Cap. XIV: Que todos los órganos del Partido participen en el debate

Reflexiones de un militante comunista de base en torno a la derrota de diciembre de 2017

Iván Ljubetic Vargas, historiador

CAPÍTULO XIV: QUE TODOS LOS ÓRGANOS DEL PARTIDO PARTICIPEN EN EL DEBATE

En el Informe al IX Pleno se señala: “Cada organismo, sector y militante del Partido debe hacer este análisis crítico y autocrítico, que difícilmente se podrá hacer en este Pleno, pero sí debemos dejar establecidas directrices claras para su realización. De lo profundo que sea este análisis surgirán muchas medidas de carácter político, orgánico, de cuadros y de otra índole necesarias de realizar en un corto período, para que den sustento a una Conferencia Nacional, que proponemos realizar en los próximos meses, teniendo también elementos más concretos de como fluctúa el acontecer político en los primeros meses del Gobierno de Piñera”.

También se dice en ese Informe: “Cuando hablamos del papel del Partido, las más de las veces lo hacemos en términos generales. Es el Partido el que hace o no hace bien las cosas. Pasamos muchas veces por alto que el Partido lo constituimos todos nosotros, organizados en una estructura que nos confiere determinada autoridad y derechos, pero por sobre todo deberes con los cuales cumplir”.

UN PROCESO QUE SE INICIE EN LAS CÉLULAS

Estamos absolutamente de acuerdo con estas afirmaciones. Por ello, estimamos que es imprescindible que la anunciada Conferencia Nacional sea precedida por la discusión de toda la militancia comenzando por las células, los órganos más importantes del Partido. Esto, partiendo por lo planteado por Lenin en su obra “La socialdemocracia y las elecciones a la Duma”. Allí escribió: “Todos los asuntos del Partido deben ser manejados –directamente por medio de representantes- por todos los miembros del Partido en un plano de igualdad de derechos, sin excepción”. (Lenin: Obras Completas, tomo 14, p. 253, citado por Otto Kussiner y otros en “Comunismo Científico. Diccionario”, Editorial Progreso. Moscú, 1981, p. 122)

Basado en lo anterior, en los Estatutos del PC de Chile se establece: “La democracia interna se expresa en que todos los militantes comunistas, directamente o a través de sus órganos regulares o en las reuniones políticas y programáticas, participan en la definición de los diversos asuntos del Partido con plena igualdad de derechos”.

RECURRIR A LAS BASES DEL PARTIDO

Incorporar a todos los órganos del Partido en el debate en torno a la derrota de diciembre de 2017, seguiremos el ejemplo de Recabarren, practicaremos la necesaria democracia interna y, al mismo tiempo, tendremos una escuela de educación a nivel nacional.

Hemos citado a Recabarren, evocando lo ocurrido en nuestro Partido en el año 1924. Recordemos:

Los días 18 y 19 de septiembre de 1924 tuvo lugar, en la ciudad de Viña del Mar, el Sexto Congreso Nacional del Partido Comunista de Chile. Tal vez uno de los torneos nacionales más conflictivos.

Un grupo fraccional, que actuaba en el interior del Partido en Santiago, logró una temporal y precaria mayoría en la Sección de la capital eligiendo sus delegados al Sexto Congreso. Ya en el desarrollo del evento nacional, en un golpe de audacia y aprovechándose que los delegados de las otras 17 secciones del país no conocían su proceder, obtuvieron cuatro de los siete miembros del Comité Ejecutivo Nacional. A Luis Emilio Recabarren lo dejaron en la minoría.

El fundador del PC reaccionó rápida, enérgica y audazmente para condenar la maniobra de la fracción. En nota publicada el día 6 de octubre de 1924, en el período “Justicia”, que tituló “No acepto la designación”. Se dirigió a las secciones del país, informó sobre lo ocurrido en el Sexto Congreso y señaló que: “Siendo la mayoría de este Comité (elegido en ese torneo) compuesto por personas que carecen de antecedentes y competencia para afrontar las responsabilidades de este cargo, aviso a las secciones que no acepto el cargo para que me ha designado el Congreso y creo que las secciones deben provocar un voto general para resolver esta situación creada por el Congreso”.

A partir del 12 de octubre se desató una polémica pública entre Recabarren y miembros de la fracción.

La discusión promovida por Recabarren y su justa posición de recurrir a las bases del Partido dieron resultado. El 13 de diciembre de 1924, los militantes de todas las secciones del país votaron eligiendo un nuevo Comité Ejecutivo Nacional. Fueron siete probados revolucionarios, encabezados por Recabarren. Pero éste nunca lo supo. Los resultados de esta votación sólo fueron conocidos después de la muerte de Recabarren, quien se suicidó el viernes 19 de diciembre de 1924.

Debemos seguir el ejemplo de Recabarren. Cuando ocurre un acontecimiento que conmueve al país y al Partido, se debe recurrir a la inteligencia colectiva que constituye la militancia comunista.

CRÍTICA Y AUTOCRÍTICA

Tenemos que educar a militantes y dirigentes para enfrentar los acontecimientos con un adecuado y valiente espíritu crítico. Al respecto, Lenin escribió: “La actitud de un partido político ante sus errores es uno de los criterios más importantes y más seguros para juzgar la seriedad de ese partido y del cumplimiento efectivo de sus deberes para con su clase y para con las masas trabajadoras… Reconocer abiertamente un error, poner al desnudo las causas, analizar la situación que lo ha engendrado y discutir atentamente los medios de corregirlo; eso es lo que caracteriza a un partido serio; en eso consiste el cumplimiento de sus deberes; eso es educar e instruir a la clase y, después, a las masas”. (Lenin: “La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el comunismo”. Obras Escogida en tres tomos. T. III, p. 382)

Como se supone que todo dirigente milita en una célula, allí podrá contribuir a la discusión empleando correctamente las formidables armas de la crítica y la autocrítica.

INCLUSO EN LA PRENSA PARTIDARIA

En los Estatutos del Partido Comunista se señala: “La discusión previa a los congresos y conferencias del Partido, debe ser organizada de modo que garantice la más amplia participación democrática y la mayor información. Cuando el debate tenga carácter de discusión general, de trascendencia para todo el Partido, podrá ser llevado a conocimiento público a través de la prensa partidaria, cuidando contribuir al prestigio y unidad de acción del Partido y su capacidad de servir al pueblo”.

No hay dudas de que el debate en torno a la derrota de diciembre de 2017 tiene enorme trascendencia. ¿Dará la prensa partidaria espacio para desarrollar un constructivo y fructífero debate?

Cap. XIII: ¿Lenin o Martov?

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Ljubetic Vargas, historiador

CAPÍTULO XIII: ¿LENIN O MARTOV?

Respondiendo a un artículo sobre Lenin, el compañero Leo Fonseca me envió una de sus acostumbradas y siempre certeras observaciones: Escribió, refiriéndose a Lenin: “Dentro de todo el gigantesco aporte de su labor revolucionaria, destaca hoy en día como tarea comunista la defensa del Artículo 1. Saludos. Leo”. Y tiene toda, absolutamente toda, la razón.

Cuando en el Partido Comunista aparecen intentos directos o disimulados por pasarse a llevar los métodos leninistas, como por ejemplo se plantean en el Informe y Resoluciones del IX Pleno del Comité Central, es bueno volver a estudiar a quien puso las bases para el funcionamiento y organización del partido revolucionario moderno. En el tomo tres de las Obras Escogidas de Lenin, encontramos su obra “Un paso adelante, dos pasos atrás (una crisis en nuestro Partido)”, escrita en febrero-mayo de 1904.

“UN PASO ADELANTE…”

En este libro, uno de los tesoros del marxismo-leninismo, se refiere Lenin a los hechos ocurridos en el II Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR) realizado del 17 (30) de julio al 10 (23) de agosto de 1903 y reunido primero en Bruselas y después en Londres. Este Congreso aprobó un Programa revolucionario y los Estatutos elaborados por Lenin, con la sola excepción del punto o artículo primero, en que los oportunistas en cuestiones de organización lograron que se aprobara el proyecto formulado por Martov.

Yuli Mártov, Julius Mártov o L. Mártov (Ма́ртов, su nombre real era Yuli Ósipovich Zederbaum) había nacido el 24 de noviembre de 1873 en Constantinopla, en el seno de una familia judía de clase media. Fue un revolucionario socialdemócrata ruso, que llegó a ser el líder de la fracción menchevique en el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia. Falleció el 4 de abril de 1934.

EL ARTÍCULO PRIMERO DE MARTOV

El punto uno de Martov señalaba: “Se considerará perteneciente al Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia a todo el que, aceptando su Programa, trabaje activamente para llevar a la práctica sus tareas bajo el control y dirección de los órganos(¡sic!) del partido”. (Lenin: Obras Escogidas en tres tomos. Tomo I, página 306)

Comenta Lenin: “La idea del artículo primero de Martov sólo aparece al plantearse la cuestión de si pueden los órganos del partido llevar a la práctica su dirección respecto a aquellos miembros del mismo que no forman parte de ninguna de las organizaciones del partido”. (Lenin: Obras Escogidas en tres tomos. Tomo I, página 306)

EL ARTÍCULO PRIMERO DE LENIN

La proposición del artículo primero de Lenin (que fue aprobado después en el III Congreso del POSDR realizado en 1905) señala: “Se considerará miembro del Partido todo el que acepte su Programa y apoye al Partido tanto con recursos materiales, como con su participación personal en una de las organizaciones del mismo” (Lenin: Obras Escogidas en tres tomos. Tomo I, página 316.

Refiriéndose siempre al artículo primero de los Estatutos, Lenin escribió en la obra ya citada: “Cuanto más fuertes sean nuestras organizaciones del Partido, integradas por socialdemócratas efectivos, cuanto menos vacilación e inconstancia haya dentro del Partido, tanto más amplia y polifacética, tanto más rica y fructuosa será influencia del Partido en los elementos de las masas obreras que lo rodean y que él dirige. Porque, en verdad, no se puede confundir al Partido como destacamento de vanguardia de la clase obrera con toda la clase” (Lenin: Obras Escogidas en tres tomos. Tomo I, páginas 318- 319. Los subrayados son de Lenin).

UN PLANTEAMIENTO MARTOVIANO

En el Partido Comunista de Chile han habido (y existen) diversos intentos por “flexibilizar” a Lenin y los Estatutos. Por ejemplo, en una entrevista publicada en “El Siglo” en su edición de la semana del 8 al 13 de abril de 1995, Oscar Azócar señaló: “En el Pleno vimos que era fundamental desarrollar métodos de trabajo más flexibles para incorporar a otros compañeros. Lo fundamental para medir al militante, es que trabaje con las orientaciones del Partido, que contribuya en forma concreta para ponerlas en práctica. Lo más importante es la actividad que cada militante desarrolla, y la célula tiene que ser capaz de llegar hasta estos compañeros”. (El subrayado es nuestro)

¿No es verdad, que estos planteamientos están más cerca de Martov que de Lenin?

A DEFENDER EL CONCEPTO LENINISTA DE MILITANTE

Debemos defender el concepto leninista de militante. Sus tres condiciones fundamentales: Estar de acuerdo con el Programa, participar efectivamente en una célula y pagar mensualmente su cotización. Nada de flexibilizarlas. Quien no milita en una célula no es militante y, por tanto, no puede ser dirigente, ministro, parlamentario, alcalde ni concejal comunista. Tampoco tener otro cargo alguno de representación del Partido. Esto también vale para estar de acuerdo con el Programa y cancelar su cotización.

Y aquí corresponde lo que planteaba Lenin sobre el control revolucionario, control desde capitán a paje.

Cap. XII: En la defensa del leninismo

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Ljubetic Vargas, historiador

No hacerse el harakiri,
pero tampoco hacerse el leso

CAPÍTULO XII: EN LA DEFENSA DEL LENINISMO

En una de las primeras informaciones en torno al esperado IX Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Chile, realizado los días viernes 12 y sábado 13 de enero de 2018, el compañero Presidente del Partido, diputado Guillermo Teillier señaló: “realizaremos una conferencia nacional a mediados de año con 300, 400 dirigentes, donde vamos a tomar medidas muy concretas como cuáles serán las propuestas programáticas que vamos a priorizar, cómo vamos a organizar el partido, miraremos las medidas del gobierno de Piñera y cómo avanzamos en la unidad de las fuerzas políticas y sociales”.

En verdad nos llamó la atención y nos preocupó un tanto la frase “cómo vamos a organizar el partido” entre las “medidas muy concretas” que se tomarán en esa Conferencia Nacional, porque nos pareció una medida positiva pero, a la vez, muy ambigua. ¿Qué significa eso de “cómo vamos a organizar el partido”?

Por ello esperábamos con sumo interés el Informe y las Resoluciones del IX Pleno para aclararnos el significado de esa frase.

Con enorme satisfacción leímos tanto el Informe como las Resoluciones del IX Pleno. Son dos serios y valiosos documentos, que deben servir de base para una profunda discusión en todos los órganos del Partido. Pero, al leerlos no encontramos la respuesta a nuestra inquietud sobre la frase del compañero Teillier. Aún más observamos una total ausencia sobre el estado y funcionamiento orgánico del Partido. ¿Es que no preocupa a los miembros del Comité Central la situación orgánica del Partido? ¿Cómo anda su militancia en una célula?

En el Informe sólo encontramos en torno a nuestra preocupación lo siguiente: “El Partido puede y debe jugar un importante papel en el periodo y proceso que se abre, a condición de readecuar sus cuadros y estructuras, en función de los conflictos y contradicciones sociales más relevantes de esta etapa. Ir más allá de esquemas internistas, entender los problemas orgánicos, como esencialmente políticos. Su resolución es la conformación de estructuras acordes con los aspectos centrales de nuestra línea política, estos es, en función de nuestras definiciones del carácter del período y de su más posible superación”.

En las Resoluciones se dice al respecto: “El pleno del Comité Central ha resuelto convocar a una Conferencia Nacional del Partido Comunista de Chile para el primer semestre del 2018, con objeto de reafirmar nuestra oposición activa al gobierno de Sebastián Piñera, de defensa de las reformas hechas, de crear condiciones para la recuperación del gobierno y profundización de la democracia en nuestro país, actualizando nuestro programa y nuestras propuestas al país.

También nos proponemos readecuar el partido como herramienta de las transformaciones sociales, tanto en el funcionamiento de las estructuras de dirección como en la educación y formación de cuadros del partido”.

Nuevas frases que no explican su real significado: “Readecuar sus cuadros y estructuras”, “readecuar el partido como herramienta de las transformaciones sociales”, “Ir más allá de esquemas internistas, entender los problemas orgánicos, como esencialmente políticos”.

En el seno de un partido, como en todo objeto o fenómeno, existe –como lo constata el materialismo dialéctico- la lucha de contrarios, la lucha de tendencias.

Lenin, colocó como epígrafe de su obra “¿Qué hacer?”, la frase de una carta de Lassalle a Carlos Marx, de fecha 24 de junio de 1852, que decía: “…La lucha interna da al partido fuerzas y vitalidad; la prueba más grande de la debilidad de un partido es la amorfía y la ausencia de fronteras bien delimitadas; el partido se fortalece depurándose…” (Lenin: “¿Qué hacer?” en Obras Escogidas en tres tomos Tomo I, página 115).

Como hemos denunciado en varias oportunidades, en los últimos años, han surgido en el seno del Comité Central del Partido Comunista de Chile tendencias socialdemócratas, antileninistas; intentos por “flexibilizar” a Lenin.

Por ejemplo, en una entrevista publicada en “El Siglo” en su edición de la semana del 8 al 13 de abril de 1995, Oscar Azócar, entonces Encargado de Nacional de Organización, señaló: “En el Pleno vimos que era fundamental desarrollar métodos de trabajo más flexibles para incorporar a otros compañeros. Lo fundamental para medir al militante, es que trabaje con las orientaciones del Partido, que contribuya en forma concreta para ponerlas en práctica. Lo más importante es la actividad que cada militante desarrolla, y la célula tiene que ser capaz de llegar hasta estos compañeros”. Y -¡atención!- agregaba más adelante: “Buscar otras formas, además de la célula, para incorporarse a la actividad”.

Era clara en ese momento, a lo menos en la mayoría del Comité Central, una posición idéntica a la de Martov, que tanto combatió Lenin. Es conocida la polémica entre Lenin y Martov en los marcos del II Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia de 1903.

La práctica mostró que hubo “flexibilización” de los métodos leninistas de organización y funcionamiento partidario, pero que no ha habido crecimiento de nuestras filas de nuestro Partido. Su estado orgánico es cada vez peor.

Cuando se preparaba el XXV Congreso Nacional del Partido volvieron a campear por su fuero las tendencias antileninistas.

Por ejemplo, en la Hoja Informativa Nº 630, correspondiente a Octubre de 2015, de la Comisión Nacional de Organización, se plantean conceptos sobre la organización del Partido que no son leninistas.

Por ejemplo: al referirse al trabajo orgánico del Partido se dice que “hay que cambiar todo lo que se necesite, para dar paso a formas orgánicas que, efectivamente, den prioridad a estos ámbitos de la lucha política e ideológica”. No indica los límites que tiene “todo lo que se necesite”.

Pero no sólo en la Comisión de Organización se daban intentos por “flexibilizar” a Lenin. Esta tendencia también existía en el Comité Central. Prueba de ello, la tenemos en la Convocatoria al XXV Congreso, convocatoria aprobada, desde luego, por el Comité Central.

En dicho documento de señala textualmente en el apartado “El necesario crecimiento del Partido”:

“Esta tarea, debemos ubicarla en el contexto político y en la perspectiva de los desafíos que nos hemos planteado. Se trata de un crecimiento cuantitativo, ojalá en el menor tiempo posible, en el espesor del seno de las masas, tal como realmente son, reduciendo al máximo las “exigencias” para su adhesión, militancia y compromiso partidario.

“No tenemos otra opción. Las formas orgánicas para incorporar a este contingente deben ser las adecuadas a sus niveles de conciencia. No hay otra “exigencia” ante quienes dan el paso de incorporarse a esta bella tarea, pero que también es compleja y difícil” (Página 15)

“El Partido debe reordenar sus formas de trabajo político para dar prioridad a estos aspectos de la realización de su política.

“Esto necesariamente se debe reflejar en el trabajo orgánico del Partido, en todos sus niveles. Hay que cambiar todo lo que se necesite, para dar paso a nuevas formas orgánicas que, efectivamente, den prioridad a estos ámbitos de la lucha política e ideológica”. (Página 16) Todos los subrayados son nuestros.

Es necesario que de una vez por todas el CC defina con claridad su posición ante la organización y funcionamiento del Partido. ¿Está por aplicar las normas leninistas, o considera que hay que “superarlas” con “nuevas formas orgánicas”? ¿Somos un Partido leninista o nos acercamos a Martov?

Es necesario plantear esto sin eufemismos, para que cada militante en todas las células lo estudie y saque las conclusiones. Por nuestra parte, levantamos en alto las banderas del leninismo.

Lenin en su obra “La socialdemocracia y las elecciones a la Duma”, escribió:

“Todos los asuntos del Partido deben ser manejados –directamente por medio de representantes- por todos los miembros del Partido en un plano de igualdad de derechos, sin excepción”. (Lenin: Obras Completas, tomo 14, p. 253, citado por Otto Kussiner y otros en “Comunismo Científico. Diccionario”, Editorial Progreso. Moscú, 1981, p. 122)

Una vez más, como lo hizo Luis Emilio Recabarren en 1924, se debe recurrir a la militancia comunista.

Cap. XI: Y ahora, ¿qué hacer?

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Iván Ljubetic Vargas, historiador

No hacerse el harakiri,
pero tampoco hacerse el leso.

CAPÍTULO XI: Y AHORA, ¿QUÉ HACER?

Apechugar. Los comunistas siempre lo hemos hecho, en las buenas y en las malas. Lo primero, en base a una sana y valiente crítica y autocrítica, tratar de explicarnos las verdaderas causas de la derrota. Sin hacernos el harakiri, pero tampoco hacernos los lesos con ese falso y acostumbrado exitismo. Luego enmendar los errores.

Cada cual respondiendo por su personal responsabilidad y como miembro de un órgano partidario. Desde capitán a paje. Teniendo en cuenta que el capitán tiene más responsabilidad que el paje.

La derrota sufrida por la centro-izquierda en las elecciones del 17 de diciembre de 2017 no invalida la línea estratégica del Partido Comunista de Chile, trazada en su XX Congreso Nacional y ratificada en los congresos posteriores, la que tiene como objetivo estratégico el conquistar un Chile realmente democrático. Por el contrario. Alcanza enorme significado en las condiciones de un gobierno de derecha como el que se instalará a partir de 11 de marzo de 2018. Esta estrategia se debe expresar en la defensa de los cambios llevados a cabo por el gobierno de la Presidenta Bachelet y lograr otros avances positivos. Ello, logrado a través de la unidad y lucha de los más amplios sectores democráticos.

Por tanto, tampoco está invalidada la justa política de alianzas aprobada por el Pleno del Comité Central del PC, realizado el 28 de diciembre de 2004.

En mi opinión, lo decisivo es reafirmar nuestros principios marxistas, leninistas, recabarrenistas. Pensar y actuar de acuerdo con ellos.

Siguiendo el ejemplo de Luis Emilio Recabarren (a veces olvidado o dejado en segundo plano por algunos dirigentes comunistas) poner en el centro de nuestro pensamiento y acción el movimiento obrero, que es la fuerza motriz de nuestro desarrollo histórico. Ningún tipo de alianzas ni compromisos nos pueden apartar de ello.

Educarnos para educar a las masas. Ir forjando la conciencia de clase en los trabajadores, su conciencia real, en permanente y dura lucha ideológica. Como lo hizo Recabarren, utilizando todos los medios a nuestro alcance: la prensa (es imprescindible contar con un diario de papel, sencillo, educador), grupos de teatro, conjuntos artísticos (el Coro Rojo es una excelente iniciativa que es necesario multiplicar), actos, paneles, la bancada de diputados comunistas. Ahora, la radio, redes sociales y, en lo posible, la TV.

Como Recabarren, prestar especial atención al movimiento sindical, a su organización, unidad y luchas reivindicativas. Transformar a los sindicatos en escuelas de educación de los trabajadores.

Hacer crecer en cantidad y calidad el Partido Comunista. Reclutar nuevos combatientes. La muestra de cómo se trabajó en la campaña electoral, está dada por la cantidad de nuevos militantes que se ganaron en ella.

Volver a la plena vigencia de las normas leninistas de organización y funcionamiento. Derrotar las tendencias socialdemócratas que surgieron en documentos como la Convocatoria al XXV Congreso. La denuncia realizada por nosotros, obligó a echar marcha atrás a los redactores de ese documento (suponemos miembros del Comité Cenhtral), con explicaciones que nada explicaron.

No son nuevos los intentos por “flexibilizar” a Lenin. Por ejemplo, en una entrevista publicada en “El Siglo” en su edición de la semana del 8 al 13 de abril de 1995, Oscar Azócar, entonces Encargado de Nacional de Organización, señaló: “En el Pleno vimos que era fundamental desarrollar métodos de trabajo más flexibles para incorporar a otros compañeros. Lo fundamental para medir al militante, es que trabaje con las orientaciones del Partido, que contribuya en forma concreta para ponerlas en práctica. Lo más importante es la actividad que cada militante desarrolla, y la célula tiene que ser capaz de llegar hasta estos compañeros”. Y -¡atención!- agregaba más adelante: “Buscar otras formas, además de la célula, para incorporarse a la actividad”.

Si somos un partido leninista, debemos practicar el centralismo democrático, la dirección colectiva, la célula como principal órgano partidario, la crítica y la autocrítica, la obligatoriedad de todo dirigente de militar en una célula. Sólo con un partido organizado y funcionando al estilo leninista, podemos realizar una verdadera política de masas. En ello, las células tienen que jugar su rol esencial.

Debemos perfeccionar la democracia interna.
En su edición del 15 de julio de 2016, el semanario “El Siglo” publicó en la página 5 una breve, pero muy importante información. Su título: “PC elegirá Comité Central por voto universal”. En parte del texto explica: “Desde ahora, el Comité Central del Partido Comunista de Chile (PC) será elegido por voto universal de los militantes de la colectividad, es decir, todos sufragarán para decidir quienes integran esta instancia partidaria”. Agrega más adelante: “Esta innovación la acordó, precisamente, el Pleno del Comité Central (CC), efectuado el pasado 9 de julio, para dar cumplimiento con la norma establecida por la nueva ley de partidos políticos”.
Este acuerdo significa fortalecer la democracia interna del Partido de Recabarren, pues sepulta el antidemocrático método de la prelación. Ese sistema tenía por resultado que, en los Congresos Nacionales, eran elegidos o reelegidos como miembros del nuevo Comité Central todos los candidatos propuestos en la prelación por la Dirección Central que llegaba al evento partidario.

Lenin jamás planteó ni practicó la prelación. Es conocido que, en el VI Congreso del Partido de los bolcheviques, efectuado en San Petersburgo del 26 de julio al 3 de agosto de 1917, fueron elegidos dirigentes leninistas, trotskistas y de otras corrientes, que actuaban dentro de esa colectividad.

Recabarren aplicó la democracia interna. Por ejemplo, cuando en el Tercer Congreso Nacional del Partido Comunista, efectuado en Valparaíso el 25 y 26 de diciembre de 1920, se resolvió la incorporación del Partido a la Internacional Comunista, Recabarren propuso -y fue aprobado- que ello fuera discutido por todos los militantes en las secciones (así se llamaban entonces las bases del Partido) durante 1921. Sólo después de ello, en el Cuarto Congreso Nacional, efectuado en Rancagua el 1 y 2 de enero de 1922, se ratificó tan importante medida.

Otro ejemplo. En el Sexto Congreso Nacional, celebrado en Viña del Mar, el 18 y 19 de septiembre de 1924, una fracción antipartido logró elegir cuatro de los siete dirigentes de la Dirección Nacional. Ello creó la primera crisis en la historia del Partido Comunista. Para superarla, Recabarren propuso la elección directa, por todos los militantes, de una nueva dirección nacional. Esta tuvo lugar el 13 de diciembre de 1924. Los siete dirigentes elegidos fueron probados revolucionarios.

La democracia interna garantiza, además, la plena libertad de opinión en las instancias partidarias. No debe preocupar que dentro de un organismo existan opiniones discrepantes. Es una ley de la dialéctica que en toda cosa o fenómeno existen contradicciones. Y no podemos pretender que esa ley no tenga vigencia dentro del Partido. Lenin cita de una carta del socialista Lasalle a Marx, la siguiente frase: “La lucha interna da al Partido fuerzas y vitalidad”. Y la utiliza como parte del epígrafe de su obra “¿Qué hacer?”. La lucha ideológica también se da al interior del Partido.

La democracia interna garantiza el derecho de los militantes al ejercicio libre y responsable de la crítica autocrítica dentro del Partido.

La defensa de las normas leninistas de organización y funcionamiento es tarea de todos los revolucionarios.

Por otra parte, no debemos olvidar las lecciones que nos ha dejado nuestra rica historia de más de un siglo de combates. Por ejemplo, la autocrítica realizada en el Pleno de agosto de 1977 sobre el “vacío histórico” en cuanto al tema militar.

Ha sorprendido, algo que no nos debiera sorprender: la provocadora acción de elementos fascistas en el acto de la CUT. Con el triunfo de Piñera los ultraderechistas se sienten estimulados a mostrar sus garras. Los sectores populares, y en primer lugar los comunistas, no podemos descuidar la autodefensa. Es otra tarea de plena vigencia.

Si los comunistas hemos optado en este período por la vía no armada y, como una de las formas tácticas, la electoral, debemos prepararnos para tener éxito en las elecciones. Si bien logramos elegir 8 diputados y perdimos un candidato a senador el domingo 19 de noviembre de 2017, estos resultados están distantes para pretender ser un partido con real influencia en lo electoral. Este trabajo debe ser continuo. No solo en los marcos de los comicios. En ello incide en primer lugar el trabajo de educación y propaganda, una real política de cuadros y, sobre todo, el accionar con las masas.

Tanto de lo positivo como de lo negativo de nuestro actuar en este período de las elecciones del 2017, el principal responsable es el Comité Central. También necesario analizar la actuación de los Comités Regional, Comunales y de Sector, como la participación que le cupo a cada célula y a todos los militantes. Ello, insistimos, en base a la crítica constructiva y a la autocrítica sincera.

No hacerse el harakiri,
pero tampoco hacerse el leso.

Cap. X: Los medios de comunicación, un poderoso actor político

Reflexiones de un militante comunista de base en torno a la derrota de diciembre de 2017

Iván Ljubetic Vargas, historiador

No hacerse el harakiri,
pero tampoco hacerse el leso.

CAPÍTULO X: LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN, UN PODEROSO ACTOR POLÍTICO

Todos los seres humanos tienen conciencia. Ésta puede ser conciencia verdadera, cuando corresponde a sus reales intereses de clase, o conciencia falsa, cuando no representa esos intereses.

La mayoría de la población, aunque no tenga conciencia de ello, vive vendiendo su fuerza de trabajo a una minoría de grandes patrones. En Chile, el 1% más rico concentra el 33% de los ingresos.

Si toda esa multitud de trabajadores (incluidos los de la llamada “clase media”) tuviera una conciencia verdadera, tendría en sus manos el poder político.

Pero no es así. La mayoría de ella posee una conciencia falsa, creada por el incesante bombardeo de los medios de comunicación en manos de la derecha. Ésta controla todos los canales de televisión. Incluso TVN, “el canal de todos los chilenos”, que en la última campaña electoral fue decididamente piñerista. Otro tanto sucede con las radioemisoras. La prensa escrita está en manos de dos poderosos consorcios: COPESA y El Mercurio.

Para la centro-izquierda le es imposible competir de igual a igual con la enorme maquinaria de los medios de comunicación de la derecha. Por eso debe buscar, por todos los medios, llegar a la gente: tener diarios, radios, visitar barrios y poblaciones, no sólo en períodos de elecciones, para explicar en forma sencilla pero convincente, que las radios que escucha, el canal de la TV que ve, el diario que lee, tienen un dueño. Que para ser propietario de uno de esos medios hay que ser gente con muchos recursos. Que ningún trabajador los posee. Y que, naturalmente, esa radio, canal de TV o diario tiene que transmitir, tanto en la forma como en su contenido, lo que le conviene a su dueño. Nadie quiere dispararse en un pie.

Por ello, esos medios no entregan simplemente noticias. Lo que hacen es hacer propaganda, propaganda con la intención de hacer pensar de una manera que favorezca políticamente a los dueños de esas radios, canales de televisión y diarios.

Debemos llegar a la gente con constancia, con inmensa paciencia y con suma sencillez, para ir quitando poder a este actor político que inunda las mentes con mentiras. Y esta es una tarea para toda persona democrática.

No olvidar que la derrota electoral de diciembre de 2017 fue, antes que nada, una derrota en el campo de las ideas, una derrota ideológica. Ya es hora de pasar a la ofensiva en la batalla ganar las conciencias de las masas.

A propósito de lucha ideológica, un compañero respondiendo a mi reflexión (III), me escribe diciendo “Y que hay de malo que un trabajador tenga tarjeta de crédito”.

Le respondo: Mirado desde el punto de vista de los grandes comerciantes y de los medios de comunicación que los favorecen, nada tiene de malo. Es “natural” que se use para propiciar el consumismo. Pero para la gente sencilla, significa endeudarse, pagar intereses gravosos y vivir viendo como esas deudas crecen continuamente.

La última Encuesta Financiera de Hogares del Banco Central (BC) dejó en evidencia el nivel de endeudamiento de la población chilena. El sondeo, difundido en noviembre de 2016, reveló que el 73% de las familias mantiene obligaciones financieras, tres puntos porcentuales más que en la primera medición de 2007. Pero la penetración y tipo de deuda han desarrollado características distintas en cada capa social, poniendo en riesgo a algunos hogares.

Así lo muestra un análisis de la Facultad de Negocios de la Universidad del Desarrollo (UDD), que utilizó como base los datos del Banco Central. A través de un indicador de carga financiera -que considera el dinero destinado al pago de intereses y amortización de la deuda sobre los ingresos mensuales del hogar-, el estudio detectó a los hogares que atraviesan por dificultades financieras. Generalmente, explica el documento, la literatura económica define como “hogar vulnerable” aquel que destina entre 20 y 40% de su ingreso mensual a pagar una deuda no hipotecaria. La UDD tomó como base un umbral de 30%.

Bajo esos parámetros, la casa de estudios identificó a 702.765 familias urbanas que destinan 30% o más de sus ingresos mensuales al pago de deudas de consumo e intereses. Este grupo, a su vez, equivale al 30% del total de hogares que reconoce mantener deudas no hipotecarias; es decir, a través de tarjetas de créditos bancarias, préstamos de consumo bancarios, tarjetas de créditos de casas comerciales, préstamos de consumo de casas comerciales, créditos automotrices y créditos educacionales.

Y el estar amarrado a esas deudas influye significativamente en el modo de pensar de mucha gente. No es libre para hacerlo.

La afirmación del compañero citado, muestra hasta qué grado ha llegado la influencia de los medios de comunicación, un poderoso actor político. Y nos llama a dar mayor importancia a la lucha ideológica.

CEILER