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Hace 50 años: El asesinato del Che Guevara

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

El Combate del Yuro

El domingo 8 de octubre de 1967, a las 13 horas, en la estrecha quebrada del Yuro, una numerosa tropa enemiga hizo contacto con el reducido grupo del Che. Éste dividió el grupo en dos. Envió a los enfermos adelante y se quedó con el resto a enfrentar las tropas del gobierno. Luego de tres horas de combate, el Che fue herido levemente en una pierna y fue capturado junto con otro combatiente, el ‘Willy’. Tres guerrilleros perdieron la vida. Otro, herido de gravedad murió al día siguiente. El 12 de octubre otros cuatro cayeron en el combate de Los Cajones. De los seis guerrilleros que el Che había enviado adelante, uno fue abatido. Los otros cinco lograron salir hacia Chile.

“¡Saluden a papá!”

El Che y ‘Willy’ fueron conducidos a Higueras, seis kilómetros distantes de la quebrada donde fueron hechos prisioneros.
Pasaron la noche del domingo 8 al lunes 9, cada uno en una sala de clases de una escuelita de esa mísera aldea boliviana.

El Gobierno del general Barrientos, al recibir la noticia de la captura del Che, decidió asesinarlo para evitar así el revuelo internacional de tenerlo prisionero, entregando la versión que había caído en combate. Dio la orden de asesinarlo en clave: ¡Saluden a Papá!

El Sargento Terán

Poco antes del mediodía del lunes 9 de octubre, el sargento Reque Terán, metralleta en mano y con algunos tragos en el cuerpo para darse valor, irrumpió en la sala donde estaba el Che.

Éste ya sabía el objeto de tal visita. Antes había escuchado el tabletear de la metralleta en el aula vecina en que se encontraba ‘Willy’

– Usted ha venido a matarme, le dijo.

Terán recordaba posteriormente: “Yo me sentí cohibido y bajé la cabeza sin responder. No me atrevía a disparar. En ese momento vi al Che grande, muy grande. Cuando me miró fijamente me dio un mareo.

“Usted va a matar a un hombre”

– Póngase sereno, usted va a matar a un hombre- exclamó el Che.
“Entonces di un paso atrás, hacia el umbral de la puerta, cerré los ojos y disparé la primera ráfaga. El Che cayó al suelo con las piernas destrozadas, se contorsionó y comenzó a regar muchísima sangre. Yo recobré el ánimo y disparé la segunda ráfaga, que lo alcanzó en un hombro, en un brazo y en el corazón.”

La fotografía que estremeció a la inmensa humanidad

“Muerte en combate”

Eran las 11 de la mañana del lunes 9 de octubre de 1967.
Ese mismo día, los cables entregaban la noticia: “El Presidente René Barrientos anunció hoy la muerte en combate del líder revolucionario castrista Ernesto Che’ Guevara, acaecida en Higueras”.

La noticia de la muerte del Che estremeció al mundo. Al dolor se sumó el repudio al dictador Barrientos cuando se conoció la noticia de su asesinato.

El Siglo, publicó en primera plana el miércoles 11 de octubre: “Sensacional denuncia. Guevara asesinado”.

Venció sobre sus asesinos

Sus asesinos creyeron que matándole destruirían al Che. Se equivocaron. Porque la vida, pensamiento y obras de Ernesto Guevara de la Serna, nacido en Rosario, Argentina, el 14 de junio de 1928, entraron a la inmortalidad. Es que fue un heroico guerrillero. Pero fue mucho, muchísimo, más que eso. Fue un revolucionario consecuente, un comunista.

Su ejemplo es inmortal

Allende y el Che, dos héroes de nuestra época

El 13 de diciembre de 1972, el compañero Presidente Salvador Allende en un discurso pronunciado en la Plaza de la revolución ‘José Martí’ de La Habana, dijo: “Creo que tengo derecho que me honra de decir que fui amigo del comandante Ernesto Che Guevara. Guardo un ejemplar de su libro ‘Guerra de Guerrillas’, que me dedicara fraternalmente. Con su espíritu amplio, me decía allí con su letra dibujada por la fraternidad ¡A Salvador Allende, que por otros medios busca lo mismo. Afectuosamente, Che!’.”

Sus restos mortales descansan en Cuba

Después de múltiples esfuerzos, el 28 de junio de 1997 un grupo de expertos cubanos y argentinos descubrió una fosa común en Vallegrande con los restos del Che y de otros seis guerrilleros.

Tumba y Memorial a Che Guevara en Santa Clara (Cuba)

Los restos del Che fueron recibidos en el aeropuerto de San Antonio de los Baños por su familia y compañeros. Ahora descansan en el mausoleo de la Plaza Ernesto Che Guevara en la ciudad de Santa Clara.

Pudieron asesinar al heroico combatiente comunista por un mañana mejor, pero su ejemplo, su obra, sus enseñanzas no morirán jamás. Así venció el Che sobre sus verdugos.

¡Honor y gloria al comunista que el 9 de octubre de 1967 entró a la eternidad!

Gracias a Violeta que nos ha dado tanto

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

Recuerdo que, estando ejerciendo como profesor en el Liceo de Nueva Imperial, un día de abril de 1960, Gladys, una de las tres hermanas Jiménez que tenía por alumnas, me dijo:

– Don Iván, mi papá desea invitarlo a comer pasado mañana jueves, ¿puede usted?

Me sorprendió mucho la invitación, pues el padre de mis alumnas era un sargento de carabineros, que vivía frente a donde estaba mi pensión. Acepté.

La comida estuvo muy buena, pero mejor estuvo la sobremesa. La dueña de casa fue a buscar una guitarra y con una hermosa voz cantó una composición que no conocía:

“Cuando llegan las noches de invierno
los palacios de luces se llenan
y los pobres se mueren de pena
en sus casas sin lumbre ni pan.
Y la cruel burguesía se ensaña
Contra todos los trabajadores,
pero llegan ya tiempos mejores
y su crimen tendrán que pagar.

Es muy triste vivir
es terrible habitar
en la tierra de crueles burgueses
donde sólo se sabe explotar.

Si la plebe reclama derechos
los burgueses se niegan a dar
y los llevan con grillos a la cárcel
los echan al fondo del mar.
Yo quisiera mirar toda roja
una sola bandera en la tierra
y q’el hombre no fuera a la guerra
y q’el hombre no muera en prisión.

Es muy lindo vivir
es muy lindo habitar
en un lindo país socialista
donde saben los hombres amar”.

Quedé emocionado. Me pareció increíble escuchar esa canción en casa del sargento. La señora me dijo:

– Don Iván, le dedico a usted esta canción. Me la enseñó mi padre, que era obrero del salitre y, que, según él, la cantaba un dirigente llamado Recabarren.

Pasó el tiempo. No olvidé esa emocionante comida en casa del sargento, pero no recordaba bien el texto de la canción. Estando en el exilio hacia 1980 llegó a mis manos un libro titulado “Violeta Parra: Violeta del Pueblo”, editado por Visor en Madrid, en 1976. Allí encontré esa canción, “un vals popular con letra de Francisco Pegoa”, una de las canciones que cantaba Luis Emilio Recabarren en sus viajes por los pueblos mineros del norte de Chile. (Páginas 14 y 15)

Violeta Parra, flor roja del pueblo, recogió en forma consciente la tradición de los revolucionarios de comienzos del siglo XX que, con Luis Emilio Recabarren a la cabeza, utilizaron la canción como un arma contra los explotadores y como un medio de educar políticamente a los trabajadores. Los viejos mineros del norte contaban que, cuando Recabarren llegaba con su palabra convincente, con sus libros y folletos, con su mensaje de lucha por cambiar el mundo de fase, él mismo interpretaba canciones.

Violeta Parra, con su voz de artista excepcional, también hizo de la canción un medio para llegar a los explotados, a los oprimidos y entregar, en forma sencilla, un mensaje político.

Violeta Parra, en base a su inteligencia y gracias a tener sus raíces fundidas en el alma del pueblo y mediante su capacidad de crear, pudo dar un salto cualitativo y convertirse en una artista universal.

Su arte excepcional influyó decisivamente en el “Canto Libre” de América. Ella abrió el surco. “Sin Violeta no existirían Daniel Viglietti, Los Qulapayún, Mercedes Sosa, y tantos otros cantores-políticos de la sufriente América del Sur. Sin Violeta Parra la Unidad Popular de Salvador Allende no hubiera tenido ese importante sostén folklórico que le prestaron Víctor Jara, Inti-Illimani, los Quilapayún y sus propios hijos Ángel e Isabel Parra”. (Obra citada, páginas 20 y 21)
Violeta es heredera del padre movimiento obrero chileno, por ello para nosotros los miembros del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabaren, CEILER, tiene un enorme significado.
Es por esa y otras mil razones que vamos celebrar, con mucha alegría y fraternidad, su centenario. Lo haremos con una Gran Peña, a la cual te invitamos cariñosamente.

¡Te esperamos!

INVITACIÓN

El primer sputnik surca el cielo de Nueva Imperial

El viernes 4 de octubre de 1957, me encontraba haciendo clases en el Quinto Humanidades del Liceo de Nueva Imperial. Era la primera hora de la tarde. Golpearon la puerta de la sala. Se abrió y entró Herman Pérez, profesor de Matemáticas y Física, militante socialista. Sin saludarme, me dijo emocionado:

– Recién informó la radio que la Unión Soviética lanzó hoy exitosamente un satélite artificial… Juntémonos hoy a las 20, frente al liceo para verlo pasar. Los alumnos aplaudieron. Los más felices eran los siete militantes de la Jota de ese curso.

El resto de la tarde se desarrolló bajo el impacto de la noticia, que en minutos fue conocida en todo el establecimiento. Comentarios, preguntas, opiniones sobre el histórico acontecimiento.
Esa noche, no sólo nosotros dos con el colega Pérez, estábamos frente al liceo. Éramos varias decenas de personas: profesores, alumnos, vecinos.

Habían venido todos los militantes del Partido y de la Jota.
Eran las 20 horas y el cielo estaba raramente muy despejado. Brillaban las estrellas. El colega Pérez explicaba algunos detalles técnicos.

Esperábamos expectantes: queríamos contemplar con nuestros propios ojos el primer artefacto enviado por el hombre al espacio.
Un alumno de sexto humanidades fue el primero en verlo:

– ¡Ahí va, ahí va!, exclamó jubiloso Es como una estrella que se mueve lentamente.

Estalló entonces el grito colectivo: ¡Ahí va!, ¡Ahí va! Y también los aplausos y los vivas al sputnik y a la Unión Soviética. Rompimos la campesina calma de esa noche imperialina. Pisoteamos la Ley Maldita.

Seguimos con la mirada el majestuoso caminar del viajero espacial por el firmamento del sur de Chile.

Vi lágrimas en los ojos de viejos camaradas, en los del carpintero Samuel Salas y en los del zapatero remendón Heriberto Muñoz. Estaban felices y emocionados.

La velada del lunes 7 de octubre de 1957 fue inolvidable. Hubo canciones dedicada a la Unión Soviética. El coro hablado fue preparado con versos de Neruda que hablaban del primer país socialista de la historia.

Mi charla versó sobre el mismo tema. El colega Hernán Pérez entregó antecedentes sobre el primer satélite artificial de la tierra:

– Es una esfera muy pulida de aluminio, de 58 centímetro de diámetro y 83 kilos de peso. Tiene dos pares de antenas de 2,4 y 2,9 metros. Fue este pequeño artefacto –concluyó Herman Pérez- el que ha abierto el camino hacia las estrellas.

Lo más notable de esa velada del 7 de octubre de 1957, fue el número de fondo. Cerca de las 22 horas, las decenas de personas que repletábamos el salón del Centro Pablo Neruda, salimos a la calle para observar, una vez más, el paso victorioso del primer sputnik soviético por el cielo de Nueva Imperial.

Balmaceda de Chile

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

“Él soñó un sueño preciso,
quiso cambiar el desgarrado
paisaje, el cuerpo consumido
del pueblo, quiso defenderlo.

Es tarde ya, escucha disparos
aislados, los gritos vencedores,
el salvaje malón, los aullidos
de la ‘aristocracia’, escucha
el último rumor, el gran silencio,
y entra con él, recostado, a la
muerte”
(Pablo Neruda: “Canto General”)

19 de septiembre de 1891. En la legación diplomática argentina en Santiago está asilado el Presidente José Manuel Balmaceda. El ejército leal ha sido vencido por las fuerzas contrarrevolucionarias financiadas con libras esterlinas. Espera que finalice su mandato presidencial. Toma un arma la coloca en su sien derecha. Dispara. Aún está sin secar la tinta de su testamento político, donde ha escrito:

“No hay que desesperarse de la causa que hemos sostenido ni del porvenir. Si nuestra bandera, encarnación del gobierno verdaderamente republicano, ha caído plegada y ensangrentada en los campos de batalla, será levantada de nuevo en tiempo no lejano y con defensores numerosos y más afortunados que nosotros y flameará un día para honra de las instituciones chilenas, y para dicha de mi patria, a la cual he amado sobre todas las cosas de la vida”.

¿Quién es este Presidente – Martir?

José Manuel Balmaceda es uno de los cuatro grandes mandatarios que ha tenido Chile.
Nació en Bucalemu el 19 de julio de 1840. En 1864 fue elegido diputado. Un año más tarde contrajo matrimonio con Emilia de Toro Herrera. Se dedicó a la agricultura, donde formó su fortuna.
En 1866 fundó el periódico “La Libertad”. Dos años más tarde ingresó al Club de la Reforma, que agrupaba a jóvenes liberales progresistas.
En 1870 fue elegido nuevamente diputado. En la Cámara pronunció importantes discursos, entre ellos, uno sobre la separación de la Iglesia y el Estado; otro sobre los cementerios laicos.
En 1885 resultó elegido senador por Coquimbo.
Designado candidato a la Presidencia de la República, apoyado por liberales y radicales, triunfó en los comicios del 15 de junio de 1886.

¿Cuál era la situación del país?

Chile vivía un momento ascendente. Luego de conquistar su Independencia del colonialismo español, entró en un proceso de acelerado desarrollo económico. La minería, cuya producción se exportaba a Inglaterra, se convirtió en la principal fuente de la renta nacional y en el eslabón inicial de una cadena de cambios económico-sociales.
La producción de cobre se elevó entre la década del 20 y la del 70 en un 1.400% y la de plata en un 1.000%
El área cultivada se creció en un 300% entre 1842 y 1875.
El comercio exterior, en un 500%
Chile, de ser uno de los países más pobres durante la Colonia, llegó a tener, después de la Independencia una de las economías más sólidas y productivas de América Latina.

Surgen formas capitalistas de producción

A partir de 1820 surgieron formas capitalistas de producción, aunque no se alcanzó un capitalismo industrial. Ello por dos factores negativos: el monopolio británico sobre la producción de cobre y el predominio de una estructura agraria con características típicamente feudales.
Entre 1879 y 1883 tuvo lugar la Guerra del Salitre, llamada por la historia oficial Guerra del Pacífico. En ella murieron cerca de 25 mil soldados chilenos, peruanos y bolivianos. Triunfó Chile, que conquistó las provincias de Tarapacá y Antofagasta. Pero el salitre, principal causa del conflicto, pasó a manos del imperialismo británico, representado por John Thomas North, Robert Harvey y la Casa Gibbs.

El imperialista británico John Thomas North

Los ingresos fiscales, por las ventas del salitre, se elevaron en tres veces y media entre 1879 y 1890. La economía adquirió un peligroso carácter monoproductor. Además, el imperialismo inglés clavó sus banderas en Chile.
Por otra parte, las clases sociales surgidas a partir de los cambios experimentados a partir de la década del 20, burguesía y proletariado, se fortalecieron notablemente. Los obreros eran hacia los años 80 del siglo XIX unos 200 mil.
A partir de 1881 se produjeron importantes cambios políticos con un sello marcadamente democrático. Durante el Gobierno de Domingo Santa María (1881- 1886) se dictaron leyes sobre el matrimonio civil, registro civil y cementerios laicos. Con ellos, la Iglesia, tradicional aliada de la oligarquía, vio reducida su influencia social.
Balmaceda, siendo ministro del Presidente Santa María, fue tenaz impulsor de estos cambios.

Mirando el presente con ojos del mañana

Balmaceda asumió la Presidencia de la República el 18 de septiembre de 1886.
Desde que llegó al Gobierno mostró una gran capacidad para valorar acertadamente el momento que vivía Chile, enfrentando con coraje y audacia los problemas existentes.
Comprendió que era muy negativo que el país basara su futuro sólo en las entradas del salitre. En un discurso pronunciado en Iquique el 8 de marzo de 1889, expresó:
“Debemos invertir el excedente de las rentas sobre los gastos en obras reproductivas para que en el momento en que el salitre se agote o se menoscabe su importancia por descubrimientos naturales o por progresos de la ciencia, hayamos transformado la industria nacional y creado con ella y los ferrocarriles, la base de nuevas rentas y de una positiva grandeza”. Y enfatizaba: “Atesoraremos en ferrocarriles y construcciones públicas los 20 millones en que la renta ordinaria excede actualmente a los gastos”.
Este justo razonamiento explica la obra, febrilmente creadora, que impulsó durante su Gobierno. Fue un Presidente que supo ver el presente con ojos del mañana.

Un desarrollo sin precedentes

Durante el Gobierno de Balmaceda (1881 – 1891) se construyeron 1.200 kilómetros de líneas férreas; 1.000 kilómetros de caminos y más de 300 puentes, uno de ellos el viaducto del Malleco; se tendieron 1.500 kilómetros de líneas telegráficas. Se levantaron más de cien edificios para escuelas, con capacidad para 35.000 alumnos, y 20 centros penales. Se dotó de agua potable a 20 ciudades; se canalizó el Mapocho. Fueron habilitados 10 puertos.

Se crearon unas 350 escuelas de diversos tipos: primarias, normales, agrícolas, de minas y la primera escuela técnica femenina; liceos y el Instituto Pedagógico.
La gigantesca construcción de obras públicas, en donde se cancelaban más altos salarios que en otras actividades, produjo el éxodo de campesinos. Las haciendas quedaron sin brazos para sus labores. En una ocasión Macario Ossa, representante de los latifundistas, reprochó a Balmaceda por esta situación. El Presidente le replicó: “El remedio está en sus manos: paguen a sus obreros lo mismo que les paga el fisco y tendrán brazos en abundancia”.
Así era Balmaceda, un hacendado que no vaciló en perjudicar a su clase en aras del progreso del país.

Un gobernante antiimperialista

Balmaceda comprendió lo negativo que era para Chile el dominio británico sobre el salitre. En el discurso del 8 de marzo de 1889, pronunciado en Iquique, sostuvo:
“El monopolio del salitre no puede ser empresa del Estado… Tampoco puede ser obra de particulares, ya sean estos nacionales o extranjeros, porque no aceptaremos jamás la tiranía económica de muchos ni de pocos. El Estado habrá de conservar siempre la propiedad salitrera suficiente para resguardar, con su influencia, la producción y venta, y frustrar en toda eventualidad la dictadura industrial en Tarapacá”.

Los británicos controlaban también los ferrocarriles en el Norte. Por ello, en ese mismo discurso, Balmaceda afirmó:
“Espero que en época próxima todos los ferrocarriles de Tarapacá serán propiedad nacional. Aspiro, señores, a que Chile sea dueño de todos los ferrocarriles que crucen su territorio”.
Balmaceda pretendía la independencia económica de Chile. Pero eso adoptó una posición antiimperialista, concretamente anti británica. Su táctica fue apoyarse en potencias rivales de Inglaterra para así restarle a esta influencia en nuestro país. Por ejemplo, contrató un empréstito en Berlín; trajo a Chile misiones pedagógicas alemanas y francesas; se encargó la construcción de algunas obras públicas a firmas estadounidenses y francesas; se ordenó la construcción de barcos de guerra en Francia; se compró material bélico en Alemania y se contrataron instructores militares en esa nación.

El norte chileno, una factoría británica

Tenía razón Balmaceda. El imperialismo inglés se había apoderado económicamente de la provincia de Tarapacá.

Los ferrocarriles de Tarapacá también eran propiedad de North

John Thomas North, uno de los empresarios británicos que controlaba gran parte de las oficinas salitreras, era dueño también de los ferrocarriles y del alumbrado eléctrico; monopolizaba el comercio de aprovisionamiento de las pulperías de las salitreras; tenía en sus manos la venta del agua, el vital elemento para esa zona, además de otras industrias.
North y su socio Robert Harvey, utilizando medios especulativos y con créditos concedidos por el Banco de Valparaíso, habían logrado apoderarse durante la Guerra del Salitre, de gran cantidad de oficinas salitreras.
North, convertido en el rey del salitre, uno de los hombres más acaudalados de su época, estaba en su residencia en Londres, cuando conoció la patriótica política de Balmaceda. Al ver amenazados sus intereses, viajó a Chile, llegando a Valparaíso el 21 de marzo de 1889.

Un gobierno democrático

Durante la administración de Balmaceda se continuó el proceso democratizador iniciado por el Presidente Santa María.
Balmaceda se vinculó a los sectores sociales más progresistas. Integró a funciones político-administrativas de importancia a elementos de las capas medias. Afirmado en ellas, prosiguió la democratización del país. Se estableció el sufragio universal, mediante una reforma de 1888; se modificó positivamente la ley de municipalidades; se ampliaron las incompatibilidades parlamentarias, etc.
Frente a la clase obrera tuvo una actitud solidaria. En repetidas ocasiones planteó la necesidad de elevar los salarios.
En 1890, a raíz de una huelga general de los trabajadores de Iquique, los industriales de la zona pidieron apoyo del Gobierno para aplastar el movimiento, Balmaceda les envió el siguiente telegrama:
“Deseo que ustedes digan cuáles son las exigencias de los huelguistas y qué pasos han dado ustedes para una inteligencia razonable y equitativa con los trabajadores”.

Vendidos al oro inglés

John Thomas North se entrevistó con Balmaceda convencido que podía llegar a un “arreglo”. Traía regalos para ablandarlo. No tuvo éxito.
Recurrió entonces a un numeroso grupo de chilenos que, pagados por él, actuaban contra los intereses de Chile. Entre ellos había abogados, periodistas.

Carlos Walker Martínez

 

Julio Zegers

 

Enrique Mac Iver

 

También connotadas figuras políticas, como Carlos Walker Martínez, líder del Partido Conservador, varias veces diputado y senador; Julio Zegers, dirigente del Partido Liberal, diputado y ministro de Hacienda en 1878; Enrique Mac Iver, patriarca del Partido Radical, parlamentario durante 46 años, ministro en dos ocasiones y Gran Maestre de la Masonería.
Gran cantidad de parlamentarios eran empleados a sueldo de North. Con toda razón, escribió Balmaceda en enero de 1891: “El Congreso es un haz de corrompidos. Hay un grupo a quien trabaja el oro extranjero y que ha corrompido a muchas personas”

La contrarrevolución de 1891

Entonces North y la reacción criolla echaron manos a la violencia reaccionaria.
El 7 de enero de 1891 se sublevó la Escuadra, encabezada por Jorge Montt. Se inició así la Guerra Civil del 91, que costó 10 mil vidas.
La historia oficial la llama “Revolución” de 1891 y dio por causa de ella al conflicto entre el Presidente y la mayoría del Parlamento. En verdad hubo problemas entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo, pero ellos eran la expresión de algo más de fondo.
Esa guerra civil fue la respuesta violenta, contrarrevolucionaria, a la política patriótica de Balmaceda. La llevaron a cabo los sectores perjudicados con ella: el imperialismo británico, los latifundistas y la oligarquía financiera criolla.
Fue una contrarrevolución, porque en nuestro país se estaban produciendo cambios de carácter verdaderamente revolucionarios desde el término de la Guerra del Salitre. Se buscaba el avance hacia formas más democráticas de convivencia; se procuraba el establecimiento y desarrollo del capitalismo industrial; se pretendía reducir y anular la influencia del imperialismo.
Los promotores de esa guerra civil estaban empeñados en impedir en desarrollo de una revolución como esa.

Diez mil chilenos murieron en la Contrarrevolución de 1891

 

Recojamos el legado de Balmaceda

Los contrarrevolucionarios lo empujaron al suicidio. Murió el presidente-mártir. Pero no pudieron matar su ejemplo, sus elevados ideales.
Como expresó el historiador Hernán Ramírez Necochea: “Recojamos el legado de Balmaceda, adaptémoslo a las condiciones de nuestra época y así tendremos una enseñanza más, que nos guiará en el cotidiano esfuerzo por contribuir a la grandeza de Chile y a la felicidad de nuestro pueblo”.

Balmaceda y Allende

Existen muchas similitudes entre la vida, pasión y muerte de José Manuel Balmaceda y Salvador Allende. Sus vidas fueron ejemplo de patriotismo, su pasión fue amar a Chile y a su pueblo, su muerte –ocurrida en ambos casos en septiembre– fue el precio que pagaron por la lealtad a sus elevados ideales.
Como escribió Pablo Neruda: “Como hombres de principios, empeñados en engrandecer un país empequeñecido por la mediocre oligarquía, los dos fueron conducidos a la muerte de la misma manera. Balmaceda fue llevado al suicidio, por resistirse a entregar la riqueza salitrera a las compañías extranjeras. Allende fue asesinado por haber nacionalizado otra riqueza del subsuelo, el cobre”.

Más sobre las llamadas Fiestas Patrias

Dos condimentos del mito: más sobre las llamadas Fiestas Patrias

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

Al mito del “18” se agregan dos infundios más: el Tedeum de la Iglesia Católica y la Parada Militar.

El Tedeum de Fiestas Patrias

Cada 18 de septiembre se celebra el Tedeum (palabra que significa “cántico para dar las gracias a Dios”) organizado por la Iglesia Católica, para dar gracias a Dios por la emancipación de Chile del sistema colonial español.

¿Tiene moral esta institución para dar gracias en esta fecha en que se celebraría –según los mitómanos- el nacimiento de nuestra Patria independiente?

No. No la tiene. Porque la Iglesia Católica fue enemiga jurada de la Independencia de las colonias españolas de América.

Dos Papas condenaron la lucha emancipadora

La Iglesia lanzó dos encíclicas condenando a los patriotas. Aprovechó su influencia, para intervenir una vez más en política.

Una de esas encíclicas, suscrita por el Papa Pío VII, con fecha 30 de septiembre de 1816, llamó al clero de América a “no perdonar esfuerzo para desarraigar y destruir completamente la cizaña de alborotos y sediciones que el hombre enemigo sembró en esos países… Fácilmente lograréis tan santo objeto, si cada uno de vosotros demuestra a sus ovejas, con todo el celo que puedan, los terribles y gravísimos perjuicios de la rebelión, si presentan las singulares virtudes de nuestro carísimo en Jesucristo, Fernando, vuestro rey católico.”

Papa Pío VII
Papa León XII

La otra encíclica tiene por fecha el 24 de septiembre de 1824 y estaba firmada por el Papa León XII. Se refería a los gobiernos patriotas como “Juntas que se veían salir, a la manera de langostas devastadoras de un tenebroso pozo, que se concentraban en ellas, como en una inmunda sentina, cuanto hay y ha habido de más sacrílego y blasfemo en todas las sectas heréticas”.

En Chile, la inmensa mayoría del clero estuvo contra la independencia

En Chile, de los 500 miembros del clero secular, los sacerdotes patriotas no pasaban de 70. O sea, más del 80% del clero estuvo contra la Independencia y muchos curas reaccionarios empuñaron las armas al lado de las tropas realistas.

Pero en esa minoría que tomó la bandera emancipadora hubo patriotas ilustres como Camilo Henríquez, José Ignacio Cienfuegos, Juan Javier de Guzmán, Antonio Orihuela, Fray Rosauro Acuña.

¡Que no venga la Iglesia católica hoy a adorar lo que quemó ayer!

Una negra historia política de la jerarquía católica

La jerarquía católica chilena ha estado involucrada en una serie de episodios contra el pueblo, siempre unida a los sectores más reaccionarios. Veamos algunos ejemplos de ello.

El 28 de enero de 1824, junto a la oligarquía participó en el derrocamiento del Gobierno de Bernardo O’Higgins, el más preclaro prócer de la Independencia de Chile.

En 1891, estuvo en el bando de los contrarrevolucionarios que, pagado con libras esterlinas del imperialismo británico, se levantó y derrocó al gobierno democrático y patriótico de José Manuel Balmaceda.

El 20 de agosto de 1949, el Arzobispado de Santiago emitió una Carta Pastoral justificando la represión desatada por el Gobierno de Gabriel González Videla contra los manifestantes que participaron en la llamada “huelga de la chaucha”.

En ese documento, suscrito por el arzobispo José María Caro, se decía: “Sin desconocer la angustia económica, que tantos sacrificios impone a todos los ciudadanos…es necesario que veamos con toda claridad un mal mucho mayor, que se cierne sobre todo el país, sobre el bienestar de sus ciudadanos, sobre la mantención de sus libertades, sobre la existencia misma del Estado y sobre la misión sagrada de la Iglesia, cual es el asalto de las fuerzas comunistas” (“El Mercurio, 21 de agosto de 1949, página 25).

Hacia 1962 ya se había iniciado la campaña presidencial que culminaría el 4 de septiembre de 1964. Ya habían salido a la palestra tres candidatos: Eduardo Frei Montalva, Julio Durán y Salvador Allende. En Washington, el Presidente John Kennedy “había decidido en 1962 que era de interés nacional de seguridad norteamericana que resultara elegido como Presidente chileno en 1964 el candidato democratacristiano Eduardo Frei”. (El Mercurio, edición internacional, de 26 de diciembre de 1976 a 1º de enero de 1967, página 7).
Coincidiendo con esa declaración, toda la jerarquía de la Iglesia Católica chilena, emitió, con fecha 18 de septiembre de 1962, una larga Carta Pastoral, en que sostenía: “Del triunfo del comunismo en Chile, la Iglesia y todos sus hijos, no pueden esperar sino persecución, lágrimas y sangre” (“El Diario Ilustrado”, domingo 23 de septiembre de 1962, página 11).

Luminosas excepciones

No sería justo ignorar unas excepciones –que justifican la regla- en que la Jerarquía eclesiástica (aunque no toda ella) tuvo una actitud progresista. Citaremos dos casos.
El 25 de octubre de 1938 triunfó por breve margen de votos el candidato del Frente Popular, Pedro Aguirre Cerda. Los partidarios del derrotado Gustavo Ross Santa María intentaron desconocer la victoria de la Izquierda. En ese momento el Cardenal José María Caro reconoció los resultados de las urnas, lo que puso fin a la intentona derechista.

Durante el Gobierno Popular de Salvador Allende, el cardenal Raúl Silva Henríquez tuvo una posición muy positiva. Y, como él mismo lo reconociera, el único problema que tuvo con el Gobierno fue a raíz de ENU.

Por otra parte, fue mundialmente reconocida la inmensa labor en defensa de los derechos humanos del Arzobispado de Santiago, encabezado por el cardenal Raúl Silva Henríquez, aunque ello no fue una actitud de toda la jerarquía de la Iglesia chilena.

La Parada Militar del 19 de septiembre

Le llaman el Día de las Glorias del Ejército de Chile. Es uno de los actos para conmemorar el mitológico “18”.

A las Fuerzas Armadas actuales se les pretende comparar con los combatientes por la Independencia de Chile.

O’Higgins pensó en la necesidad de formar un ejército nacional sin relación alguna con el del rey español. Por ello fundó la Escuela Militar.

Pero ese ejército fue reemplazado por otro que no siempre ha sido fiel heredero del más grande prócer de la lucha emancipadora. Las más de las veces, ha sido utilizado contra el pueblo, quien le ha entregado las armas para defender la patria.

Veinte masacres perpetradas en el siglo XX por el Ejército, más el genocidio durante la Dictadura

Los “valientes soldados” masacraron a un pueblo inerme.

En el Gobierno de Germán Riesco (1901 – 1906)

1) 12 de mayo de 1903: contra obreros portuarios de Valparaíso, por soldados del Ejército, policía y “guardias blancas”. 30 muertos, 600 heridos.

2) 1903: Contra obreros del carbón en Coronel por efectivos del Regimiento Chacabuco. 3 asesinados; 2 heridos.

3) 17 de septiembre 1904: Contra pampinos en oficina salitrera Chile, en huelga. Piquete de Húsares de la Muerte. 13 muertos y 32 heridos.

4) 24 de octubre de 1905: Contra manifestantes en Santiago en protesta contra impuesto a carne argentina, por soldados del Ejército. 70 muertos, 300 heridos y 530 detenidos.

5) 6 de febrero de 1906: Contra huelguistas en la Plaza Colón de Antofagasta, 10 muertos, numerosos heridos. Perpetrada por soldados del Regimiento Esmeralda, Séptimo de Línea, de Antofagasta.

En el Gobierno de Pedro Montt (1906 – 1910)

6) 21 de diciembre de 1907: Contra pampinos en la Escuela Santa María de Iquique por soldados del Ejército, marinos de la Escuadra de Guerra y “guardias blancas”. Más de 2.000 muertos, muchos heridos.

En el Gobierno de Juan Luis Sanfuentes (1915- 1920)

7) 1917: Contra mujeres que solidarizan con ferroviarios en “huelga del tarro”, en Antofagasta, por soldados del Ejército. Varias mujeres muertas y heridas.

8) 23 de enero de 1919: Contra obreros de Puerto Natales, por militares y policía. 6 muertos

9) 27 de julio de 1920: Contra trabajadores de Punta Arenas: asalto e incendio de sede de Federación Obrera de Magallanes, por soldados, policías y “guardias blancas”. Alrededor de 30 asesinados en asalto y posterior terror.

10) Noviembre de 1920: Contra mineros del carbón en huelga en Lota por soldados. Un muerto, cuatro heridos.

En el Primer gobierno de Arturo Alessandri Palma (1920- 1925)

11) 3 de febrero de 1921: contra pampinos en Oficina San Gregorio, por soldados Regimiento Esmeralda y policía. 100 muertos, numerosos heridos.

12) Abril de 1921: contra mineros del carbón en Curanilahue por soldados. Varios asesinados y heridos.

13) 23 de noviembre 1921: contra comité de cesantes de la FOCH que marchan solidarizando con campesinos, en el Zanjón de la Aguada, por soldados. 1 muerto, varios heridos.

14) 1921: contra huelguistas de la Compañía Chilena de Tabaco, en Valparaíso por efectivos del Ejército. Un muerto y 60 heridos.

15) 25 de mayo de 1922: contra cesantes y sus familiares al pie del monumento de Bernardo O’Higgins en la Alameda, Santiago, por efectivos del Ejército. Varios muertos y heridos

16) 4 de junio de 1925: contra pampinos en oficina salitrera de La Coruña, por efectivos del Ejército, que emplean cañones en esa oficina, luego el “palomeo” de obreros y el lanzarlos al fondo del mar. Más de 2 mil asesinados. Decenas de heridos.

En el Gobierno de Gabriel González Videla (1946 – 1952)

17) 16-20 agosto de 1949 contra manifestantes, obreros y estudiantes, en calles de Santiago, por carabineros y soldados del Ejército. 4 muertos y numerosos heridos a bala.

En el Segundo Gobierno de Carlos Ibáñez del Campo (1952 – 1958)

18) 2 de abril de 1957: Contra manifestantes en calles de la capital, por efectivos del Ejército. 20 muertos; varios heridos.

En el Gobierno de Jorge Alessandri Rodríguez (1958 – 1964)

19) 19 de noviembre 1962: Contra pobladores de la población José María Caro por soldados de la Aviación. 6 muertos, 30 heridos, 200 detenidos.

Gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964 – 1970)

20) 11 de marzo 1966: Contra obreros del mineral de cobre de El Salvador en huelga solidaria, por soldados del Ejército. 8 asesinados (2 mujeres y 6 obreros) y 60 heridos.

A partir de los años 30 se nota una disminución de las masacres, no es que éstas hayan disminuido, sino que el Cuerpo de Carabineros pasó, en muchas ocasiones, a reemplazar al Ejército en sus labores represivas.

Durante la Dictadura Fascista (1973-1990)

En este período, las fuerzas armadas llevaron a cabo un verdadero genocidio contra el pueblo de Chile, empleando un cruel terrorismo de Estado.

Hubo miles de víctimas: detenidos, prisioneros, relegados, desaparecidos, fusilados, degollados, torturados, exiliados, exonerados.

Falsificadores de la historia

Una de las características del fascismo, es falsificar la historia. El pinochetismo no fue una excepción. El dictador y sus cómplices pretendieron aparecer como los herederos de Bernardo O’Higgins.

El 11 de diciembre de 1973, en una ceremonia en la Escuela Militar los cuatro miembros de la Junta Militar fueron distinguidos con las insignias de la Orden O’Higginiana. En la ocasión, Pinochet dijo refiriéndose a esa condecoración: “Para mí y para los otros tres integrantes de la Junta, ella implica el simbolismo de encarnar los principios a los que el capitán general don Bernardo O’Higgins consagrara por entero su vida y sus actos”.
El 20 de agosto de 1975, Pinochet llegó al extremo de firmar en la ciudad de San Bernardo un decreto-ley otorgando a O’Higgins el título de “Libertador de Chile”.

El 20 de agosto de 1982 en un discurso pronunciado en Chillán se comparó con el prócer: “Aquel debió enfrentarse con la fronda aristocrática y yo con la fronda política. Ambos, con un clero dividido y el extremismo, bandidaje antes, terrorismo ahora”.

Los “valientes” soldados asesinando a civiles inermes

Los fascistas chilenos conciben el Ejército como heredero de las tropas realistas. El general Herman Brady, ministro de Defensa de la dictadura, en un acto en homenaje a Pinochet, efectuado el 23 de agosto de 1976, sostuvo que “desde la época de la Colonia el Ejército de Chile ha sido la piedra angular para formar historia, formar tradición, formar hombría y mantener inalterable la institucionalidad de este Chile que tanto queremos”.

Genocidas y mentirosos

Las Fuerzas Armadas mantienen desde los tiempos de Pinochet la misma doctrina de la seguridad nacional, que pasó a ser la base de la ideología de la dictadura, fundada en el rol tutelar de las fuerzas armadas, que asumieron el papel de garantes de la institucionalidad.

Esta doctrina, aprendida en las escuelas estadounidenses, utiliza el concepto de la guerra interna subversiva, de las “fronteras ideológicas”, que ubica al enemigo principal al interior del país, el “comunismo”, término con que denomina al movimiento obrero, o sea, a los trabajadores con conciencia de clase, a sus organizaciones políticas y sindicales.

Las FF AA, en base a un pacto de silencio, se han negado a entregar datos sobre los detenidos desaparecidos y cuando han entregado algunos, como ocurrió en la Mesa de Diálogo en 1999, han resultado falsos.

Así de gloriosas son las Fuerzas Armadas que se lucen en la Parada Militar cada 19 de septiembre, siendo uno de los rituales del gran mito del “18”. De la gran estafa de la soberbia y mentirosa oligarquía y de sus historiadores.

Descarados los Ex Comandantes

En vísperas de la 44ª conmemoración del golpe fascista, un grupo de antiguos jefes de las ramas militares y de la policía uniformada, envió una carta a El Mercurio donde cuestionan los procesos judiciales contra represores, reivindican ser los únicos que han reconocido responsabilidades por los hechos del pasado, y victimizan a quienes están presos por casos de detenidos desaparecidos, ejecutados políticos y torturas.

Sostienen que: “Consideramos grave que al único sector que ha asumido sus culpas en el ayer se lo discrimine tan abiertamente”, defendiendo a sus antiguos colegas procesados y encarcelados.

Agregan que quienes respaldaron al Gobierno Constitucional de Salvador Allende y se opusieron al régimen militar, no han “respondido por sus propias culpas”, en una tácita advertencia de que deberían pagar por ellas. Agregan que “los otros actores, activos y pasivos, en la tragedia de antaño, disfrutan de un Chile donde para ellos están todos los caminos y espacios abiertos”.

La carta fue firmada, después de analizarla y consensuarla, por comandantes en jefe del Ejército: Óscar Izurieta y Juan Miguel Fuente-Alba; los ex comandantes en jefe de la Armada: Jorge Arancibia, Miguel Vergara, Rodolfo Codina, Edmundo González y Enrique Larrañaga. Los ex comandantes en jefe de la Fuerza Aérea: Fernando Rojas, Patricio Ríos, Osvaldo Sarabia, Ricardo Ortega y Jorge Rojas y los ex generales en directores de Carabineros: Fernando Cordero, Eduardo Gordon y Gustavo González.

Critican a la justicia, la apertura de nuevos procesos, el anunciado cierre de Punta Peuco. Los criminales, culpables materiales del genocidio que se perpetró contra el pueblo chileno, pretenden salir libres de polvo y paja. Ellos, los que se han negado a entregar antecedentes sobre los cientos de casos de detenidos desaparecidos, los que no han mostrado la más mínima señal de arrepentimiento. Es la soberbia de los fascistas.

Y ES UNA AMENAZA SOTERRADA
Frente a este episodio, la presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD), Lorena Pizarro, indicó que la carta de los ex jefes de las FFAA y Carabineros “en pocas palabras es una amenaza soterrada a la democracia, porque ante la cobardía, la felonía y la sedición les gritamos en su cara verdad y justicia”.

Añadió que “por eso es tan grave y peligroso lo que hoy día ha hecho esa tropa de cobardes sediciosos en esa carta en su pasquín de difusión que es el diario El Mercurio, por eso es tan peligroso y esperamos, exigimos y demandamos un pronunciamiento”.

Luis Emilio Recabarren: “Hemos sido, somos y seremos siempre antimilitaristas”.

Uno de los mitos de nuestra historia: ¿Qué ocurrió el 18 de septiembre?

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

 

Canales de televisión, radios y la prensa escrita se llenan estos días de “aires dieciocheros”. Especialmente para la propaganda comercial. Repiten hasta el cansancio: “los días patrios”, “el nacimiento de la patria”… Y no se pueden quejar fabricantes, matarifes, comerciantes, feriantes, dueños de las líneas de buses interprovinciales. A pesar de las alzas de precios, las ventas aumentan. Todo cachito p’arriba.

Se eleva el fervor patrio. Se usa y se abusa de la bandera nacional. Hoy vi pasar un taxi con cinco banderitas chilenas. Y hasta escuchamos música folklórica por los medios.

Y todo esto, fruto de un mito, de una gran mentira histórica, que nadie ha tenido el valor de enmendar.
Cuando se habla del “18”, se trata naturalmente del 18 de septiembre de 1810, día en que –afirman los despistados- nació la Patria.

La historia comenzó con Napoleón

En el año 1808, Napoleón Bonaparte invadió España. Derrocó e hizo prisionero al monarca Fernando VII, colocando en el trono a su hermano José Bonaparte, al que los hispanos bautizaron como “Pepe botella”.

Los españoles resistieron al invasor. Organizaron una guerra de guerrillas. Crearon juntas de gobierno, las que se unieron en una Junta Central. Ésta pretendió tener autoridad sobre las colonias españoles de América.

El emperador Napoleón Bonaparte

 

Criollos aprovechan la ocasión

En nuestro país, los oligarcas criollos (nacidos en Chile) vieron en los acontecimientos ocurridos en España una ocasión propicia para arrebatarle el poder político a los oligarcas españoles residentes, que controlaban la Real Audiencia, la que, junto con el Gobernador, eran las máximas autoridades en la colonia.

Los criollos argumentaron que esa Junta Central no tenía derecho a gobernar a los reinos de América, pues las colonias pertenecían al rey y no a la nación hispana. En eso tenían razón.

También un Papa

El corrupto Papa Alejandro VI

 

El licencioso Papa Alejandro VI, el “Papa Borgia” (padre de Lucrecia Borgia) había dictado el 4 de mayo de 1493 la Bula Intercaetera por la que repartió, “en nombre de Dios” las tierras a las que había llegado Cristóbal Colón. Una región portuguesa al oriente, entregada a la persona del rey de Portugal; otra española al occidente, otorgada al monarca hispano. El único problema que creó esa Bula fue la imprecisión de la línea demarcatoria. Esto fue resuelto por ambas partes interesadas, por medio del Tratado de Tordesillas, en 1494, que determinó que esa línea correría a 370 leguas al occidente de Cabo Verde. En esa Bula del Papa Borgia se basaron los oligarcas criollos para decir: que Chile había sido dado por la divina providencia a la persona del rey y no a toda España.

Un Cabildo “abierto”

Los criollos lograron convencer al titubeante gobernador del Reino de Chile, Mateo de Toro y Zambrano, quien aceptó la convocatoria de un Cabildo Abierto para el 18 de septiembre de 1810.

Este Cabildo no fue en absoluto abierto. Las invitaciones fueron realizadas por los criollos. De los 1.700 españoles residentes, sólo recibieron la invitación 14. El resto de los 450 asistentes que repletaban el salón del Consulado a las 9 de la mañana del día señalado, eran partidarios de designar una Junta.

Sólo pudieron ingresar a la reunión las personas que portaban una invitación que rezaba:

“Para el 18 del corriente, espera a usted el muy ilustre señor Presidente con el ilustre Ayuntamiento en la sala del Real Tribunal del Consulado, para tratar de las medidas de seguridad pública, discutiéndose allí que sistema de gobierno debe adoptarse para conservar siempre estos dominios al señor don Fernando VII”.

Se inició el Cabildo Abierto. Se eligió una Junta de Gobierno de nueve miembros, encabezada por el propio Gobernador. Sólo los dos secretarios y uno de los cinco vocales eran partidarios de librar al país del dominio extranjero. Con este paso, los criollos les arrebataron el poder a los españoles residentes en el país.

La Patria no nació un “18”

En otras palabras, ese 18 de septiembre no es el día de nuestra Independencia ni lo ocurrido hace 207 años fue, como algunos han proclamado, “una gesta libertaria”.

Por tanto, el mito de la “historia oficial” de señalar el 18 de septiembre como el día de la Independencia de Chile, no tiene asidero alguno en los hechos ocurridos en esa fecha.

El Acta de la traición

Los mismos grandes terratenientes criollos, que habían convocado el Cabildo del 18 de septiembre de 1810, firmaron el 9 de febrero de 1817, una servil Acta de Sumisión al rey Fernando VII, en la cual abjuraban de todo movimiento libertario y repudiaban a los patriotas.
En este vergonzante documento, servilmente manifestaban “su íntima y decidida adhesión que tenemos a la sagrada causa de nuestro legítimo monarca el señor Fernando VII…”

Renegaban de los patriotas y pedían… “Castigar, como es justo, la osadía y el orgullo de los insurgentes de la otra banda”.

No vacilaban estos traidores a ofrecer a los enemigos de la patria “…sus vidas, y sin reserva de cosa alguna estaban prontos y resueltos a defender los sagrados derechos del rey, a cuya obediencia vivimos gustosamente sujetos”.
Al pie de tan ignominioso documento figuraban apellidos como Larraín, Aldunate, García Huidobro.

Se equivocó la paloma

Pero les falló el olfato a los traidores. Aún no se secaba la tinta de esa acta infamante, cuando el Ejército Libertador, al mando de los generales José de San Martín y Bernardo O’Higgins, luego de realizar la proeza de cruzar la cordillera de los Andes, pisaba suelo chileno. Tres días después, el 12 de febrero de 1817, derrotaba a las tropas del rey en la batalla de Chacabuco.

Lo que ignoraron los oligarcas era que los 300 valientes, encabezados por Bernardo O’Higgins, que se habían lanzado en un audaz salto por sobre las trincheras enemigas, en Rancagua el 2 de octubre de 1814, más otras unidades que encontraron en el camino, se dirigieron a Argentina para preparar allá la revancha.

Después de la derrota de Rancagua, Chile volvió a estar sometido al rey de España, desde octubre de 1814 a febrero de 1817. Pero en Mendoza, con el decisivo apoyo solidario del General José de San Martín, gobernador de la provincia de Cuyo, se organizó el Ejército Libertador. Su comandante en jefe era el general San Martín y estaba dividido en tres cuerpos; dos comandados por los argentinos Las Heras y Soler; el tercero, por O’Higgins. A comienzos de 1817 inició el cruce de la Cordillera. El 12 de febrero, derrotó en la batalla de Chacabuco a las tropas realistas.

El Ejército Libertador chileno-argentino cruzando la cordillera

 

La independencia de Chile fue un proceso

La emancipación del yugo colonial español fue un proceso que duró siete años. Se inició en forma vacilante y contra la voluntad de los participantes en ese Cabildo de 1810. Esta lucha, con triunfos y derrotas, en que fue necesario hacer uso de las armas, fue encabezada por un grupo de líderes, como los hermanos Carrera, el fraile Camilo Henríquez, el guerrillero Manuel Rodríguez. Entre ellos se destacó Bernardo O’Higgins Riquelme, el más grande padre de nuestra Patria.

¿Por qué se mantiene ese mito más de dos siglos?

Porque la historia oficial pretende atribuir a la oligarquía criolla el mérito de haber logrado la emancipación patria del sistema colonial español; para hacer aparecer a los latifundistas de entonces, como los forjadores de nuestra Independencia.

La verdad es que esa oligarquía fue aliada del rey español y luchó contra los intereses de Chile. Durante la Reconquista española, como hemos visto, traicionaron a la patria.

Celebren las fiestas, pero…

Celebren las fiestas, pero que no les metan el dedo en la boca. No estarán celebrando ningún nacimiento de la Patria. El verdadero Día de nuestra Independencia es el 5 de abril de 1818. Fecha en que culminó el proceso emancipador, al derrotar el ejército chileno-argentino a las tropas del rey español en la batalla de Maipú.

Bernardo O’Higgins Riquelme padre de la Patria

Víctor Jara sigue combatiendo

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

Víctor Lidio Jara Martínez nació el 28 de septiembre de 1938 en Quiriquina, localidad ubicada cerca Chillán Viejo. Su niñez transcurrió en el lugar campesino de Lonquén, cerca de la ciudad de Talagante, arrullado por el canto de su madre y laborando en las duras faenas campesinas, detrás del arado o en la trilla. Ayudó desde los seis años a su padre, Manuel, un inquilino que no sabía leer ni escribir. La madre, de nombre Amanda, de estatura baja y gordita, con una bella sonrisa. Eran cuatro hermanos: María, Georgina, Eduardo y Víctor. Posteriormente nació un quinto, Roberto.

La madre

La madre, el pilar de la casa, se empeñó y logró que sus hijos estudiaran. En la escuela, Víctor se destacó como buen alumno. Posteriormente, la familia se trasladó a la capital, a la Población Los Nogales, cerca de la Estación Central. Víctor y su hermano Eduardo concluyeron sus estudios primarios en una escuela católica de la población.

La madre consiguió un puesto como cocinera en un pequeño restaurante ubicado frente a la Estación Central. Trabajando muy duro algunos años, logró reunir lo suficiente para comprar un puesto en el mercado.

La familia se mudó a una casita en la calle Jotabeche. Como estaba lejos del mercado la madre debía salir a las dos de la madrugada, pues los clientes comenzaban a llegar a las cuatro. Manuel, el padre, ya no vivía con ellos. Víctor, con la idea de poder ayudar a su madre en el negocio, entró a estudiar contabilidad en un instituto comercial.

En marzo de 1950, murió la madre de un ataque cardíaco.

En el coro universitario

Para Víctor, que por entonces tenía 15 años de edad, fue un golpe muy duro. Entró al Seminario de la Orden de los Redentoristas en San Bernardo, abandonándolo en 1952. Hizo el Servicio Militar en la Escuela de Infantería de San Bernardo. Terminado éste, volvió en mayo de 1953 a la Población Los Nogales, después de tres años de ausencia. Lo acogió la familia Morgado y un grupo de amigos. Consiguió un puesto de portero en el hospital local.
Por la prensa se impuso del anuncio de una prueba para ingresar al Coro Universitario para cantar en ‘Carmina Burana’. Postuló. Fue aceptado como tenor. Participó en la producción de Uthoff en el Teatro Municipal, vestido con un hábito marrón de monje.

En la Escuela de Teatro

En 1954 viajó al norte con un grupo de nuevos amigos del coro, para recoger e investigar la música popular de la zona. Al regresar a Santiago, presenció una función de un grupo de pantomima recién formado por Enrique Noiswander. De inmediato habló con éste, quien lo invitó a participar en una prueba en el estudio donde ensayaba el grupo. Víctor mostró su sentido de movimiento y expresividad. Entonces le ofrecieron la oportunidad de estudiar en el grupo de mimos.

En 1955 se matriculó en la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile. También se incorporó al Conjunto de Cantos y Danzas Folklóricas Cuncumén.

Conoce a Violeta Parra

En 1957, Víctor cursó el segundo año en la escuela de teatro. Por entonces comenzó a frecuentar el café Sao Paulo, en el centro de Santiago, donde se reunían a mediodía artistas e intelectuales. Ahí encontró a Violeta Parra, conocida sólo por un pequeño círculo de personas en Chile, pero que acababa de regresar de su primera visita a Europa.

Violeta vivía por esa época en La Reina en un pequeño bungalow. Víctor la visitaba con frecuencia. Allí conoció a Ángel Parra y se convirtieron en grandes amigos.

Ingresa a las Juventudes Comunistas

En 1958 Víctor Jara comenzó a militar en las Juventudes Comunistas de Chile, ello en plena campaña presidencial, en la que el Frente de Acción Popular, FRAP, postulaba como candidato a Salvador Allende.

En 1959 vivió su primera experiencia como director teatral, dirigiendo “Parecido a la Felicidad” de Alejandro Sieveking. Viajó con esa obra a Argentina, Uruguay, Venezuela y Cuba.

En 1961 realizó una gira a Europa como director artístico del Cuncumén. Ese mismo año compuso “Paloma quiero contarte”, canción con que inició su trabajo de creación musical y poética. La grabó, junto a otra de sus composiciones, “La canción del minero”, en un LP del Cuncumén.

Casa de la Cultura de Ñuñoa

En 1963, Gregorio de la Fuente, director de la Casa de la Cultura de Ñuñoa, le propuso fundar una Escuela de Folklore. Con ayuda de Maruja Espinoza, una componente del Cuncumén, Víctor organizó los cursos y enseñó las danzas folklóricas que más le gustaban; Maruja se concentró en la enseñanza de la guitarra. En un par de años un grupo numeroso y entusiasta de alumnos hizo posible la formación de un conjunto, del que posteriormente, surgieron varios solistas. Víctor trabajó en Ñuñoa hasta 1968. Desde 1963 a 1970 formó parte del equipo estable de directores del Instituto de Teatro de la Universidad de Chile, ITUCH.

Un artista consecuente

Realiza múltiples actividades artísticas, sin olvidar sus tareas políticas. En 1969 es figura principal en el Mitin Mundial de Jóvenes por Vietnam, realizado en Helsinki, Finlandia. Ese año obtiene el principal premio en el Primer Festival de la Nueva Canción Chilena con “Plegaria a un labrador”
En 1970 se dedicó de lleno a la campaña presidencial de la Unidad Popular,
Durante el Gobierno de Salvador Allende laboró en el Departamento de Comunicaciones de la Universidad Técnica del Estado, UTE. En 1971 viajó a distintos países como embajador cultural de Chile. Se editó ese año su LP “La Población”.

El acto que no se realizo

Entre 1972 y 1973 compuso la música de continuidad de Televisión Nacional. Viajó a la Unión Soviética y Cuba. Participó en trabajos voluntarios y en la campaña parlamentaria que culminó el 4 de marzo de 1973.
El martes 11 de septiembre de 1973 Víctor estaba en la UTE. Debía participar en un acto en que el Presidente de la República se dirigirá a todo el país comunicando su decisión de llamar a un plebiscito para salir de la crisis política provocada por la oposición. Se produjo el golpe fascista. Soldados del ejército rodearon la Universidad. Al día siguiente invadieron el recinto universitario.

En el Estadio Chile

Tomaron prisioneros a los profesores, funcionarios y alumnos que se encontraban ahí. Fueron conducidos al Estadio Chile. Víctor iba entre ellos.
Las torturas las comienza a sufrir el jueves 13 de septiembre:

“¡A ese hijo de puta me lo traen para acá! ¡Repitió iracundo el oficial…! ¡A ese huevón!… ¡A ese! El soldado lo empujó sacándolo de la fila.

¡No me lo traten como señorita, carajo! Ante la orden, el soldado levantó su fusil y le dio un feroz culatazo en la espalda de Víctor. Cayó de bruces, casi a los pies del oficial.

¡Ch’é tu madre! … Vos soy el Víctor Jara huevón. El cantor marxista, ¡El cantor de pura mierda!

El horror del fascismo

Y, entonces, su bota se descargó furibunda una, dos, tres, diez veces en el cuerpo, en el rostro de Víctor, quien trata de protegerse la cara con sus manos. –

Víctor, herido, ensangrentado, permaneció bajo custodia en uno de los pasillos del Estadio Chile. Sentado en el suelo de cemento, con prohibición de moverse. Desde ese lugar, contemplaba el horror del fascismo.

Allí permaneció la noche del miércoles 12 y parte del jueves 13, sin ingerir alimento alguno, ni siquiera agua. Víctor tenía varias costillas rotas, uno de sus ojos casi reventado, su cabeza y rostro ensangrentados y hematomas en todo su cuerpo.

Estadio Víctor Jara ex Estadio Chile

Cruelmente torturado

El 15 de septiembre de 1973, cerca del mediodía se supo que saldrán en libertad algunos compañeros de la UTE. Los prisioneros empezaron a escribirles a esposas, madres, diciéndoles que estaban vivos. Víctor pidió lápiz y papel. Comenzó a escribir precipitadamente. De improviso, dos soldados lo tomaron y lo arrastraron violentamente hasta un sector alto del Estadio, donde su ubica un palco, gradería norte. Los soldados recibieron orden de golpearlo y comenzaron con furia a descargar las culatas de sus fusiles en el cuerpo de Víctor. Dos veces alcanzó a levantarse Víctor, herido, ensangrentado. Luego no volvió a levantarse.

El testimonio de Boris Navia

Relata Boris Navia: “Esa misma noche, ya en el Nacional, lleno de prisioneros, al buscar una hoja para escribir, me encontré en mi Libreta, que Víctor me lanzó al ser arrastrado por los soldados, no con una carta, sino con los últimos versos de Víctor, con su último canto, que escribió unas horas antes de morir y que el mismo tituló “Estadio Chile”, conteniendo todo el horror y el espanto de aquellas horas. Inmediatamente acordamos guardar este poema”.

Y logró salvar el último poema de Víctor Jara para estremecer con sus versos a la humanidad:

ESTADIO CHILE

“Somos cinco mil
En esta pequeña parte de la ciudad.
Somos cinco mil.
¿Cuántos seremos en total
en las ciudades y en todo el país?

¡Cuánta humanidad
hambre, frío, pánico, dolor,
presión moral, terror y locura!
Somos diez mil manos menos
que no producen!

¿Cuántos somos en toda la Patria?
La sangre del compañero Presidente
golpea más fuerte que bombas y metrallas
Así golpeará nuestro puño nuevamente.

Canto que mal me sales
cuando tengo que cantar espanto
espanto como el que vivo
como el que muero, espanto”.

Víctor Jara fue asesinado cruelmente el 16 septiembre de 1973, lo acribillaron con 44 balazos.

Martes 18 de septiembre de 1973

Joan Jara, la compañera de Víctor, relata en “Víctor Jara un Canto Truncado”:

“Martes 18 de septiembre. Aproximadamente una hora después de levantarse el toque de queda, oigo el ruido del portón, como si alguien intentara entrar. Todavía está cerrado con llave. Me asomo a la ventana del cuarto de baño y veo a un joven afuera. Parece inofensivo y me decido a abrirle. Me dice con voz baja:
– Estoy buscando a la compañera de Víctor Jara. ¿Vive aquí? Por favor, confíe en mí. Soy un amigo –me muestra su carné-, ¿Puedo entrar un minuto? Tengo que hablar con usted –parece nervioso y preocupado. Me dice en un susurro-: Soy miembro de las Juventudes Comunistas.

Abro la puerta para que entre y nos sentamos en la sala.

-Lo siento, tenía que encontrarla… Lamento decirle que Víctor ha muerto…

Encontramos su cuerpo en la morgue. Un compañero que trabaja allí lo reconoció. Le ruego que sea valiente y que me acompañe para identificarle. ¿Llevaba calzoncillos azul oscuro? Tiene que venir, porque su cadáver lleva allí más de cuarenta y ocho horas y, si nadie lo reclama, se lo llevarán y lo enterrarán en una fosa común.

Un jotoso llamado “Héctor”

Joan Jara continúa relatando en su libro “Víctor Jara un canto truncado”:

“Héctor –así se llamaba- había estado trabajando en la morgue, el depósito de cadáveres municipal durante la última semana, tratando de identificar cuerpos anónimos que llegaban diariamente. Era un muchacho amable y sensible y había corrido un gran riesgo yendo a buscarme. En su condición de empleado tenía una tarjeta especial y, después de mostrarla en la entrada, me introdujo por una pequeña puerta lateral del edificio, a pocos metros de los portales del Cementerio General…

Lo encuentra su compañera

“Bajamos un oscuro pasadizo y entramos en una enorme sala. Mi nuevo amigo me apoya la mano en el codo para sostenerme mientras contemplo las filas y filas de cuerpos desnudos que cubren el suelo, apilados en montones, en su mayoría con heridas abiertas, algunos con las manos todavía atadas a la espalda. Hay jóvenes y viejos… cientos de cadáveres… en su mayoría parecen trabajadores… cientos de cadáveres que son seleccionados…

“Nos envían a la planta superior. El depósito está tan repleto que los cadáveres llenan todo el edificio, incluyendo las oficinas. Un largo pasillo, hileras de puertas y, en el suelo, una larga fila de cadáveres, éstos vestidos, algunos con aspectos de estudiantes, diez, veinte, treinta, cuarenta, cincuenta… y en la mitad de la fila descubro a Víctor.

Miraba desafiante

“Era Víctor, aunque le vi delgado y demacrado. ¿Qué te han hecho para consumirte así en una semana? Tenía los ojos abiertos y parecía mirar al frente con intensidad y desafiante, a pesar de una herida en la cabeza y terribles moratones en la mejilla. Tenía la ropa hecha jirones, los pantalones alrededor de los tobillos, el jersey arrollado bajo las axilas, los calzoncillos azules, harapos alrededor de las caderas, como si hubieran sido cortados por una navaja o una bayoneta… el pecho acribillado y una herida abierta en el abdomen… las manos parecían colgarle de los brazos en extraño ángulo, como si tuviera rotas las muñecas… pero era Víctor, mi marido, mi amor”.

Sus funerales

El martes 18 de septiembre de 1973 fueron los funerales de Víctor Jara. Relata su compañera:

“La caminata hasta el lugar del cementerio donde Víctor sería enterrado debió llevarnos entre veinte y treinta minutos. El carrito chirriaba y rechinaba sobre el pavimento irregular. Caminamos y caminamos… mi nuevo amigo Héctor a un lado, mi viejo amigo Héctor al otro. Sólo cuando el ataúd de Víctor desapareció en el nicho que nos habían asignado estuve al punto de desplomarme. Pero estaba vacía de sentimientos o sensaciones y sólo se mantenía viva la idea que Manuela y Amanda esperaban en casa, preguntándose qué ocurría, dónde estaba yo”.

Venció sobre sus verdugos

Al día siguiente el diario La Segunda publicó un breve párrafo en el que informaba de la muerte de Víctor: “El funeral fue de carácter privado y sólo asistieron los familiares”.
Después todos los medios recibieron la orden de no volver a mencionar a Víctor.
Pero en la televisión alguien arriesgó su vida insertando unos pocos compases de “La Plegaria” sobre la banda sonora de una película norteamericana.

Los verdugos asesinaron al cantor, pero sus canciones siguen emocionando y motivando. Son inmortales.

Fue así como Víctor, el heroico joven comunista, venció sobre sus verdugos. A 44 años de su asesinato sigue combatiendo.

Recordando a Don Lucho en su 101° Natalicio

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

Luis Corvalán Lépez nació cuando la primavera ya se anunciaba, un 14 de septiembre de 1916, en Pelluco, Puerto Montt. En 1921 su familia se trasladó a Tomé. Allí ingresó al Partido Comunista.
En sus Memorias ‘De lo vivido y lo peleado’ relata: “Hice migas con un zapatero remendón, el maestro Palmita, que era miembro del Partido… Cierta vez, Palmita me invitó a una reunión comunista que se llevó a cabo en una casa del Cerro Estanque. En tal ocasión di el paso más importante de mi vida: ingresé al Partido. Fue en 1932, creo que en el mes de febrero”. Por entonces tenía 16 años y estudiaba en la Escuela Normal de Chillán.

En la Escuela Santa María de Iquique

Su primera designación como profesor fue para la Escuela Santa María de Iquique, la misma en donde se produjo la masacre del 21 de diciembre de 1907. Al año de haber iniciado su labor como maestro sufrió la exoneración, en agosto de 1936. Gobernaba, por segunda vez, Arturo Alessandri Palma.
Abandonó Iquique y se dirigió a Concepción, donde vivía su familia. Se dedicó de lleno al trabajo partidario. A los pocos meses después fue citado a la capital, donde participó en un pleno del Comité Central de la Federación Juvenil Comunista, a cuya cabeza estaba Luis Hernández Parker, que poco después fue reemplazado por Ricardo Fonseca. Regresó a Concepción. Luego volvió a viajar a Santiago.
Así lo explica en sus Memorias: “A fines de año (1937) fui llamado a la capital para trabajar como secretario de Carlos Contreras Labarca, Secretario General del Partido, y desempeñar, al mismo tiempo, algunas tareas en el Comité Central de la Federación de Juventudes Comunistas”.
El 25 de octubre de 1938 triunfó Pedro Aguirre Cerda. Trabajó en varios periódicos obreros. Enviado por el Partido a Iquique, se hizo cargo de la dirección de “El Despertar de los Trabajadores”, que Recabarren había fundado en 1912. Más tarde laboró en El Siglo, del cual fue designado director en 1946.

Se casa con Lily Castillo, su fiel compañera

El 14 de diciembre de 1946 contrajo matrimonio con la compañera Lily Castillo. Escribe Luis Corvalán: “En Lily hallé un tipo de mujer que no había conocido. Además de buena moza y simpática, encontré que su afiliación a la causa comunista le salía de adentro”.
Tuvieron cuatro hijos: María Victoria, Viviana, Lily y Luis Alberto.
ENCARGADO DE PROPAGANDA
En 1948 pasó a la clandestinidad, adoptando el nombre de Luis Correa. Encabezó la Comisión de Propaganda que estaba formada por Carlos Rosales, Eugenio Vallejos y el doctor Hernán Sanhueza. Eran los momentos más duros de la represión de González Videla. Ocupaba el cargo de Secretario General del Partido el obrero Galo González, que asumió esa responsabilidad a la muerte de Ricardo Fonseca, el 21 de julio de 1949. En 1950 Luis Corvalán fue designado miembro del Comité Central. Narra don Lucho: “Con Galo me veía dos veces a la semana. Juntos trabajamos en informes y artículos. Editamos clandestinamente la revista del Comité Central ‘Principios’.”

Cuando lo conocí

El 4 de septiembre de 1952 el ex dictador Carlos Ibáñez ganó, por un impresionante margen, las elecciones presidenciales. Ese año fui designado miembro del Comité Regional Santiago de las Juventudes Comunistas, del cual era Secretario Político Mario Zamorano. Me encomendaron la tarea de ser responsable de la revista ‘Principios’. En esa calidad fui citado a una reunión clandestina del Frente de Propaganda del Partido. No recuerdo el lugar donde sesionamos. Pero sí del compañero que hizo un extenso, interesante y didáctico informe. Era bajo de estatura, muy flaco, de nariz pronunciada, con un bigotito debajo de ésta, de mucho fumar y de convincente hablar. Se llamaba Luis Correa. Tiempo después supe que se trataba de don Lucho. Así lo conocí, en una reunión de Propaganda, eludiendo la represión del gobierno del “paco” Ibáñez.

Lo conocí como Luis Correa

Cuando lo escuché por segunda vez

El 8 de marzo de 1958 recibimos en Temuco la triste noticia del fallecimiento del camarada Galo González, Secretario General del Partido.
Reunido el Comité Regional Cautín, se acordó designar una delegación de cuatro dirigentes que viajara esa misma noche a Santiago para participar en los funerales del compañero Galo. Uno de los que formó esa delegación fui yo, en mi calidad de Secretario del Comité Regional Cautín de las Juventudes Comunistas de Chile. Viajamos en tren toda la noche. Llegamos a Santiago a las 7 de la mañana del 9 de marzo. Nos dirigimos al Sindicato Sicchel, ubicado en Catedral 2789, esquina de Sotomayor. Allí estaba la capilla ardiente. Hicimos, como otros cientos, una guardia de honor junto a la urna donde estaban los restos mortales del compañero Galo.
En la tarde del 10 de marzo fueron los funerales. Los cuatro de Cautín formamos parte del río de banderas rojas, puños y gritos.
“¡Compañero Galo González… Presente… ¡Ahora y Siempre!” “Y que fue… y que fue… ¡Aquí estamos otra vez!”

En la Plazoleta del Cementerio General, un mitin de despedida. Allí habló el nuevo Secretario General del Partido. En su discurso sostuvo desafiante:
“¡Y notifiquemos desde esta tribuna, con toda la firmeza que caracterizó a Galo González, que hoy la ilegalidad del Partido Comunista ha terminado de hecho y para siempre!”
Allí escuché por segunda vez al compañero Luis Corvalán.

Secretario General

En el XIV Congreso del Partido, efectuado clandestinamente en Cartagena, en la Casa de Veraneo de la Escuela Faustino Sarmiento, en el mes de abril de 1956, había sido nombrado miembro de la Comisión Política y del Secretariado del Comité Central.
El 8 de marzo de 1958, al fallecer Galo González, “el Comité Central –escribe Luis Corvalán en “De lo vivido y lo peleado”- me eligió como su secretario general. Galo González, en su lecho de muerte, había alcanzado a decir a José González que, en su opinión, yo debería sucederlo. Julieta Campusano fue la primera en expresar su acuerdo:
-Corvalán –dijo- es un revolucionario formado por el Partido. Y se explayó en otras consideraciones y palabras elogiosas que no puedo repetir.”
Al respecto, Julieta Campusano expresó hacia 1975: “Corvalán recuerda siempre que fui la que lo propuse para secretario general del Partido, y se reía porque dije que lo proponía porque lo consideraba el más equilibrado de todos. Según mi concepto él aparecía indiscutiblemente como el compañero que debía suceder al compañero Galo…”

Conquistada la legalidad

A comienzos de 1958, se constituyó un amplio Bloque de Saneamiento Democrático que tenía dos objetivos: derogar la Ley de Defensa de la Democracia y modificar la ley electoral para impedir el descarado cohecho, la compra del voto, que realizaba la derecha.
El 2 de agosto de 1958, el Presidente Ibáñez promulgó la ley que derogaba la Ley Maldita (engendro liberticida que había utilizado en gran parte de su segundo gobierno).
El Partido Comunista recobró su legalidad.

Su influencia en el Partido

La conquista de la legalidad determinó, entonces, una importante transformación al interior de la vida del Partido Comunista.
Como sostuvo el escritor y periodista José Miguel Varas en 1975, “el cambio de ‘clima’ dentro del Partido fue muy notable, y se debió a la legalidad, pero no sólo a ello. Hubo algo muy personal en Corvalán que influyó a crear una sensación de gran confianza en la posibilidad de criticar, de que cada cual pudiera dar su opinión sobre cualquier materia, unido todo ello a la idea de que el Partido no era un club de debates, de que de todas maneras había que ser muy firme en las cosas fundamentales…”

José Miguel Varas

Y agregaba: “Hasta la llegada de Corvalán a la Secretaría General, el Partido era en mucho un Partido de obreros endurecidos, golpeados, resistiendo al enemigo. Y Corvalán planteó la perspectiva completamente distinta, aunque lógicamente ello no era sólo cuestión de él, sino que correspondía también a un cambio en la situación: ‘Son ellos, los enemigos, los que tienen que estar a la defensiva. Ahora nosotros nos abrimos, ahora nosotros vamos a ser los dueños de la iniciativa aquí’ “.

Senador

En marzo de 1961, Luis Corvalán fue elegido Senador por la Séptima Agrupación Provincial (Ñuble, Concepción y Arauco).
Jugó un rol destacado en la convergencia de las fuerzas de izquierda en la Unidad Popular.
En 1964 se publicó el folleto del compañero Corvalán titulado ‘Nuestra Vía Revolucionaria’.
El marzo de 1969 resultó electo Senador por la Tercera Agrupación Provincial (Aconcagua y Valparaíso)
Mi experiencia vivida en las cuatro campañas presidenciales con Allende, me permite afirmar que, en la única vez en que dirigentes y la gente allendista estábamos absolutamente seguros de que ganaríamos, fue en la del 64. Incluso los adversarios no se la tenían segura. Pero la tercera no fue la vencida.

Un gran conductor del Partido

Durante los 31 años que Luis Corvalán fue el Secretario General del Partido, éste tuvo una amplia política de alianzas y fue un factor decisivo en la unidad de las fuerzas democráticas y populares.
Era mediado de 1969. La derecha ya había designado a su abanderado para las elecciones presidenciales de 1970. Era Jorge Alessandri Rodríguez. Otro tanto hizo la Democracia Cristiana, nombrando a Radomiro Tomic.
Los partidos de Izquierda comenzaron a presentar sus candidatos. La Acción Popular Independiente, API, proclamó a Rafael Tarud, que recibió el apoyo del Partido Socialdemócrata; el Partido Radical postuló al senador Alberto Baltra Cortés; el MAPU presentó a Jacques Chonchol.
En el Partido Socialista, luego de una dramática sesión, en que la mayoría de sus miembros se abstuvo, el Comité Central del PS proclamó a Salvador Allende.
Ante la carencia de candidato único de la izquierda, el Partido Comunista decidió llevar como abanderado a Pablo Neruda, el martes 30 de septiembre.

Surge la Unidad Popular

El 9 de octubre de 1969 fue un día histórico: se fundó la Unidad Popular. La constituyeron partidos marxistas: el Comunista y el Socialista; colectividades socialdemócratas: el Partido Radical, Socialdemócrata, la Acción Popular Independiente y un partido de raíz cristiana, el MAPU.
Don Lucho jugó un importante rol en la constitución de la Unidad Popular.
En el Coordinador de la Unidad Popular se aprobó el Programa Básico del Gobierno Popular, se firmó por las colectividades el Pacto de Gobierno. En él se establecieron las pautas por las cuales se regiría la administración de la Unidad Popular. También se aprobó un documento sobre el Estilo de la Campaña presidencial.

Buscando al candidato único

La creación del Comité Coordinador de la Unidad Popular, la aprobación del Programa de Gobierno y de los otros documentos de la coalición de Izquierda, hicieron pensar que pronto habría acuerdo sobre el candidato. Pero no fue así.
Se inició 1970, el año de los comicios electorales. Poco a poco se fue aclarando el panorama. Renunciaron Jacques Chonchol, Alberto Baltra, Pablo Neruda. Pero aún quedaban dos: Rafael Tarud y Salvador Allende. Ninguno con visas de ceder.
Ante la demora por la designación del abanderado, el PC dio un ultimátum a sus aliados. Convocó a una concentración pública en Santiago para el 22 de enero de 1970 y advirtió: si para el inicio de ese acto no hay acuerdo, el Partido Comunista proclamará definitivamente a Pablo Neruda.

Salió humo blanco

Y ocurrió lo tan esperado. Poco antes del plazo señalado, el Comité Coordinador de la Unidad Popular llegó a un acuerdo. Fue así como al comenzar la concentración,

“Salió humo blanco”

Luis Corvalán pudo decir:
“Salió humo blanco. Ya hay candidato único. Es Salvador Allende.”
Estalló la alegría. La emoción pobló los corazones. La multitud llenó la Plaza Bulnes y sus alrededores con aplausos y gritos. La consigna enronqueció gargantas y cosquilleó las espaldas: “El pueblo, unido… jamás será vencido… El pueblo unido… “
Fue así, como desde el 22 de enero de 1970, faltando sólo 225 días para las elecciones presidenciales, la Unidad Popular – por fin – tuvo candidato. Era la cuarta vez que Salvador Allende postulaba como abanderado popular a la Presidencia de la República.
Con Luis Corvalán a la cabeza, los comunistas entregamos una contribución fundamental para alcanzar la victoria popular del 4 de septiembre de 1970 y fuimos gran aporte durante el gobierno presidido por Salvador Allende.

En el Gobierno Popular

En el Gobierno de Salvador Allende, los comunistas participamos en el Gabinete con tres ministros y estuvimos a la cabeza de la batalla por la producción.
El 4 de abril habían tenido lugar las elecciones municipales en que la Unidad Popular logró el 50,86% de los votos.
El 11 de julio, se nacionalizaron las empresas que explotaban la gran minería del cobre.
En agosto apareció el libro de Corvalán ‘Camino de Victoria’.
El 2 de enero de 1972, presidió el gran acto de masas que el Partido realizó en el Estadio Nacional.

Prisionero Político

El 11 de septiembre de 1973 los fascistas asaltaron el poder. Bombardearon y atacaron La Moneda, en donde murió el compañero Presidente.
Después del golpe fascista, Luis Corvalán fue detenido el 27 de septiembre de 1973. Estuvo como prisionero político en la Escuela Militar, en la Escuela de Infantería de San Bernardo, en Isla Dawson, Ritoque y Tres Álamos. Mientras estuvo en manos de la dictadura, envió mensajes plenos de fuerza y optimismo. Proclamó: “No temo por mí. Amo la vida, pero no temo la muerte si fuera necesario caer por mi causa”. Por su parte, la compañera Lily se jugó por entero por su vida y su libertad.
Fue liberado por la solidaridad internacional, en especial de la Unión Soviética, el 17 de diciembre de 1976. Realizó una gran actividad en el exilio.

Mi encuentro con Don Lucho en Bonn

El 11 de mayo de 1978 viajé a Bonn a un Encuentro organizado por el Comité de Solidaridad Antiimperialista de la RFA (ASK) de las organizaciones de la solidaridad con Chile y los chilenos exiliados con el camarada Luis Corvalán que realizaba una gira por diversos países, luego de haber sido arrancado de las garras fascistas por la solidaridad internacional. Allí tuve la oportunidad de abrazar al querido compañero Luis Corvalán Lépez, a quien considero el más grande dirigente comunista chileno después de Luis Emilio Recabarren. Una foto aparecida en la contraportada de la edición Nº 7-8 de 1978, de la revista “Boletín Antiimperialista de Información” (AIB), ha dejado plasmado ese abrazo, con la lectura: “Alegre reencuentro: Iván Ljubetic y Luis Corvalán en el evento organizado por el ASK el 11 de mayo de 1978”.
El 3 de septiembre de 1980 proclamó en un acto en Moscú la Política de Rebelión Popular de Masas.
El 20 de agosto de 1983 ingresó clandestinamente a Chile.

El “XV” Congreso clandestino

Era mayo de 1989. Hacía casi un mes que yo había llegado a Santiago. Concurrí al local de “Chile, ríe y canta”, donde habíamos sido citados. Nos reunimos gran cantidad de compañeros. Algunos viejos conocidos con los que no nos veíamos 16 o 30 años. Otros nuevos. Escuchamos el Informe del Comité Central al Congreso.
Después los delegados del exterior fuimos concentrados en un punto de Santiago, en donde nos entregaron copias del Informe para que lo estudiáramos durante un día.
A la mañana siguiente, en una esquina del centro, nos pasó a buscar una camioneta en la que partimos rumbo a la costa. Llegamos a una gran casa cerca del Pacífico, en San Sebastián.
Desde el comienzo yo estaba admirado de la eficaz manera en que todo funcionaba y las adecuadas medidas de seguridad.
Allí nos encontramos con muchos otros camaradas. Conversábamos alegremente. Trataba de reconocer a viejos amigos.
De pronto se me acercó alguien a quien no ubicaba. Me dijo: “¿No me saluda, compañero Iván?”. Por su voz supe que era don Lucho.

¿No me saluda, compañero Iván?

De su intervención

En ese Congreso, el compañero Corvalán hizo una buena intervención, en mi opinión, la mejor.
Comenzó diciendo: “Esta es la primera reunión con más de diez personas en que participo desde mi ingreso al suelo patrio. He sentido una inmensa alegría al ver con mis propios ojos el gran Partido que tenemos.”
Más adelante enfatizó: “Entre las concepciones obsoletas está la exaltación de la llamada pureza de la línea, en custodia de la cual más de algún compañero ha creído buenamente, tener una misión predestinada. La línea del Partido está en constante confrontación con la práctica y, por tanto, no es nunca pura ni exacta; está sujeta a rectificaciones y perfecciones de uno u otro volumen y, como se ha remarcado en el Congreso, el Partido es una organización viva que tiene sus propias contradicciones y es campo de lucha permanente entre lo nuevo y lo viejo.”
Agregó: “Yo estuve seis años y medio en el exilio. El mayor tiempo el trabajo del Partido estuvo encabezado afuera por el compañero Volodia. Quiero expresar que, a mi juicio, tanto él como los compañeros Américo Zorrilla, Orlando Millas y otros hicieron un gran trabajo en varios aspectos, preocupados de ayudar al Partido del interior.”
En ese Congreso clandestino de mayo de 1989, Don Lucho dejó la secretaría general del PC, siendo reemplazado por el compañero Volodia Teitelboim, pero siguió como miembro del Comité Central.

Después del retorno

Regresé a Chile el 23 de octubre de 1990. Me quedé a vivir en Ñuñoa. Visité varias veces al compañero Corvalán en San Bernardo. Siempre me recibió muy fraternalmente, como lo hacía con todos los compañeros. Me ayudó mucho cuando escribía ‘Don Reca’ y otros libros. Me entregaba informaciones y opiniones. Me prestó y regaló folletos y libros suyos. Uno de estos fue ‘Camino de Victoria’, que me lo dedicó con hermosas palabras: “A mi viejo y querido compañero Iván Ljubetic Vargas dejo en sus manos, ¡en buenas manos! este ejemplar de un libro que recoge la posición y la experiencia del Partido en un buen trecho de su vida. Luis Corvalán. San Bernardo, 11 de noviembre de 1998”.

Después se trasladó a Ñuñoa. Seguí visitándolo. Cuando no lo hacía me invitaba a hacerlo. Estuvimos juntos en muchos actos y reuniones. Siempre era de gran interés escucharle. Era uno de esos dirigentes, como quedan pocos, dedicados a transmitir sus experiencias y conocimientos. Aprendí mucho de él. Fue un gran maestro.
Cuando tuve problemas con algunos dirigentes del Partido, él siempre me aconsejó sabiamente. Fue muy solidario conmigo.
En julio de 2010, pocos días antes su fallecimiento, fue la última vez que estuve con él.
Nos reunimos en su casa de calle Francisco Villagra junto con David Mc Conell, para intercambiar opiniones sobre un libro que deseaba escribir sobre el Partido Comunista y la democracia. Lo noté muy cansado, pero jamás pensé que sería la última ocasión de estar juntos físicamente.
Su corazón de comunista dejó de latir el 21 de julio de 2010.

La herencia teórica de Don Lucho

Escribió muchos artículos, informes, comentarios. Todos plenos de riqueza ideológica.
Entre sus libros tenemos:
‘Ricardo Fonseca, combatiente ejemplar’ (1952),
‘Camino de Victoria’ (1971),
‘Algo de mi vida’ (1978),
‘Chile: 1970 – 1973’ (1978),
‘La Rebelión Popular se abre camino en Chile’ (1981),
‘Tres Períodos de nuestra línea revolucionaria’ (1982),
‘Santiago-Moscú-Santiago’ (1983),
‘El derrumbe del poder soviético’ (1993)
“De lo vivido y lo peleado. Memorias” (1997)
‘Los comunistas y la democracia’ (2008).

Un comunista de verdad

Nos embarga el sano orgullo y la alegría de haberlo conocido, compartido con él en múltiples ocasiones. Siempre estuvo presente en las reuniones de su célula y en todo acto que realizamos en Ñuñoa; siempre feliz cuando en nuestras fiestas de confraternidad entregábamos carné a nuevos camaradas. Siempre insistiendo en la necesidad de crecer, de tener un Partido más grande.
Don Lucho fue la sencillez y la fraternidad comunista hecha persona. Ocupó los más altos cargos en el Partido, pero mantuvo siempre esa modestia que sólo los grandes seres humanos pueden mostrar.
Don Lucho sigue junto a nosotros. No olvidamos su pensamiento, su existencia y obras de un comunista de verdad.
En mi opinión, el más grande dirigente comunista chileno después de Luis Emilio Recabarren.

Saludando a don Lucho cuando cumple 90 años. (Ñuñoa, 14 de septiembre de 2006)

Se cumplen 44 años: El Golpe Fascista del 11 de septiembre de 1973

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren,  CEILER

“Desde el primer momento quedó en evidencia el
carácter fascista del golpe. Para derribar el Gobierno
constitucional que estaba ya en un callejón sin salida,
los golpistas tomaron decisiones absolutamente
desmedidas, como el bombardeo de La Moneda por
los Hawker Hunter, el ametrallamiento de poblaciones
y otras acciones terroristas.”
(Luis Corvalán: “De lo vivido y lo peleado”, página 158)

11 de septiembre de 1973. Fecha maldita. Una espada de fuego y sangre cortando en dos la historia de Chile, la vida millones de chilenos; persiguiendo a los que estaban construyendo una patria más linda, presididos por Salvador Allende.
11 de septiembre de 1973, día en que las bestias fascistas pisotearon la primavera que amanecía en medios del trabajo y el canto de un pueblo educado por Recabarren.

Hay quienes pretenden que olvidemos los crímenes. Son los que intentan blanquear a los criminales y a sus cómplices.
Nosotros, como muchos, estamos por defender la memoria popular.
Estamos por recordar y honrar a los héroes que cayeron y también a los que sobrevivieron.
Estamos por repudiar a los que, guiados por los más indignos intereses, torturaron, asesinaron, exiliaron, exoneraron a cientos de miles de seres humanos.

El 11 de septiembre de 1973, las fuerzas armadas y carabineros, encabezados por generales traidores, llevan a cabo el golpe fascista contra el Gobierno Popular del Presidente Salvador Allende, dirigido y financiado desde Estados Unidos por el Comité 40, presidido por el terrorista internacional Henry Kissinger.
Fascista por la violencia física y sicológica –de la cual el bombardeo de La Moneda es un símbolo, acción innecesaria desde el punto de vista militar, pero fundamental para imponer el terror sicológico- y porque su objetivo no era reemplazar a un gobierno por otro, si no cambiar de raíz el proyecto revolucionario y popular impulsado por la UP, por otro contrarrevolucionario; o sea, transformar Chile en todos los aspectos, imponiendo el capitalismo salvaje, el neoliberalismo.

El Compañero Presidente

A las 6,20 de la mañana del 11, el presidente Allende recibe un llamado telefónico en su residencia de Tomás Moro. Se traslada a La Moneda. A las 8,30 las tropas golpistas se apoderan de las calles de la capital.
Los fascistas instan a rendirse al Presidente. Les responde: “Como generales traidores que son no conocen a los hombres de honor”.
Numerosos ministros, hombres de gobierno, dirigentes de la UP, sus hijas Beatriz e Isabel, llegan a reunirse con Allende. Éste ordena salir a las mujeres y a los hombres que no tienen armas: “Vivos serán más útiles para la lucha revolucionaria”.

Se inicia el ataque

A las 9,15 se inicia el ataque contra La Moneda, defendida apenas por menos de 40 combatientes. Los asaltantes del poder embisten con infantería, blindados, artillería. A las 12 horas, aviones rasantes bombardean el Palacio de Gobierno.
Allende se dirige al pueblo en cuatro oportunidades por radio. En su último discurso transmitido por Radio Magallanes del Partido Comunista, dice: “… La historia no se detiene ni con represión ni con el crimen. Esta es una etapa que será superada, éste es un momento duro y difícil.”
“Ante estos hechos sólo me cabe decirle a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos no podrá ser cegada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen, ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos”.

“¡Trabajadores de mi patria! Tengo fe en Chile y en su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse.
Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.
¡Viva Chile, viva el pueblo, vivan los trabajadores!
Estas son mis últimas palabras, teniendo la certeza que mi sacrificio no será en vano.
Tengo la certeza que por lo menos, habrá una sanción moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.
Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz no llegará a ustedes. No importa. Me seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes, por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la patria…”

Radio Luis Emilio Recabarren de la CUT

El escritor Rolando Carrasco en su obra “Prigué” relata los últimos dramáticos momento vividos por quienes laboran en la radioemisora de la CUT:
“Quedábamos tres emisoras populares en el aire, Magallanes, la Radio IEM, del Instituto de Extensión Musical de la Universidad de Chile y nosotros, la radio de la CUT, Luis Emilio Recabarren. Las demás de izquierda dejaron de transmitir minutos antes, bombardeadas sus plantas por los rockets de los Hawker Hunter…“Silenciaron la radio IEM, Magallanes y nosotros nos mantenemos en el aire. Repetimos el llamado de la CUT. ‘Permanecer en sus lugares de trabajo’. Intercalamos el Himno de la CUT.

‘Aquí va la clase obrera
hacia el triunfo
querida compañera…’

Llamado de la planta.
-Compañeros, vuelven los aviones. ¿Bajo el equipo de emergencia?
– Déjelo funcionando y aléjese. Partió el relevo.
Tiroteo en los alrededores. Nuestra ubicación en el piso trece nos permite ver el Palacio de La Moneda. Puertas y ventanas permanecen cerradas. En el mástil flamea la bandera presidencial. Allí no se rendirán.
En el edificio vecino, el del Instituto de Extensión Musical de la Universidad de Chile, suenan disparos. A su costado se encuentra el diario ‘El Mercurio’. Caen vidrios quebrados a la calle.
Las emisoras más potentes de la izquierda siguen calladas, Corporación y Portales.
Hay trabajadores en la Plaza de la Constitución pidiendo armas.

RADIO MAGALLANES

“Pero Magallanes se mantiene. Posee buen alcance. Repite el discurso de Allende que escuchamos fragmentariamente. Nosotros nos mantenemos en el aire por casualidad…
“Hay tanques rodeando La Moneda… Quebrazón de vidrios en nuestro edificio. Cerramos las persianas metálicas. Balacera generalizada en el centro. Abajo, en la calle, soldados disparan hacia el Palacio de Gobierno.
Magallanes sigue en el aire. Transmitía Ravest, ahora lo hace Sepúlveda. Luego el silencio. Cerca de las 10,30 de esa mañana, un camión del Ejército llega a la estación transmisora de Radio Magallanes ubicada en Colina. Tres personas que se encuentran en ella son detenidas. Un oficial dispara su metralleta contra los equipos de la emisora. De esta forma la radio del Partido Comunista, la última voz de la resistencia es acallada por los fascistas.
La cadena de emisoras de la Junta lee bandos. Repite amenazas. Regirá toque de queda. Nadie debe venir al centro. Marchas militares.

-Seguiremos en el aire todo lo que podamos, anunciamos.
Podemos poco. Silencian la planta. Le dieron a nuestra antenita de repuesto. El magneto directo no contesta…
“Temblor. Explosión abajo. Como si hubieran derribado la puerta del edificio con dinamita. Caen vidrios rotos. Ordenes, Tableteos. Desde la Alameda humean disparos… Caen trozos de enlucido. Permanecemos agachados en los estudios, salas de control, los demás sentados en el suelo con las espaldas afirmadas a las puertas de los ascensores. Los vidrios de las oficinas también desaparecen desparramándose hacia la calle y los escritorios. Algunos impactos dan en la consola. Pierde velocidad el disco del Himno de la CUT. Engruesan las voces que cantan. Alargamiento gomoso:
‘y el día que yo mueraaa, mi luugaaaarrr…!
Después el silencio. Sólo los disparos. Únicamente las explosiones. Nada más que el retumbar del cañoneo. Exclusivamente las ametralladoras
Inactivos nos miramos las caras. Y entonces comenzamos a comprender la situación, el peligro… (Rolando Carrasco: “Prigué”, páginas 8 a 12)

Leal hasta su muerte

El compañero Presidente fue leal hasta el último segundo de su vida. Muere en La Moneda, defendiendo –como lo dijera- el Gobierno Popular, la Revolución Chilena.
El Partido Comunista en el Pleno de su Comité Central, realizado en agosto de 1977 le rinde homenaje en el Informe rendido por Luis Corvalán:

“Su último servicio a la Revolución fue su holocausto. Le ofrecieron salvar su vida, por no aceptó tratos con los fascistas, ni siquiera para eso. Su sangre estigmatizó para siempre a los traidores.”

Fue el inicio del genocidio

El 11 de septiembre de 1973 se implantó una dictadura fascista, cuyo método fue el terrorismo de Estado, llevado a cabo por las fuerzas armadas y carabineros. En especial por organismos que contaban con todos los medios para perseguir y aniquilar a los opositores, como la DINA, la CNI y el Comando Conjunto.
La base teórica de los crímenes cometidos, fue la Doctrina de Seguridad Nacional: la guerra de exterminio contra el enemigo interno, calificado genéricamente como comunismo.
La dictadura significó la violenta violación de todos los Derechos Humanos
Se perpetró el genocidio contra el pueblo: con miles de asesinados, degollados, desaparecidos, torturados, exonerados, exiliados.

¿Cuántas fueron las víctimas del terrorismo de Estado?

El Informe Rettig, que realizó la Comisión de Verdad y Reconciliación en marzo de 1991, sólo contabilizó ejecuciones y desapariciones. En total, reconoció 2.279 muertes en manos de las fuerzas de seguridad durante la dictadura de Pinochet.
Los dos informes de la Comisión Valech (noviembre 2004 y agosto 2013) reconocieron un total de más de 40.018 víctimas de la dictadura.
A esto se deben agregar los más de 400.000 chilenos lanzados al exilio y los muchos miles de exonerados.
La represión más sangrienta la sufrieron los trabajadores, pobladores, estudiantes e intelectuales.

Eliminaron todo vestigio de democracia

Los fascistas barrieron con la democracia y todas las conquistas de los trabajadores. Eliminaron el Parlamento.
Al Poder Judicial no lo tocaron porque éste, cobardemente, se puso a sus órdenes, siendo un cómplice de sus crímenes. Rechazó más de 50 mil recursos de amparo, que de ser acogidos habrían salvado muchas vidas.
Prohibió los partidos populares y muchos de sus dirigentes y militantes fueron exterminados físicamente.
La CUT, confederaciones y federaciones sindicales fueron prohibidas y perseguidas.
Se impuso leyes laborales en favor de los patrones y contra los trabajadores.
Se dictó una Constitución Política antidemocrática y el sistema electoral binominal.
Se impuso a sangre y fuego el neoliberalismo.
Se privatizó empresas que habían sido del área social, las que compraron a precio de huevo por los grupos económicos de la derecha.
Dejaron al Estado a su mínima expresión, sin los medios para cumplir su deber de proporcionar educación y salud a la gente
Se municipalizó la Educación secundaria y se terminó con la gratuidad de la educación universitaria.
Se terminó con la libertad de opinión, la prensa popular fue prohibida.
Todas estas y otras medidas, en flagrante violación de los derechos humanos.

La lucha por la Verdad

El Mercurio y La Tercera jugaron un rol muy importante apoyando la dictadura y sus crímenes. También lo hicieron radios y canales de televisión.
Pero hubo otros medios clandestinos como El Siglo, que desde los inicios mismos de la tiranía estuvieron informando con la verdad. De enorme importancia en este sentido fue el Programa Escucha Chile de radio Moscú.
Hubo periódicos como Solidaridad, Análisis, Fortín Mapocho, Hoy, que se opusieron valientemente a la desinformación de la dictadura.
Esta lucha por la Verdad y la Justicia sigue teniendo plena actualidad. Hay que salirle al paso a los que ayer asesinaron al pueblo y hoy intentan aparecer cómo las víctimas.