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Marcelo Urra

El asesinato de Tucapel Jiménez Alfaro

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

Cínica portada de La Tercera, que durante la dictadura de Pinochet fue cómplice de los crímenes del terrorismo de Estado fascista.

En la noche del 25 de febrero de 1982 fue encontrado en el camino Noviciado a Lampa, a 40 kilómetros de Santiago, el taxi en que trabajaba Tucapel Jiménez Alfaro. En su interior, estaba el dirigente sindical cruelmente degollado. La dictadura, en comunicado oficial y los órganos de prensa a su servicio se apresuraron en calificar el crimen como un asalto para robarle.

¿QUÉ OCURRIÓ EN REALIDAD?

En la mañana de ese día 25 de febrero de 1982, Tucapel Jiménez Alfaro salió a trabajar en su taxi como lo hacía todos los días. Un individuo subió al vehículo como pasajero. Era Luis Pino Moreno, carabinero en retiro, casado con una prima de Tucapel Jiménez. Posteriormente, otros tres hombres abordaron el vehículo. Obligaron a Tucapel Jiménez Alfaro a conducir hasta un lugar aislado en el camino a Lampa. Allí le dispararon cinco balazos en la cabeza y luego lo degollaron salvajemente. Tras esto, los sujetos, que eran miembros de la Dirección de Inteligencia Nacional del Ejército (DINE), sustrajeron algunas de sus pertenencias para simular un robo.

¿QUIÉN ERA LA NUEVA VÍCTIMA DE LA DICTADURA?

Tucapel Francisco Alfaro Jiménez había nacido en Santiago el 4 de agosto de 1921. Sindicalista chileno, militante del Partido Radical. Se inició como líder sindical en 1938, siendo presidente del Club Deportivo Lavaderos de Oro. En 1942 fue elegido presidente de la Asociación de Trabajadores de la Dirección de Abastecimiento y Petróleo. Luego, en 1951, fue presidente de la Asociación de Almacenes Reguladores del Comisariato, cargo que lo vinculó al frente gremial de los empleados del Estado, que habría de ser el principal escenario de su liderazgo social.

En 1953, ocupó el cargo de director de la Asociación de Empleados de la Superintendencia de Abastecimientos y Precios. En 1954 fue delegado ante la Agrupación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF), incorporándose en 1957 a la directiva nacional de esta organización.

Tucapel Jiménez Alfaro

En 1960 asumió la vicepresidencia de la Asociación Nacional de Empleados de DIRINCO. En 1963, asumió la presidencia nacional de la ANEF, siendo reelegido para ese cargo en 1967 y 1970.
Durante el Gobierno de la Unidad Popular, fue opositor al Presidente Allende.

BAJO LA DICTADURA DE PINOCHET

En 1975 Tucapel Jiménez Alfaro fundó el Grupo de los Diez. Desde el puesto de vicepresidente desplegó una intensa actividad. En 1981 creó la Unión Democrática de Trabajadores, ocupando también la vicepresidencia. Sus esfuerzos estaban dirigidos a reunificar el movimiento sindical chileno.

En 1982 el movimiento opositor a la dictadura de Augusto Pinochet crecía y estaba a punto de lograrse una amplia unidad político-sindical. Entonces la dictadura, a través de la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE), armó un operativo con participación de la Central Nacional de Inteligencia, CNI. Su objetivo, eliminar al presidente de la Agrupación Nacional de Empleados Fiscales, ANEF, Tucapel Jiménez Alfaro, uno de los principales impulsores de esa buscada unidad.

Poco antes de su asesinato, Jiménez había alcanzado a dar un gran paso en ese camino: logró armar un encuentro en el que participaron varios dirigentes políticos de diferentes partidos opositores. Entre ellos, estaba el ex Presidente Eduardo Frei Montalva, quien ya era abiertamente contrario al régimen militar.

EL PROCESO

El asesinato de Tucapel Jiménez Alfaro impactó al país. Se levantó una ola de protestas. El dictador se vio obligado a designar ese mismo año, a través del Ministerio del Interior, a Sergio Valenzuela Patiño como ministro en visita, con el fin que investigara el caso. Pasaron 17 años y el proceso en manos de este ministro no arribó a nada. En 1999 fue reemplazado por Sergio Muñoz Gajardo, quien tomó con responsabilidad el caso. A pesar que el ejército entregó información falsa y se negó a prestar colaboración alguna, logró descubrir que el crimen había sido perpetrado por miembros de la Dirección de Inteligencia Nacional del Ejército (DINE)

LOS CRIMINALES

El año 2002, el Ministro Sergio Muñoz Gajardo condenó a 12 personas por el crimen de Tucapel Jiménez Alfaro, entre autores, cómplices y encubridores. En calidad de autores fueron condenados el general Ramsés Álvarez Sgolia (director de DINE, quien trasmitió la orden de Pinochet), el brigadier Víctor Pinto Pérez (comandante del Cuerpo de Inteligencia del Ejército, que supervisó la operación asesinato de Tucapel Jiménez), el teniente coronel Francisco Ferrer Lima, el mayor Carlos Herrera Jiménez (que asesinó al dirigente sindical), los suboficiales Manuel Contreras Donaire y Miguel Letelier (coautores del crimen). Como cómplices fueron condenados Juan Carlos Arriagada y Jorge León Alessandrini por haber facilitado la obtención del arma homicida. Detrás de todos ellos estaba Pinochet.

El 29 de enero de 12008, la Corte de Apelaciones de Santiago ordenó pagar $ 1.200 millones de pesos a la familia de Tucapel Jiménez. El tribunal de alzada instruyó al Fisco a pagar una indemnización a los tres hijos y dos nietos del dirigente sindical, a 25 años de su asesinato.

FOTO INÉDITA

HOMENAJE CADA AÑO

En el año 2017, el Cementerio General se realizó la romería en conmemoración de los 35 años del asesinato del dirigente sindical, Tucapel Jiménez, actividad que fue encabezada por la Presidenta de la República, Michelle Bachelet Jeria.

La Ministra de la Mujer y la Equidad de Género, Claudia Pascual Grau, participó en el acto en el que estuvieron presentes los familiares de Tucapel Jiménez, representados en la ceremonia por su hijo, el Diputado del mismo nombre.

También estuvieron presentes el Ministro (s) de Relaciones Exteriores, Edgardo Riveros; la Ministra de Trabajo y Previsión Social, Jimena Krauss; el Ministro de Justicia y Derechos Humanos, Jaime Campos; el Ministro del Deporte, Pablo Squella; la Ministra de Bienes Nacionales, Nivia Palma, además de Subsecretarios y parlamentarios.

Monumento en el lugar que Tucapel Jiménez fue asesinado. Camino a Lampa.

EL INFORME DE LA COMISIÓN DE VERDAD Y RECONCILIACIÓN (INFORME RETTIG) SEÑALÓ:

Tucapel Francisco JIMENEZ ALFARO, dirigente de la Asociación Nacional de Empleados Fiscales de Chile y figura de gran relevancia dentro del sindicalismo nacional de oposición al Gobierno de la época, fue interceptado el 25 de febrero de 1982 en el taxi que conducía y llevado a un camino vecinal a 40 Km. de Santiago hacia el Poniente. En ese lugar se le dio muerte mediante disparos en el cráneo y posterior degollamiento.

El móvil de estos hechos no fue el robo ya que se encontraron en su poder especies de valor. La víctima sufría seguimientos previos, en los que aparecen comprometidos agentes de los servicios de seguridad, específicamente miembros de la Secretaría Nacional de los Gremios y la CNI.

Con posterioridad a los hechos se realizaron diversas maniobras destinadas a encubrir el crimen y entorpecer la labor de los investigadores. Incluso un individuo confesó por escrito ser el autor del crimen para luego suicidarse, demostrándose posteriormente en el proceso que había sido asesinado y que la confesión era falsa.
La Comisión ha adquirido la convicción de que se trató de un crimen cometido por motivaciones políticas en violación de los derechos humanos de Tucapel JIMENEZ. Aunque no puede afirmar 24categóricamente que la ejecución de este crimen fue obra de agentes del Estado, ponderados todos los antecedentes estima en conciencia que está comprometida en su muerte la responsabilidad del Estado por cuanto, si no fueron agentes del Estado los hechores, éstos contaron al menos con el amparo del Estado.

El Manifiesto del Partido Comunista y su influencia en los orígenes del pensamiento revolucionario chileno

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

I.- ¿CUÁL FUE EL ORIGEN DEL “MANIFIESTO”?

Exiliados alemanes que vivían en París fundaron en 1834 la Liga de los Proscritos, una sociedad secreta democrático-republicana. En 1836, sus elementos más avanzados dieron vida a la Liga de los Justos. A mediados de 1847 esta asociación realizó en Londres su Primer Congreso, al que asistió Federico Engels. En este evento efectuado en la más estricta clandestinidad, se produjo el cambio de su nombre por el de Liga de los Comunistas.

Entre fines de noviembre y comienzos de diciembre de 1847, se celebró, también en Londres y clandestinamente, el Segundo Congreso de la Liga de los Comunistas. Concurrieron Carlos Marx y Federico Engels, que expusieron y defendieron la teoría que habían creado. Estos nuevos principios fueron aprobados por unanimidad. El viejo lema de “Todos los hombres son hermanos”, fue reemplazado por el de “Proletarios de todos los países, uníos”.

El Segundo Congreso de la Liga encargó a Marx y Engels la redacción de un programa.

Tal fue el origen del Manifiesto del Partido Comunista. El 24 de febrero de 1848 se publicó en Londres, en idioma alemán, la primera edición del Manifiesto del Partido Comunista, redactado por Marx y Engels.

II.- SOBRE EL MANIFIESTO DEL PARTIDO COMUNISTA

Es un texto breve. Su primera edición tenía sólo 23 páginas.
Esta obra –pequeño libro que vale por tomos enteros, al decir de Lenin- consta de una Introducción y cuatro partes. Se inicia con la famosa frase: “Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo”.

Agregando: “Ya es hora que los comunistas expongan a la faz del mundo entero sus conceptos, sus fines y sus tendencias, que opongan a la leyenda del fantasma del comunismo un manifiesto del propio partido”.

La primera parte tiene por título “Burgueses y Proletarios”. Y allí se expone de entrada su tesis central: “La historia de todas las sociedades hasta nuestros días, ha sido la historia de la lucha de clases”.

En esa parte Marx y Engels escribieron (atención, pues parece que no fue escrito hace ya 170 años) “Mediante la explotación del mercado mundial, la burguesía dio un carácter cosmopolita a la producción y al consumo de todos los países… Ha quitado a la industria su base nacional. Las antiguas industrias nacionales han sido destruidas y están destruyéndose continuamente… En lugar del antiguo aislamiento de las regiones y naciones que se bastaban a sí mismas, se establece un intercambio universal… Los bajos precios de sus mercancías constituyen la artillería pesada que derrumba todas las murallas de China…”

La segunda parte: “Proletarios y Comunistas”, aplican a la práctica los enunciados de la Primera Parte.

La Tercera Parte: “Literatura Socialista y Comunista”, se realiza la crítica a los diferentes corrientes socialistas y comunistas existentes en esa época (mediados del siglo XIX).

La Cuarta Parte: “Actitud de los comunistas respecto de los diferentes partidos de oposición”, finaliza proclamando: ”Los comunistas consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos. Proclaman abiertamente que sus objetivos sólo pueden ser alcanzados derrocando por la violencia todo el orden social existente. Las clases dominantes pueden temblar ante una Revolución Comunista. Los Proletarios no tienen nada que perder en ella más que sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo que ganar. ¡Proletarios de todos los países, uníos!”

III.- EN CHILE, CATORCE AÑOS ANTES DEL MANIFIESTO DEL PARTIDO COMUNISTA

En 1834, catorce años antes de que se publicara la primera edición del Manifiesto de Marx y Engels, los obreros del mineral de Plata de Chañarcillo, ubicado cerca de Copiapó llevaron a cabo la primera huelga obrera en nuestro país.

Según el investigador Roberto Hernández: “El alzamiento de peones de 1834 se repitió más tarde, causando con ello una enorme intranquilidad en Copiapó mismo, en donde la población llamada La Placilla era como un amenaza constante”. (Hernández, Roberto: “Juan Godoy o el descubrimiento de Chañarcillo”. Valparaíso, 1932. Tomo I, p. 69).

Lo de Chañarcillo fue una acción espontánea, una elemental reacción a la superexplotación. El trabajo en ese mineral era inhumano.

Ocho años después de esa explosión proletaria, el escritor José Joaquín Vallejo, que usaba el seudónimo de Jotabeche, escribió en “El Mercurio” sobre las labores en Chañarcillo: ”A la vista de un hombre medio desnudo que aparece en su bocamina, cargando a la espalda 8, 10 y 12 arrobas de piedras (una arroba equivale 11,5 kilos, por tanto, estamos hablando de 92, 115 y 138 kilos), después de subir con tan enorme peso por aquella larga sucesión de galerías, de piques y de frontones; al oír el alarido penoso que lanza cuando llega a respirar el aire libre, imaginamos que el minero pertenece a una raza más maldita que la del hombre, nos parece un habitante que sale del otro mundo menos feliz que el nuestro, y que el suspiro tan profundo que arroja al hallarse entre nosotros es una reconvención amarga dirigida al cielo por haberlo excluido de la especie humana”.

“El espacio que media entre la bocamina y la cancha, en donde deposita el minero los metales, lo baña con el sudor copioso que brota por todos sus poros; cada uno de sus acompasados pasos y acompañado de un violento quejido; su cuerpo encorvado, su marcha difícil, su respiración apresurada, todo en fin, demuestra lo mucho que sufre”. (“El Mercurio”, 5 de febrero de 1842).

IV.- ORÍGENES Y DESARROLLO DEL PROLETARIADO CHILENO

A partir de los años 20 del siglo XIX, Chile experimentó importantes cambios en su economía. Luego de haber roto la dependencia al rey español, nuestro país pudo vender cobre y plata a Inglaterra. Con los recursos recibidos, se ampliaron los minerales, se mejoraron y se construyeron caminos, puentes, puertos; se empleó el ferrocarril. En todas esas faenas, que eran formas capitalistas de producción, laboró un trabajador de nuevo tipo. Así surgió la clase obrera chilena. Los primeros destacamentos de ella, aparecieron en la región de Atacama.

Desde su nacimiento hasta comienzos del siglo XX, el proletariado chileno alcanzaba la categoría que Marx llamó “una clase en sí”. O sea, existía objetivamente, pero carecía de conciencia de clase y de organizaciones propias en lo social y en lo político. Tenía, eso sí, una capacidad de lucha por reivindicaciones económico-sociales, como lo demostró Chañarcillo y otras numerosas huelgas llevadas a cabo en el siglo XIX.

Al publicarse en Londres el Manifiesto Comunista, Chile contaba con una población de algo más de un millón de habitantes, de los cuales 30 mil eran obreros, estando la mitad de ellos ocupados en la minería.

V.- LA INFLUENCIA DEL SOCIALISMO UTÓPICO EN CHILE

Hacia mediados del siglo XIX, algunos núcleos obreros habían alcanzado la madurez suficiente para acoger ideas del socialismo utópico. Este había surgido en Europa en la primera mitad de ese siglo.

Sus representantes fueron los primeros en criticar en forma apasionada y convincente las injusticias del régimen capitalista.
Su doctrina era socialista, porque aspiraba a crear una sociedad nueva. A instaurar, según decían ellos, “el reino de la razón y de la justicia eterna”. Era utópico, porque resultaba incapaz de mostrar el camino para alcanzar la sociedad que proponían. Ello, debido a que sus exponentes no comprendían que el motor del desarrollo de la sociedad es la lucha de clases.

Los teóricos más destacados del socialismo utópico son los franceses Henri Saint-Simon y Charles Fourier, junto con el inglés Robert Owen. En Chile el escritor y periodista Martín Palma publicó en febrero de 1858 “El Cristianismo Político o Reflexiones sobre el Hombre y las Sociedades”. Es la primera obra que en nuestro país planteó las ideas del socialismo utópico.

En 1864 Ramón Picarte Mujica concibió una organización llamada “Sociedad Trabajo para Todos”, con el fin de ayudar a la gente necesitada. Para ello recurrió a la clase adinerada. No recibió apoyo alguno. Mayor efecto tuvieron las ideas del socialismo utópico en el espíritu de innumerables obreros y artesanos semiproletarizados, que iniciaron la crítica social y pusieron la base a los primeros anhelos reivindicativos.

El 18 de septiembre de 1853, surgió en Chile la primera Sociedad de Socorros Mutuos, llamada también Mutual. Las mutuales, sin ser una organización de la clase obrera, tuvieron entre sus socios a importantes sectores obreros. Era un grupo de personas, que reunían un fondo social, a través del pago de cuotas, que se utilizaba para ayudar a los socios enfermos y a los familiares de los fallecidos. No eran entidades para llevar adelante la lucha de clase del
Proletariado. Por el contrario, representaban la tendencia de conciliación de clases. En su seno podían coexistir patrones y obreros, pero sobre todo la constituían artesanos.

VI.- EL MARXISMO LLEGA A NUESTRO PAÍS

Después de la Guerra del Salitre (1879 – 1883) la clase obrera chilena experimentó un notable desarrollo. Ello, entre otras razones, por la incorporación al proletariado nacional de los pampinos que laboraban la industria del salitre, que hasta ese conflicto estuvo en manos del Perú (Tarapacá) y Bolivia (Antofagasta). Hacia 1883 eran unos 4.500.

Se inició el período del conocimiento del marxismo en Chile, que se prolongó hasta el primer decenio del siglo XX. Surgieron núcleos de obreros que conocían el movimiento sindical europeo, sus luchas, las ideas que sustentan. Es por entonces frecuente, que se mencionara a Marx y se citaran párrafos del Manifiesto Comunista.

Veamos algunos ejemplos:

El periódico “El Pueblo”, de Valparaíso, en su edición del 31 de agosto de 1892 publicó un Manifiesto de la Sociedad Marítima de Socorros Mutuos, donde se sostenía:

”No olvidéis las palabras del gran socialista Karl Marx: la gente de trabajo de todas partes del mundo debe ser hermana. Ellas deben hacer causa común con los demás. Ellas tienen un mundo que ganar y sólo las cadenas que perder”.

Ese mismo periódico, trae el 12 de agosto de 1893 un artículo titulado “La Sociedad del Futuro”, en el cual se hacen acertadas referencias a Karl Marx.

En febrero de 1896 se fundó en Santiago el Centro Social Obrero, que en noviembre de ese año comenzó a editar su órgano oficial “El Grito del Pueblo”, que difunde los principios del socialismo científico. Con fecha 6 de diciembre proclama: “Somos socialistas. ¡Ya no somos un pueblo ignorante!

El 29 de diciembre aparece en sus páginas el artículo “El Socialismo en Chile”. Lo firma alguien con el seudónimo Karl Marx, que sostiene:
“Las ideas para esparcirse no respetan nada… Atraviesan soberbias cordilleras como los Andes, para sentar sus reales en el indolente Chile y convertir en hijos del pueblo, acostumbrados a besar la mano del verdugo que los azota, en hombres libres que luchan sin miedo por emanciparse del yugo burgués”.

Hacia 1896, uno de los dirigentes de la Agrupación Fraternal Obrera, llamado Luis Olea se declara marxista. En una carta publicada en “El Proletario”, de Santiago, el 20 de septiembre de 1897 afirma:

”Diviso en esos temas al gladiador temerario que desafiando las fieras humanas esgrime con la seguridad del éxito las armas de la razón templadas en el yunque de las teorías de Marx… Tiemble ya la burguesía por su porvenir, que el día fatal de la vindicación llegará al fin, y entre los escombros de todo un régimen se alzará triunfante el sol del socialismo”.

El 10 de octubre de 1897, “El Proletario” trae un artículo firmado por una mujer, Úrsula Bello, donde se señala:

”Nosotras, las que hemos cifrado nuestro porvenir y bienestar en la ruda labor de los hombres de trabajo, las que soportamos las injusticias y desigualdades del actual régimen social, nos adherimos entusiastas a la falange de los nuevos redentores de la humanidad: los socialistas”.

En esa misma edición, A. Araya escribe: “Adelante compañeros de sufrimientos en la grande idea del socialismo; unámonos como un solo hombre para rechazar esta sociedad explotadora. ¡Viva el Socialismo! ¡Viva la Revolución Social!.”

“El Proletario” en su número del 17 de octubre de 1897 proclama:
”La lucha de clases, desconocida hasta ayer en Chile, se empeñará desde hoy, frente a frente proletarios y burgueses, artistas y profanos, reformadores y reaccionarios, víctimas y verdugos”.
En octubre de 1897 se funda en Santiago la Unión Socialista, que plantea tener por objeto “implantar el Socialismo en Chile”. Como respuesta al ataque realizado a una asamblea de socios por una turba de matones enviados por la Intendencia de Santiago, se transformó el 8 de diciembre de 1897 en el Partido Socialista. Este tendrá una existencia de no más de dos años.

En Punta Arenas se fundó en 1897 la Unión Obrera. En su periódico “El Obrero” proclamó con fecha 2 de enero de 1898: “La lucha de clases se desarrolla donde quiera que existan burgueses y proletarios”.

En febrero de 1898 se creó en Santiago el Partido Obrero Francisco Bilbao, que el 26 de ese mes afirmó en su periódico “El Trabajo”:
“El obrero no debe esperar nada de tantos falsos apóstoles. Su emancipación social, política y económica debe ser obra del obrero mismo y esto lo conseguirá mediante la unión que hace la fuerza, formando el partido de los explotados”.

En 1907 escribió Luis Emilio Recabarren: “La emancipación de los trabajadores debe ser obra de los trabajadores mismos, ha dicho Karl Marx hace 60 años en Alemania y esta frase inmortal es el faro que nos guía y vivirá unida con otra del mismo autor: ¡Proletarios de todos los países, uníos!”.

VII.- SE INICIA EL PERÍODO DE LA APLICACIÓN DEL MARXISMO A CHILE

Hacia 1910 se inició el período de la aplicación del marxismo a la realidad chilena, con la aparición de obras marxistas en el propio país.

Luis Emilio Recabarren Serrano (1876 – 1924) es el primer autor marxista en nuestro país y uno de los tres primeros de América Latina, junto al cubano Julio Antonio Mella (1903 – 1929) y al peruano José Carlos Mariátegui (1894 – 1930).

Recabarren escribió en 1910 tres obras de carácter marxista:

“La huelga de Iquique en diciembre de 1907. La teoría de la Igualdad”;

“Pobres y ricos a través de un siglo de vida republicana” y

“Mi Juramento”.

Son éstas las primeras expresiones en el país de la doctrina elaborada por Marx y Engels. Por entonces el proletariado nacional vivía un momento muy importante de su historia. Las ideas del marxismo han sido acogidas por no pocos sectores obreros. La labor de educador de masas de Recabarren está dando sus frutos. Madura la conciencia de clase en importantes núcleos proletarios.

En 1900 habían surgido las Combinaciones Mancomunales Obreros, las primeras organizaciones de carácter sindical en el país, que desaparecieron con la masacre de la Escuela Santa María de Iquique, perpetrada el 21 de diciembre de 1907. Pero, gracias a la tenaz labor de Recabarren y otros revolucionarios, el movimiento sindical de clase se ha ido reconstruyendo.

1912 es un año de trascendencia muy grande en la Historia de Chile. Entonces ya se han creado las condiciones objetivas y subjetivas para el surgimiento del Partido revolucionario de los trabajadores chilenos.

Y en ello, la influencia del Manifiesto del Partido Comunista de Marx y Engels publicado en Londres el 24 de febrero de 1848, fue muy grande.

Bibliografía:

– Engels, Federico: “Del Socialismo Utópico al Socialismo Científico” .

– Marx, Carlos y Engels, Federico: “Manifiesto del Partido Comunista”.

– Ramírez Necochea, Hernán: “Historia del Movimiento Obrero en Chile”.

– Ramírez Necochea, Hernán: “Origen y Formación del Partido Comunista de Chile”.

– Ljubetic Vargas, Iván: “Breve Historia del Partido Comunista de Chile”.

– Ljubetic Vargas, Iván: “Don Reca”.

– Ljubetic Vargas, Iván: “El Manifiesto cruza mares y cordilleras” en revista “Alternativa” Nº 7, ICAL, enero-febrero-marzo 1998, pp. 54 a 64.

INVITACIÓN

El Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER, te invita al panel en homenaje al 170 Aniversario de la publicación de la primera edición del Manifiesto del Partido Comunista, a realizarse el jueves 22 de marzo de 2018, a las 19,30 horas, en el salón Camilo Guzmán Sandoval del ICHIL (avenida Brasil 153).

Augusto César Sandino. El General de los hombres libres

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

En la noche del 21 de febrero de 1934 Augusto César Sandino -en compañía de su padre, Gregorio Sandino, el escritor Sofonías Salvatierra (ministro de Agricultura) y sus lugartenientes, generales Francisco Estrada y Juan Pablo Umanzor- acudieron a una cena en La Loma (Palacio Presidencial), invitados por el Presidente Juan Bautista Sacasa. A la salida de dicho evento el coche en el que viajaban fue detenido. El cabo de guardia que les detuvo -era en realidad Lisandro Delgadillo, un mayor disfrazado- los condujo a la cárcel de El Hormiguero. Sandino, Estrada y Umanzor fueron llevados al monte La Calavera en el campo de Larreynaga. Allí, a la señal de Delgadillo, el batallón que custodiaba a los prisioneros abrió fuego matando a los tres generales. Ello ocurrió a las 11 de la noche del 21 de febrero de 1934. Detrás de este horrible crimen estaba Anastasio Somoza García, entonces director de la Guardia Nacional, cargo designado por el Presidente Sacasa bajo la presión del Embajador estadounidense Matthew E. Hanna.
Al día siguiente, la Guardia Nacional destruyó la cooperativa que Sandino había establecido en el poblado de Wiwilí, matando o haciendo prisioneros a sus integrantes.

PRIMEROS PASOS DEL LÍDER

Augusto Nicolás Calderón Sandino nació el 18 de mayo de 1895 en la ciudad de Niquinohomo (Departamento de Masaya, Nicaragua). Hijo de Gregorio Sandino -un adinerado cultivador de café-, y Margarita Calderón, una indígena sirvienta en la plantación de éste. En 1904, a la edad de 9 años, fue abandonado por su madre y enviado a vivir con su abuela materna. Más tarde vivió con la familia de su padre, donde debió trabajar para ganar su hospedaje.

En esta casa nace Augusto César Sandino

TESTIGO DE LA INTERVENCIÓN YANQUI

Sandino tenía 17 años de edad, cuando en julio de 1912, presenció la primera intervención de las tropas estadounidenses en Nicaragua. Éstas apoyaron al Gobierno conservador del presidente Adolfo Díaz, ante a una sublevación en su contra. El 4 de octubre de 1912, el general liberal Benjamín Zeledón, murió en combate al ser derrotadas sus fuerzas de la fortaleza de El Coyotepe, tras feroces combates en la entrada de la ciudad de Masaya. El joven Sandino quedó impresionado con la imagen del general patriota, cuyo cadáver era llevado en una carreta por los Marines para ser sepultado en el pueblo de Catarina.

SE FORJA COMO COMBATIENTE ANTIIMPERIALISTA

En 1921 Sandino se dirigió a la costa caribeña de Nicaragua. Después a Honduras, donde trabajó como empleado en un ingenio azucarero.

En 1923 viajó a Guatemala, donde laboró en las plantaciones de la United Fruit Company. Después, a Cerro Azul en Veracruz (México) donde fue empleado de empresas petroleras.
Durante su estada en México comenzó a tomar parte en diversos grupos revolucionarios. Sandino se convirtió en un ferviente defensor del nacionalismo y, sobre todo, del antiimperialismo, en particular en la resistencia contra la ocupación estadounidense. Sandino regresó a Nicaragua el 10 de junio de1923.

GABRIELA MISTRAL SOLIDARIZA CON SANDINO

En ese año 1923, Gabriela Mistral, poeta chilena Premio Nobel de Literatura, llamó a los pueblos del continente a sumarse al pequeño David que enfrentaba al Goliat prepotente. Se refería a la lucha por la Independencia de Nicaragua que librada César Augusto Sandino contra el invasor yanqui. Gabriela pedía que todos los países de América Latina cooperaran con dinero y con toda clase de ayuda a la lucha desigual, que era la causa de todos los pueblos de América morena.

Convocó, con voz encendida, a los jóvenes para que formaran una legión de combatientes e ir a pelear junto a los hermanos nicaragüenses, ofrendando –decía- incluso lo más preciado que tiene el ser humano, su propia sangre, en señal absoluta de sacrificio solidario.

GENERAL DEL EJÉRCITO LIBERAL

Durante la Guerra Constitucionalista (1926-1927) entre conservadores y liberales, Sandino obtuvo armas y organizó un grupo de combatientes, conocido como Los Montañeses. El 2 de noviembre de 1926 atacó el cuartel conservador en el poblado de El Jícaro. Obtuvo un contundente éxito. Sandino y sus hombres fueron incorporados a las filas del Ejército Liberal Constitucionalista. Designado general en jefe del Ejército Liberal de Las Segovias, Sandino la convirtió en su base de operaciones, hasta llegar a controlar Jinotega.

Alcanzó varias victorias sobre las tropas conservadoras. Ello atrajo nuevos efectivos a su columna, la llamada Columna Segoviana. Llegó a contar con 800 hombres de caballería. Los triunfos de Sandino, contribuyeron -en parte- para que los liberales tomaran la iniciativa en la guerra y empezaron el avance general hacia el Pacífico.

GOBIERNO AUTORIZA INTERVENCIÓN YANQUI

El 6 de febrero, los liberales sitiaron la ciudad de Chinandega. Luego de cruentos combates, lograron tomarla. Quedaron numerosos muertos y heridos de ambos bandos. Entonces el presidente nicaragüense autorizó al Mayor James J. Meade para que sus marines reemplazaran a las tropas conservadoras en la defensa de Managua, pues con la caída de Chinandega, la capital quedó seriamente amenazada.

El 19 de febrero, una compañía de marines ocupó Chinandega. Para entonces, el número de marinos estadounidenses en Nicaragua había ascendido a 5.000 y 464 oficiales. Los invasores participaban activamente en los conflictos internos de Nicaragua.

SANDINO SE REBELA CONTRA TRAICIÓN

Ante el eminente peligro de una intervención directa de Estados Unidos contra los liberales, el jefe de su ejército, José María Moncada, decidió pactar. A pesar que tenía el control sobre casi todo el país, se rindió a la entrada de Managua. Con fecha 4 de mayo de 1926 firmó el Pacto del Espino Negro, en que aceptó la continuidad del gobierno conservador hasta las elecciones de 1928.
Sandino se opuso a la paz impuesta por las fuerzas de ocupación y se retiró al inexpugnable cerro El Chipote, donde tenía su base principal.

En respuesta a la cobarde acción de Moncada, Sandino exclamó: “No me vendo, ni me rindo. Yo quiero patria libre o morir”. A partir de ese momento enarboló una bandera roja a la que agregó una franja negra. Así señaló su decisión de que la lucha sería hasta conseguir la libertad o la muerte.

SANDINO INICIA LUCHA CONTRA INVASORES

Con sólo veintinueve hombres (eran 30 con él) y 40 rifles, Sandino inició una guerra nacional contra el invasor y los gobiernos entreguistas de Díaz y Moncada.

En un Manifiesto fechado el 2 de septiembre de 1927, Sandino planteó que: ya no se trataba de una guerra civil, sino una lucha entre patriotas e invasores, porque tanto conservadores como liberales habían pedido la intervención de los marines estadounidenses.

Poco a poco Sandino incrementó sus efectivos, hasta llegar a tener unos 6000 hombres. Era el llamado Ejército Defensor de la Soberanía Nacional (EDSN). Contribuyó a aumentar el sentimiento antiimperialista los desmanes cometidos por los infantes de marina estadounidenses, quienes acostumbraban violar mujeres campesinas en los lugares que ocupaban.

LA GUERRA DE GUERRILLAS

El 16 de julio de 1927 tuvo lugar la histórica batalla de Ocotal. Sandino, después de tomar casi toda la ciudad, fue obligado a retirarse luego que sus tropas fueran diezmadas por aviones de la marina estadounidense que bombardearon y ametrallaron la ciudad.
La población civil de Ocotal sufrió el primer bombardeo aéreo por un escuadrón de aviones de la historia de la aviación militar.
En este primer combate, Sandino fue derrotado por la preparación y poder de fuego de los marines. Entonces empleó la guerra de guerrillas.

En el combate de “El Bramadero” (27 de febrero de 1928), las tropas de Sandino infligieron una terrible derrota a una patrulla de invasores. En la fase final del combate los sandinistas utilizaron los temibles machetes, herramientas de trabajo del campesino nicaragüense convertidas en eficaces armas blancas capaces de decapitar de un solo tajo a un hombre. A partir de ese momento los marines, quienes llamaban «bandidos o bandoleros» a los hombres de Sandino, empezaron a llamarlos «guerrilleros».

SANDINO HONRA DE LATINOAMÉRICA

En 1928, estando en París volvió a escribir sobre el héroe nicaragüense: “El general Sandino carga sobre sus hombros vigorosos de hombre rústico, su espalda viril de herrero o forjador, con la honra de todos nosotros. Gracias a él la derrota nicaragüense será un duelo y no vergüenza; gracias a él, cuando la zancada de botas de siete leguas que es la norteamericana, vaya bajando hacia el Sur, los del Sur se acordarán de ‘los dos mil de Sandino’ para hacer lo mismo”. (Citado por Mario Céspedes en Recados para América. Textos de Gabriela Mistral”. Santiago, 1978, página 45).

LA GUARDIA NACIONAL DE NICARAGUA

Al comprobar los oficiales estadounidenses que los marines eran incapaces de derrotar a los soldados de Sandino, decidieron emplear la táctica de enfrentar a nativos contra nativos. Comenzaron a formar un nuevo ejército nicaragüense, la llamada Guardia Nacional de Nicaragua, entrenado, equipado y financiado por EE. UU., y comandado por oficiales estadounidenses. Si bien esto significó un aumento considerable de las tropas que combatían a Sandino, no influyó en el curso de la guerra de forma significativa.

Los sandinistas expandieron sus zonas de operaciones más allá de Las Segovias alcanzando zonas de Jinotega, Matagalpa, Chontales, Boaco, Chinandega, la costa Caribe e incluso la capital Managua. Las propiedades de los estadounidenses eran destruidas en los numerosos ataques sandinistas, y los colaboracionistas capturados eran sumariamente ejecutados.

NICARAGUA NO ES UNA COLONIA

En 1931, estando en Nueva York, Gabriela Mistral escribió un recado titulado “La cacería de Sandino”. Allí denunció:

“Míster Hoover (Herbert Klark Hoover presidente de EE UU entre 1929 y 1933) ha declarado a Sandino ‘fuera de la ley’. Ignorando eso que llaman derecho internacional, se entiende, sin embargo, que los Estados Unidos hablan del territorio nicaragüense como del propio, porque no se comprende la declaración sino como lanzada sobre uno de sus ciudadanos: ‘Fuera de la ley norteamericana’…

“La frase cocedora de Mr. Hoover suena como ese Halalí de las grandes cacerías, cuando sobre la presa que ha asomado el bulto en un claro del bosque, el cuerno llamador arroja a la jauría. Es numerosa la jauría esta vez hasta ser fantástica: sobre unas lomas caerán cinco mil hombres y decena de aeroplanos. También equivale la frase a la otra de uso primitivo: ‘Tantos miles de pesos por tal cabeza’, usada en toda la tierra por los hombres de presa.

Lástima grande que la cabeza enlodada del herrero que la prensa yanqui llama bandido, sea, por rara ocurrencia, una cabeza a la cual sigue anhelante el continente donde vive toda su raza y una pieza que desde Europa llaman de héroe nato y de criatura providencial los que saben nombrar bien…

Mr. Hoover, mal informado a pesar de sus veintiún embajadas, no sabe que el hombrecito Sandino, moruno, plebeyo e infeliz ha tomado como un garfio la admiración de su raza, excepto uno que otro traidorzuelo o alma seca del Sur.” (Mario Céspedes: obra citada, páginas 92 y 93).

SE VAN LOS MARINES

En 1933 el presidente Franklin Délano Roosevelt proclamó la “política de buena vecindad”, lo que significaba la retirada de todas las fuerzas militares de Estados Unidos de los países de la cuenca del Caribe, incluyendo Nicaragua. Sin embargo, conscientes de su derrota, ya desde hacía algún tiempo los marines preparaban su retirada: paulatinamente dejaron de participar en los combates, y no sólo entrenaban clases y soldados, sino también oficiales nativos.
En 1933 las fuerzas estadounidenses oficialmente abandonaron el territorio nicaragüense, sin haber podido matar o capturar a su enemigo, y menos aún vencerlo.

LA PAZ

Retirado los marines, Sandino envió al nuevo presidente liberal, Juan Bautista Sacasa, una propuesta de paz, que fue aceptada. El 2 de febrero de 1933 terminó oficialmente la guerra. El ejército de Sandino, exceptuando a un grupo de protección de 100 hombres, fue oficialmente desarmado. La Guardia Nacional, que tenía como Jefe Director a Anastasio Somoza García y que aún no era autoridad militar reconocida como tal en la Constitución, se hizo cargo de la seguridad en todo el país. Provocó abusos contra los sandinistas, al estar estos desarmados.

El 21 de febrero de 1934 Augusto César Sandino fue asesinado.

LOS SOMOZAS

EN 1936 Anastasio Somoza García derrocó al presidente Sacasa y se tomó el poder. Gobernó de manera dictatorial durante 40 años, con breves períodos en los que imponía un presidente títere y contando siempre con el respaldo de EE. UU. Esto le permitió acumular una enorme fortuna.

Anastasio Somoza García fue baleado en un acto de ajusticiamiento el 21 de septiembre 1956 por el joven poeta Rigoberto López Pérez. Al frente del país quedaron, sin embargo, sus hijos Luis Somoza Debayle, como presidente, y Anastasio Somoza Debayle, como jefe director de la Guardia Nacional. Ambos continuaron la política de su padre.

EL FRENTE SANDINISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL

Carlos Fonseca Amador

Carlos Fonseca Amador y otros revolucionarios, fundaron en 1961 el Frente Sandinista de Liberación Nacional como un movimiento de oposición armada a la dictadura de los Somoza. En 1979 derrotaron al hijo menor de Somoza García (Anastasio Somoza Debayle). Vencieron los revolucionarios nicaragüenses y gobernaron desde 1979 hasta 1990.

Daniel Ortega

Después, con los triunfos electorales, del 10 de enero de 2007 y del 6 de noviembre de 2016, el Frente Sandinista de Liberación Nacional, ha gobernado otros dos períodos. En los tres, el presidente ha sido Daniel Ortega Saavedra.

Recordando al hijo del salitre: Elías Lafertte

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

“Fue recto, fue grande, fue claro,
fue puro como una vertiente:
del pueblo y de su desamparo
salió su fuerza combatiente.
Así la lucha fue su gloria
y entregó al pueblo su conquista.
Su epitafio será su historia:
“Aquí descansa un comunista”.
Porque esta lucha no termina
con una vida ni una muerte,
esta bandera no se inclina.
Y tu corazón que germina
no tiene fin, Elías Lafertte”.

(Pablo Neruda: “Corona para mi Maestro”)

Es viernes 17 de febrero de 1961. Estamos en plena campaña parlamentaria. Conociendo la crítica salud del compañero Lafertte, estamos reunidos en Temuco, en la sede de la Dirección Regional Cautín del Partido Comunista, ubicado en la esquina de las calles Bulnes y Miraflores Escuchamos radio. El informativo de las 21 horas trajo el comunicado que tanto temíamos:

-Ha muerto Elías Lafertte Gaviño, presidente del Partido Comunista de Chile.

Un compañero apaga la radio. Se hace un silencio impresionante. Por muchas mejillas corren lágrimas. De pronto una voz enronquecida rompe el silencio:

– Compañero Elías Lafertte…
– ¡Presente, ahora y siempre!, respondemos.

¿Quién era ese obrero cuya muerte estremeció a sus camaradas?

Elías Lafertte Gaviño fue uno de los grandes de Chile. Un líder, un combatiente y un gran compañero.

Lo conocí hace 67 años, cuando yo era militante de las Juventudes Comunistas. Recuerdo que en una primaveral mañana de octubre de 1950, llegué al viejo edificio donde estaba nuestra pensión en Santiago. Encontré a Jaraquemada, uno de los cuatro estudiantes de Llo-Lleo que allí vivíamos. Me dijo que en “Democracia”, periódico que había reemplazado al clausurado “El Siglo”, se informaba que ese día, daba una charla el compañero Elías Lafertte. Era a las 19,30 en el teatro Sicchel.

CUÁNDO Y CÓMO CONOCÍ A ELÍAS LAFERTTE

Decidimos concurrir. Eran las 7 y 10 de la tarde cuando llegamos al Teatro del Sindicato de la Compañía Chilena de Electricidad, ubicado en Catedral esquina Sotomayor. Ninguno de los dos conocíamos físicamente al camarada Lafertte.  Había gente esperando. La mayoría formaba un grupo, que conversaba animadamente. Nos acercamos. Un compañero, ya de edad, comentó:

– Ahora con el famoso aceite adulterado, andamos todos como aviones a chorro…

Risas.

El camarada que habló, seguramente un obrero, se refería al escándalo que había estallado por esos días. Los empresarios distribuidores del aceite comestible, en complicidad con las autoridades, lo habían adulterado para obtener mayores ganancias. Esto produjo serios trastornos digestivos a buena parte de la población. Miré el reloj. Eran casi las 19:30 y el conferencista – pensé- aún no llega. En ese momento alguien levantó la voz:

– Compañeros, propongo que pasemos a la sala y comencemos. Compañero Elías, dijo dirigiéndose al que había estado hablando del aceite, pase usted, por favor.

Nos miramos con Jaraquemada.

Habíamos imaginado que el presidente del Partido Comunista llegaría cuando todo estuviera listo, para entrar en medio de los aplausos. Pero el camarada Lafertte rompió nuestros prejuicios. El presidente y uno de los fundadores del Partido, senador de la República, ex dirigente de la FOCH, una de las grandes personalidades del país, había llegado de los primeros, con la modestia de un obrero consecuente.

Su charla fue sencilla, amena, plena de sabiduría. Aprendimos mucho.

Esa noche de octubre de 1950, Elías Lafertte nos dio una clase magistral de cómo deber ser un dirigente comunista: tener profundos conocimientos, ser modesto, fraternal, alegre, optimista.

EL AMANECER DE UN LÍDER

Por entonces, Elías Lafertte tenía 64 años de edad, pues había nacido en Salamanca, un 19 de diciembre de 1886. Pudo estudiar sólo dos cursos en una escuela. Desde los 11 años debió trabajar. Fue monaguillo y obrero del salitre.  En 1911 conoció a Luis Emilio Recabarren: El 4 de junio de 1912 participó en Iquique en la fundación del Partido Comunista de Chile. Fue candidato a la Presidencia de la República en tres ocasiones: en 1927, 1931 y 1932. En 1937, estando desterrado en México, resultó elegido senador por las provincias de Tarapacá y Antofagasta. Siendo reelegido en 1945.

EN EL PUERTO ROJO

Lo vi por segunda vez en San Antonio. Fue en una tarde de febrero de 1952.

Después de desfilar por calle Centenario, con cantos y consignas, con rojas banderas agitadas por la brisa marina, llegamos a la plaza del puerto. Allí proclamaríamos al candidato del Frente del Pueblo, al compañero Salvador Allende Gossens.

Abrió el mitin el presidente del Comando Comunal Allendista. Luego se anunció al Presidente del Partido Comunista.

La mayoría de los asistentes cantamos La Internacional, levantando el puño derecho. Era nuestro saludo y homenaje al dirigente obrero; pero también un desafío al traidor.

Habló el camarada Lafertte, arrancando aplausos cuando se lanzó contra el “Judas de La Moneda”, Gabriel González Videla que, luego de llegar a La Moneda en brazos del pueblo, traicionó el Programa que había prometido e inició, en octubre de 1947, la persecución contra los comunistas, los que más trabajaron por su candidatura.
La emoción nos embargó cuando Lafertte afirmó:

– Parafraseando al escritor español, podemos decirle al traidor: ¡los muertos que vos matasteis, gozan de buena salud!

– Entonces la plaza de San Antonio estalló con la consigna tantas veces repetida:

¡Y que fue… y que fue, aquí estamos otra vez!

Cerró el acto, el compañero Salvador Allende, un verdadero educador de masas.

EN LA QUINTA CONFERENCIA DE LAS JJ CC DE CHILE

Entre el 26 y 29 de marzo de 1959 tuvo lugar la Quinta Conferencia Nacional de las Juventudes Comunistas. Se realizó en la sede del Comité Central del Partido, ubicada en Teatinos 416. Se inició con el Informe leído por Manuel Cantero, dirigente máximo de los jóvenes comunistas. Al día siguiente, y con la presencia del compañero Elías Lafertte, se entregaron los informes de los Secretarios de los Comités Regionales. Me correspondió intervenir en segundo lugar. Relaté el trabajo de los jóvenes comunistas de la provincia de Cautín. Le di a mi informe un tono ligeramente poético. En octavo lugar intervino la secretaria del Comité Regional de Atacama. Habló, entre otras cosas, del excelente trabajo que realizan hacia los jóvenes del mineral de Huantemé.

En la tarde de ese viernes 27 de marzo, me correspondió presidir la sesión plenaria. Ofrezco la palabra al camarada Lafertte.  En su intervención valoró los avances de los jóvenes comunistas. Puso varios ejemplos. Se refirió en especial al trabajo hacia los jóvenes mineros de Huantemé. De improviso se volvió hacia mí y me dijo:

-Compañero Iván, usted que nos habló tan bellamente de su provincia y que es profesor de Historia y Geografía, ¿nos puede decir dónde está Huantemé?

Me tomó de sorpresa. No alcancé a responder, cuando surgieron de la sala los gritos de:

-No sabe… no sabe … no sabe… (Comenzaron los de Valparaíso “picados” con nosotros los de Cautín. Luego los siguieron otros).

Estallaron las risas. Yo muerto de vergüenza, deseaba enterrarme ahí mismo. Pero, debía seguir presidiendo.

ME TIENDE SU MANO PROLETARIA

El domingo 29 de marzo de 1959 se clausuró la Quinta Conferencia con un almuerzo en el Parque Rosedal. En un momento se acercó a mí el camarada Lafertte:

-Compañero Iván, me dice, he observado que usted no se siente bien. ¿Qué le pasa? Si son mis palabras del viernes la causa de su problema, le ruego que me disculpe. No tuve la menor intención de herirlo. Todo lo contrario. Me tiende su mano proletaria. La estrecho con respeto, agradeciéndole sus palabras.

Así era el camarada Lafertte. Con una natural picardía y un especial sentido del humor. Firme en sus principios. Sensible. Muy humano. Super tierno, como decimos ahora. En esa Quinta Conferencia recibí una nueva lección de este comunista ejemplar.

EN EL CUARTO CONGRESO DE LAS JJ CC

Entre el 20 y el 23 de febrero de 1960 tuvo lugar el Cuarto Congreso Nacional de las Juventudes Comunistas de Chile.  En una de sus sesiones asistió el compañero Elías Lafertte. Intervino con el entusiasmo y pasión de siempre. Nos habló de la importancia de los métodos juveniles, que los jóvenes deben cantar.

– A propósito de esto – dijo- estoy seguro que en esta sala hay jóvenes comunistas con inquietudes artísticas, músicos y poetas. A ver, camaradas, les ruego ponerse de pie los que cultivan estas artes.
Algunos compañeros se miraron sorprendidos, indecisos. Les hicimos señas, animándolos, con cierta picardía. Luego de titubear brevemente, unos diez compañeros se pusieron de pie. Estaban algo cohibidos, pero no podían disimular un poquitín de orgullo. Artistas, al fin y al cabo. Lafertte enfatizó lo importante que es para las Juventudes Comunistas y el Partido contar con esos valiosos militantes. Luego disparó: ¡Cómo es posible que, habiendo tantos creadores entre nosotros, no se compongan nuevas creaciones y se sigan cantando las viejas canciones de la Guerra Civil española!
Los “artistas” se sentaron un tanto acholados. Algunos no pudimos contener la risa.

A SANTIAGO LOS BOLETOS

Esa aciaga noche del 17 de febrero de 1961 nos reunimos como Directiva Regional del Partido, a la cual pertenecía por ser Secretario Político de las Juventudes Comunistas de Cautín. Se designó una delegación para asistir a los funerales. Viajamos en el tren nocturno del día siguiente, para llegar a la capital el 19 de febrero de 1961. Nos dirigimos a la sede del Comité Central del Partido, ubicada en Teatinos casi esquina Compañía.
En el salón principal está la capilla ardiente. A pesar de ser muy temprano, hay mucha gente.

HOMENAJE AL CAMARADA ELÍAS

Junto a la urna, que contenía los restos del compañero Lafertte, vimos hacer solemne guardia de honor a ocho dirigentes sindicales. Y se sucedieron las guardias. Cientos de hombres, mujeres y jóvenes militantes, amigos, de otras colectividades políticas y organizaciones sociales, independientes, rinden homenaje al hijo del salitre. Los comunistas de Cautín, también tenemos ese honor.

En la tarde, parte desde la sede del Comité Central una multitudinaria, triste, pero combativa columna hacia el Cementerio General. Somos miles.  Caminamos, con banderas del Partido y de las Juventudes Comunistas, cantando, gritando sin cesar:

– Compañero Elías Lafertte…

– ¡Presente, ahora y siempre!

LO DESPEDIMOS CON LA INTERNACIONAL Y EL CANTO A LA PAMPA

En la Plazoleta del Cementerio General, en avenida La Paz, un mitin de despedida, en la que intervinieron varios oradores. Luego, una delegación de 100 militantes, designados por el Comité Central, -entre los cuales tuve el honor de estar, por entonces era miembro del Comité Central de las Juventudes Comunistas- acompañamos los restos del camarada Lafertte, al interior del cementerio, hasta su tumba. Ahí le dimos el último adiós al inolvidable y querido compañero.  Entonamos La Internacional. También el Canto a la Pampa, canción en recuerdo de la masacre perpetrada por soldados del ejército y de la marina, en la Escuela Santa María de Iquique, el sábado 21 de diciembre de 1907. Allí, donde 54 años atrás, el entonces joven Elías había recibido su bautizo de fuego.

La Guerra del Salitre

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

“La Guerra de 1879 en que la clase gobernante de Chile anexó la región del salitre” (Luis Emilio Recabarren: “Pobres y ricos”.  Rengo, 1910).

Los historiadores burgueses llaman Guerra del Pacífico al conflicto bélico que, entre 1879 y 1883, desangró a Chile, Bolivia y Perú. Ello para ocultar la verdadera causa de la conflagración: el salitre.

El océano Pacífico es la mayor masa marítima del planeta. Su superficie abarca 180 millones de kilómetros cuadrados y sus aguas bañan tres continentes: América, Asia y Australia.

La guerra que nos preocupa se desarrolló en un mínimo rincón de ese océano y en su transcurso hubo sólo dos combates navales: el de Iquique, el 21 de mayo de 1879, y el de Punta de Angamos, el 8 de octubre del mismo año. Ambos duraron unas pocas horas y participaron seis naves. Dos peruanas, el Huáscar y la Independencia; cuatro chilenas, la Esmeralda, la Covadonga, el Cochrane y el Blanco Encalada. Posteriormente, la flota chilena surcó el Pacífico en tres ocasiones y sólo para transportar tropas. El escenario naval de ese conflicto abarcó desde Antofagasta a Pisco, unos 2 mil kilómetros.

CAUSAS DEL CONFLICTO

Historiadores alemanes denominan a esta conflagración Salpeterkrieg (Guerra del Salitre). Y es el nombre adecuado.
Durante años, el desierto de Atacama –al sur de Bolivia y al norte de Chile- fue despreciado por ambos países. Pero todo cambió al descubrirse el valor del salitre y que, en el desolado de Atacama, como también se le llamaba, existían importantes yacimientos de nitrato.

Comenzaron las discusiones sobre la frontera. El primer tratado de límites entre Chile y Bolivia, firmado en 1866, fijó como frontera el paralelo 24º latitud sur y dejó una zona compartida entre ambos países, el territorio comprendido entre los paralelos 23 y 25. Chile y Bolivia se repartirían por partes iguales las riquezas que se produjeran en esa franja.

En 1874 se suscribió un segundo tratado, que mantuvo la frontera en el paralelo 24, eliminándose la zona compartida. En compensación, Bolivia se comprometió a no alzar durante 25 años los impuestos “a las personas, industrias y capitales chilenos”.

CHILENOS EXPLOTAN SALITRE BOLIVIANO

En Antofagasta, territorio boliviano, se instaló la Compañía de Salitre de Antofagasta, de capitales chilenos, que el 1º de mayo de 1872 inició las exportaciones del “oro blanco” a Europa.
Más al norte, Perú puso en vigencia, con fecha 28 de marzo de 1875, una ley mediante la cual expropió las oficinas salitreras de Tarapacá, pagando a sus antiguos propietarios con certificados.

En 1879 el Presidente de Bolivia Tomás Frías fue derrocado por un golpe militar, encabezado por el general patriota Hilarión Daza. Este gravó con un impuesto de 10 centavos cada quintal de salitre exportado desde territorio boliviano. La Compañía de Salitre de Antofagasta se negó a cancelarlo. Entonces Daza ordenó el embargo y el remate de esa empresa.

DEFENDIENDO A CAPITALISTAS

El Gobierno chileno salió en defensa de los capitalistas connacionales. Rompió relaciones con Bolivia y el 14 de febrero de 1879, día señalado para el remate, 200 soldados al mando del coronel Emilio Sotomayor, invadieron suelo boliviano, ocuparon Antofagasta, impidiendo la subasta.

Ante este atropello a su soberanía, Bolivia declaró la guerra a Chile el 1º de marzo. Otro tanto hizo Perú, que había firmado un pacto con Bolivia.

El 5 de abril, Chile declaró la guerra a los aliados. Comenzó la conflagración con triunfos de las tropas chilenas, que hacia fines de 1879 tenían en sus manos la región de Tarapacá.

LA OTRA GUERRA

Pero en la región se libraba otra guerra secreta. Los protagonistas eran dos ingleses que no usaban fusiles ni cañones. Sus armas consistían en la especulación y la falta de escrúpulos.

Uno era Robert Harvey, que había llegado a Tarapacá en 1874.
Poco antes de la ocupación de esa provincia por los chilenos, el gobierno peruano lo había designado Inspector General de Salitreras. En 1880, fue confirmado en ese cargo por el gobierno de Chile, otorgándole amplias atribuciones. Recibía sueldo de los dos países y a ambos entregaba informes falsos.

John Thomas North, el “rey del salitre”

El otro británico, John Thomas North, llegó a Chile en 1866 con 10 libras esterlinas en los bolsillos. Trabajó como mecánico en la maestranza ferroviaria de Caldera. Después se trasladó a Tarapacá, donde se asoció con su compatriota Harvey.

Ambos aprovecharon la caótica situación producida por la guerra y, con triquiñuelas y engaños, compraron certificados que el gobierno peruano emitió al expropiar las salitreras, cuando se cotizaban a un 11% de su valor nominal. Pudieron hacer esas compras gracias a los generosos créditos que les otorgaron los bancos chilenos Edwards y Valparaíso.

EL SALITRE A MANOS IMPERIALISTAS

Aún no finalizaba la guerra cuando el gobierno chileno de Domingo Santa María decretó, el 28 de marzo de 1882, la entrega de títulos de propiedad definitiva a quienes tuviesen certificados salitreros. De esta forma fueron entregadas a particulares más de 80 oficinas salitreras. Otras 71 quedaron provisoriamente en manos del Estado chileno.

Algunos tenedores de certificados como John Thomas North, Robert Harvey y la Casa Gibbs, pasaron a ser propietarios de las más importantes y ricas oficinas salitreras, controlando la industria del nitrato y transformando el Norte Grande chileno en una factoría británica.

John Thomas North se convirtió en el “rey del salitre”, uno de los hombres más ricos del mundo. Fue dueño de numerosas oficinas salitreras, de los ferrocarriles y de una serie de otras empresas; monopolizó la distribución del agua potable y del comercio en la pampa, desde la harina y carbón hasta la carne y verduras. Fundó el Bank of Tarapacá and London Ltda. Tuvo a su servicio a abogados y parlamentarios liberales, conservadores y radicales. Hizo importantes inversiones en Inglaterra, Francia, Bélgica, Egipto, Australia y Brasil.

CONSECUENCIAS DE LA GUERRA

El 10 de julio de 1883 se libró en Huamachuco, el último combate de una guerra en que murieron 23 mil soldados bolivianos, chilenos y peruanos. Chile conquistó dos provincias, Tarapacá y Antofagasta, pero el salitre, razón y motivo del conflicto, pasó en su mayor parte a manos de capitalistas británicos. Fue así como el imperialismo inglés clavó su lanza en Chile.

Con esta guerra de conquista, el territorio chileno se extendió al norte del río Copiapó, límite que tenía desde fines del siglo XVI. Creció en 180 mil kilómetros cuadrados, con una población que sumaba algo más 100 mil habitantes, de los cuales el 40% constituía la población activa. Hacia 1885 los obreros salitreros eran 4.571; en 1895 alcanzaban a 22.500 y en 1912, más de 40.000.
La guerra del salitre significó un aumento en cantidad y calidad del proletariado chileno.

A SEGUIR EL EJEMPLO DE RECABARREN

El historiador boliviano Guillermo Lora en su obra “Historia del Movimiento Obrero Boliviano”, escribió: “En 1919 la Federación Obrera de Chile, se dirigió a las organizaciones obreras bolivianas para estrechar relaciones y procurar una actuación coordinada:

“Debemos considerar, queridos compañeros, que todos los que pertenecemos a la clase trabajadora no podemos contar con más apoyo que el que puedan proporcionarnos nuestros hermanos y que jamás podremos conseguir el triunfo de nuestros ideales si no formamos un bloque único y sólido, capaz de oponer formal resistencia a ese monstruo fatídico y avasallador: la explotación capitalista… Por esto creo, estimadísimos compañeros, que sería de gran conveniencia para todos consolidar fuertemente el cariño que mutuamente se profesan las clases trabajadoras de Bolivia y Chile”.

Esta nota, redactada por Luis Emilio Recabarren, a sólo 26 años de haber finalizado la Guerra del Salitre, es una cabal expresión del internacionalismo proletario, que Marx y Engels proclamaron en el “Manifiesto del Partido Comunista”, cuando finalizaron este inmortal documento con la frase: “Proletarios de todos los países, uníos”.

LER

En nuestros días, ser consecuentes herederos de Recabarren es proclamar “Mar para Bolivia”. Devolver a ese país, parte de una región, que –al decir de Recabarren- la clase gobernante de Chile anexó.