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Masacre de El Salvador (Chile): 11 de marzo de 1966

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

El 1º de enero de 1966, los mineros de El Teniente declararon una huelga exigiendo aumento de sus remuneraciones. La Braden Mining Cooper, filial de la Kennecott, explotadora de ese mineral, rechazó las peticiones de los obreros. El movimiento se prolongaba. No se vislumbraba una solución. Entonces, a comienzos de marzo, la Confederación de Trabajadores del Cobre, CTC, convocó a un paro solidario. Los mineros de Chuquicamata desoyeron el llamado. Sólo paralizaron sus labores los de El Salvador. El gobierno reaccionó declarando zonas de emergencia las provincias de O’Higgins y Atacama y entregando el control de los centros mineros en huelga a las fuerzas armadas. En El Salvador se designó jefe de plaza al Coronel Manuel Pinochet Sepúlveda.

PARO SOLIDARIO

En el mineral de El Salvador el paro fue total. Los trabajadores actuaron con disciplina y responsabilidad. Un Comando de Huelga dirigía las actividades. Diversas comisiones tenían a su cargo tareas concretas: la olla común para los huelguistas y familiares, competencias deportivas, actos artísticos – culturales, cuidado de los niños, disciplina, etc. El centro de todas estas acciones era la sede del Sindicato.

El entonces ministro de Defensa de Eduardo Frei Montalva, Juan de Dios Carmona, ordenó la ocupación militar de El Salvador. No había razón alguna para ello: allí reinaba la tranquilidad y el orden. El operativo tuvo lugar el 11 de marzo de 1966. Fue realizado por efectivos del Ejército.

TODO ESTABA TRANQUILO

Eran alrededor de las 14 horas. En la sede social, trabajadores, mujeres y niños habían almorzado recién. Algunos jugaban a las cartas, otros leían o conversaban. También hubo quienes dormitaban. Una comisión lavaba platos y servicios; otra, ordenaba mesas y bancas. Los niños, incansables, correteaban alegremente.

PROVOCACIÓN

De pronto alguien dio la voz de alarma: soldados habían rodeado el local. Los pequeños, asustados, corrieron a donde estaban sus padres. Hombres y mujeres se inquietaron.
El oficial a cargo de la tropa, prepotente y altanero, ordenó desalojar la sede. La gente se negó. No había motivo para ello: estaban en su local y no molestaban a nadie. Los trabajadores intentaron dialogar. La respuesta fue brutal. Los uniformados rompieron los vidrios de las ventanas y arrojaron bombas lacrimógenas al interior. El aire se hizo irrespirable. Gritos de desesperación y de ira.

CON BALAS DE GUERRA

Todos salieron corriendo. Unas mujeres se envolvieron con banderas chilenas, como buscando en el pabellón patrio una protección.
El capitán Alejandro Alvarado Gamboa dio una orden. Y el estrépito de una descarga se elevó por encima de los gritos y el ruido de las carreras.

Los soldados dispararon contra la gente indefensa. Cayeron algunos. Otros siguieron corriendo. Una nueva descarga. Gritos y quejidos.

DOS MUJERES ASESINADAS

Una mujer, que llevaba una bandera chilena fue asesinada. Se llamaba Leopoldina Chaparro Castillo. Tenía 36 años y estaba en avanzado estado de embarazo. Cerca de ella cayó otra: Marta Egurrola de Miles, madre de tres hijos y otro por nacer.
Estas dos mujeres proletarias eran igual a esa que utilizó la propaganda democratacristiana en la Campaña de 1964: una mujer embarazada en un bello y costoso afiche azul, con la leyenda “Por mi hijo, votaré por Frei”.

Y SEIS OBREROS

También cayeron asesinados seis obreros. Entre ellos dos comunistas: Ramón Santos Contreras y Raúl Monardes.
Ocho muertos y cuarenta heridos fue el saldo de la masacre. Y, como siempre, después de una matanza se pretendió culpar a las víctimas.

UNA VEZ MÁS AL CRIMEN SE UNE LA MENTIRA

El gobierno de Frei Montalva, a través de un comunicado oficial, suscrito por el Ministro de Defensa Carmona y el Subsecretario del Interior, Juan Hamilton, sostuvo que:
“Elementos especialmente adiestrados, a las 14 horas de hoy, realizaron un ataque masivo con armas de fuego y otros medios de agresión en contra de la fuerza pública”.
Esta falsedad fue desmentida por el propio oficial a cargo del operativo, el capitán de ejército Alejandro Alvarado Gamboa. Este declaró haber dicho al coronel Pinochet:
“Si usted quiere que yo cumpla la orden que usted me dio de tomarme el Sindicato, tengo que disparar a matar y ahí va a quedar la carnicería…”

CON PREMEDITACIÓN

Por lo demás, la masacre del 11 de marzo de 1966 fue la culminación de una serie de provocaciones llevadas a cabo por el coronel Pinochet. Días antes, había prohibido la entrada al mineral de comerciantes ambulantes. A los establecidos, les ordenó no otorgar créditos a los huelguistas amenazándoles que si desobedecían lo dispuesto, serían detenidos, cancelados sus permisos y expulsados del campamento. Su plan era cercar por el hambre a los trabajadores y sus familias. Cuando comprobó que esas maniobras no surtían efecto, ordenó la detención y traslado de dirigentes y algunos obreros. Aisló el Mineral y luego vino la masacre.

Más sobre las llamadas Fiestas Patrias

Dos condimentos del mito: más sobre las llamadas Fiestas Patrias

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

Al mito del “18” se agregan dos infundios más: el Tedeum de la Iglesia Católica y la Parada Militar.

El Tedeum de Fiestas Patrias

Cada 18 de septiembre se celebra el Tedeum (palabra que significa “cántico para dar las gracias a Dios”) organizado por la Iglesia Católica, para dar gracias a Dios por la emancipación de Chile del sistema colonial español.

¿Tiene moral esta institución para dar gracias en esta fecha en que se celebraría –según los mitómanos- el nacimiento de nuestra Patria independiente?

No. No la tiene. Porque la Iglesia Católica fue enemiga jurada de la Independencia de las colonias españolas de América.

Dos Papas condenaron la lucha emancipadora

La Iglesia lanzó dos encíclicas condenando a los patriotas. Aprovechó su influencia, para intervenir una vez más en política.

Una de esas encíclicas, suscrita por el Papa Pío VII, con fecha 30 de septiembre de 1816, llamó al clero de América a “no perdonar esfuerzo para desarraigar y destruir completamente la cizaña de alborotos y sediciones que el hombre enemigo sembró en esos países… Fácilmente lograréis tan santo objeto, si cada uno de vosotros demuestra a sus ovejas, con todo el celo que puedan, los terribles y gravísimos perjuicios de la rebelión, si presentan las singulares virtudes de nuestro carísimo en Jesucristo, Fernando, vuestro rey católico.”

Papa Pío VII
Papa León XII

La otra encíclica tiene por fecha el 24 de septiembre de 1824 y estaba firmada por el Papa León XII. Se refería a los gobiernos patriotas como “Juntas que se veían salir, a la manera de langostas devastadoras de un tenebroso pozo, que se concentraban en ellas, como en una inmunda sentina, cuanto hay y ha habido de más sacrílego y blasfemo en todas las sectas heréticas”.

En Chile, la inmensa mayoría del clero estuvo contra la independencia

En Chile, de los 500 miembros del clero secular, los sacerdotes patriotas no pasaban de 70. O sea, más del 80% del clero estuvo contra la Independencia y muchos curas reaccionarios empuñaron las armas al lado de las tropas realistas.

Pero en esa minoría que tomó la bandera emancipadora hubo patriotas ilustres como Camilo Henríquez, José Ignacio Cienfuegos, Juan Javier de Guzmán, Antonio Orihuela, Fray Rosauro Acuña.

¡Que no venga la Iglesia católica hoy a adorar lo que quemó ayer!

Una negra historia política de la jerarquía católica

La jerarquía católica chilena ha estado involucrada en una serie de episodios contra el pueblo, siempre unida a los sectores más reaccionarios. Veamos algunos ejemplos de ello.

El 28 de enero de 1824, junto a la oligarquía participó en el derrocamiento del Gobierno de Bernardo O’Higgins, el más preclaro prócer de la Independencia de Chile.

En 1891, estuvo en el bando de los contrarrevolucionarios que, pagado con libras esterlinas del imperialismo británico, se levantó y derrocó al gobierno democrático y patriótico de José Manuel Balmaceda.

El 20 de agosto de 1949, el Arzobispado de Santiago emitió una Carta Pastoral justificando la represión desatada por el Gobierno de Gabriel González Videla contra los manifestantes que participaron en la llamada “huelga de la chaucha”.

En ese documento, suscrito por el arzobispo José María Caro, se decía: “Sin desconocer la angustia económica, que tantos sacrificios impone a todos los ciudadanos…es necesario que veamos con toda claridad un mal mucho mayor, que se cierne sobre todo el país, sobre el bienestar de sus ciudadanos, sobre la mantención de sus libertades, sobre la existencia misma del Estado y sobre la misión sagrada de la Iglesia, cual es el asalto de las fuerzas comunistas” (“El Mercurio, 21 de agosto de 1949, página 25).

Hacia 1962 ya se había iniciado la campaña presidencial que culminaría el 4 de septiembre de 1964. Ya habían salido a la palestra tres candidatos: Eduardo Frei Montalva, Julio Durán y Salvador Allende. En Washington, el Presidente John Kennedy “había decidido en 1962 que era de interés nacional de seguridad norteamericana que resultara elegido como Presidente chileno en 1964 el candidato democratacristiano Eduardo Frei”. (El Mercurio, edición internacional, de 26 de diciembre de 1976 a 1º de enero de 1967, página 7).
Coincidiendo con esa declaración, toda la jerarquía de la Iglesia Católica chilena, emitió, con fecha 18 de septiembre de 1962, una larga Carta Pastoral, en que sostenía: “Del triunfo del comunismo en Chile, la Iglesia y todos sus hijos, no pueden esperar sino persecución, lágrimas y sangre” (“El Diario Ilustrado”, domingo 23 de septiembre de 1962, página 11).

Luminosas excepciones

No sería justo ignorar unas excepciones –que justifican la regla- en que la Jerarquía eclesiástica (aunque no toda ella) tuvo una actitud progresista. Citaremos dos casos.
El 25 de octubre de 1938 triunfó por breve margen de votos el candidato del Frente Popular, Pedro Aguirre Cerda. Los partidarios del derrotado Gustavo Ross Santa María intentaron desconocer la victoria de la Izquierda. En ese momento el Cardenal José María Caro reconoció los resultados de las urnas, lo que puso fin a la intentona derechista.

Durante el Gobierno Popular de Salvador Allende, el cardenal Raúl Silva Henríquez tuvo una posición muy positiva. Y, como él mismo lo reconociera, el único problema que tuvo con el Gobierno fue a raíz de ENU.

Por otra parte, fue mundialmente reconocida la inmensa labor en defensa de los derechos humanos del Arzobispado de Santiago, encabezado por el cardenal Raúl Silva Henríquez, aunque ello no fue una actitud de toda la jerarquía de la Iglesia chilena.

La Parada Militar del 19 de septiembre

Le llaman el Día de las Glorias del Ejército de Chile. Es uno de los actos para conmemorar el mitológico “18”.

A las Fuerzas Armadas actuales se les pretende comparar con los combatientes por la Independencia de Chile.

O’Higgins pensó en la necesidad de formar un ejército nacional sin relación alguna con el del rey español. Por ello fundó la Escuela Militar.

Pero ese ejército fue reemplazado por otro que no siempre ha sido fiel heredero del más grande prócer de la lucha emancipadora. Las más de las veces, ha sido utilizado contra el pueblo, quien le ha entregado las armas para defender la patria.

Veinte masacres perpetradas en el siglo XX por el Ejército, más el genocidio durante la Dictadura

Los “valientes soldados” masacraron a un pueblo inerme.

En el Gobierno de Germán Riesco (1901 – 1906)

1) 12 de mayo de 1903: contra obreros portuarios de Valparaíso, por soldados del Ejército, policía y “guardias blancas”. 30 muertos, 600 heridos.

2) 1903: Contra obreros del carbón en Coronel por efectivos del Regimiento Chacabuco. 3 asesinados; 2 heridos.

3) 17 de septiembre 1904: Contra pampinos en oficina salitrera Chile, en huelga. Piquete de Húsares de la Muerte. 13 muertos y 32 heridos.

4) 24 de octubre de 1905: Contra manifestantes en Santiago en protesta contra impuesto a carne argentina, por soldados del Ejército. 70 muertos, 300 heridos y 530 detenidos.

5) 6 de febrero de 1906: Contra huelguistas en la Plaza Colón de Antofagasta, 10 muertos, numerosos heridos. Perpetrada por soldados del Regimiento Esmeralda, Séptimo de Línea, de Antofagasta.

En el Gobierno de Pedro Montt (1906 – 1910)

6) 21 de diciembre de 1907: Contra pampinos en la Escuela Santa María de Iquique por soldados del Ejército, marinos de la Escuadra de Guerra y “guardias blancas”. Más de 2.000 muertos, muchos heridos.

En el Gobierno de Juan Luis Sanfuentes (1915- 1920)

7) 1917: Contra mujeres que solidarizan con ferroviarios en “huelga del tarro”, en Antofagasta, por soldados del Ejército. Varias mujeres muertas y heridas.

8) 23 de enero de 1919: Contra obreros de Puerto Natales, por militares y policía. 6 muertos

9) 27 de julio de 1920: Contra trabajadores de Punta Arenas: asalto e incendio de sede de Federación Obrera de Magallanes, por soldados, policías y “guardias blancas”. Alrededor de 30 asesinados en asalto y posterior terror.

10) Noviembre de 1920: Contra mineros del carbón en huelga en Lota por soldados. Un muerto, cuatro heridos.

En el Primer gobierno de Arturo Alessandri Palma (1920- 1925)

11) 3 de febrero de 1921: contra pampinos en Oficina San Gregorio, por soldados Regimiento Esmeralda y policía. 100 muertos, numerosos heridos.

12) Abril de 1921: contra mineros del carbón en Curanilahue por soldados. Varios asesinados y heridos.

13) 23 de noviembre 1921: contra comité de cesantes de la FOCH que marchan solidarizando con campesinos, en el Zanjón de la Aguada, por soldados. 1 muerto, varios heridos.

14) 1921: contra huelguistas de la Compañía Chilena de Tabaco, en Valparaíso por efectivos del Ejército. Un muerto y 60 heridos.

15) 25 de mayo de 1922: contra cesantes y sus familiares al pie del monumento de Bernardo O’Higgins en la Alameda, Santiago, por efectivos del Ejército. Varios muertos y heridos

16) 4 de junio de 1925: contra pampinos en oficina salitrera de La Coruña, por efectivos del Ejército, que emplean cañones en esa oficina, luego el “palomeo” de obreros y el lanzarlos al fondo del mar. Más de 2 mil asesinados. Decenas de heridos.

En el Gobierno de Gabriel González Videla (1946 – 1952)

17) 16-20 agosto de 1949 contra manifestantes, obreros y estudiantes, en calles de Santiago, por carabineros y soldados del Ejército. 4 muertos y numerosos heridos a bala.

En el Segundo Gobierno de Carlos Ibáñez del Campo (1952 – 1958)

18) 2 de abril de 1957: Contra manifestantes en calles de la capital, por efectivos del Ejército. 20 muertos; varios heridos.

En el Gobierno de Jorge Alessandri Rodríguez (1958 – 1964)

19) 19 de noviembre 1962: Contra pobladores de la población José María Caro por soldados de la Aviación. 6 muertos, 30 heridos, 200 detenidos.

Gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964 – 1970)

20) 11 de marzo 1966: Contra obreros del mineral de cobre de El Salvador en huelga solidaria, por soldados del Ejército. 8 asesinados (2 mujeres y 6 obreros) y 60 heridos.

A partir de los años 30 se nota una disminución de las masacres, no es que éstas hayan disminuido, sino que el Cuerpo de Carabineros pasó, en muchas ocasiones, a reemplazar al Ejército en sus labores represivas.

Durante la Dictadura Fascista (1973-1990)

En este período, las fuerzas armadas llevaron a cabo un verdadero genocidio contra el pueblo de Chile, empleando un cruel terrorismo de Estado.

Hubo miles de víctimas: detenidos, prisioneros, relegados, desaparecidos, fusilados, degollados, torturados, exiliados, exonerados.

Falsificadores de la historia

Una de las características del fascismo, es falsificar la historia. El pinochetismo no fue una excepción. El dictador y sus cómplices pretendieron aparecer como los herederos de Bernardo O’Higgins.

El 11 de diciembre de 1973, en una ceremonia en la Escuela Militar los cuatro miembros de la Junta Militar fueron distinguidos con las insignias de la Orden O’Higginiana. En la ocasión, Pinochet dijo refiriéndose a esa condecoración: “Para mí y para los otros tres integrantes de la Junta, ella implica el simbolismo de encarnar los principios a los que el capitán general don Bernardo O’Higgins consagrara por entero su vida y sus actos”.
El 20 de agosto de 1975, Pinochet llegó al extremo de firmar en la ciudad de San Bernardo un decreto-ley otorgando a O’Higgins el título de “Libertador de Chile”.

El 20 de agosto de 1982 en un discurso pronunciado en Chillán se comparó con el prócer: “Aquel debió enfrentarse con la fronda aristocrática y yo con la fronda política. Ambos, con un clero dividido y el extremismo, bandidaje antes, terrorismo ahora”.

Los “valientes” soldados asesinando a civiles inermes

Los fascistas chilenos conciben el Ejército como heredero de las tropas realistas. El general Herman Brady, ministro de Defensa de la dictadura, en un acto en homenaje a Pinochet, efectuado el 23 de agosto de 1976, sostuvo que “desde la época de la Colonia el Ejército de Chile ha sido la piedra angular para formar historia, formar tradición, formar hombría y mantener inalterable la institucionalidad de este Chile que tanto queremos”.

Genocidas y mentirosos

Las Fuerzas Armadas mantienen desde los tiempos de Pinochet la misma doctrina de la seguridad nacional, que pasó a ser la base de la ideología de la dictadura, fundada en el rol tutelar de las fuerzas armadas, que asumieron el papel de garantes de la institucionalidad.

Esta doctrina, aprendida en las escuelas estadounidenses, utiliza el concepto de la guerra interna subversiva, de las “fronteras ideológicas”, que ubica al enemigo principal al interior del país, el “comunismo”, término con que denomina al movimiento obrero, o sea, a los trabajadores con conciencia de clase, a sus organizaciones políticas y sindicales.

Las FF AA, en base a un pacto de silencio, se han negado a entregar datos sobre los detenidos desaparecidos y cuando han entregado algunos, como ocurrió en la Mesa de Diálogo en 1999, han resultado falsos.

Así de gloriosas son las Fuerzas Armadas que se lucen en la Parada Militar cada 19 de septiembre, siendo uno de los rituales del gran mito del “18”. De la gran estafa de la soberbia y mentirosa oligarquía y de sus historiadores.

Descarados los Ex Comandantes

En vísperas de la 44ª conmemoración del golpe fascista, un grupo de antiguos jefes de las ramas militares y de la policía uniformada, envió una carta a El Mercurio donde cuestionan los procesos judiciales contra represores, reivindican ser los únicos que han reconocido responsabilidades por los hechos del pasado, y victimizan a quienes están presos por casos de detenidos desaparecidos, ejecutados políticos y torturas.

Sostienen que: “Consideramos grave que al único sector que ha asumido sus culpas en el ayer se lo discrimine tan abiertamente”, defendiendo a sus antiguos colegas procesados y encarcelados.

Agregan que quienes respaldaron al Gobierno Constitucional de Salvador Allende y se opusieron al régimen militar, no han “respondido por sus propias culpas”, en una tácita advertencia de que deberían pagar por ellas. Agregan que “los otros actores, activos y pasivos, en la tragedia de antaño, disfrutan de un Chile donde para ellos están todos los caminos y espacios abiertos”.

La carta fue firmada, después de analizarla y consensuarla, por comandantes en jefe del Ejército: Óscar Izurieta y Juan Miguel Fuente-Alba; los ex comandantes en jefe de la Armada: Jorge Arancibia, Miguel Vergara, Rodolfo Codina, Edmundo González y Enrique Larrañaga. Los ex comandantes en jefe de la Fuerza Aérea: Fernando Rojas, Patricio Ríos, Osvaldo Sarabia, Ricardo Ortega y Jorge Rojas y los ex generales en directores de Carabineros: Fernando Cordero, Eduardo Gordon y Gustavo González.

Critican a la justicia, la apertura de nuevos procesos, el anunciado cierre de Punta Peuco. Los criminales, culpables materiales del genocidio que se perpetró contra el pueblo chileno, pretenden salir libres de polvo y paja. Ellos, los que se han negado a entregar antecedentes sobre los cientos de casos de detenidos desaparecidos, los que no han mostrado la más mínima señal de arrepentimiento. Es la soberbia de los fascistas.

Y ES UNA AMENAZA SOTERRADA
Frente a este episodio, la presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD), Lorena Pizarro, indicó que la carta de los ex jefes de las FFAA y Carabineros “en pocas palabras es una amenaza soterrada a la democracia, porque ante la cobardía, la felonía y la sedición les gritamos en su cara verdad y justicia”.

Añadió que “por eso es tan grave y peligroso lo que hoy día ha hecho esa tropa de cobardes sediciosos en esa carta en su pasquín de difusión que es el diario El Mercurio, por eso es tan peligroso y esperamos, exigimos y demandamos un pronunciamiento”.

Luis Emilio Recabarren: “Hemos sido, somos y seremos siempre antimilitaristas”.