión. Cientos de dirigentes fueron detenidos y relegados. La policía desarticuló el Consejo Nacional y los Consejos Provinciales. Quedaron descabezadas las organizaciones más combativas. Se desató el terror. Cundió la desmoralización en las bases sindicales.

La aventura ultraizquierdista del 9 de enero marcó el fin de un período de ascenso y fortalecimiento del movimiento sindical. Se abrió una difícil segunda etapa en la existencia de la CUT, caracterizada por el retroceso y la posterior lenta reorganización, que se prolongó por seis años. Duro fue el precio que debieron pagar los trabajadores, por la aventurera acción de comienzos de 1956.
El gobierno aprovechó la oportunidad para pasar a la ofensiva contra el pueblo. El 23 de enero empezó a aplicar una política económica aún más reaccionaria que la utilizada hasta entonces. Estaba basada en las recetas elaboradas por la misión estadounidense Klein-Sacks: superar la crisis en base a restringir los ingresos de quienes vivían de un sueldo y de un salario.
El 17 de junio de 1956, la CUT convocó una concentración en el Teatro Caupolicán de Santiago. Concurrió poca gente. Sólo aquellos sectores más consecuentes. Ello mostró el momento de reflujo que se vivía.

Otro acto, llamado para el 25 de octubre, la asistencia fue mejor, pero no masiva.

PRIMER CONGRESO ORDINARIO

Luego de aplazarse en varias ocasiones, se efectuó en Santiago, entre el 15 y 18 de agosto de 1957, el Primer Congreso Nacional Ordinario de la Central Única de Trabajadores de Chile.
Concurrieron 1.354 delegados, representando a 495 organizaciones sindicales, alrededor del 50% de las asistentes al Congreso Constituyente de febrero de 1953. Ello mostró el difícil momento que atravesaba el movimiento sindical.
Al realizarse este Congreso, tres de los más destacados consejeros nacionales de la CUT, el presidente Clotario Blest, Juan Vargas Puebla y Baudilio Casanova, estaban relegados. Miles de dirigentes sindicales de base habían sido inhabilitados en virtud del decreto Yáñez-Koch; numerosos sindicatos estaban intervenidos por autoridades corrompidas.

Pese a todo, el Congreso fue representativo. Participaron todas las corrientes existentes en el movimiento sindical. Al centro de las discusiones estuvo la reorganización de la CUT, la lucha contra las alzas, el mejoramiento de sueldos y salarios y la reconquista de las libertades públicas.

Sus principales resoluciones fueron: luchar por la defensa de los derechos sindicales; la derogación de la Ley Maldita, del decreto Yáñez – Koch y de la Ley de Sindicalización Campesina.
Se eligió, en forma unitaria, un nuevo Consejo Directivo Nacional, presidido por Clotario Blest.

El 3 de noviembre de 1958 se inició el gobierno de Jorge Alessandri.
El 13 de marzo de 1959 tuvo lugar en la Plaza Artesanos de Santiago un gran acto de solidaridad con la Revolución Cubana. Fue convocado por el PC, el PS y otras colectividades del FRAP, la CUT y la Federación de Estudiantes de Chile.

Intervinieron cinco oradores. Clotario Blest, Presidente de la CUT; Oscar Calvo, de la FECH, y tres miembros de la delegación cubana “Operación Verdad”.

EL SEGUNDO CONGRESO NACIONAL

Entre el 4 y 8 de diciembre de 1959, se realizó en Santiago el Segundo Congreso Ordinario de la CUT. Asistieron 1.440 delegados, representando a 518 organismos sindicales. Su número, levemente superior al que concurrió al Primer Congreso., señaló que persistía aún el reflujo del movimiento sindical. Pero se vislumbraba un repunte.

Al centro de este torneo estuvo la solidaridad con Cuba. Se saludó su triunfo como el acontecimiento más importante ocurrido en América Latina. Se resolvió el apoyo incondicional a los revolucionarios encabezados por Fidel Castro y se programó una serie de actos, que culminaron con un paro nacional de solidaridad con la Revolución Cubana el 17 de mayo de 1960.

El 17 de mayo de 1960: paro nacional convocado por la CUT en
Solidaridad con la Revolución Cubana

EL TERCER CONGRESO NACIONAL

El Tercer Congreso de CUT se realizó entre el 1 y el 5 de agosto de 1962. Participaron 2.414 delegados en representación de 1.107 organizaciones sindicales. Su consigna mostró la madurez política de los trabajadores: “Chile necesita cambios de fondo”
A pesar de la existencia de un represivo gobierno de derecha, el movimiento sindical se fue fortaleciendo.

DURANTE LA “REVOLUCIÓN EN LIBERTAD”

El 3 de noviembre de 1964 se inició el gobierno de Eduardo Frei Montalva.

Desde los primeros días, hubo choques entre éste y la CUT. El PDC acusó a la Central Única de ser instrumento de los partidos marxistas para obstaculizar la marcha de la Revolución en Libertad. El Ejecutivo estimuló las actividades divisionistas de un Comando Nacional de Trabajadores, presidido por un ex dirigente de la CUT y, en ese momento, diputado democratacristiano. Este Comando organizó una concentración para el 1 de mayo de 1965, cuyo principal orador fue el Presidente Frei Montalva.

La CUT, como lo hacía desde su fundación, conmemoró con un acto el Día Internacional de los Trabajadores.

EL CUARTO CONGRESO NACIONAL

En medio de un agitado clima gremial, la CUT programó su Cuarto Congreso Nacional Ordinario. Invitó al PDC a participar en su preparación y realización. El Comando Nacional de Trabajadores respondió negativamente. Pero, un sector de militantes democratacristianos, que se agrupaba en el Movimiento Unitario de Renovación Sindical, aceptó la invitación.

El Cuarto Congreso tuvo lugar del 26 al 28 de agosto, en Santiago. Se desarrolló bajo el lema “Independencia Sindical y Unidad para Vencer”. Concurrieron 2.104 delegados, representando a 900 organizaciones sindicales.

Fue un torneo unitario. El Partido Comunista propuso designar el Consejo Directivo Nacional por aclamación. La fórmula era: 7 dirigentes del PS; 6 del PC; 5 del PDC y 3 del PR. Se opusieron los socialistas. Argumentaron que era necesario conocer la fuerza de cada tendencia. Esto trajo problemas: la DC Y el PR no aceptaron la posición socialista y se marginaron de las elecciones. Estas arrojaron el siguiente resultado: Lista del PC eligió el Presidente, Luis Figueroa, y once dirigentes; Lista del PS, el Secretario General y 8 consejeros.

En el IV Congreso Nacional de la CUT, Luis Figueroa es elegido Presidente Nacional

QUINTO CONGRESO NACIONAL

Este tuvo lugar entre el 19 y 24 de noviembre de 1968, en Santiago. Asistieron 3.653 delegados, representando a 1.497 organismos sindicales de base, que totalizaban 340.000 afiliados. Fue el más importante torneo gremial realizado hasta entonces. El movimiento sindical vivía un período de auge.

El V Congreso de la CUT se desarrolló en un ambiente unitario, bajo la consigna “Unidad de los Trabajadores para los cambios revolucionarios”.

En la elección del Consejo Directivo Nacional hubo una innovación. Antes cada delegado tenía un voto; ahora, poseía tantos votos como socios al día en sus cotizaciones. Los resultados de la votación fueron:

El PC eligió el presidente y 13 consejeros; el PS, el secretario general y 6 miembros del Consejo; el PDC, el primer vicepresidente y dos consejeros; el PR, el segundo vicepresidente y un consejero. El MIR no logró representación.

DURANTE EL GOBIERNO POPULAR

Acto del 1º de mayo de 1972. Allende en la tribuna. En primera fila se ve al cardenal Raúl Silva Henríquez; a su izquierda, el dirigente de la CUT Víctor Díaz.

En los mil días del Gobierno Popular los trabajadores formaron parte de éste. La CUT jugó entonces un rol de enorme importancia. Muchos de sus dirigentes ocuparon puestos claves en la dirección del país. Incluso fueron ministros.

Durante ese período los trabajadores alcanzaron importantes conquistas, sin necesidad de recurrir a conflictos. No hubo contradicciones entre ellos y su gobierno. Allende le otorgó la plena legalidad a la CUT.

Los días 30 y 31 de mayo de 1972 se llevaron a cabo elecciones directas, a través de todo el país, para elegir el Consejo Directivo Nacional de la CUT. Ellas mostraron el apoyo mayoritario de los trabajadores al Gobierno Popular y la ninguna influencia que tenían en ellos las posiciones de ultraizquierda. Sus resultados fueron:

Partido Comunista 173.064 votos (31,8%)
Partido Socialista 148.117 “ (27,1%)
MAPU 25.970 “ (4,7%)
Partido Radical 21.910 “ (4,0%)
Izquierda Cristiana 3.336 “ (0,6%)
Partido Social Demócrata 1.601 “ (0,3%)
API 1.599 “ (0,3%)

TOTAL UNIDAD POPULAR 375.597 “ (68,8%)

Partido Demócrata Cristiano 147.598 “ (27,0%)
Partido Izquierda Radical 3.572 “ (0,7%)

OPOSICIÓN DE DERECHA 151.170 “ (27,7%)

MIR (FTR) 10.192 “ (1,8%)
Unión Socialista Popular 5.420 “ (1,0%)
Independientes más PCR 3.216 “ (0,6%)
Mov. Social Libertario 676 “ (0,1%)

TOTAL ULTRA IZQUIERDA 19.504 “ (3,5%)

LA CUT Y EL PARO PATRONAL DE OCTUBRE DE 1972

Cuando en octubre de 1972, los patrones pretendieron paralizar Chile, la CUT convocó a los trabajadores a ocupar sus puestos en la producción. Así lo hicieron. Ello, junto a la patriótica acción del Ejército, encabezado por el general Carlos Prats, derrotó el intento sedicioso de la burguesía. El Gobierno actuó con serena firmeza. Allende formó un nuevo Gabinete, donde participaron ministros de la UP, de la CUT y de las Fuerzas Armadas. El general Prats es designado Ministro del Interior. Este Gabinete mete en cintura a los sediciosos. Uno de los ministros fue Luis Figueroa, dirigente máximo de la CUT, que fue reemplazado en este cargo por Jorge Godoy.

EL EJEMPLO DE LA CUT PERDURA

El golpe fascista del 11 de septiembre de 1973 aplastó la primavera que construía el pueblo. Una de las primeras medidas de la dictadura de Pinochet fue ilegalizar y prohibir la Central Única, detener, torturar, hacer desaparecer, asesinar a dirigentes de todos los niveles.

Pero los principios levantados por esa gloriosa CUT no pudieron ser eliminados. Cada vez son más asimilados por su sucesora, la Central Unitaria de Trabajadores, surgida el 19 de agosto de 1988.

Bárbara Figueroa, Presidenta de la Central Unitaria de Trabajadores

Cap. XXV y final: Párrafos de la intervención del compañero Luis Corvalán en el Congreso clandestino de mayo de 1989

Reflexiones de un militante comunista de base en torno a la derrota de diciembre de 2017

Iván Ljubetic Vargas, historiador

CAPÍTULO XXV: PÁRRAFOS DE LA INTERVENCIÓN DEL COMPAÑERO LUIS CORVALÁN EN EL CONGRESO CLANDESTINO DE MAYO DE 1989

DE LA CRÍTICA Y LA AUTOCRÍTICA

“El rasgo más sobresaliente de este Congreso es su acentuado espíritu crítico y autocrítico, el afán renovador y de cambio de todo aquello que entrabe de algún modo el avance del Partido y la aplicación de su política.

La crítica y la autocrítica refuerzan la renovación. Esta es y debe ser una constante del Partido. Renovarse o morir escribía José Ingenieros en los años de la Revolución de Octubre…”

LA LUCHA PERMANENTE ENTRE LO NUEVO Y LO VIEJO

“Hay que dejar atrás viejas ideas que el tiempo ha demostrado son falaces. Entre las concepciones obsoletas está en la exaltación de la llamada pureza de la línea, en custodia de la cual más de algún compañero ha creído, buenamente, tener una misión predestinada. La línea del Partido está en constante confrontación con la práctica y, por tanto, no es nunca pura ni exacta; está sujeta a rectificaciones y perfecciones de uno u otro volumen y, como se ha remarcado en el Congreso, el Partido es una organización viva que tiene sus propias contradicciones y es campo de lucha permanente entre lo nuevo y lo viejo.

No puede extrañarnos, entonces, que hayan surgido discrepancias en el seno del Partido, incluso en su Comisión Política, y principalmente entre dirigentes que luchaban en el interior y dirigentes que lo hacían desde el exilio…”

LA LABOR DEL PARTIDO EN EL EXILIO

“Yo estuve seis años y medio en el exilio. El mayor tiempo del trabajo del Partido estuvo encabezado afuera por el compañero Volodia. Quiero expresar que, a mi juicio, tanto él como los compañeros Américo Zorrilla, Orlando Millas y otros hicieron un gran trabajo en varios aspectos, preocupados por ayudar al Partido del Interior…”

LA COMISIÓN POLÍTICA HA TENIDO UN PODER MUY GRANDE

“Los errores hay que analizarlos buscando no sólo ni tanto los responsables individuales de los mismos, sino ante todo las causas y condiciones en que fue posible que se dieran. Esto es lo que permite una corrección a fondo. Tengo la profunda convicción que hay que revisar también no pocas concepciones que tienen que ver con el funcionamiento del Partido y particularmente con sus órganos dirigentes. La Comisión Política ha tenido de hecho, desde hace por lo menos 50 años, un poder político tan grande que niega en la práctica el papel de máxima autoridad que tiene el Comité Central entre uno y otro Congreso. Así se explica el hecho de que no hayamos informado de las discrepancias.

En los últimos años el Comité Central se reúne con mayor frecuencia. Se le consulta y opina más a menudo. Es un paso positivo pero insuficiente porque no resuelve el problema de la concentración del poder en órganos reducidos. De la concentración del mismo en pocas manos, incluso en una, no hay muchos pasos. Es en este marco en que se pueden manifestar y se manifiestan más fácilmente los rasgos personales negativos, los métodos administrativos, el autoritarismo y la prepotencia…”

UN DESATINO IMPERDONABLE

“Es indiscutible que si hay responsabilidades colectivas e individuales, éstas últimas corresponden, en primer término, al que ha encabezado el Partido, aunque otros hayan sido los protagonistas directos de los hechos que tienen que ver con los errores. De otra parte, la responsabilidad de los errores, como las palmas que acompañan a los éxitos, son en alguna medida compartidas. Cito un hecho. Ha sido un desatino, una muestra de conservadurismo imperdonable que una misma persona haya estado en la Secretaría General del Partido durante 31 años. Ya en 1970 planteé en la Comisión Política la necesidad de que se analizara si debía o no continuar en el puesto, en consideración al hecho de que entonces entrábamos a ser un partido de gobierno y bien yo podría no tener dedos para el piano en esa nueva etapa de nuestras vidas. De nuevo, hace casi dos años, en 1987, expuse ante la Comisión Política la necesidad de mi relevo y lo ratifiqué por escrito en junio del año pasado.

HÁBITOS INSANOS

Digo todo esto no para relevarme de responsabilidades por la anomalía que comento, ni para descargarla sobre mis compañeros de Dirección, sino para señalar cuán arraigados están entre nosotros algunos hábitos insanos que hacen que el cambio de Secretario deje de ser un acto normal y aparezca como algo muy complicado. Hemos tenido que incorporar –y espero que se apruebe- a los estatutos una norma a este respecto para corregir estas deficiencias. Ahora viene el relevo. A esta altura sólo cabe decir que más vale tarde que nunca. Por mi parte, estoy dispuesto a seguir colaborando con la Dirección del Partido y trabajando allí donde más pueda ser útil a la causa. Para mis compañeros de la Dirección de ayer y de hoy tengo mis mejores sentimientos.”

(Ediciones, Impresora y Distribuidora de Publicaciones El Siglo: “Intervenciones de Delegados al XV Congreso Nacional del Partido Comunista de Chile realizado en mayo de 1989”. Santiago, Enero de 1990. Páginas 19, 20 21, 22 y 23. Los subtítulos son nuestros)

HAN TRASCURRIDO 29 AÑOS

Pasaron 29 años desde que tuvo lugar el Congreso de 1989. Nos preguntamos ¿cuáles de las falencias señaladas por el compañero Corvalán aún subsisten? ¿Cuáles han sido superadas?

Desde luego, hoy echamos de menos una valiente autocrítica como la realizada por el compañero Corvalán.

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