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Primera Declaración del PC de Chile después del Golpe fascista

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

El 11 de octubre de 1973, justamente al mes de haberse consumado el golpe, bajo un feroz terrorismo de Estado, el Partido Comunista emite su primera declaración con el título “La Voz de Orden es la Unidad”. Este documento, que fue copiado y distribuido clandestinamente por decenas de combatientes anónimos, decía en algunas de sus partes:

“Se ha instalado en el país una dictadura fascista con la secuela de crímenes y abusos que caracteriza a estos regímenes… La Junta fascista no representa ningún espíritu nacional o patriótico. Su esencia es antipatriótica, atenta contra los intereses de Chile como nación independiente. Trabaja como un apéndice fascista al servicio del imperialismo y la reacción interna…”

“Todas las libertades públicas han sido liquidadas. No hay libertad de reunión, de asociación ni de expresión oral o escrita… Frente a este cúmulo de hechos que revelan la instauración de una dictadura de tipo fascista ¿qué dice la Democracia Cristiana? ¿Dónde está su posición de otrora en contra de toda salida antidemocrática? ¿Qué ha sucedido con su concepción favorable al pluralismo ideológico y político?”

“Hemos conocido la opinión disidente de parlamentarios y dirigentes que encabezan personalidades como Radomiro Tomic, Bernardo Leighton, Renán Fuentealba y otros que se han mantenido fieles a sus principios y han repudiado en declaración pública el golpe y sus secuelas…”

“Pero el actual estado de cosas no será eterno. No prevalecerá la mentira sobre la verdad, ni la opresión sobre la libertad, ni el fascismo sobre la democracia… Los trabajadores y las masas populares se recuperarán del golpe recibido y volverán, sin duda, a regir los destinos de la Patria. Como siempre, pondremos el acento en la organización, la unidad y la lucha de las masas y en el desarrollo creciente de su conciencia política…”

“Debemos poner término al terror ejercido contra el pueblo y abrir paso a nuevos horizontes revolucionarios. Para ello, la voz de orden de la hora presente es la de la unidad más amplia del pueblo.
Unidad para defender el derecho a la vida y poner fin a la represión y a la muerte…” (Ref.: “Desde Chile hablan los comunistas”. Ediciones Colo-Colo, 1976, páginas 23, 24, 25, 27 y 31)

Se funda el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLM)

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

El 10 de octubre de 1980 se fundó el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), que reunió a las cinco organizaciones revolucionarias existentes en El Salvador: el Partido de la Revolución Salvadoreña (PRS), las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí (FPL), La resistencia Nacional (RN), el Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC) y el Partido Comunista de El Salvador (PCS).
A la cabeza del FMLN quedó Schafik Jorge Nadal, hijo de emigrantes palestinos, que fue secretario general del Partido Comunista de El Salvador por más de 20 años y que lideró casi la totalidad de la lucha revolucionaria contra los gobiernos militares.
De inmediato el FMLN estableció relaciones con el FDR.
El surgimiento del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional fue la culminación de un importante proceso unitario llevado a cabo por los revolucionarios en El Salvador.

Algunos datos sobre El Salvador

La República de El Salvador es el país más pequeño de Centroamérica. Tiene una superficie de 21.041 kilómetros cuadrados. Su población es de 5.744.111 habitantes (según el censo de 2007). Tiene la densidad más alta de América Latina: 273 habitantes por kilómetro cuadrado.
Posee fronteras terrestres con Guatemala (al Norte) y Honduras (Este y Sudeste). Al Oeste limita con el Océano Pacífico. Es el único país de Centro América que no tiene costa en el Mar Caribe.
Relieve: mayor parte montañoso. Tiene una estrecha planicie costera y una meseta central.
Posee un clima tropical.
Su población es mayoritariamente rural (algo más de un 50%) y se compone de un 86% de mestizos; 12% de blancos y un 2% de indígenas.
En su economía el sector agrario es clave. El 70% de sus exportaciones corresponden a productos del campo. Los principales cultivos son el café, el algodón y el azúcar. La producción de cereales y la ganadería se destinan al consumo interno. A sus industrias tradicionales (de alimentos y la textil) se han agregado otras nuevas como la química, del cemento y de electrodomésticos.
Su capital es San Salvador (316.090 habitantes)
Idioma oficial: el español.
Moneda: dólar estadounidense.

Quién fue Farabundo Martí

Agustín Farabundo Martí Rodríguez nació en Teotepeque, departamento de La Libertad, El Salvador, el 5 de mayo de 1893.
Estudió en el Colegio Salesiano Santa Cecilia de Santa Tecla. Más tarde realizó estudios de Derecho en la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales de la Universidad de El Salvador.
En 1920 fue deportado a Guatemala por participar en las luchas populares contra el Gobierno de la dinastía Meléndez-Quiñones. Estando en ese país participó en la fundación del Partido Comunista de Centroamérica en 1925. Ese año regresó a El Salvador como delegado del Socorro Rojo Internacional. Colaboró en la formación de la Federación Regional de Trabajadores Salvadoreños. Fue detenido y expulsado de su patria en varias ocasiones. Desde el exterior continuó su labor de organización y propaganda como delegado de la Internacional Comunista.
En 1928 viajó a Estados Unidos, donde se unió a la Liga Antiimperialista de las Américas, agrupación que lo envió a Nicaragua. Se incorporó al Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua y ejerció como secretario del líder Augusto César Sandino.

El Partido Comunista de El Salvador (PCS)

Farabumdo Martí retornó a su país. El 30 de marzo de 1930 fundó el Partido Comunista de El Salvador (PCS).
En 1931, tras el derrocamiento del Presidente civil Arturo Araujo, los militares, encabezados por el general Maximiliano Hernández Martínez, se tomaron el poder.
Los comunistas salvadoreños participaron en las elecciones municipales y parlamentarias de enero de 1932, que fueron anuladas por un escandaloso fraude de parte del Gobierno.
Ante esto, el Comité Central del PCS decidió preparar un levantamiento contra el general Martínez. El 22 de enero de 1932 se inició la insurrección popular, encabezada por Farabundo Martí y los comunistas. Fue brutalmente aplastada por el dictador Maximiliano Hernández Martínez. En pocas semanas quedaron entre 15 mil a 30 mil muertos (nunca se pudo determinar la cantidad exacta de víctimas).
Farabundo Martí fue hecho prisionero. El 1º de febrero lo fusilaron junto a otros dirigentes como Mario Zapata y Alfonso Lima. Murió gritando: “Viva el Socialismo”.

El Partido Comunista forjador de la unidad

Schafik Jorge Handal, Secretario General del PC de El Salvador de 1973 a 1994, dirigió la guerra revolucionaria del FMLN entre 1981 y 1992.

Como escribió en octubre de 1980 el secretario general del PC de El Salvador, Schafik Jorge Handal: “En lo que se refiere a la madurez de los factores subjetivos de la revolución, había cierto retraso relacionado principalmente con la falta de unidad de las fuerzas revolucionarias. En 1930 fue fundado el Partido Comunista de El Salvador (PCS) y desde 1970 surgieron otras organizaciones revolucionarias que mantuvieron con él y entre sí una larga polémica y una intensa disputa por las masas. Sin unificar a las fuerzas revolucionarias no podía pensarse en serio en la revolución.
El PCS levantó la bandera de la unidad de las fuerzas revolucionarias y sostuvo toda su polémica con las demás organizaciones procurando darle la mayor profundidad teórica y de principios, pero realizándola como una lucha por la unidad; es decir, eludiendo los adjetivos, destacando las tareas comunes y las posibilidades concretas de unificar nuestra acción en todos los campos de lucha…”

Las fuerzas revolucionarias se unen

A pesar que desde 1931 se había instalado en el país una dictadura militar de derecha, en 1976 las masas tenían grandes esperanzas en la vía electoral, pero las elecciones presidenciales de 1977 terminaron con ellas, pues fueron una gran farsa y una imposición descarada del Gobierno.
No fueron inútiles los esfuerzos unitarios del PCS. Los hechos pusieron de manifiesto para todos, que no podía haber revolución sin unificar a las fuerzas revolucionarias. Sobre esta base se alcanzó en diciembre de 1979 un primer acuerdo por el que se creó un organismo coordinador que enlazaba a las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí (FPL), a la Resistencia Nacional (RN) y al PCS.
Schafik Jorge Nadal escribió: “Este primer paso hacia la unificación fue recibido con un gran entusiasmo por las masas y por las bases de nuestras organizaciones”.
Posteriormente se agregó una cuarta organización: el Partido de la Revolución Salvadoreña, más conocido por el nombre de brazo armado, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).
En enero de 1980 nació la Coordinadora Revolucionaria de Masas (CRM) que reunió a las principales agrupaciones políticas y sociales del país, que aprobó una Plataforma Programática de 10 puntos que planteaba el derrocamiento de la dictadura, la destrucción de su máquina político-militar y la formación de un Gobierno capaz de lograr la verdadera independencia de El Salvador y realizar profundas reformas sociales.

Surge el Frente Democrático Revolucionario

El 18 de abril de 1980 surgió el Frente Democrático Revolucionario (FDR), constituido por 118 organizaciones, sindicales, gremiales, estudiantiles, profesionales, partidos políticos, etc. La Iglesia Católica, por medio de su máxima figura, Monseñor Oscar Arnulfo Romero, Arzobispo de San Salvador, le dio pleno apoyo. Se unieron creyentes y ateos, marxistas-leninistas y socialdemócratas, representantes de otras corrientes. Desde el punto de vista clasista unió a la clase trabajadora con amplias capas medias, entre las cuales se contaban a pequeños y medianos empresarios.
El paso decisivo en el proceso unitario se dio el 10 de octubre de 1980 con el surgimiento del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional.

Feroz represión reaccionaria

A partir del año 1980 la represión gubernamental fue total y El Salvador vivió una carnicería que duró doce años. Asesinatos selectivos como el caso de monseñor Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, arzobispo metropolitano de San Salvador, acribillado por un escuadrón de la muerte, formado por civiles y militares de ultraderecha, el 24 de marzo de 1980, mientras oficiaba misa en la capilla del hospital de La Divina Providencia.
Desde enero de 1981, con la llegada de Ronald Reagan a la Casa Blanca, el Gobierno de Estados Unidos emprendió una cada vez mayor intervención en El Salvador.
El 30 de septiembre de 1981 se creó el Partido ARENA (Alianza Republicana Nacionalista), de ultraderecha, nacionalista y neoliberal. Su fundador, Roberto d’Aubuisson, ex mayor del Ejército salvadoreño, impulsor de los Escuadrones de la Muerte.

El imperialismo interviene

A comienzos de 1982 las fuerzas reaccionarias, con apoyo estadounidense, empleaban en escala relativamente grande para el país, la aviación, la artillería pesada, los blindados e incluso la guerra química. Realizaron ofensivas, una tras otra, contra las bases del FMLN, todas las cuales fueron derrotadas.
Según cifras oficiales estadounidenses, en 1982 el Gobierno de EE UU proporcionó al régimen ultra derechista de El Salvador 320 millones de dólares. De éstos, 81 millones destinados directamente para ayuda militar, incluyendo la participación de asesores yanquis.

La guerra revolucionaria

Por su parte, la guerrilla recibió el apoyo del gobierno sandinista desde Nicaragua. Cientos de revolucionarios cruzaron al país vecino para empuñar las armas junto al FMLN.
Según la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador, hasta octubre de 1982 el saldo de la guerra civil había sido de 38 mil muertos, de los cuales el 80% fueron civiles no combatientes, salvajemente ultimados por las bandas de la muerte paramilitares, que secundaban las acciones represivas del Ejército.
La heroica lucha del FMLN despertó una potente solidaridad internacional. Por ejemplo, un cable de UPI, fechado en Francfort (República Federal Alemana) el 12 de marzo de 1982 informaba: “Los alemanes occidentales han contribuido con más de 1.500.000 dólares para comprar armas destinadas a los guerrilleros de El Salvador”.

El movimiento popular fuerza invencible

Año tras año el movimiento popular, a pesar de la sangrienta represión, continuaba la lucha contra el Gobierno militar. Según datos del Ministerio del Trabajo, en 1988 hubo 400 conflictos laborales, 35 huelgas, 300 paros laborales y cien marchas de los trabajadores. La respuesta gubernamental a este ascenso de las acciones del pueblo fue el terrorismo, llevado a cabo por los escuadrones de la muerte.
Desde el punto de vista militar, el FMLN causó ese año 7.932 bajas al Ejército gubernamental., entre las que se cuentan 2 coroneles, alrededor de otros 70 oficiales y 179 clases.
Ese año, crecieron las fuerzas guerrilleras y se incrementó la guerra en las ciudades. En las zonas urbanas hubo diversas acciones, como el ataque al cuartel central de la Guardia Nacional; el ataque a la principal base aérea, ubicada a unos 9 kilómetros de San Salvador; el ataque al Estado Mayor Conjunto. Además, fueron atacados o destruidos 8 cuarteles; hubo 20 maniobras militares de gran envergadura y 368 acciones de mediana y pequeña envergadura.
Estas acciones causaron las siguientes pérdidas al enemigo: 8 helicópteros derribados; 23 helicópteros averiados; 158 camiones militares destruidos; 39 instalaciones del Ejército destruidas. El sabotaje guerrillero destinado a limitar la capacidad político-militar del Gobierno, dio por resultado la destrucción parcial o total de: 53 oficinas de telecomunicaciones, 28 alcaldías, 7 agencias bancarias, 6 puentes, 28 trenes estatales, 2.000 estructuras del tendido eléctrico (lo que implicó un déficit energético del 70% al aparato estatal).

El FMLN vendiendo en la guerra plantea la paz

Al iniciarse 1989, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional hizo un balance de la situación en El Salvador, concluyendo que ésta era totalmente positiva y ventajosa para las fuerzas populares, democráticas y revolucionarias. Señaló su disposición a mantener su ofensiva militar en forma permanente y creciente. Pero, al mismo tiempo, continuar trabajando por la solución política a nivel nacional e internacional, haciendo esfuerzos por definir la crisis nacional en 1989.
El periódico español “El País” escribió con fecha miércoles 25 de enero de 1989 (página 6): ”La guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) propuso ayer abandonar las armas y aceptar el resultado de las elecciones presidenciales en El Salvador si éstas son postergadas seis meses. Esta iniciativa puede ser el paso más importante que se haya dado hasta ahora a favor de la paz en el más conflictivo país de Centroamérica”.
Comenzó el difícil acercamiento. Schafik Jorge Handal encabezó las negociaciones entre la guerrilla salvadoreña y el Gobierno del Presidente Alfredo Félix Cristiani. Finalmente ambas partes aceptaron que la ONU oficiara de mediador en el conflicto y se iniciaron las conversaciones de paz. Tras verificar la desmovilización de ambos bandos, el 16 de enero de 1992 se firmaron en México los Acuerdos de Chapultepec. Uno de los que los suscribieron fue Schafik Jorge Handal, el dirigente comunista que condujo la lucha guerrillera y también el camino hacia la paz.
El conflicto armado, desarrollado entre 1980 y 1992, dejó un saldo de 75 mil muertos y más de 7 mil desaparecidos, además del 40% de la población sumida en la pobreza.

El FMLN, Partido Político

Ese mismo año 1992 el FMLN se transformó en un partido político legal. Y emprendió la vía electoral, tanto o más difícil que la lucha armada. Levantó candidatos en las elecciones presidenciales, parlamentarias y municipales.
En las presidenciales del 21 de marzo de 1994, el FMLN presentó como candidato a Schafik Jorge Handal: En la primera vuelta, ARENA obtuvo el 49,03% de la votación, el FMLN, el 24,9% y el PDC el 16%. Hubo segunda vuelta. Los resultados fueron ARENA 68,35%; FMLN, 31,65%
En los comicios presidenciales del 21 de marzo de 1994 y del 21 de marzo de 2004 el FMLN fue también derrotado en las urnas por el partido ARENA.

El FMLN triunfa con el arma del voto

Pero la cuarta fue la vencida. El domingo 15 de marzo de 2009 hubo elecciones presidenciales en El Salvador. Triunfó el abogado Mauricio Funes, candidato del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLM) sobre el abanderado del derechista partido ARENA, el ex director de la policía nacional, Rodrigo Ávila. De este modo, la ex guerrilla de Izquierda llegó al poder por las urnas.
También en la quinta. El domingo 2 de febrero de 2014 hubo nuevas elecciones presidenciales en El Salvador. Ninguno de los candidatos obtuvo la mitad más uno de los votos válidos para ser proclamado ganador. Por ello, el domingo 9 de marzo de 2014 se desarrolló una segunda vuelta entre los dos candidatos que obtuvieron mayor número de votos válidos en la primera elección. Triunfó Salvador Sánchez Cerén, candidato del FMLN.

Salvador Sánchez Cerén

Una historia para sacar conclusiones

El Partido Comunista de El Salvador, así como todos los revolucionarios que forman el FMLN, mostraron gran sabiduría. Se plantearon como vía revolucionaria la lucha armada, pero nunca la colocaron como el único camino. Siempre dejaron las puertas abiertas para una salida política.
En abril de 1982, Rubén Sánchez, dirigente del PCS escribió: “Nuestro Frente no lucha contra los soldados como tales, como enemigos. Nosotros defendemos los intereses del pueblo al que pertenece la mayoría de los militares. El FMLN combate contra quienes han instrumentalizado a la fuerza armada para utilizarla con el objetivo de aplastar a los salvadoreños… Estamos luchando por claros objetivos programáticos. Aunque hoy empuñamos las armas, tratamos de alcanzar estos objetivos por medios pacíficos”.

Y algo más, con inteligencia, apenas se dieron las condiciones, el FMLN se constituyó como un partido político legal y emprendió la vía electoral.
Los revolucionarios salvadoreños, con su actuación práctica, han entregado importantes enseñanzas. Entre ellas, saber crear las condiciones para la unidad de todas las fuerzas democráticas y revolucionarias; utilizar todas las formas de luchas y cambiar de una vía a otra en el momento oportuno.

Símbolos de esa gesta gloriosa son Farabundo Martí, fusilado el 1 de febrero de 1932; monseñor Oscar Arnulfo Romero, asesinado 24 de marzo de 1980, y Schafik Jorge Handal, que murió el 24 de enero de 2006.
Sus nombres y obras han sido rojas banderas enarboladas en las jornadas de triunfos.

Hace 50 años: El asesinato del Che Guevara

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

El Combate del Yuro

El domingo 8 de octubre de 1967, a las 13 horas, en la estrecha quebrada del Yuro, una numerosa tropa enemiga hizo contacto con el reducido grupo del Che. Éste dividió el grupo en dos. Envió a los enfermos adelante y se quedó con el resto a enfrentar las tropas del gobierno. Luego de tres horas de combate, el Che fue herido levemente en una pierna y fue capturado junto con otro combatiente, el ‘Willy’. Tres guerrilleros perdieron la vida. Otro, herido de gravedad murió al día siguiente. El 12 de octubre otros cuatro cayeron en el combate de Los Cajones. De los seis guerrilleros que el Che había enviado adelante, uno fue abatido. Los otros cinco lograron salir hacia Chile.

“¡Saluden a papá!”

El Che y ‘Willy’ fueron conducidos a Higueras, seis kilómetros distantes de la quebrada donde fueron hechos prisioneros.
Pasaron la noche del domingo 8 al lunes 9, cada uno en una sala de clases de una escuelita de esa mísera aldea boliviana.

El Gobierno del general Barrientos, al recibir la noticia de la captura del Che, decidió asesinarlo para evitar así el revuelo internacional de tenerlo prisionero, entregando la versión que había caído en combate. Dio la orden de asesinarlo en clave: ¡Saluden a Papá!

El Sargento Terán

Poco antes del mediodía del lunes 9 de octubre, el sargento Reque Terán, metralleta en mano y con algunos tragos en el cuerpo para darse valor, irrumpió en la sala donde estaba el Che.

Éste ya sabía el objeto de tal visita. Antes había escuchado el tabletear de la metralleta en el aula vecina en que se encontraba ‘Willy’

– Usted ha venido a matarme, le dijo.

Terán recordaba posteriormente: “Yo me sentí cohibido y bajé la cabeza sin responder. No me atrevía a disparar. En ese momento vi al Che grande, muy grande. Cuando me miró fijamente me dio un mareo.

“Usted va a matar a un hombre”

– Póngase sereno, usted va a matar a un hombre- exclamó el Che.
“Entonces di un paso atrás, hacia el umbral de la puerta, cerré los ojos y disparé la primera ráfaga. El Che cayó al suelo con las piernas destrozadas, se contorsionó y comenzó a regar muchísima sangre. Yo recobré el ánimo y disparé la segunda ráfaga, que lo alcanzó en un hombro, en un brazo y en el corazón.”

La fotografía que estremeció a la inmensa humanidad

“Muerte en combate”

Eran las 11 de la mañana del lunes 9 de octubre de 1967.
Ese mismo día, los cables entregaban la noticia: “El Presidente René Barrientos anunció hoy la muerte en combate del líder revolucionario castrista Ernesto Che’ Guevara, acaecida en Higueras”.

La noticia de la muerte del Che estremeció al mundo. Al dolor se sumó el repudio al dictador Barrientos cuando se conoció la noticia de su asesinato.

El Siglo, publicó en primera plana el miércoles 11 de octubre: “Sensacional denuncia. Guevara asesinado”.

Venció sobre sus asesinos

Sus asesinos creyeron que matándole destruirían al Che. Se equivocaron. Porque la vida, pensamiento y obras de Ernesto Guevara de la Serna, nacido en Rosario, Argentina, el 14 de junio de 1928, entraron a la inmortalidad. Es que fue un heroico guerrillero. Pero fue mucho, muchísimo, más que eso. Fue un revolucionario consecuente, un comunista.

Su ejemplo es inmortal

Allende y el Che, dos héroes de nuestra época

El 13 de diciembre de 1972, el compañero Presidente Salvador Allende en un discurso pronunciado en la Plaza de la revolución ‘José Martí’ de La Habana, dijo: “Creo que tengo derecho que me honra de decir que fui amigo del comandante Ernesto Che Guevara. Guardo un ejemplar de su libro ‘Guerra de Guerrillas’, que me dedicara fraternalmente. Con su espíritu amplio, me decía allí con su letra dibujada por la fraternidad ¡A Salvador Allende, que por otros medios busca lo mismo. Afectuosamente, Che!’.”

Sus restos mortales descansan en Cuba

Después de múltiples esfuerzos, el 28 de junio de 1997 un grupo de expertos cubanos y argentinos descubrió una fosa común en Vallegrande con los restos del Che y de otros seis guerrilleros.

Tumba y Memorial a Che Guevara en Santa Clara (Cuba)

Los restos del Che fueron recibidos en el aeropuerto de San Antonio de los Baños por su familia y compañeros. Ahora descansan en el mausoleo de la Plaza Ernesto Che Guevara en la ciudad de Santa Clara.

Pudieron asesinar al heroico combatiente comunista por un mañana mejor, pero su ejemplo, su obra, sus enseñanzas no morirán jamás. Así venció el Che sobre sus verdugos.

¡Honor y gloria al comunista que el 9 de octubre de 1967 entró a la eternidad!

El primer sputnik surca el cielo de Nueva Imperial

El viernes 4 de octubre de 1957, me encontraba haciendo clases en el Quinto Humanidades del Liceo de Nueva Imperial. Era la primera hora de la tarde. Golpearon la puerta de la sala. Se abrió y entró Herman Pérez, profesor de Matemáticas y Física, militante socialista. Sin saludarme, me dijo emocionado:

– Recién informó la radio que la Unión Soviética lanzó hoy exitosamente un satélite artificial… Juntémonos hoy a las 20, frente al liceo para verlo pasar. Los alumnos aplaudieron. Los más felices eran los siete militantes de la Jota de ese curso.

El resto de la tarde se desarrolló bajo el impacto de la noticia, que en minutos fue conocida en todo el establecimiento. Comentarios, preguntas, opiniones sobre el histórico acontecimiento.
Esa noche, no sólo nosotros dos con el colega Pérez, estábamos frente al liceo. Éramos varias decenas de personas: profesores, alumnos, vecinos.

Habían venido todos los militantes del Partido y de la Jota.
Eran las 20 horas y el cielo estaba raramente muy despejado. Brillaban las estrellas. El colega Pérez explicaba algunos detalles técnicos.

Esperábamos expectantes: queríamos contemplar con nuestros propios ojos el primer artefacto enviado por el hombre al espacio.
Un alumno de sexto humanidades fue el primero en verlo:

– ¡Ahí va, ahí va!, exclamó jubiloso Es como una estrella que se mueve lentamente.

Estalló entonces el grito colectivo: ¡Ahí va!, ¡Ahí va! Y también los aplausos y los vivas al sputnik y a la Unión Soviética. Rompimos la campesina calma de esa noche imperialina. Pisoteamos la Ley Maldita.

Seguimos con la mirada el majestuoso caminar del viajero espacial por el firmamento del sur de Chile.

Vi lágrimas en los ojos de viejos camaradas, en los del carpintero Samuel Salas y en los del zapatero remendón Heriberto Muñoz. Estaban felices y emocionados.

La velada del lunes 7 de octubre de 1957 fue inolvidable. Hubo canciones dedicada a la Unión Soviética. El coro hablado fue preparado con versos de Neruda que hablaban del primer país socialista de la historia.

Mi charla versó sobre el mismo tema. El colega Hernán Pérez entregó antecedentes sobre el primer satélite artificial de la tierra:

– Es una esfera muy pulida de aluminio, de 58 centímetro de diámetro y 83 kilos de peso. Tiene dos pares de antenas de 2,4 y 2,9 metros. Fue este pequeño artefacto –concluyó Herman Pérez- el que ha abierto el camino hacia las estrellas.

Lo más notable de esa velada del 7 de octubre de 1957, fue el número de fondo. Cerca de las 22 horas, las decenas de personas que repletábamos el salón del Centro Pablo Neruda, salimos a la calle para observar, una vez más, el paso victorioso del primer sputnik soviético por el cielo de Nueva Imperial.

Centenario de Violeta Parra: Una breve biografía

Niñez y juventud de Violeta

Violeta del Carmen Parra Sandoval, nació en San Carlos de Itihue, en la calle Montaña, frente a la Plaza de Armas, el 4 de octubre de 1917. Pronto la familia se trasladó a Chillán. El padre era profesor primario. La madre, de origen campesino, ayudaba haciendo costuras. En 1920 llegaron a Santiago, pero al poco tiempo volvieron al sur. Esta vez a Lautaro. Fue en ese viaje cuando la niña Violeta se enfermó de viruela, que le marcó la cara.
En una entrevista realizada en 1958, relató Violeta: “Mi padre, aunque profesor primario, era el mejor folclorista de la región y lo invitaban mucho a todas las fiestas. Mi madre cantaba las hermosas canciones campesinas mientras trabajaba frente a la máquina de coser”.
El padre no quería que sus hijos cantaran. Cuando salía dejaba la guitarra bajo llave. Pero Violeta descubrió que la guardaba en el cajón de la máquina de coser de la madre. La tomaba, sacaba la guitarra y cantaba despacito. Tenía por entonces siete años de edad. Un día la madre la escuchó y no podía creer que fuera la niña que cantaba tan bonito.
En los años de la dictadura de Carlos Ibáñez (1927-1931) la represión también alcanzó la casa de los Parra. El padre, como muchos otros profesores, fue exonerado de su puesto de trabajo. Aplastado por la cesantía, se dedicó a beber y abandonó la familia. Entonces, la madre debió cargar con toda la responsabilidad del hogar. La situación era muy mala. Eran cinco hijos que tenía que criar.

Sus primeros contactos con el folclore

Estando en el sur, viajaba la familia al campo a una localidad llamada Malloa. Visitaban unos parientes de apellido Aguilera, que tenían buena situación económica. Fue allí, con esa familia, donde Violeta -que tendría unos cinco años- aprendió sus primeras canciones folclóricas auténticas. La madre, que era folclorista, también cantaba. Entonces se completaba el grupo folclórico, con la familia, amigas, tías y las chiquillas Aguilera.

Ganándose la vida con el canto

Hilda cuenta que la madre se amanecía cosiendo para poder alimentar a tanta boca y educar a Nicanor, por lo menos para educar uno bien. Con el fin de contribuir en algo para la casa, Hilda y Violeta conseguían una guitarra y salían a cantar. La primera que lo hizo fue Violeta. Después salían las dos. Violeta e Hilda. Iban de pueblo en pueblo. Cantaban en las calles, en los trenes, en cualquier lugar donde les era posible. Así juntaban unos pocos pesos.
La madre recordaba: “A la Violeta le iba muy bien, porque cantaba muy bonito, tenía una voz clarita. Y la querían mucho. Si la invitaban a una casa y le ofrecían pan y o queso. Sí, gracias –decía- pero también tengo que llevarle a mis hermanitos. Era muy vivaracha”.
Roberto Parra (el “tío Roberto”), hermano de Violeta, folclorista, maestro de construcción y compositor de cuecas, recuerda: “Ella (Violeta) salía con su guitarra y con un canasto. El canasto lo traía lleno… Venía de todo: chancho, toronjil, frutas, qué sé yo.”
Violeta tenía doce años cuando compuso sus primeras canciones, acompañándose de la guitarra.

Roberto Parra (el “tio Roberto”)

En Santiago

Violeta tenía unos 14 años cuando se trasladó a Santiago. Poco después lo hizo toda la familia. En la capital, Hilda y Violeta volvieron a cantar juntas para poder vivir. Los comienzos fueron muy difíciles. Violeta lo evoca en una de sus décimas:

“Ayer, buscando trabajo,
llamé a una puerta de fierro,
como si yo fuera un perro
me miran de arrib’abajo,
con promesas de destajo
me han hecho volver cien veces,
como si gusto les diese
al verme solicitar;
muy caro me hacen pagar
el pan que me pertenece”.

Cantaban en cualquier lugar. Llegaron al sector de Matucana. Actuaron en “La Popular”, en “El Tordo Azul”, que era un negocito chico. También en varios boliches que estaban cerca.

Su primer matrimonio

Fue en uno de esos boliches donde en 1937 Violeta conoció a Luis Cereceda, obrero ferroviario, su primer marido y padre de Isabel y Ángel Parra.
Luis Cereceda, explica: “Si pensar que éramos bien niños… ella tenía 19 años y yo 18. Era por año 37 y ella cantaba con Hilda y el Lalo en negocios de Matucana, al llegar a Mapocho. Yo trabajaba al frente: ahí estaba la maestranza de ferrocarriles, donde yo era maquinista. Y entonces íbamos mucho ahí y por ahí nos empezamos a tratar… Al poco tiempo nos casamos… Primero estuvimos viviendo en Santiago como dos años. Ahí nació la Chabelita, por el año 38. Fue el mismo año en que subió a la Presidencia don Pedro Aguirre Cerda, con el Frente Popular”.

Actividad política

Violeta fue adquiriendo conciencia de clase, madurando políticamente. El hambre y los sufrimientos vividos la forjaron como una mujer con conciencia política. Se rebeló contra las injusticias, pero no se quedó en eso, participó en la lucha por terminar con ellas.
Durante el Gobierno de Pedro Aguirre Cerda actuó junto al Partido Comunista.
Luis Cereceda relata: “Al poco tiempo de estar en Santiago (vivieron algunos meses en Valparaíso), fue cuando ella comenzó a dedicarse más a la política.
Hacía tiempo que yo tenía un vecino en el Partido, y como ya ellos la conocían entonces la invitaron y ella comenzó a colaborar en los actos culturales. En 1946 nosotros trabajamos muchísimo para la candidatura de González Videla. Hasta pusimos una Secretaría de González Videla ahí en la casa y ella por su cuenta formó un Comité de Dueñas de Casa en la calle Andes. Claro que no nos imaginábamos la gran traición que iba a venir después”.
El Tío Roberto agrega: “Cuando triunfó Videla en las elecciones hubo fiestas, alegría y celebraciones en las calles, en todas partes, como con Allende. Nosotros estuvimos también en una celebración y allí ella cantó y recitó un poema muy largo, dirigido al Presidente, donde le decía que al pueblo no se le puede engañar. Total, que ahí pintaba clarito lo que iba a pasar… Bueno, este compromiso de ella era también una forma más de allegarse al pueblo Después no supe yo que siguiera trabajando para el Partido, pero colaboraba con ellos. Esa fue su línea política. Siempre.”

Sigue cantando

En 1948 Violeta se separó de Luis Cereceda. Fue un golpe muy duro para ella. Sólo se repuso gracias al apoyo de sus familiares.

Violeta y su hijo Ángel

Violeta volvió a cantar. Y lo hizo nuevamente junto con Hilda, quien recuerda esos tiempos así: “Recorríamos todo. Comenzábamos con el boliche más chico y terminábamos con el más grande. Siempre cantando lo que estaba más de moda en esos años. Todavía no éramos profesionales, cantábamos de todo. Éramos muy bien recibidas, fuimos formando nombre, después de andar mucho tiempo juntas acordamos formar un dúo. De ahí nacieron las hermanas Parra… Después comenzamos a grabar en RCA Víctor.”
Lautaro Parra, el menor de los hermanos de Violeta, dirigente y fundador del Sindicato Circense, evoca esos años: “Había un programa en Radio Corporación, ‘Fiesta Linda’ o algo así, y ahí iban ellas a cantar de vez en cuando. Esas fueron sus primeras actuaciones en radio. Tenían un dúo, pero la Violeta también actuaba como solista”.

Segundo matrimonio

En 1949, Violeta se casó por segunda vez. Su nuevo esposo, Luis Arce, era mueblista y tenor de ópera. Tuvieron dos hijas Carmen Luisa y Rosita Clara. Ésta falleció de pulmonía al poco tiempo.
Luis Arce recuerda: “Por ahí por el año 1952, formamos una Compañía. Se llamaba ’Estampas de América’. La Violeta era la directora, o sea la persona fuerte que tenía el dinero. Ella mismo hizo los telones, porque había que tener telón de fondo, telón de boca, todo eso. Con esa Compañía salimos de gira y recorrimos todo el Norte”
En 1953 terminó el dúo de las hermanas Parra.

Recopilando el folclore

Ese mismo año comenzó Violeta su difícil y valiosa labor de recopilación de antiguas creaciones. Su primer encuentro con el folclore lo tuvo en la comuna de Barrancas al conversar con doña Rosa Lorca, cantora campesina de la zona de San Fernando, que hacía años había llegado del sur y le arrendaba a la señora Clara (la madre de Violeta), en el Restaurant El Sauce. Y nos fuimos al restaurante. Ahí Violeta arregló una mesa y se pusieron a conversar. Violeta le pidió la letra y la música de las canciones. Otro día le solicitó que le diera dichos que conocía. Todo lo anotaba en un cuaderno. Tuvieron un nuevo encuentro. Le pidió a doña Rosa que le cantara una cueca y la grabó.

Conquistando la merecida fama

Violeta, incansable, recorrió el país, trabajando con Isabel y Ángel en circos y teatros, y recopilando la música campesina chilena. Fue también en el año 1953, cuando empezó a reconocerse el verdadero valor de Violeta. Gran importancia tuvo para ello un recital dado en casa de Pablo Neruda. Después de él, Radio Chilena le contrató una serie de programas que la lanzaron a la primera línea del arte folclórico del país.
En 1954 obtuvo el Premio Caupolicán, otorgado a la folclorista del año.

Primer viaje a Europa

Viajó a Europa. Participó como invitada, en el V Festival de la Juventud y los Estudiantes por la Paz y la Amistad, efectuado en Varsovia, capital de Polonia, en julio-agosto de 1955, al cual concurrieron 31 mil jóvenes procedentes de 114 países. Después visitó la Unión Soviética. Durante dos años residió en París, donde grabó sus primeros discos.
Regresó a Chile en 1956. Un año después se trasladó a Concepción, donde fundó y dirigió el Museo de Arte Popular. Grabó en esa ciudad nuevos discos y continuó con su labor de recopilación del folclore.

Sus canciones comprometidas

En 1958 llegó de nuevo a Santiago. Y fue ese año cuando comenzó a pintar y hacer tapices. Además, dio recitales por todo el país y creó hermosas canciones con contenido social.

Arriba quemando el sol

Una de las canciones política-sociales de Violeta es el trote “Arriba quemando el sol”, donde denuncia la explotación de los mineros del norte chileno:

“Cuando fui para la pampa
llevaba mi corazón
contento como un chirigüe,
pero allá se me murió,
primero perdí las plumas
y luego perdí la voz,
y arriba quemando el sol…

Me volví para Santiago
sin comprender el color
con que pintan la noticia
cuando el pobre dice no,
abajo, la noche oscura,
oro, salitre y carbón,
arriba quemando el sol.”

Yo canto la diferencia

“Yo canto a la chillaneja
si tengo que decir algo
y no tomo la guitarra
por conseguir un aplauso.
Yo canto la diferencia
que hay de lo cierto a lo falso.
De lo contrario no canto.
“Si yo levanto mi grito
no es tan sólo por gritar.
Perdóneme el auditorio
si ofende mi claridad”

Hace falta un guerrillero

“Quisiera tener un hijo
brillante como un clavel,
ligero como los vientos,
para llamarlo Manuel,
y apellidarlo Rodríguez,
el más preciado laurel”.

Porque los pobres no tienen

Otra canción creada en 1960 fue “Porque los pobres no tienen”.

“Porque los pobres no tienen
adonde volver la vista
la vuelven hacia los cielos
con la esperanza infinita
de encontrar lo que su hermano
de este mundo le quita, ¡palomita!
¡qué cosas tiene la vida, zambita!

Según el favor del viento

En 1961 compuso la sirilla “Según el favor del viento”, donde pinta la dura vida del habitante de Chiloé:

“No es vida la del chilote,
no tiene letra ni pleito,
tamango llevan sus pies,
milcao y ají su cuerpo,
pellín para calentarse,
del frío de los gobiernos, llorando estoy,
que le quebrantan los huesos, me voy, me voy.

Despierte el hombre, despierte,
despierte por un momento,
despierte toda la patria
antes que se abran los cielos
y venga el trueno furioso
con el clarín de San Pedro, llorando estoy,
y barra los ministerios, me voy, me voy.”

Segundo viaje a Europa

También en 1961 viajó a Buenos Aires y de allí a Europa, acompañada por Isabel y Ángel, sus hijos mayores. Participó en el VIII Festival de la Juventud y los Estudiantes por la Paz y la Amistad, celebrado en Helsinki (Finlandia), entre el 28 de julio y el 6 de agosto. Al cual concurrieron 18 mil jóvenes provenientes de 137 países.
Finalizado ese evento, Violeta visitó la Unión Soviética, Alemania Federal, Italia y Francia.
Nuevamente residió en París, esta vez por tres años. Allí trabajó incansablemente. Cantó en La Candelaria y L’Escala del Barrio Latino; grabó discos; expuso sus trabajos; realizó recitales de canto en la UNESCO y en el Teatro de la Naciones.

La Carta

Año 1962. Violeta estaba en Europa. En Chile gobernaba Jorge Alessandri Rodríguez, que golpeaba al pueblo con alzas y represión. Por entonces creó la artista su canción “La Carta”, en ella denuncia:

“Me mandaron una carta
por el correo temprano,
en esa carta me dicen
que cayó preso mi hermano,
y sin lástima, con grillos,
por la calle lo arrastraron, sí.

La carta dice el motivo
de haber prendido a Roberto
haber apoyado el paro
que ya se había resuelto.
Si acaso esto es un motivo
presa también voy, sargento, sí.

Yo que encuentro tan lejos
esperando una noticia,
me viene a decir la carta
que en mi patria no hay justicia,
los hambrientos piden pan,
plomo les da la milicia, sí.

Por suerte tengo guitarra
para llorar mi dolor,
también tengo nueve hermanos
fuera del que se m’engrilló,
los nueve son comunistas
con el favor de mi Dios, sí.”

Qué vivan los estudiantes

Ese año compuso también “Me gustan los estudiantes”. Allí exclama:

“¡Qué vivan los estudiantes,
jardín de las alegrías!
Son aves que no se asustan
de animal ni policía,
y no le asustan las balas
ni el ladrar de la jauría.
Caramba y zamba la cosa,
¡que viva la astronomía!

Me gustan los estudiantes
que con muy clara elocuencia
a la bolsa negra sacra
le bajó las indulgencias.
Porque, ¿hasta cuándo nos dura,
señores, la penitencia?
Caramba y zamba la cosa
¡que viva toda la ciencia!”

Un río de sangre

Otra canción que compuso ese año fue “Un río de sangre”, un homenaje a Federico García Lorca, Patricio Lumumba, Emiliano Zapata…

“Dejando voy, peregrina,
mi llanto de rosa en rosa
por Vicente Peñalosa
de la nación argentina.
. Banderas de popelina
pa recoger tanta sangre,
que ningún viento desgarre
porque han de seguir flameando.
Pues Chile sigue llorando
a Rodríguez y Recabarren,
pues Chile sigue llorando
a Rodríguez y Recabarren”.

Arauco tiene un pena

“Arauco tiene una pena
que no la puedo callar,
son injusticias de siglos
que todos ven aplicar,
nadie le ha puesto remedio
pudiéndolo remediar.
Levántate, Huenchullán.”

También en 1962 escribió: “Santiago, penando estás”. En 1963 compuso “Ayúdame Valentina”.

¿Qué dirá el Santo Padre?

Ese mismo año creó “¿Qué dirá el Santo Padre?”, en homenaje a Julián Grimau, comunista español asesinado por la dictadura de Franco. Allí cantó:

“Mientras más injusticias, señor fiscal,
más fuerzas tiene mi alma para cantar.
Lindo segar el trigo sembrao,
Regado con tu sangre.

¿Qué dirá el santo Padre
que vive en Roma,
que le están degollando
a sus palomas?”

Exposición en el Louvre

En 1964, expuso en El Louvre sus pinturas, óleos, arpilleras y esculturas de alambre. Fue la primera vez que una artista sudamericana realiza en ese museo una exposición personal.
Volvió a Chile en junio de 1965. En la comuna de La Reina, en Santiago, instaló una gran carpa, donde tenía la idea de hacer un centro dedicado al folclore.
En 1966 viajó a Bolivia, donde cantó junto a Gilbert Favre. Regresó acompañado de él. Recorrieron el país, actuando en teatros.

Gilbert Fabre y Violeta Parra

Al centro de la injusticia

Compuso sus últimas canciones. Algunas de ellas con contenido político, como “Al centro de la injusticia”. En ella dijo:

“Mientras gastan millones en un momento,
de hambre se muere gente que es un portento,
que es un portento.
Muchos dineros en parques municipales
y la miseria es grande es los hospitales.
Al medio de Alameda de Las Delicias.
Chile limita al centro de la injusticia, de la injusticia.”

Muzúrquica Modérnica

También escribió “Muzúrquica modérnica”. En parte canta:

“Me han preguntádico muchas persónicas
si peligrósicas para las másicas
son las cancióncicas agitadóricas
ay que pregúntica más infantílica,
sólo un piñúflico la formulárica
pa mis adéntricos yo comentárica.

Y he contestádico yo al preguntónico
cuando la guática pide comídica
pone al cristiánico firme guérrico
por su poróticos y sus cebóllicas,
no hay recogimiéntico que los deténguica
si tienen hámbrica los populáricos”.

Hasta cuándo (cueca)

“¿Hasta cuándo está en el mar
devorando al chiquitito,
el de las alertas largas,
como rifle en su milico?”

Los pueblos americanos (cueca)

“Mi vida, los pueblos
americanos.
Cuándo será ese cuando,
señor fiscal,
que la América sea
sólo un pilar.

Sólo un pilar, ay sí,
y una bandera,
que terminen los líos
en las fronteras.
Por un puñado de tierra
no quiero guerras.”

Gracias a la vida

Una de sus últimas composiciones fue la refalosa “Cantores que reflexionan”. Compuso otras bellas canciones como “Volver a los 17” y “Run-Run se fue pa’l Norte” y “Gracias a la Vida”. En ésta última canta:

“Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado la risa y me ha dado el llanto.
Así yo distingo dicha de quebranto,
los dos materiales que forman mi canto,
y el canto de ustedes que es el mismo canto
y el canto de todos, que es mi propio canto.”

El 5 de febrero de 1967 puso fin a su existencia con un balazo, en la Carpa de La Reina.
Cesó de latir su corazón. Pero su canto permanece, porque es nuestro propio canto, el canto del pueblo.

Balmaceda de Chile

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

“Él soñó un sueño preciso,
quiso cambiar el desgarrado
paisaje, el cuerpo consumido
del pueblo, quiso defenderlo.

Es tarde ya, escucha disparos
aislados, los gritos vencedores,
el salvaje malón, los aullidos
de la ‘aristocracia’, escucha
el último rumor, el gran silencio,
y entra con él, recostado, a la
muerte”
(Pablo Neruda: “Canto General”)

19 de septiembre de 1891. En la legación diplomática argentina en Santiago está asilado el Presidente José Manuel Balmaceda. El ejército leal ha sido vencido por las fuerzas contrarrevolucionarias financiadas con libras esterlinas. Espera que finalice su mandato presidencial. Toma un arma la coloca en su sien derecha. Dispara. Aún está sin secar la tinta de su testamento político, donde ha escrito:

“No hay que desesperarse de la causa que hemos sostenido ni del porvenir. Si nuestra bandera, encarnación del gobierno verdaderamente republicano, ha caído plegada y ensangrentada en los campos de batalla, será levantada de nuevo en tiempo no lejano y con defensores numerosos y más afortunados que nosotros y flameará un día para honra de las instituciones chilenas, y para dicha de mi patria, a la cual he amado sobre todas las cosas de la vida”.

¿Quién es este Presidente – Martir?

José Manuel Balmaceda es uno de los cuatro grandes mandatarios que ha tenido Chile.
Nació en Bucalemu el 19 de julio de 1840. En 1864 fue elegido diputado. Un año más tarde contrajo matrimonio con Emilia de Toro Herrera. Se dedicó a la agricultura, donde formó su fortuna.
En 1866 fundó el periódico “La Libertad”. Dos años más tarde ingresó al Club de la Reforma, que agrupaba a jóvenes liberales progresistas.
En 1870 fue elegido nuevamente diputado. En la Cámara pronunció importantes discursos, entre ellos, uno sobre la separación de la Iglesia y el Estado; otro sobre los cementerios laicos.
En 1885 resultó elegido senador por Coquimbo.
Designado candidato a la Presidencia de la República, apoyado por liberales y radicales, triunfó en los comicios del 15 de junio de 1886.

¿Cuál era la situación del país?

Chile vivía un momento ascendente. Luego de conquistar su Independencia del colonialismo español, entró en un proceso de acelerado desarrollo económico. La minería, cuya producción se exportaba a Inglaterra, se convirtió en la principal fuente de la renta nacional y en el eslabón inicial de una cadena de cambios económico-sociales.
La producción de cobre se elevó entre la década del 20 y la del 70 en un 1.400% y la de plata en un 1.000%
El área cultivada se creció en un 300% entre 1842 y 1875.
El comercio exterior, en un 500%
Chile, de ser uno de los países más pobres durante la Colonia, llegó a tener, después de la Independencia una de las economías más sólidas y productivas de América Latina.

Surgen formas capitalistas de producción

A partir de 1820 surgieron formas capitalistas de producción, aunque no se alcanzó un capitalismo industrial. Ello por dos factores negativos: el monopolio británico sobre la producción de cobre y el predominio de una estructura agraria con características típicamente feudales.
Entre 1879 y 1883 tuvo lugar la Guerra del Salitre, llamada por la historia oficial Guerra del Pacífico. En ella murieron cerca de 25 mil soldados chilenos, peruanos y bolivianos. Triunfó Chile, que conquistó las provincias de Tarapacá y Antofagasta. Pero el salitre, principal causa del conflicto, pasó a manos del imperialismo británico, representado por John Thomas North, Robert Harvey y la Casa Gibbs.

El imperialista británico John Thomas North

Los ingresos fiscales, por las ventas del salitre, se elevaron en tres veces y media entre 1879 y 1890. La economía adquirió un peligroso carácter monoproductor. Además, el imperialismo inglés clavó sus banderas en Chile.
Por otra parte, las clases sociales surgidas a partir de los cambios experimentados a partir de la década del 20, burguesía y proletariado, se fortalecieron notablemente. Los obreros eran hacia los años 80 del siglo XIX unos 200 mil.
A partir de 1881 se produjeron importantes cambios políticos con un sello marcadamente democrático. Durante el Gobierno de Domingo Santa María (1881- 1886) se dictaron leyes sobre el matrimonio civil, registro civil y cementerios laicos. Con ellos, la Iglesia, tradicional aliada de la oligarquía, vio reducida su influencia social.
Balmaceda, siendo ministro del Presidente Santa María, fue tenaz impulsor de estos cambios.

Mirando el presente con ojos del mañana

Balmaceda asumió la Presidencia de la República el 18 de septiembre de 1886.
Desde que llegó al Gobierno mostró una gran capacidad para valorar acertadamente el momento que vivía Chile, enfrentando con coraje y audacia los problemas existentes.
Comprendió que era muy negativo que el país basara su futuro sólo en las entradas del salitre. En un discurso pronunciado en Iquique el 8 de marzo de 1889, expresó:
“Debemos invertir el excedente de las rentas sobre los gastos en obras reproductivas para que en el momento en que el salitre se agote o se menoscabe su importancia por descubrimientos naturales o por progresos de la ciencia, hayamos transformado la industria nacional y creado con ella y los ferrocarriles, la base de nuevas rentas y de una positiva grandeza”. Y enfatizaba: “Atesoraremos en ferrocarriles y construcciones públicas los 20 millones en que la renta ordinaria excede actualmente a los gastos”.
Este justo razonamiento explica la obra, febrilmente creadora, que impulsó durante su Gobierno. Fue un Presidente que supo ver el presente con ojos del mañana.

Un desarrollo sin precedentes

Durante el Gobierno de Balmaceda (1881 – 1891) se construyeron 1.200 kilómetros de líneas férreas; 1.000 kilómetros de caminos y más de 300 puentes, uno de ellos el viaducto del Malleco; se tendieron 1.500 kilómetros de líneas telegráficas. Se levantaron más de cien edificios para escuelas, con capacidad para 35.000 alumnos, y 20 centros penales. Se dotó de agua potable a 20 ciudades; se canalizó el Mapocho. Fueron habilitados 10 puertos.

Se crearon unas 350 escuelas de diversos tipos: primarias, normales, agrícolas, de minas y la primera escuela técnica femenina; liceos y el Instituto Pedagógico.
La gigantesca construcción de obras públicas, en donde se cancelaban más altos salarios que en otras actividades, produjo el éxodo de campesinos. Las haciendas quedaron sin brazos para sus labores. En una ocasión Macario Ossa, representante de los latifundistas, reprochó a Balmaceda por esta situación. El Presidente le replicó: “El remedio está en sus manos: paguen a sus obreros lo mismo que les paga el fisco y tendrán brazos en abundancia”.
Así era Balmaceda, un hacendado que no vaciló en perjudicar a su clase en aras del progreso del país.

Un gobernante antiimperialista

Balmaceda comprendió lo negativo que era para Chile el dominio británico sobre el salitre. En el discurso del 8 de marzo de 1889, pronunciado en Iquique, sostuvo:
“El monopolio del salitre no puede ser empresa del Estado… Tampoco puede ser obra de particulares, ya sean estos nacionales o extranjeros, porque no aceptaremos jamás la tiranía económica de muchos ni de pocos. El Estado habrá de conservar siempre la propiedad salitrera suficiente para resguardar, con su influencia, la producción y venta, y frustrar en toda eventualidad la dictadura industrial en Tarapacá”.

Los británicos controlaban también los ferrocarriles en el Norte. Por ello, en ese mismo discurso, Balmaceda afirmó:
“Espero que en época próxima todos los ferrocarriles de Tarapacá serán propiedad nacional. Aspiro, señores, a que Chile sea dueño de todos los ferrocarriles que crucen su territorio”.
Balmaceda pretendía la independencia económica de Chile. Pero eso adoptó una posición antiimperialista, concretamente anti británica. Su táctica fue apoyarse en potencias rivales de Inglaterra para así restarle a esta influencia en nuestro país. Por ejemplo, contrató un empréstito en Berlín; trajo a Chile misiones pedagógicas alemanas y francesas; se encargó la construcción de algunas obras públicas a firmas estadounidenses y francesas; se ordenó la construcción de barcos de guerra en Francia; se compró material bélico en Alemania y se contrataron instructores militares en esa nación.

El norte chileno, una factoría británica

Tenía razón Balmaceda. El imperialismo inglés se había apoderado económicamente de la provincia de Tarapacá.

Los ferrocarriles de Tarapacá también eran propiedad de North

John Thomas North, uno de los empresarios británicos que controlaba gran parte de las oficinas salitreras, era dueño también de los ferrocarriles y del alumbrado eléctrico; monopolizaba el comercio de aprovisionamiento de las pulperías de las salitreras; tenía en sus manos la venta del agua, el vital elemento para esa zona, además de otras industrias.
North y su socio Robert Harvey, utilizando medios especulativos y con créditos concedidos por el Banco de Valparaíso, habían logrado apoderarse durante la Guerra del Salitre, de gran cantidad de oficinas salitreras.
North, convertido en el rey del salitre, uno de los hombres más acaudalados de su época, estaba en su residencia en Londres, cuando conoció la patriótica política de Balmaceda. Al ver amenazados sus intereses, viajó a Chile, llegando a Valparaíso el 21 de marzo de 1889.

Un gobierno democrático

Durante la administración de Balmaceda se continuó el proceso democratizador iniciado por el Presidente Santa María.
Balmaceda se vinculó a los sectores sociales más progresistas. Integró a funciones político-administrativas de importancia a elementos de las capas medias. Afirmado en ellas, prosiguió la democratización del país. Se estableció el sufragio universal, mediante una reforma de 1888; se modificó positivamente la ley de municipalidades; se ampliaron las incompatibilidades parlamentarias, etc.
Frente a la clase obrera tuvo una actitud solidaria. En repetidas ocasiones planteó la necesidad de elevar los salarios.
En 1890, a raíz de una huelga general de los trabajadores de Iquique, los industriales de la zona pidieron apoyo del Gobierno para aplastar el movimiento, Balmaceda les envió el siguiente telegrama:
“Deseo que ustedes digan cuáles son las exigencias de los huelguistas y qué pasos han dado ustedes para una inteligencia razonable y equitativa con los trabajadores”.

Vendidos al oro inglés

John Thomas North se entrevistó con Balmaceda convencido que podía llegar a un “arreglo”. Traía regalos para ablandarlo. No tuvo éxito.
Recurrió entonces a un numeroso grupo de chilenos que, pagados por él, actuaban contra los intereses de Chile. Entre ellos había abogados, periodistas.

Carlos Walker Martínez

 

Julio Zegers

 

Enrique Mac Iver

 

También connotadas figuras políticas, como Carlos Walker Martínez, líder del Partido Conservador, varias veces diputado y senador; Julio Zegers, dirigente del Partido Liberal, diputado y ministro de Hacienda en 1878; Enrique Mac Iver, patriarca del Partido Radical, parlamentario durante 46 años, ministro en dos ocasiones y Gran Maestre de la Masonería.
Gran cantidad de parlamentarios eran empleados a sueldo de North. Con toda razón, escribió Balmaceda en enero de 1891: “El Congreso es un haz de corrompidos. Hay un grupo a quien trabaja el oro extranjero y que ha corrompido a muchas personas”

La contrarrevolución de 1891

Entonces North y la reacción criolla echaron manos a la violencia reaccionaria.
El 7 de enero de 1891 se sublevó la Escuadra, encabezada por Jorge Montt. Se inició así la Guerra Civil del 91, que costó 10 mil vidas.
La historia oficial la llama “Revolución” de 1891 y dio por causa de ella al conflicto entre el Presidente y la mayoría del Parlamento. En verdad hubo problemas entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo, pero ellos eran la expresión de algo más de fondo.
Esa guerra civil fue la respuesta violenta, contrarrevolucionaria, a la política patriótica de Balmaceda. La llevaron a cabo los sectores perjudicados con ella: el imperialismo británico, los latifundistas y la oligarquía financiera criolla.
Fue una contrarrevolución, porque en nuestro país se estaban produciendo cambios de carácter verdaderamente revolucionarios desde el término de la Guerra del Salitre. Se buscaba el avance hacia formas más democráticas de convivencia; se procuraba el establecimiento y desarrollo del capitalismo industrial; se pretendía reducir y anular la influencia del imperialismo.
Los promotores de esa guerra civil estaban empeñados en impedir en desarrollo de una revolución como esa.

Diez mil chilenos murieron en la Contrarrevolución de 1891

 

Recojamos el legado de Balmaceda

Los contrarrevolucionarios lo empujaron al suicidio. Murió el presidente-mártir. Pero no pudieron matar su ejemplo, sus elevados ideales.
Como expresó el historiador Hernán Ramírez Necochea: “Recojamos el legado de Balmaceda, adaptémoslo a las condiciones de nuestra época y así tendremos una enseñanza más, que nos guiará en el cotidiano esfuerzo por contribuir a la grandeza de Chile y a la felicidad de nuestro pueblo”.

Balmaceda y Allende

Existen muchas similitudes entre la vida, pasión y muerte de José Manuel Balmaceda y Salvador Allende. Sus vidas fueron ejemplo de patriotismo, su pasión fue amar a Chile y a su pueblo, su muerte –ocurrida en ambos casos en septiembre– fue el precio que pagaron por la lealtad a sus elevados ideales.
Como escribió Pablo Neruda: “Como hombres de principios, empeñados en engrandecer un país empequeñecido por la mediocre oligarquía, los dos fueron conducidos a la muerte de la misma manera. Balmaceda fue llevado al suicidio, por resistirse a entregar la riqueza salitrera a las compañías extranjeras. Allende fue asesinado por haber nacionalizado otra riqueza del subsuelo, el cobre”.

Más sobre las llamadas Fiestas Patrias

Dos condimentos del mito: más sobre las llamadas Fiestas Patrias

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

Al mito del “18” se agregan dos infundios más: el Tedeum de la Iglesia Católica y la Parada Militar.

El Tedeum de Fiestas Patrias

Cada 18 de septiembre se celebra el Tedeum (palabra que significa “cántico para dar las gracias a Dios”) organizado por la Iglesia Católica, para dar gracias a Dios por la emancipación de Chile del sistema colonial español.

¿Tiene moral esta institución para dar gracias en esta fecha en que se celebraría –según los mitómanos- el nacimiento de nuestra Patria independiente?

No. No la tiene. Porque la Iglesia Católica fue enemiga jurada de la Independencia de las colonias españolas de América.

Dos Papas condenaron la lucha emancipadora

La Iglesia lanzó dos encíclicas condenando a los patriotas. Aprovechó su influencia, para intervenir una vez más en política.

Una de esas encíclicas, suscrita por el Papa Pío VII, con fecha 30 de septiembre de 1816, llamó al clero de América a “no perdonar esfuerzo para desarraigar y destruir completamente la cizaña de alborotos y sediciones que el hombre enemigo sembró en esos países… Fácilmente lograréis tan santo objeto, si cada uno de vosotros demuestra a sus ovejas, con todo el celo que puedan, los terribles y gravísimos perjuicios de la rebelión, si presentan las singulares virtudes de nuestro carísimo en Jesucristo, Fernando, vuestro rey católico.”

Papa Pío VII
Papa León XII

La otra encíclica tiene por fecha el 24 de septiembre de 1824 y estaba firmada por el Papa León XII. Se refería a los gobiernos patriotas como “Juntas que se veían salir, a la manera de langostas devastadoras de un tenebroso pozo, que se concentraban en ellas, como en una inmunda sentina, cuanto hay y ha habido de más sacrílego y blasfemo en todas las sectas heréticas”.

En Chile, la inmensa mayoría del clero estuvo contra la independencia

En Chile, de los 500 miembros del clero secular, los sacerdotes patriotas no pasaban de 70. O sea, más del 80% del clero estuvo contra la Independencia y muchos curas reaccionarios empuñaron las armas al lado de las tropas realistas.

Pero en esa minoría que tomó la bandera emancipadora hubo patriotas ilustres como Camilo Henríquez, José Ignacio Cienfuegos, Juan Javier de Guzmán, Antonio Orihuela, Fray Rosauro Acuña.

¡Que no venga la Iglesia católica hoy a adorar lo que quemó ayer!

Una negra historia política de la jerarquía católica

La jerarquía católica chilena ha estado involucrada en una serie de episodios contra el pueblo, siempre unida a los sectores más reaccionarios. Veamos algunos ejemplos de ello.

El 28 de enero de 1824, junto a la oligarquía participó en el derrocamiento del Gobierno de Bernardo O’Higgins, el más preclaro prócer de la Independencia de Chile.

En 1891, estuvo en el bando de los contrarrevolucionarios que, pagado con libras esterlinas del imperialismo británico, se levantó y derrocó al gobierno democrático y patriótico de José Manuel Balmaceda.

El 20 de agosto de 1949, el Arzobispado de Santiago emitió una Carta Pastoral justificando la represión desatada por el Gobierno de Gabriel González Videla contra los manifestantes que participaron en la llamada “huelga de la chaucha”.

En ese documento, suscrito por el arzobispo José María Caro, se decía: “Sin desconocer la angustia económica, que tantos sacrificios impone a todos los ciudadanos…es necesario que veamos con toda claridad un mal mucho mayor, que se cierne sobre todo el país, sobre el bienestar de sus ciudadanos, sobre la mantención de sus libertades, sobre la existencia misma del Estado y sobre la misión sagrada de la Iglesia, cual es el asalto de las fuerzas comunistas” (“El Mercurio, 21 de agosto de 1949, página 25).

Hacia 1962 ya se había iniciado la campaña presidencial que culminaría el 4 de septiembre de 1964. Ya habían salido a la palestra tres candidatos: Eduardo Frei Montalva, Julio Durán y Salvador Allende. En Washington, el Presidente John Kennedy “había decidido en 1962 que era de interés nacional de seguridad norteamericana que resultara elegido como Presidente chileno en 1964 el candidato democratacristiano Eduardo Frei”. (El Mercurio, edición internacional, de 26 de diciembre de 1976 a 1º de enero de 1967, página 7).
Coincidiendo con esa declaración, toda la jerarquía de la Iglesia Católica chilena, emitió, con fecha 18 de septiembre de 1962, una larga Carta Pastoral, en que sostenía: “Del triunfo del comunismo en Chile, la Iglesia y todos sus hijos, no pueden esperar sino persecución, lágrimas y sangre” (“El Diario Ilustrado”, domingo 23 de septiembre de 1962, página 11).

Luminosas excepciones

No sería justo ignorar unas excepciones –que justifican la regla- en que la Jerarquía eclesiástica (aunque no toda ella) tuvo una actitud progresista. Citaremos dos casos.
El 25 de octubre de 1938 triunfó por breve margen de votos el candidato del Frente Popular, Pedro Aguirre Cerda. Los partidarios del derrotado Gustavo Ross Santa María intentaron desconocer la victoria de la Izquierda. En ese momento el Cardenal José María Caro reconoció los resultados de las urnas, lo que puso fin a la intentona derechista.

Durante el Gobierno Popular de Salvador Allende, el cardenal Raúl Silva Henríquez tuvo una posición muy positiva. Y, como él mismo lo reconociera, el único problema que tuvo con el Gobierno fue a raíz de ENU.

Por otra parte, fue mundialmente reconocida la inmensa labor en defensa de los derechos humanos del Arzobispado de Santiago, encabezado por el cardenal Raúl Silva Henríquez, aunque ello no fue una actitud de toda la jerarquía de la Iglesia chilena.

La Parada Militar del 19 de septiembre

Le llaman el Día de las Glorias del Ejército de Chile. Es uno de los actos para conmemorar el mitológico “18”.

A las Fuerzas Armadas actuales se les pretende comparar con los combatientes por la Independencia de Chile.

O’Higgins pensó en la necesidad de formar un ejército nacional sin relación alguna con el del rey español. Por ello fundó la Escuela Militar.

Pero ese ejército fue reemplazado por otro que no siempre ha sido fiel heredero del más grande prócer de la lucha emancipadora. Las más de las veces, ha sido utilizado contra el pueblo, quien le ha entregado las armas para defender la patria.

Veinte masacres perpetradas en el siglo XX por el Ejército, más el genocidio durante la Dictadura

Los “valientes soldados” masacraron a un pueblo inerme.

En el Gobierno de Germán Riesco (1901 – 1906)

1) 12 de mayo de 1903: contra obreros portuarios de Valparaíso, por soldados del Ejército, policía y “guardias blancas”. 30 muertos, 600 heridos.

2) 1903: Contra obreros del carbón en Coronel por efectivos del Regimiento Chacabuco. 3 asesinados; 2 heridos.

3) 17 de septiembre 1904: Contra pampinos en oficina salitrera Chile, en huelga. Piquete de Húsares de la Muerte. 13 muertos y 32 heridos.

4) 24 de octubre de 1905: Contra manifestantes en Santiago en protesta contra impuesto a carne argentina, por soldados del Ejército. 70 muertos, 300 heridos y 530 detenidos.

5) 6 de febrero de 1906: Contra huelguistas en la Plaza Colón de Antofagasta, 10 muertos, numerosos heridos. Perpetrada por soldados del Regimiento Esmeralda, Séptimo de Línea, de Antofagasta.

En el Gobierno de Pedro Montt (1906 – 1910)

6) 21 de diciembre de 1907: Contra pampinos en la Escuela Santa María de Iquique por soldados del Ejército, marinos de la Escuadra de Guerra y “guardias blancas”. Más de 2.000 muertos, muchos heridos.

En el Gobierno de Juan Luis Sanfuentes (1915- 1920)

7) 1917: Contra mujeres que solidarizan con ferroviarios en “huelga del tarro”, en Antofagasta, por soldados del Ejército. Varias mujeres muertas y heridas.

8) 23 de enero de 1919: Contra obreros de Puerto Natales, por militares y policía. 6 muertos

9) 27 de julio de 1920: Contra trabajadores de Punta Arenas: asalto e incendio de sede de Federación Obrera de Magallanes, por soldados, policías y “guardias blancas”. Alrededor de 30 asesinados en asalto y posterior terror.

10) Noviembre de 1920: Contra mineros del carbón en huelga en Lota por soldados. Un muerto, cuatro heridos.

En el Primer gobierno de Arturo Alessandri Palma (1920- 1925)

11) 3 de febrero de 1921: contra pampinos en Oficina San Gregorio, por soldados Regimiento Esmeralda y policía. 100 muertos, numerosos heridos.

12) Abril de 1921: contra mineros del carbón en Curanilahue por soldados. Varios asesinados y heridos.

13) 23 de noviembre 1921: contra comité de cesantes de la FOCH que marchan solidarizando con campesinos, en el Zanjón de la Aguada, por soldados. 1 muerto, varios heridos.

14) 1921: contra huelguistas de la Compañía Chilena de Tabaco, en Valparaíso por efectivos del Ejército. Un muerto y 60 heridos.

15) 25 de mayo de 1922: contra cesantes y sus familiares al pie del monumento de Bernardo O’Higgins en la Alameda, Santiago, por efectivos del Ejército. Varios muertos y heridos

16) 4 de junio de 1925: contra pampinos en oficina salitrera de La Coruña, por efectivos del Ejército, que emplean cañones en esa oficina, luego el “palomeo” de obreros y el lanzarlos al fondo del mar. Más de 2 mil asesinados. Decenas de heridos.

En el Gobierno de Gabriel González Videla (1946 – 1952)

17) 16-20 agosto de 1949 contra manifestantes, obreros y estudiantes, en calles de Santiago, por carabineros y soldados del Ejército. 4 muertos y numerosos heridos a bala.

En el Segundo Gobierno de Carlos Ibáñez del Campo (1952 – 1958)

18) 2 de abril de 1957: Contra manifestantes en calles de la capital, por efectivos del Ejército. 20 muertos; varios heridos.

En el Gobierno de Jorge Alessandri Rodríguez (1958 – 1964)

19) 19 de noviembre 1962: Contra pobladores de la población José María Caro por soldados de la Aviación. 6 muertos, 30 heridos, 200 detenidos.

Gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964 – 1970)

20) 11 de marzo 1966: Contra obreros del mineral de cobre de El Salvador en huelga solidaria, por soldados del Ejército. 8 asesinados (2 mujeres y 6 obreros) y 60 heridos.

A partir de los años 30 se nota una disminución de las masacres, no es que éstas hayan disminuido, sino que el Cuerpo de Carabineros pasó, en muchas ocasiones, a reemplazar al Ejército en sus labores represivas.

Durante la Dictadura Fascista (1973-1990)

En este período, las fuerzas armadas llevaron a cabo un verdadero genocidio contra el pueblo de Chile, empleando un cruel terrorismo de Estado.

Hubo miles de víctimas: detenidos, prisioneros, relegados, desaparecidos, fusilados, degollados, torturados, exiliados, exonerados.

Falsificadores de la historia

Una de las características del fascismo, es falsificar la historia. El pinochetismo no fue una excepción. El dictador y sus cómplices pretendieron aparecer como los herederos de Bernardo O’Higgins.

El 11 de diciembre de 1973, en una ceremonia en la Escuela Militar los cuatro miembros de la Junta Militar fueron distinguidos con las insignias de la Orden O’Higginiana. En la ocasión, Pinochet dijo refiriéndose a esa condecoración: “Para mí y para los otros tres integrantes de la Junta, ella implica el simbolismo de encarnar los principios a los que el capitán general don Bernardo O’Higgins consagrara por entero su vida y sus actos”.
El 20 de agosto de 1975, Pinochet llegó al extremo de firmar en la ciudad de San Bernardo un decreto-ley otorgando a O’Higgins el título de “Libertador de Chile”.

El 20 de agosto de 1982 en un discurso pronunciado en Chillán se comparó con el prócer: “Aquel debió enfrentarse con la fronda aristocrática y yo con la fronda política. Ambos, con un clero dividido y el extremismo, bandidaje antes, terrorismo ahora”.

Los “valientes” soldados asesinando a civiles inermes

Los fascistas chilenos conciben el Ejército como heredero de las tropas realistas. El general Herman Brady, ministro de Defensa de la dictadura, en un acto en homenaje a Pinochet, efectuado el 23 de agosto de 1976, sostuvo que “desde la época de la Colonia el Ejército de Chile ha sido la piedra angular para formar historia, formar tradición, formar hombría y mantener inalterable la institucionalidad de este Chile que tanto queremos”.

Genocidas y mentirosos

Las Fuerzas Armadas mantienen desde los tiempos de Pinochet la misma doctrina de la seguridad nacional, que pasó a ser la base de la ideología de la dictadura, fundada en el rol tutelar de las fuerzas armadas, que asumieron el papel de garantes de la institucionalidad.

Esta doctrina, aprendida en las escuelas estadounidenses, utiliza el concepto de la guerra interna subversiva, de las “fronteras ideológicas”, que ubica al enemigo principal al interior del país, el “comunismo”, término con que denomina al movimiento obrero, o sea, a los trabajadores con conciencia de clase, a sus organizaciones políticas y sindicales.

Las FF AA, en base a un pacto de silencio, se han negado a entregar datos sobre los detenidos desaparecidos y cuando han entregado algunos, como ocurrió en la Mesa de Diálogo en 1999, han resultado falsos.

Así de gloriosas son las Fuerzas Armadas que se lucen en la Parada Militar cada 19 de septiembre, siendo uno de los rituales del gran mito del “18”. De la gran estafa de la soberbia y mentirosa oligarquía y de sus historiadores.

Descarados los Ex Comandantes

En vísperas de la 44ª conmemoración del golpe fascista, un grupo de antiguos jefes de las ramas militares y de la policía uniformada, envió una carta a El Mercurio donde cuestionan los procesos judiciales contra represores, reivindican ser los únicos que han reconocido responsabilidades por los hechos del pasado, y victimizan a quienes están presos por casos de detenidos desaparecidos, ejecutados políticos y torturas.

Sostienen que: “Consideramos grave que al único sector que ha asumido sus culpas en el ayer se lo discrimine tan abiertamente”, defendiendo a sus antiguos colegas procesados y encarcelados.

Agregan que quienes respaldaron al Gobierno Constitucional de Salvador Allende y se opusieron al régimen militar, no han “respondido por sus propias culpas”, en una tácita advertencia de que deberían pagar por ellas. Agregan que “los otros actores, activos y pasivos, en la tragedia de antaño, disfrutan de un Chile donde para ellos están todos los caminos y espacios abiertos”.

La carta fue firmada, después de analizarla y consensuarla, por comandantes en jefe del Ejército: Óscar Izurieta y Juan Miguel Fuente-Alba; los ex comandantes en jefe de la Armada: Jorge Arancibia, Miguel Vergara, Rodolfo Codina, Edmundo González y Enrique Larrañaga. Los ex comandantes en jefe de la Fuerza Aérea: Fernando Rojas, Patricio Ríos, Osvaldo Sarabia, Ricardo Ortega y Jorge Rojas y los ex generales en directores de Carabineros: Fernando Cordero, Eduardo Gordon y Gustavo González.

Critican a la justicia, la apertura de nuevos procesos, el anunciado cierre de Punta Peuco. Los criminales, culpables materiales del genocidio que se perpetró contra el pueblo chileno, pretenden salir libres de polvo y paja. Ellos, los que se han negado a entregar antecedentes sobre los cientos de casos de detenidos desaparecidos, los que no han mostrado la más mínima señal de arrepentimiento. Es la soberbia de los fascistas.

Y ES UNA AMENAZA SOTERRADA
Frente a este episodio, la presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD), Lorena Pizarro, indicó que la carta de los ex jefes de las FFAA y Carabineros “en pocas palabras es una amenaza soterrada a la democracia, porque ante la cobardía, la felonía y la sedición les gritamos en su cara verdad y justicia”.

Añadió que “por eso es tan grave y peligroso lo que hoy día ha hecho esa tropa de cobardes sediciosos en esa carta en su pasquín de difusión que es el diario El Mercurio, por eso es tan peligroso y esperamos, exigimos y demandamos un pronunciamiento”.

Luis Emilio Recabarren: “Hemos sido, somos y seremos siempre antimilitaristas”.

Uno de los mitos de nuestra historia: ¿Qué ocurrió el 18 de septiembre?

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

 

Canales de televisión, radios y la prensa escrita se llenan estos días de “aires dieciocheros”. Especialmente para la propaganda comercial. Repiten hasta el cansancio: “los días patrios”, “el nacimiento de la patria”… Y no se pueden quejar fabricantes, matarifes, comerciantes, feriantes, dueños de las líneas de buses interprovinciales. A pesar de las alzas de precios, las ventas aumentan. Todo cachito p’arriba.

Se eleva el fervor patrio. Se usa y se abusa de la bandera nacional. Hoy vi pasar un taxi con cinco banderitas chilenas. Y hasta escuchamos música folklórica por los medios.

Y todo esto, fruto de un mito, de una gran mentira histórica, que nadie ha tenido el valor de enmendar.
Cuando se habla del “18”, se trata naturalmente del 18 de septiembre de 1810, día en que –afirman los despistados- nació la Patria.

La historia comenzó con Napoleón

En el año 1808, Napoleón Bonaparte invadió España. Derrocó e hizo prisionero al monarca Fernando VII, colocando en el trono a su hermano José Bonaparte, al que los hispanos bautizaron como “Pepe botella”.

Los españoles resistieron al invasor. Organizaron una guerra de guerrillas. Crearon juntas de gobierno, las que se unieron en una Junta Central. Ésta pretendió tener autoridad sobre las colonias españoles de América.

El emperador Napoleón Bonaparte

 

Criollos aprovechan la ocasión

En nuestro país, los oligarcas criollos (nacidos en Chile) vieron en los acontecimientos ocurridos en España una ocasión propicia para arrebatarle el poder político a los oligarcas españoles residentes, que controlaban la Real Audiencia, la que, junto con el Gobernador, eran las máximas autoridades en la colonia.

Los criollos argumentaron que esa Junta Central no tenía derecho a gobernar a los reinos de América, pues las colonias pertenecían al rey y no a la nación hispana. En eso tenían razón.

También un Papa

El corrupto Papa Alejandro VI

 

El licencioso Papa Alejandro VI, el “Papa Borgia” (padre de Lucrecia Borgia) había dictado el 4 de mayo de 1493 la Bula Intercaetera por la que repartió, “en nombre de Dios” las tierras a las que había llegado Cristóbal Colón. Una región portuguesa al oriente, entregada a la persona del rey de Portugal; otra española al occidente, otorgada al monarca hispano. El único problema que creó esa Bula fue la imprecisión de la línea demarcatoria. Esto fue resuelto por ambas partes interesadas, por medio del Tratado de Tordesillas, en 1494, que determinó que esa línea correría a 370 leguas al occidente de Cabo Verde. En esa Bula del Papa Borgia se basaron los oligarcas criollos para decir: que Chile había sido dado por la divina providencia a la persona del rey y no a toda España.

Un Cabildo “abierto”

Los criollos lograron convencer al titubeante gobernador del Reino de Chile, Mateo de Toro y Zambrano, quien aceptó la convocatoria de un Cabildo Abierto para el 18 de septiembre de 1810.

Este Cabildo no fue en absoluto abierto. Las invitaciones fueron realizadas por los criollos. De los 1.700 españoles residentes, sólo recibieron la invitación 14. El resto de los 450 asistentes que repletaban el salón del Consulado a las 9 de la mañana del día señalado, eran partidarios de designar una Junta.

Sólo pudieron ingresar a la reunión las personas que portaban una invitación que rezaba:

“Para el 18 del corriente, espera a usted el muy ilustre señor Presidente con el ilustre Ayuntamiento en la sala del Real Tribunal del Consulado, para tratar de las medidas de seguridad pública, discutiéndose allí que sistema de gobierno debe adoptarse para conservar siempre estos dominios al señor don Fernando VII”.

Se inició el Cabildo Abierto. Se eligió una Junta de Gobierno de nueve miembros, encabezada por el propio Gobernador. Sólo los dos secretarios y uno de los cinco vocales eran partidarios de librar al país del dominio extranjero. Con este paso, los criollos les arrebataron el poder a los españoles residentes en el país.

La Patria no nació un “18”

En otras palabras, ese 18 de septiembre no es el día de nuestra Independencia ni lo ocurrido hace 207 años fue, como algunos han proclamado, “una gesta libertaria”.

Por tanto, el mito de la “historia oficial” de señalar el 18 de septiembre como el día de la Independencia de Chile, no tiene asidero alguno en los hechos ocurridos en esa fecha.

El Acta de la traición

Los mismos grandes terratenientes criollos, que habían convocado el Cabildo del 18 de septiembre de 1810, firmaron el 9 de febrero de 1817, una servil Acta de Sumisión al rey Fernando VII, en la cual abjuraban de todo movimiento libertario y repudiaban a los patriotas.
En este vergonzante documento, servilmente manifestaban “su íntima y decidida adhesión que tenemos a la sagrada causa de nuestro legítimo monarca el señor Fernando VII…”

Renegaban de los patriotas y pedían… “Castigar, como es justo, la osadía y el orgullo de los insurgentes de la otra banda”.

No vacilaban estos traidores a ofrecer a los enemigos de la patria “…sus vidas, y sin reserva de cosa alguna estaban prontos y resueltos a defender los sagrados derechos del rey, a cuya obediencia vivimos gustosamente sujetos”.
Al pie de tan ignominioso documento figuraban apellidos como Larraín, Aldunate, García Huidobro.

Se equivocó la paloma

Pero les falló el olfato a los traidores. Aún no se secaba la tinta de esa acta infamante, cuando el Ejército Libertador, al mando de los generales José de San Martín y Bernardo O’Higgins, luego de realizar la proeza de cruzar la cordillera de los Andes, pisaba suelo chileno. Tres días después, el 12 de febrero de 1817, derrotaba a las tropas del rey en la batalla de Chacabuco.

Lo que ignoraron los oligarcas era que los 300 valientes, encabezados por Bernardo O’Higgins, que se habían lanzado en un audaz salto por sobre las trincheras enemigas, en Rancagua el 2 de octubre de 1814, más otras unidades que encontraron en el camino, se dirigieron a Argentina para preparar allá la revancha.

Después de la derrota de Rancagua, Chile volvió a estar sometido al rey de España, desde octubre de 1814 a febrero de 1817. Pero en Mendoza, con el decisivo apoyo solidario del General José de San Martín, gobernador de la provincia de Cuyo, se organizó el Ejército Libertador. Su comandante en jefe era el general San Martín y estaba dividido en tres cuerpos; dos comandados por los argentinos Las Heras y Soler; el tercero, por O’Higgins. A comienzos de 1817 inició el cruce de la Cordillera. El 12 de febrero, derrotó en la batalla de Chacabuco a las tropas realistas.

El Ejército Libertador chileno-argentino cruzando la cordillera

 

La independencia de Chile fue un proceso

La emancipación del yugo colonial español fue un proceso que duró siete años. Se inició en forma vacilante y contra la voluntad de los participantes en ese Cabildo de 1810. Esta lucha, con triunfos y derrotas, en que fue necesario hacer uso de las armas, fue encabezada por un grupo de líderes, como los hermanos Carrera, el fraile Camilo Henríquez, el guerrillero Manuel Rodríguez. Entre ellos se destacó Bernardo O’Higgins Riquelme, el más grande padre de nuestra Patria.

¿Por qué se mantiene ese mito más de dos siglos?

Porque la historia oficial pretende atribuir a la oligarquía criolla el mérito de haber logrado la emancipación patria del sistema colonial español; para hacer aparecer a los latifundistas de entonces, como los forjadores de nuestra Independencia.

La verdad es que esa oligarquía fue aliada del rey español y luchó contra los intereses de Chile. Durante la Reconquista española, como hemos visto, traicionaron a la patria.

Celebren las fiestas, pero…

Celebren las fiestas, pero que no les metan el dedo en la boca. No estarán celebrando ningún nacimiento de la Patria. El verdadero Día de nuestra Independencia es el 5 de abril de 1818. Fecha en que culminó el proceso emancipador, al derrotar el ejército chileno-argentino a las tropas del rey español en la batalla de Maipú.

Bernardo O’Higgins Riquelme padre de la Patria

Víctor Jara sigue combatiendo

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

Víctor Lidio Jara Martínez nació el 28 de septiembre de 1938 en Quiriquina, localidad ubicada cerca Chillán Viejo. Su niñez transcurrió en el lugar campesino de Lonquén, cerca de la ciudad de Talagante, arrullado por el canto de su madre y laborando en las duras faenas campesinas, detrás del arado o en la trilla. Ayudó desde los seis años a su padre, Manuel, un inquilino que no sabía leer ni escribir. La madre, de nombre Amanda, de estatura baja y gordita, con una bella sonrisa. Eran cuatro hermanos: María, Georgina, Eduardo y Víctor. Posteriormente nació un quinto, Roberto.

La madre

La madre, el pilar de la casa, se empeñó y logró que sus hijos estudiaran. En la escuela, Víctor se destacó como buen alumno. Posteriormente, la familia se trasladó a la capital, a la Población Los Nogales, cerca de la Estación Central. Víctor y su hermano Eduardo concluyeron sus estudios primarios en una escuela católica de la población.

La madre consiguió un puesto como cocinera en un pequeño restaurante ubicado frente a la Estación Central. Trabajando muy duro algunos años, logró reunir lo suficiente para comprar un puesto en el mercado.

La familia se mudó a una casita en la calle Jotabeche. Como estaba lejos del mercado la madre debía salir a las dos de la madrugada, pues los clientes comenzaban a llegar a las cuatro. Manuel, el padre, ya no vivía con ellos. Víctor, con la idea de poder ayudar a su madre en el negocio, entró a estudiar contabilidad en un instituto comercial.

En marzo de 1950, murió la madre de un ataque cardíaco.

En el coro universitario

Para Víctor, que por entonces tenía 15 años de edad, fue un golpe muy duro. Entró al Seminario de la Orden de los Redentoristas en San Bernardo, abandonándolo en 1952. Hizo el Servicio Militar en la Escuela de Infantería de San Bernardo. Terminado éste, volvió en mayo de 1953 a la Población Los Nogales, después de tres años de ausencia. Lo acogió la familia Morgado y un grupo de amigos. Consiguió un puesto de portero en el hospital local.
Por la prensa se impuso del anuncio de una prueba para ingresar al Coro Universitario para cantar en ‘Carmina Burana’. Postuló. Fue aceptado como tenor. Participó en la producción de Uthoff en el Teatro Municipal, vestido con un hábito marrón de monje.

En la Escuela de Teatro

En 1954 viajó al norte con un grupo de nuevos amigos del coro, para recoger e investigar la música popular de la zona. Al regresar a Santiago, presenció una función de un grupo de pantomima recién formado por Enrique Noiswander. De inmediato habló con éste, quien lo invitó a participar en una prueba en el estudio donde ensayaba el grupo. Víctor mostró su sentido de movimiento y expresividad. Entonces le ofrecieron la oportunidad de estudiar en el grupo de mimos.

En 1955 se matriculó en la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile. También se incorporó al Conjunto de Cantos y Danzas Folklóricas Cuncumén.

Conoce a Violeta Parra

En 1957, Víctor cursó el segundo año en la escuela de teatro. Por entonces comenzó a frecuentar el café Sao Paulo, en el centro de Santiago, donde se reunían a mediodía artistas e intelectuales. Ahí encontró a Violeta Parra, conocida sólo por un pequeño círculo de personas en Chile, pero que acababa de regresar de su primera visita a Europa.

Violeta vivía por esa época en La Reina en un pequeño bungalow. Víctor la visitaba con frecuencia. Allí conoció a Ángel Parra y se convirtieron en grandes amigos.

Ingresa a las Juventudes Comunistas

En 1958 Víctor Jara comenzó a militar en las Juventudes Comunistas de Chile, ello en plena campaña presidencial, en la que el Frente de Acción Popular, FRAP, postulaba como candidato a Salvador Allende.

En 1959 vivió su primera experiencia como director teatral, dirigiendo “Parecido a la Felicidad” de Alejandro Sieveking. Viajó con esa obra a Argentina, Uruguay, Venezuela y Cuba.

En 1961 realizó una gira a Europa como director artístico del Cuncumén. Ese mismo año compuso “Paloma quiero contarte”, canción con que inició su trabajo de creación musical y poética. La grabó, junto a otra de sus composiciones, “La canción del minero”, en un LP del Cuncumén.

Casa de la Cultura de Ñuñoa

En 1963, Gregorio de la Fuente, director de la Casa de la Cultura de Ñuñoa, le propuso fundar una Escuela de Folklore. Con ayuda de Maruja Espinoza, una componente del Cuncumén, Víctor organizó los cursos y enseñó las danzas folklóricas que más le gustaban; Maruja se concentró en la enseñanza de la guitarra. En un par de años un grupo numeroso y entusiasta de alumnos hizo posible la formación de un conjunto, del que posteriormente, surgieron varios solistas. Víctor trabajó en Ñuñoa hasta 1968. Desde 1963 a 1970 formó parte del equipo estable de directores del Instituto de Teatro de la Universidad de Chile, ITUCH.

Un artista consecuente

Realiza múltiples actividades artísticas, sin olvidar sus tareas políticas. En 1969 es figura principal en el Mitin Mundial de Jóvenes por Vietnam, realizado en Helsinki, Finlandia. Ese año obtiene el principal premio en el Primer Festival de la Nueva Canción Chilena con “Plegaria a un labrador”
En 1970 se dedicó de lleno a la campaña presidencial de la Unidad Popular,
Durante el Gobierno de Salvador Allende laboró en el Departamento de Comunicaciones de la Universidad Técnica del Estado, UTE. En 1971 viajó a distintos países como embajador cultural de Chile. Se editó ese año su LP “La Población”.

El acto que no se realizo

Entre 1972 y 1973 compuso la música de continuidad de Televisión Nacional. Viajó a la Unión Soviética y Cuba. Participó en trabajos voluntarios y en la campaña parlamentaria que culminó el 4 de marzo de 1973.
El martes 11 de septiembre de 1973 Víctor estaba en la UTE. Debía participar en un acto en que el Presidente de la República se dirigirá a todo el país comunicando su decisión de llamar a un plebiscito para salir de la crisis política provocada por la oposición. Se produjo el golpe fascista. Soldados del ejército rodearon la Universidad. Al día siguiente invadieron el recinto universitario.

En el Estadio Chile

Tomaron prisioneros a los profesores, funcionarios y alumnos que se encontraban ahí. Fueron conducidos al Estadio Chile. Víctor iba entre ellos.
Las torturas las comienza a sufrir el jueves 13 de septiembre:

“¡A ese hijo de puta me lo traen para acá! ¡Repitió iracundo el oficial…! ¡A ese huevón!… ¡A ese! El soldado lo empujó sacándolo de la fila.

¡No me lo traten como señorita, carajo! Ante la orden, el soldado levantó su fusil y le dio un feroz culatazo en la espalda de Víctor. Cayó de bruces, casi a los pies del oficial.

¡Ch’é tu madre! … Vos soy el Víctor Jara huevón. El cantor marxista, ¡El cantor de pura mierda!

El horror del fascismo

Y, entonces, su bota se descargó furibunda una, dos, tres, diez veces en el cuerpo, en el rostro de Víctor, quien trata de protegerse la cara con sus manos. –

Víctor, herido, ensangrentado, permaneció bajo custodia en uno de los pasillos del Estadio Chile. Sentado en el suelo de cemento, con prohibición de moverse. Desde ese lugar, contemplaba el horror del fascismo.

Allí permaneció la noche del miércoles 12 y parte del jueves 13, sin ingerir alimento alguno, ni siquiera agua. Víctor tenía varias costillas rotas, uno de sus ojos casi reventado, su cabeza y rostro ensangrentados y hematomas en todo su cuerpo.

Estadio Víctor Jara ex Estadio Chile

Cruelmente torturado

El 15 de septiembre de 1973, cerca del mediodía se supo que saldrán en libertad algunos compañeros de la UTE. Los prisioneros empezaron a escribirles a esposas, madres, diciéndoles que estaban vivos. Víctor pidió lápiz y papel. Comenzó a escribir precipitadamente. De improviso, dos soldados lo tomaron y lo arrastraron violentamente hasta un sector alto del Estadio, donde su ubica un palco, gradería norte. Los soldados recibieron orden de golpearlo y comenzaron con furia a descargar las culatas de sus fusiles en el cuerpo de Víctor. Dos veces alcanzó a levantarse Víctor, herido, ensangrentado. Luego no volvió a levantarse.

El testimonio de Boris Navia

Relata Boris Navia: “Esa misma noche, ya en el Nacional, lleno de prisioneros, al buscar una hoja para escribir, me encontré en mi Libreta, que Víctor me lanzó al ser arrastrado por los soldados, no con una carta, sino con los últimos versos de Víctor, con su último canto, que escribió unas horas antes de morir y que el mismo tituló “Estadio Chile”, conteniendo todo el horror y el espanto de aquellas horas. Inmediatamente acordamos guardar este poema”.

Y logró salvar el último poema de Víctor Jara para estremecer con sus versos a la humanidad:

ESTADIO CHILE

“Somos cinco mil
En esta pequeña parte de la ciudad.
Somos cinco mil.
¿Cuántos seremos en total
en las ciudades y en todo el país?

¡Cuánta humanidad
hambre, frío, pánico, dolor,
presión moral, terror y locura!
Somos diez mil manos menos
que no producen!

¿Cuántos somos en toda la Patria?
La sangre del compañero Presidente
golpea más fuerte que bombas y metrallas
Así golpeará nuestro puño nuevamente.

Canto que mal me sales
cuando tengo que cantar espanto
espanto como el que vivo
como el que muero, espanto”.

Víctor Jara fue asesinado cruelmente el 16 septiembre de 1973, lo acribillaron con 44 balazos.

Martes 18 de septiembre de 1973

Joan Jara, la compañera de Víctor, relata en “Víctor Jara un Canto Truncado”:

“Martes 18 de septiembre. Aproximadamente una hora después de levantarse el toque de queda, oigo el ruido del portón, como si alguien intentara entrar. Todavía está cerrado con llave. Me asomo a la ventana del cuarto de baño y veo a un joven afuera. Parece inofensivo y me decido a abrirle. Me dice con voz baja:
– Estoy buscando a la compañera de Víctor Jara. ¿Vive aquí? Por favor, confíe en mí. Soy un amigo –me muestra su carné-, ¿Puedo entrar un minuto? Tengo que hablar con usted –parece nervioso y preocupado. Me dice en un susurro-: Soy miembro de las Juventudes Comunistas.

Abro la puerta para que entre y nos sentamos en la sala.

-Lo siento, tenía que encontrarla… Lamento decirle que Víctor ha muerto…

Encontramos su cuerpo en la morgue. Un compañero que trabaja allí lo reconoció. Le ruego que sea valiente y que me acompañe para identificarle. ¿Llevaba calzoncillos azul oscuro? Tiene que venir, porque su cadáver lleva allí más de cuarenta y ocho horas y, si nadie lo reclama, se lo llevarán y lo enterrarán en una fosa común.

Un jotoso llamado “Héctor”

Joan Jara continúa relatando en su libro “Víctor Jara un canto truncado”:

“Héctor –así se llamaba- había estado trabajando en la morgue, el depósito de cadáveres municipal durante la última semana, tratando de identificar cuerpos anónimos que llegaban diariamente. Era un muchacho amable y sensible y había corrido un gran riesgo yendo a buscarme. En su condición de empleado tenía una tarjeta especial y, después de mostrarla en la entrada, me introdujo por una pequeña puerta lateral del edificio, a pocos metros de los portales del Cementerio General…

Lo encuentra su compañera

“Bajamos un oscuro pasadizo y entramos en una enorme sala. Mi nuevo amigo me apoya la mano en el codo para sostenerme mientras contemplo las filas y filas de cuerpos desnudos que cubren el suelo, apilados en montones, en su mayoría con heridas abiertas, algunos con las manos todavía atadas a la espalda. Hay jóvenes y viejos… cientos de cadáveres… en su mayoría parecen trabajadores… cientos de cadáveres que son seleccionados…

“Nos envían a la planta superior. El depósito está tan repleto que los cadáveres llenan todo el edificio, incluyendo las oficinas. Un largo pasillo, hileras de puertas y, en el suelo, una larga fila de cadáveres, éstos vestidos, algunos con aspectos de estudiantes, diez, veinte, treinta, cuarenta, cincuenta… y en la mitad de la fila descubro a Víctor.

Miraba desafiante

“Era Víctor, aunque le vi delgado y demacrado. ¿Qué te han hecho para consumirte así en una semana? Tenía los ojos abiertos y parecía mirar al frente con intensidad y desafiante, a pesar de una herida en la cabeza y terribles moratones en la mejilla. Tenía la ropa hecha jirones, los pantalones alrededor de los tobillos, el jersey arrollado bajo las axilas, los calzoncillos azules, harapos alrededor de las caderas, como si hubieran sido cortados por una navaja o una bayoneta… el pecho acribillado y una herida abierta en el abdomen… las manos parecían colgarle de los brazos en extraño ángulo, como si tuviera rotas las muñecas… pero era Víctor, mi marido, mi amor”.

Sus funerales

El martes 18 de septiembre de 1973 fueron los funerales de Víctor Jara. Relata su compañera:

“La caminata hasta el lugar del cementerio donde Víctor sería enterrado debió llevarnos entre veinte y treinta minutos. El carrito chirriaba y rechinaba sobre el pavimento irregular. Caminamos y caminamos… mi nuevo amigo Héctor a un lado, mi viejo amigo Héctor al otro. Sólo cuando el ataúd de Víctor desapareció en el nicho que nos habían asignado estuve al punto de desplomarme. Pero estaba vacía de sentimientos o sensaciones y sólo se mantenía viva la idea que Manuela y Amanda esperaban en casa, preguntándose qué ocurría, dónde estaba yo”.

Venció sobre sus verdugos

Al día siguiente el diario La Segunda publicó un breve párrafo en el que informaba de la muerte de Víctor: “El funeral fue de carácter privado y sólo asistieron los familiares”.
Después todos los medios recibieron la orden de no volver a mencionar a Víctor.
Pero en la televisión alguien arriesgó su vida insertando unos pocos compases de “La Plegaria” sobre la banda sonora de una película norteamericana.

Los verdugos asesinaron al cantor, pero sus canciones siguen emocionando y motivando. Son inmortales.

Fue así como Víctor, el heroico joven comunista, venció sobre sus verdugos. A 44 años de su asesinato sigue combatiendo.